Introducción En primer lugar, quiero expresar mi agradecimiento a la Sra. Presidenta de la Junta de Andalucía por honrarnos con su presencia en este acto oficial de apertura del curso académico 2016-2017 en Andalucía. También quiero agradecer la compañía de la Rectora y los Rectores de las Universidades Andaluzas, Universidades hermanas con la que compartimos historia, objetivos, enseñanzas y, sobre todo, futuro. Muchas gracias, querida Rectora, queridos Rectores, por vuestra amistad y apoyo a la Universidad de Huelva en momentos difíciles. Quiero dedicar este discurso a un gran desconocido: nuestro sistema universitario público andaluz. En las siguientes líneas, he querido poner en valor su enorme potencial, su esfuerzo innegable por mejorar la formación en Andalucía y por construir un futuro mejor para todas las andaluzas y andaluces. Y todo ello sin olvidarme de las dificultades que padece y las presiones a las que ha estado y está sometido.  El Sistema Universitario Público Andaluz Nuestro sistema universitario público incluye a 10 Universidades distribuidas en todas las provincias andaluzas. Es el mayor de España, con el 20% de las Universidades Públicas del país y el 19% de su alumnado (246.000 en el curso 2014-2015). Nuestra oferta formativa está conformada por 415 Grados, 532 Másteres y 163 Programas de Doctorado. En términos numéricos, es equivalente al sistema universitario de Noruega o Suiza. Si tuviera que definirse por la oferta de plazas de Grado, la Universidad andaluza es una Universidad de Ciencias Sociales y Jurídicas (>48%), con un acompañamiento menor de Ingeniería y Arquitectura (20%) y con una baja representación en Ciencias (8%), también concordante con la tendencia española. A nivel nacional, uno o una de cada seis egresados y egresadas de Grados y Másteres procede hoy de Andalucía. En los últimos 10 años, es un sistema que ha soportado razonablemente bien la caída demográfica del sector de población comprendido entre los 16 y 29 años a nivel andaluz (el llamado índice de juventud) en casi 316.000 personas (casi un 19%). Entre 2011 y 2015, nuestra disminución en el número de matriculados de primer ciclo ha sido la misma que el decrecimiento en la población andaluza entre 18 y 21 años, un 2,7%. En este periodo, nuestro sistema ha sufrido una auténtica revolución, con la implantación progresiva de los Grados, Másteres Habilitantes y no Habilitantes y nuevos Doctorados. Ello ha conllevado un importante esfuerzo a nivel organizativo, adicional a las tareas cotidianas, de nuestras comunidades universitarias (profesorado, personal de administración y servicios y alumnado). Uno de los cambios más importantes ha afectado al rol del profesorado universitario, cuyas múltiples tareas se minimizan u olvidan. Un profesor o una profesora universitaria imparte clases teóricas y/o prácticas, prepara estas clases y confecciona apuntes o materiales didácticos en la red, diseña trabajos que luego evalúa, crea exámenes y los corrige, tutoriza al alumnado de forma presencial o virtual, escribe libros, artículos nacionales e internacionales de investigación, artículos de divulgación científica, va a congresos y jornadas, hace de revisor de revistas o ponencias, prepara sus propias ponencias, forma parte de los comités científicos de los congresos, de los comités editoriales y científicos de las revistas, edita revistas, investiga en su especialidad, transfiere a la sociedad los resultados de su investigación, hace contratos con empresas e instituciones, desarrolla patentes y productos avanzados, organiza y/o dirige Másteres y títulos propios, da conferencias, organiza mesas redondas, jornadas y seminarios, asesora a empresas e instituciones, hace gestión a todos los niveles, etc, etc, etc. El apoyo a todas estas áreas y al alumnado también ha requerido de notables esfuerzos de nuestros compañeros y compañeras del personal de administración y servicios. Por otro lado, el tránsito al Modelo Bolonia ha supuesto un cambio de rol del alumnado, que ha pasado de un modelo de hacer a otro de saber hacer. Estos cambios han venido acompañados de sustanciales reformas legislativas, que han mermado nuestras comunidades universitarias, sus posibilidades de promoción, así como han provocado una reforma radical del sistema universitario a nivel español, cuya unidad e igualdad de oportunidades, si no se remedia mediante un pacto por la enseñanza universitaria en particular y la educación en general, van camino de desaparecer. A todo ello se ha unido una ausencia de políticas nacionales y autonómicas en I+D+i, íntimamente incardinadas con otra de nuestras funciones básicas: