Los resultados de
Proyecto Tuning manifiestan que las
universidades no sólo transfieren el conocimiento
consolidado o desarrollado –su esfera reconocida de
especialización– sino también una variedad de
competencias genéricas. Esto implica que deben
elaborar una mezcla novedosa de enfoques de
enseñanza y aprendizaje para estimular –o permitir
que se desarrollen– cualidades tan valiosas como la
capacidad de análisis y síntesis, la independencia
de criterio, la curiosidad, el trabajo en equipo y
la habilidad para comunicarse.
El cambio de enfoques y objetivos de enseñanza y
aprendizaje implica también los cambios
correspondientes en los métodos de evaluación y en
los criterios para evaluar la realización. Estos
deben considerar no sólo el conocimiento y los
contenidos sino también habilidades y destrezas
generales. Cada estudiante debe experimentar una
variedad de enfoques y tener acceso a diferentes
contextos de aprendizaje, cualquiera que sea su área
de estudio.
Todo plan de estudio
debe estar enfocado a la consecución de
competencias, entendidas éstas como un conjunto de
conocimientos, de capacidades y de recursos
necesarios para hacer frente a una situación
determinada.
El estudio por competencias tiene como finalidad
clarificar el contenido de los estudios, facilitar
la comprensión de las titulaciones en el marco
europeo y proporcionar comparabilidad entre los
diferentes títulos europeos, en relación a las
competencias (genéricas o específicas) que los
graduados en busca de una determinada titulación
esperan obtener. De hecho, la capacidad de definir
qué competencias se propone desarrollar un programa
o qué se espera que los graduados conozcan,
comprendan o hagan, añade una dimensión más a la
transparencia de la titulación. Las competencias
contribuyen también al desarrollo de unos títulos
mejor definidos y al perfeccionamiento de sistemas
de reconocimiento “simples, eficientes y justos”.
Las competencias favorecen la diversidad porque
añaden ángulos y niveles y seleccionan los
conocimientos apropiados para un determinado perfil.
La competencia, según Isus y otros (2002),
comporta todo un conjunto de conocimientos,
procedimientos, actitudes y capacidades que son
personales y se complementan entre sí; de manera
que el individuo para actuar con eficacia frente
a las situaciones profesionales debe "saber",
"saber hacer", "saber estar" y "saber
ser". Otros autores consideran además otras
competencias relativas al "saber aprender" y al
"hacer saber", ofreciendo una visión de conjunto
de los "tipos" de competencia, al tiempo que la
definición operativa de cada una de ellas, tal y
como se recoge en el siguiente cuadro
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