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Las Declaraciones de Patrimonio Cultural Inmaterial UNESCO

Impactos, efectos y consecuencias (PCImpact)

El concepto de patrimonio histórico y cultural ha ido forjándose a lo largo del tiempo a medida que se ha desarrollado un corpus teórico sobre éste, con diversos modelos y criterios metodológicos encaminados a su estudio y análisis. En origen, y durante bastante tiempo, el patrimonio cultural ha tenido una fuerte carga historicista-monumentalista y estaba fundamentalmente orientado a las consideradas obras de arte, muy vinculado al monopolio ejercido desde ciertas instituciones político-religiosas y élites socioeconómicas, coleccionistas y museos.

Unas actuales miradas dirigidas al patrimonio cultural, en las que se introduce el matiz inmaterial, han generado nuevas formas de entenderlo no sólo en lo patrimonial, sino también en su repercusión social. Así, los bienes culturales pasan de ser únicamente representaciones de unos determinados momentos y estilos históricos a serlo también de los colectivos sociales y sus formas de vida. En este complejo proceso aparece lo que hoy conocemos como patrimonio cultural inmaterial, concepto que incorpora el presente de las realidades culturales, entre las que se señalan aspectos tan relevantes como los saberes y las prácticas de los grupos, que nos hablan de procesos históricos, modelos de adaptación y usos sociales.

Estos procesos, han permitido el desarrollo de diferentes herramientas dirigidas al conocimiento, la protección, la gestión y la difusión del patrimonio cultural, a la vez que representan la aparición de otras visiones sobre bienes tradicionalmente ausentes en la investigación patrimonial. Analizar la repercusión que ha tenido la aplicación de estas herramientas en el patrimonio cultural inmaterial es una de las misiones de este proyecto y el ejemplo más significativo lo encontramos en la UNESCO.

En el año 2003, la Conferencia General de la UNESCO aprobaría la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, un texto que recoge aspectos ya planteados con anterioridad en documentos como la Recomendación sobre Salvaguardia de la Cultura Tradicional y Popular (1989), o la Declaración de Estambul (2002) y en propuestas como el sistema de Tesoros Humanos (1993) o la Proclamación de obras maestras del patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad (1997).

La aprobación de la Convención de 2003, se convirtió por tanto en un hito en la evolución de las políticas internacionales sobre patrimonio, a la vez que subrayaba la importancia de atender a la salvaguarda de un patrimonio hasta ahora escasamente valorado.

El desarrollo de las propuestas planteadas por la Convención de 2003 ha traído consigo no solamente el interés por estos bienes, sino la puesta en marcha de proyectos, recomendaciones, normativas y otros elementos que tienen en el patrimonio inmaterial el eje vertebrador de sus actuaciones. Prueba de esto último es por ejemplo la ratificación en el dos mil seis por parte del estado español de la Convención o el desarrollo de proyectos por parte de las comunidades autónomas y el propio estado de inventarios, registros, y otras propuestas orientadas a la documentación del patrimonio inmaterial

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