la investigación y la transferencia. A estos recortes debe añadirse una disminución de los fondos para becas y ayudas sociales y el desarrollo de nuevas políticas sin contar verdaderamente con sus auténticas protagonistas: las Universidades. De los últimos 14 decretos presentados a la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades españolas (CRUE), 12 han recibido informes desfavorables. En ellos están medidas que tienden claramente a desagregar el sistema universitario español (3+2, acceso a la Universidad, tasa de reposición, etc), con especial atención a las Universidades Públicas. Las fortalezas del sistema universitario andaluz A pesar de todo ello, quiero expresar aquí las bondades de nuestro sistema universitario público andaluz. Un conjunto de universidades que, agrupadas en la Asociación de Universidades Públicas Andaluzas, caminan unidas en sus decisiones, una gran fortaleza que se transmite dentro de la CRUE y del Consejo de Universidades como una voz única que es respetada y admirada. Una voz que se ha opuesto a leyes y decretos que cercenan la igualdad de oportunidades y pueden destruir la necesaria equiparación de titulaciones entre comunidades autónomas. En un periodo de profunda crisis económica, nuestras Universidades han actuado como motores de cohesión social. Hemos realizado grandes esfuerzos presupuestarios derivados de nuestra irreductible defensa de la Universidad Pública y de políticas de igualdad de oportunidades dentro de la Enseñanza Superior. Entre los cursos 2013-2014 y 2016-2017, más de 900.000 alumnos y alumnas han cursado estudios de Grado en nuestras Universidades, así como unos 60.000 alumnos y alumnas de Máster y más de 20.000 han seguido estudios de Doctorado. En estos 4 años, el precio del crédito de Grado en Andalucía se mantuvo constante en 12,62 €, en tanto que el precio del crédito de un Máster habilitante bajó casi un 17%. En este curso que hoy comenzamos, la matrícula de cuarto curso del Grado de Derecho, por ejemplo, cuesta en Andalucía 757 € en primera matrícula, mientras que se acerca a los 1.400 € en la Comunidad de Madrid y puede superar los 1.500 en Cataluña. Si ese alumno o alumna quisiera proseguir sus estudios con el Máster Universitario en Acceso a la profesión de Abogado, debería desembolsar en Madrid algo más de 1.700 €, por los 821 € en Andalucía. Si hacemos una aproximación e incluimos los Másteres y el Doctorado, y solo en matriculación, significaría que estaríamos ante una de las políticas sociales más importantes de Andalucía, con un ahorro mínimo en comparación con estas autonomías de más de 640 M€ a las familias andaluzas durante estos últimos 4 cursos, es decir, más de 160 M€ por año. Para poder asimilar la magnitud de estas cifras, baste decir que el presupuesto total del Servicio de Atención a las Familias incluido dentro de los presupuestos generales de la Junta de Andalucía de este año es de 168 M€, un valor muy similar a esfuerzo realizado por nuestras Universidades públicas en comparación con las comunidades autónomas citadas. Este esfuerzo también ha ido acompañado del desarrollo de nuevos planes propios para que la falta de recursos económicos no sea un impedimento para cursar estudios universitarios. Todas nuestras Universidades hemos realizado un esfuerzo adicional importante, conscientes que debemos ser impulsoras de la igualdad en la sociedad del conocimiento que hoy impera. Otra misión fundamental de nuestras Universidades es la investigación y la transferencia. Nuestros 2.000 grupos de investigación constituyen el 86% de todos los grupos de Andalucía y engloban a unos 25.000 investigadores e investigadoras. Además, lideramos 6 Campus de Excelencia Internacional, ejemplo de las infinitas posibilidades que abre la colaboración entre Universidades, centros de investigación, empresas e instituciones. En su conjunto, las 10 Universidades Públicas Andaluzas aportan más del 54% del total del personal investigador de nuestra comunidad, en términos de equivalencia a tiempo completo. En 2014, se defendieron en nuestros campus más de 1.500 Tesis Doctorales, en parte sufragadas por los más de 100 M€ conseguidos en convocatorias competitivas de investigación y por los planes propios de investigación. A modo de ejemplo, en la reciente concesión de las ayudas a infraestructuras y equipamiento científico-técnico 2015 del Ministerio de Economía y Competitividad, nuestras Universidades consiguieron 34,4 M€, el 80% de todos los fondos obtenidos en Andalucía, y coparon los primeros puestos en términos absolutos de financiación a nivel nacional. Una parte sustancial de estos fondos internos y externos están sirviendo para retener, en la medida de nuestras posibilidades, el enorme talento que atesora Andalucía, parte de cuál ya se ha perdido de forma inexorable y ahora contribuye al fortalecimiento de Universidades y Centros Tecnológicos desde Estados Unidos a Chile, desde Suecia a Australia. Es la “guerra de cerebros” de Hugonnier, más que la tan comentada “fuga de cerebros”. Esta guerra se desata para cubrir los vacíos laborales de los países punteros económicamente, que se nutren de la mano de obra cualificada que sustraen de países más periféricos del conocimiento, como España. Las decepcionadas salidas de jóvenes responden no sólo a las carencias del mercado laboral propio, sino también a las estrategias de desarrollo de las economías centrales en el capitalismo del conocimiento, sobre todo en Europa y Norteamérica. Por otro lado, la emigración a países con menor desarrollo económico implica que las inversiones económicas, materiales y humanas realizadas en Andalucía en esta juventud pasan a ser patrimonio del país receptor, que las usará, así como las relaciones adquiridas con nuestras Universidades, como motor de su auge docente e investigador a nivel mundial. Quizás estemos ante el mayor proyecto andaluz de cooperación internacional, con un trasvase humano no menor al ocurrido hace casi 525 años, cuando se produjo el célebre encuentro entre dos culturas que tuvo su origen en esta tierra onubense y que pronto rememoraremos. Esta investigación se complementa con una fuerte transferencia, tanto a nivel de publicaciones como de patentes. Entre los últimos diez años, nuestras Universidades publicaron un total de 75.960 artículos en las más prestigiosas revistas del mundo, pasando de 4.358 en 2005 a 9.185 en 2015, es decir, hemos duplicado ampliamente nuestra producción científica en la última década. En términos globales, uno de cada 300 artículos publicados a nivel mundial se escribe en Andalucía. No obstante, se observa una preocupante desaceleración de la producción científica. Entre 2010 y 2011, esta producción aumentó en casi 1.000 artículos, mientras que entre 2014 y 2015 solo 17 artículos más han sido publicados. La curva ascendente de estos años se ha ralentizado e incluso podría tornarse descendente en los próximos años. Si tenemos en cuenta que muchos ránkings usan esta variable, bien al año siguiente o bien con un decalaje, es esperable que la posición de nuestras Universidades públicas sufra un lento deterioro en algunos de ellos en el próximo lustro, al menos, si no se ponen medidas que afronten esta situación. Además, en 2014, de nuestros laboratorios y centros surgieron casi 300 patentes y extensiones PCT. Debo indicar que más del 50% de la financiación de esta transferencia procede de fondos propios. Y todo ello con fuentes de financiación externas cada vez más limitadas tanto en convocatorias como en cuantías. No por repetidamente citada debe obviarse la incidencia de los estudios universitarios en el decrecimiento de las tasas de paro. Según los últimos estudios publicados por el Servicio Andaluz de Empleo y la Fundación Ciencia y Desarrollo, en 2015 la obtención de un Grado conllevaba por término medio un 38% más de posibilidades de encontrar trabajo, porcentaje que alcanzaba más del 50% en el caso de los Másteres. En este colectivo aumenta además el número de contratos indefinidos en comparación con jóvenes con otros niveles de formación, aunque siempre en números relativamente bajos (7%). Es evidente que la disminución de estas tasas de paro debe constituir una de nuestros principales ejes estratégicos. Otro aspecto que me gustaría comentar es la internacionalización. Nuestro sistema universitario público andaluz tiene un enorme potencial que no solo se dibuja a nivel nacional, sino que se difunde por todo el mundo. La tasa de internacionalización de la Universidad española es del 2,8%. En Andalucía, nuestras Universidades tienen una tasa media próxima al 4%, similar a la italiana. En nuestra Universidad, por ejemplo, conviven estudiantes de más de 70 países, desde Estados Unidos hasta Indonesia. España es el país más atractivo para los estudiantes extranjeros y las estudiantes extranjeras que se acogen al programa Erasmus, con una media de 40.000 en los últimos cursos. Las Universidades públicas andaluzas encabezan los listados de las Universidades europeas que más alumnado reciben y están bien posicionadas en todas las evaluaciones on-line realizadas a este colectivo e incluso encabezan algunas de ellas. En resumen, somos excelentes embajadoras de la marca Andalucía en todo el mundo. Ránkings Con estos datos, nuestras Universidades públicas se enfrentan a nuevos dioses, los ránkings, a los que me referiré a continuación. El ránking de Shanghai, uno de los más expandidos, mide exclusivamente 6 indicadores de investigación. Este ránking califica más de 1.200 universidades al año y las 500 mejores se publican en la web. En el Ránking de Shanghai expandido que publica el profesor Docampo, nuestras Universidades se sitúan en el 5% superior entre los más de 26.000 centros universitarios a nivel mundial. Algunas de ellas se encuentran entre las 300 mejores del mundo en Ingeniería en general, Ingeniería Eléctrica y Electrónica, Ingeniería Informática o incluso a nivel global. En el ránking QS, otro de los más célebres, hay al menos una Universidad pública andaluza entre las 400 mejores del mundo en 17 de sus clasificaciones, y en algunas de ellas hay dos entre las 200 mejores. A nivel mundial, también existe un ránking cada vez más prestigioso basado en tecnología andaluza: Scimago.  En su ránking 2016, que incluye más de 5.000 Universidades y organismos de investigación, todas nuestras Universidades se sitúan entre las 600 mejores. Queremos seguir mejorando en todos ellos, porque alcanzar estas cotas ha supuesto un esfuerzo ingente, y lo que mucho ha costado, más se estima. Con todo, estos ránkings jamás podrán valorar el impacto que tienen nuestras Universidades públicas andaluzas en su entorno. Estudios recientes indican que, desde el punto de vista económico, la Universidad pública andaluza retorna a la sociedad entre tres y cinco veces lo que recibe. Pero nuestra principal aportación nunca podrá ser cuantificada: dotar de una formación avanzada y de calidad a millones de andaluces y andaluzas para que puedan tener un futuro de oportunidades y contribuir al avance y desarrollo de nuestra tierra. La creación de nuevas Universidades públicas en todas las provincias andaluzas, una propuesta muchas veces denostada, ha provocado, en mi opinión, el mayor y más positivo cambio social en Andalucía de los últimos 50 años. En Huelva, el porcentaje de población con estudios universitarios ha pasado del 2,2% en 1980 al 23% actual, constituyendo un hito sin precedentes en la defensa de la igualdad de oportunidades y, aún más, y quizás en un aspecto poco reconocido, en la igualdad de género.  Hoy, más del 53% de nuestro alumnado universitario está compuesto por mujeres, que además suelen obtener más del 75% de los Premios Fin de Grado. A buen entendedor, pocas palabras bastan.  Retos Con todo, siempre creo que nuestras Universidades públicas pueden mejorar sustancialmente y ello nos plantea nuevos retos. Nuestra formación debe adaptarse a las necesidades del mercado laboral. Para ello, es importante:

  1. El establecimiento de perfiles de formación de las titulaciones basados en el interés general.
  2. La elaboración de nuevos programas de formación que permitan reducir las tasas de fracaso y que formen para aprender a actualizarse en el puesto de trabajo, no pretendiendo impartir en los Grados todo el saber disponible.
  3. La definición de más titulaciones integradas en el entorno socioeconómico con la participación de agentes externos.
  4. La puesta en valor de la docencia y del desarrollo profesional docente del profesorado y del personal de administración y servicios.
  5. La adquisición de habilidades instrumentales y el desarrollo de prácticas curriculares para facilitar la inserción en el mercado laboral.

Otras acciones deben valorar la eliminación de barreras a la contratación de profesorado y personal investigador, ser más exigentes con el tipo de publicaciones exigidas, orientar los programas de doctorado en todas las áreas (no sólo en las ciencias) a publicar en  revistas internacionales, aumentar nuestra colaboración con el tejido económico-empresarial, dotar al profesorado de más recursos en proyectos y estimular su movilidad a otras instituciones. Sabemos cómo hacerlo, pero faltan cambios administrativos y un decidido apoyo a la I+D+i. Por otro lado, debemos contribuir a la mejora de la inserción laboral de nuestros egresados y egresadas. Partiré de dos premisas básicas: la Universidad necesita información de primera mano de los empleadores y los empleadores necesitan comunicar los perfiles requeridos a la Universidad. El análisis de diferentes estudios universitarios, de fundaciones y de organizaciones empresariales a nivel nacional permite esbozar algunos denominadores comunes:

  1. Las empresas demandan un nivel medio de competencias y destrezas entre 6,5 y 7,5 y consideran que los titulados y tituladas que contratan alcanzan entre el 5,5 y 6,5. Existe un desfase medio del 10%.
  2. No obstante, en general se considera que la Universidad está a la altura de lo que la empresa necesita en cuanto a los conocimientos que provee, pero necesita fortalecer aspectos transversales.
  3. Entre los déficits de formación, están la toma de decisiones y resolución de conflictos, la preocupación por la calidad, la planificación y gestión del tiempo, la iniciativa y el espíritu emprendedor y la capacidad de generar nuevas ideas.

Son retos que debemos asumir incluso para este curso que comienza, además de los retos internos de cada Universidad. Retos del curso 2016-2017 en la Universidad de Huelva.             En la Universidad de Huelva, el curso 2016-2017 desarrollará numerosos escenarios, comenzando por las personas. En el profesorado, nuestra Universidad solicitará todas las plazas de profesorado que permitan la tasa de reposición, la promoción interna y el Plan de Ordenación Académica. En el ámbito del personal de administración y servicios, se convocarán todas las plazas de tasa de reposición y aquéllas  incluidas dentro del calendario fijado en el Plan de Recursos Humanos anexo a la Relación de Puestos de Trabajo recientemente aprobada, así como expreso mi determinación para llevar a cabo el Plan de Consolidación ya presentado a nuestro Consejo de Gobierno antes del verano. A nivel de titulaciones, cinco nuevos Másteres Oficiales comenzarán su andadura en breve, así como se ampliará la oferta en lengua inglesa, que debe llevarnos en los próximos años a Grados completos en inglés en algunos casos o a itinerarios en este idioma en otros. Todo ello sigue las líneas trazadas en nuestro Plan Propio de Internacionalización iniciado en 2015. Dentro de la investigación y transferencia, se va a desarrollar en su totalidad la Estrategia de Política Científica 2016-2017, con un fuerte esfuerzo económico propio que financiará más de 20 acciones encaminadas a potenciar nuestros grupos y centros de investigación, a un aumento de nuestra producción investigadora, a un refuerzo de la transferencia con el tejido económico y empresarial y a una mejora de un conjunto de indicadores que resultan vitales, desde el punto de vista estratégico, para nuestra Universidad. En el ámbito tecnológico, se pondrá en marcha un ambicioso Plan de Tecnologías y Comunicación, que fortalecerá nuestros sistemas de información y procesos con la finalización del Centro de Proceso de Datos, así como de distintas iniciativas para potenciar nuestros mapas de procesos internos. En Infraestructuras, la Universidad de Huelva acometerá con fondos propios la construcción del salón de actos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería para finalizar las obras de este edificio. Además, está prevista su urbanización perimetral y el párking anexo, para integrar la Escuela en el entorno de los aularios Galileo Galilei y José Isidoro Morales. A este edificio me referiré más tarde. Por otro lado, se terminarán diversas obras del Campus de El Carmen y se seguirá desarrollando el plan de mantenimiento de nuestros Centros. Otro objetivo básico del presente curso es desarrollar la etapa final del Plan de Reequilibrio Económico-Financiero 2014-2017, que nos llevará, con criterios de estabilidad y priorización del gasto, a poder equilibrar nuestro déficit, un indicador que está lastrando de forma sustancial nuestras posibilidades de futuro. A nivel del alumnado, uno de los principales retos de este año es el traslado parcial del Campus de La Rábida al Campus de El Carmen, un traslado que afecta a unos 2.000 miembros de nuestra comunidad universitaria. El alumnado de primero de todas nuestras Ingenierías cursará todas sus enseñanzas en El Carmen, en tanto que proseguirán las prácticas en el Campus de La Rábida el resto de los cursos. La fecha del traslado final se mantiene inalterable: septiembre de 2017. Una parte de estos retos precisa del apoyo ineludible de la Junta de Andalucía, dentro de una serie de justas reivindicaciones de nuestro sistema universitario público andaluz tanto a nivel nacional como autonómico. Estamos ante una situación preocupante que exige respuestas, y pronto. Problemas             A continuación expondré algunas de las reivindicaciones que considero más importantes. A nivel nacional, reclamo:

  1. La derogación de los Decretos que permiten el 3+2 o la proliferación de distintos sistemas de acceso a la Universidad, entre otros 12 que la CRUE ha rechazado.
  2. Un pacto general por la Educación Superior, que no esté a merced de la ideología política del partido o partidos gobernantes y que cuente realmente con las Universidades, verdaderas motoras de su desarrollo. Este pacto debería ir acompañado de una planificación estratégica a, al menos, 10 años.
  3. Un aumento de las partidas destinadas a financiar becas para que nadie deje de cursar estudios universitarios por razones económicas, tanto en Grado como en Posgrado.
  4. La derogación de la Tasa de Reposición dentro de los Presupuestos Generales del Estado, con la posibilidad de diseñar una política propia de recursos humanos dentro de nuestras Universidades públicas, siempre con la debida estabilidad presupuestaria y los límites derivados de las reglas de gasto. En este punto, la Junta de Andalucía tiene ahora una oportunidad única de apostar por sus Universidades Públicas, dedicando una parte sustancial de su 2,2% al apoyo a nuestras instituciones.
  5. La implantación de una carrera laboral profesional dentro de la Universidad, con presencia de profesorado catedrático laboral,  profesorado titular laboral o similar.
  6. Un Plan Nacional de Investigación que tienda a dedicar el 2% del P.I.B. a convocatorias y actuaciones que relancen esta misión universitaria básica después de la profunda crisis que aún sufrimos.
  7. Una política real de captación y retención de talento, con un aumento de programas y financiación.

A nivel autonómico, solicito:

  1. Una revisión a la baja del alumnado en grupos teóricos y de la aplicación del coeficiente de experimentalidad en grupos prácticos. A fecha de hoy, estos grupos teóricos multiplican por 2,5 el alumnado medio en niveles educativos preuniversitarios. Ello contribuiría sin duda a una mejora de la calidad docente.
  2. La activación real del Plan Andaluz de I+D+i. No existen políticas de investigación a nivel andaluz desde, al menos, 2012. El actual Modelo de Financiación garantizaba un porcentaje del 7,5% de la financiación a convocatorias competitivas de investigación, así como al menos el 2% a infraestructuras de investigación. En consecuencia, se han dejado de aplicar, al menos, un 9,5% de la financiación global durante los últimos 6 años, que podrían equivaler a casi 800 M€.  El actual P.A.I.D.I., aprobado en marzo de este año, no tiene financiación anexa y, a día de hoy, no se ha desarrollado convocatoria alguna. En este escenario, y como he comentado antes, no debe olvidarse que nuestras Universidades producen alrededor del 90% de la investigación que se genera en nuestra comunidad autónoma y pueden contribuir a acelerar la salida de la crisis que aún nos acosa. Como dijo un exministro, la ciencia y la investigación siempre han sido una fuerza unificadora que puede tender puentes durante tiempos difíciles.
  3. La incentivación de la conexión Universidad-empresa. Nuevas oportunidades, como los Doctorados Industriales, se están desaprovechando.
  4. El desbloqueo de fondos dedicados a la investigación por justificaciones de proyectos de hace más de una década. Si esta situación se prolonga y se une a la falta de reconocimiento contable de convocatorias de investigación previas, pueden producirse situaciones de déficit estructural ocasionado a algunas de nuestras Universidades por la propia Junta de Andalucía en el ejercicio económico 2016.
  5. La desburocratización de la calidad, un referente ineludible de nuestro quehacer diario que lleva camino de asfixiar a nuestras comunidades universitarias. Se han multiplicado las peticiones de información y no se percibe la finalidad de informes o verificaciones, que podrían realizarse con un número muy inferior de indicadores. Es imprescindible revisar y simplificar todos los procedimientos, con especial implicación de ANECA y de la Dirección de Evaluación y Acreditación de la Junta de Andalucía.
  6. Otras medidas, como la apuesta por mejorar los niveles de idiomas (como el B1), con las que coincido, vuelven a recaer administrativamente en nuestras Universidades. Como propuesta, y no es la primera vez que la reclamo, considero que el B1 debe ser gestionado por la Consejería de Educación. Es un elemento estructural del currículum al que debería poder acceder el alumnado de Enseñanza Secundaria, Formación Profesional y Bachillerato con el apoyo financiero de la Junta de Andalucía en los términos expresados en las últimas convocatorias.
  7. La activación de nuevos Planes de Inversiones anuales o plurianuales, inactivos desde 2011. A fecha de hoy, el mantenimiento o los planes de obsolescencia de nuestras Universidades recaen sobre fondos propios, cuando el modelo vigente atribuía un 9,5% de la financiación a estos fines. Como consecuencia, nuestra docencia e investigación se están anquilosando por falta de infraestructuras adecuadas. La Universidad de Huelva precisa urgentemente, y lo recalco, de fondos para poder dotar su Escuela Técnica Superior de Ingeniería y desarrollar su Campus de El Carmen, éste que hoy nos acoge, y es sólo un ejemplo de las necesidades que acucian a nuestras Universidades públicas andaluzas.
  8. El pago de la deuda que mantiene la Junta de Andalucía con nuestras Universidades. A finales de 2015, dicha deuda se acercaba a los 400 M€, y, si bien va disminuyendo, se precisa de un plan definitivo de pago a corto y medio plazo de aplicación inmediata. Otras Comunidades Autonómicas ya están afrontando este pago en el presente ejercicio presupuestario.
  9. Una mejor financiación de nuestras Universidades. En 2016, el montante total asignado a las Universidades Públicas Andaluzas en los presupuestos generales de la Junta de Andalucía es de 1.454 M€. Si se compara con el previsible P.I.B. andaluz indicado en el P.A.I.D.I. para este año (150.312 M€), significa exactamente el 0,96%. Es la misma proporción con la que se inició el Modelo de Financiación actualmente prorrogado, es decir, hemos retrocedido a niveles de 2006. En los últimos años, el presupuesto global de nuestro sistema universitario público andaluz ha descendido desde los 1.860 M€ en 2010 a los 1.677 M€ en 2016. En este periodo, la exclamación “¡Economía, Horacio, economía¡” que proclamaba Hamlet ha pasado a ser uno de nuestros lemas diarios, y en especial de nuestros y nuestras Gerentes.

No obstante, quiero agradecer el gran esfuerzo que desde la Consejería de Economía y Conocimiento se ha realizado en tesorería, y muy especialmente en el último año. Porque aún en este marco somos agradecidos, que la ingratitud es hija de la soberbia.

  1. Por todo ello, se necesita un nuevo Modelo de financiación, que atienda al esfuerzo colectivo que están desarrollando nuestras Universidades públicas por mejorar todos los aspectos que la sociedad a la que nos debemos nos ha encomendado. Un Modelo justo, que se base en las necesidades actuales de nuestras Universidades y en sus posibilidades de crecer, que fije como objetivo principal dar la mejor formación y producir una investigación de excelencia que se transfiera a la sociedad. Un Modelo basado exclusivamente en una suficiencia financiera sería un claro retroceso y una falta de planificación estratégica a futuro. A nivel español, la media del gasto universitario a la que debemos tender se sitúa en el 1,3% del P.I.B., lo que supondría invertir 2.000 M€ anuales en nuestro sistema universitario andaluz, solo en 2016. Ya acumulamos, por tanto, un déficit comparativo de más de 500 M€ en este año.

En este punto, sugiero que se sigan los consejos de D. Quijote a Sancho Panza en este día en el que conmemoramos el nacimiento de su creador. Parafraseándolo, “para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, procura la abundancia de los mantenimientos, que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que la hambre y la carestía”. Corolario Y termino. En estas palabras he querido resumir los parámetros fundamentales de una de las grandes fortalezas de Andalucía: su sistema universitario público. Un sistema fuerte, dinámico y cohesionado que ha sabido adaptarse a profundos cambios con decisión, pero con recursos cada vez más limitados. Finalmente, quiero enviar un mensaje claro a los responsables políticos y las responsables políticas. A las Universidades Públicas Andaluzas se nos halaga de un lado y de otro se nos regatean los medios humanos y económicos imprescindibles para un funcionamiento acorde con los desafíos de esta época. Cuando las Universidades Públicas Andaluzas demandamos más recursos no lo hacemos ni de oficio ni buscando privilegios. Demandamos recursos por puro sentido de la responsabilidad social y porque tenemos bien asumida esa función central que se nos ha asignado: imbuir de alma al cuerpo social. Sin personas y sin financiación, las Universidades Públicas Andaluzas no podremos cumplir con las expectativas que en nosotras tienen depositados los ciudadanos y ciudadanas de Andalucía y con los retos que nos hemos marcado: dotar de progreso, bienestar y futuro a nuestra tierra y a nuestros hijos e hijas. He dicho