Revista Iberoamericana de
Economía Solidaria e
Innovación Socioecológica
RIESISE
Vol. 3 (2020), pp. 17-35 • ISSN: 2659-5311
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v3i0.4980
P 
Desarrollo local; desarrollo endógeno; sos-
tenibilidad; Economía Social; ODS.
K
Local development; endogenous develo-
pment; sustainability; Social Economy; SDG.
R
En una economía debilitada por la Co-
vid-19 y en la que la sociedad es cada vez más
consciente de la importancia de buscar un
equilibrio en la explotación de los recursos pro-
ductivos, con un especial tacto en la igualdad
y en los problemas medioambientales, resulta
necesario hacer hincapié en determinados con-
ceptos que están de actualidad y son de gran
relevancia. Con apoyo en fuentes secundarias,
este trabajo describe la creciente importancia
de la sostenibilidad y de la denominada Econo-
mía Social en los procesos de desarrollo local,
territorial o también denominado desarrollo
endógeno. Este trabajo pretende extender el
grado de concienciación sobre un nuevo mo-
delo de desarrollo local, con base en unos prin-
cipios de responsabilidad social, económica y
medioambiental cada vez más necesarios en la
economía actual.
A
In an economy impoverished by the Co-
vid-19 and in which society is increasingly
aware of the importance of seeking a balan-
ce in the exploitation of productive resources,
with a special focus on equality and environ-
mental problems, it is necessary to emphasize
certain concepts that are current and of great
relevance. With support from secondary sou-
rces, this work describes the growing impor-
tance of sustainability and the so-called Social
Economy in the processes of local, territorial
or also called endogenous development. This
work aims to extend the degree of awareness
of a new model of local development, based
on principles of social, economic and environ-
mental responsibility that are increasingly ne-
cessary in today’s economy.
SOSTENIBILIDAD, DESARROLLO
ENDÓGENO Y ECONOMÍA SOCIAL
SUSTAINABILITY, ENDOGENOUS
DEVELOPMENT AND SOCIAL ECONOMY
Adoración Mozas-Moral
Universidad de Jaén
amozas@ujaen.es
Domingo Fernández Uclés
Universidad de Jaén
dfucles@ujaen.es
Códigos JEL
: O44; Q01; R11.
Fecha de recepción: 16/10/2020 Fecha de aceptación: 22/10/2020
Enrique Bernal-Jurado
Universidad de Jaén
ebernal@ujaen.es
Miguel Jesús Medina Viruel
Universidad de Córdoba
mjmedina@uco.es
19RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35
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1. INTRODUCCIÓN
El concepto de sostenibilidad se vio, en un primer momento, instituido
con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) a través de los cuales se
agrupó y encauzó los esfuerzos de los diferentes países en un movimiento
contra la pobreza que, hasta el momento, fue el más exitoso de la historia
(Naciones Unidas 2015a). La Declaración del Milenio de las Naciones
Unidas se firmó en septiembre de 2000, y comprometía a los líderes y a
sus gobiernos en la lucha contra la pobreza, el hambre, las enfermedades,
el analfabetismo, la degradación medioambiental y la discriminación de
la mujer (OMS, Organización Mundial de la Salud, 2018). Sin embargo,
a pesar de los avances obtenidos los objetivos no se llegaron a cumplir,
las desigualdades persistían y el progreso había sido desigual (Naciones
Unidas, 2015a).
Mientras se terminaban los plazos establecidos para la consecución
de los ODM, Naciones Unidas desarrolló un segundo programa. En
septiembre de 2015 los Jefes de Estado y de Gobierno de más de
ciento cincuenta países, reunidos en Asamblea en las Naciones Unidas,
aprobaron la Agenda 2030 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(en adelante ODS) que comprenden 169 metas, agrupadas en 17 objetivos
encaminados hacia la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible
en sus dimensiones social, económica y ambiental (Naciones Unidas, 2019).
Por tanto, los ODM dieron paso a los ODS, pero el planteamiento de los
mismos fue diferente, ya que, no sólo se solicitaba la participación de todos
los gobiernos, sino que se hacía imprescindible contar con la ayuda de los
ciudadanos y de las empresas (Mozas 2019). El concepto de sostenibilidad
en sus tres ámbitos económico, social y medioambiental obtiene en ese
momento un protagonismo nunca antes logrado. Sin embargo, aunque han
pasado pocos años, el concepto de sostenibilidad se ha ido empoderando
en la sociedad, las empresas y las administraciones y ha conseguido crear
tendencia.
La importancia de la Economía Social (desde ahora ES) en la consecución
de los ODS ha sido reconocida por Naciones Unidas (Mozas, 2019). En este
sentido, el grupo de Trabajo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre
Economía Social y Solidaria (Task Force on Social and Solidarity Economy)
advirtió la importancia de la Economía Social y Solidaria (desde ahora ESS),
A. Mozas-Moral · D. Fernández Uclés · E. Bernal-Jurado · M. J. Medina Viruel
20RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35 ISSN: 2659-5311
indicando que podía desempeñar un papel clave en la consecución de la
Agenda 2030 y ha realizado varios trabajos donde se aprecia la vinculación
de este tipo de entidades con los ODS (Inter-Agency Task Force on Social
and Solidarity Economy, 2014 y 2015).
Este reconocimiento le llega a la ES puesto que la constituyen
entidades que han reaccionado con una evolución paralela a la mutación
que ha sufrido la sociedad, los sistemas económicos y los institucionales,
cubriendo carencias y/o deficiencias a las que el Estado no ha podido dar
respuesta (Mozas, 1999). Actualmente, las entidades de ES sorprenden, no
sólo por su número y la rapidez con las que se crean sino, también, por las
actividades o áreas de actuación a las que consiguen llegar. Sin duda, hoy
se puede indicar que las entidades de ES alcanzan a todas las actividades
económicas, desempeñan labores sociales de las que difícilmente podrían
responsabilizarse las diferentes administraciones y se pueden encontrar
en cualquier pueblo, ciudad o aldea, ya que su ubicación geográfica sólo
depende de la decisión de sus fundadores (Mozas, 1999), que están ligados
al territorio1.
Son muchos los trabajos que señalan a las entidades de ES como las
fórmulas responsables de generar tejido empresarial en zonas rurales o
deprimidas, consiguiendo en esos territorios un proceso de desarrollo
económico (Vara 1994; Montero, 1997; García, 1999; Coque, 1999 y 2005;
Bel Duran, 2005; Mozas y Rodríguez, 2000; Juliá y Marí, 2002; Gómez,
2004; Mozas y Bernal, 2006; Guzmán, et al., 2015; Mozas et al., 2020). Entre
las opciones que habitualmente se han barajado para llevar a cabo las
políticas de desarrollo económico está la potenciación del cooperativismo.
Sin embargo, no sólo las sociedades cooperativas se pueden considerar
elemento de transformación, sino que, también pueden desempeñar un
papel relevante otras fórmulas de ES (Mozas y Bernal, 2006). Abordar un
tema de la entidad de la ES y su papel en la contribución al desarrollo
de territorios no es una tarea fácil. La gran cantidad de entidades que se
agrupan en torno a este término, la diversidad de las fórmulas empresariales
que adoptan, las diferentes áreas de actuación en las que se centran y
los numerosos y variados fines para los que se crean son algunas de las
razones que dificultan el estudio de la contribución de la ES al desarrollo de
territorios y su implicación con la sostenibilidad (Mozas 1999).
En este trabajo realizaremos una revisión del término desarrollo local o
territorial o como algunos relevantes autores lo llaman desarrollo endógeno.
En segundo lugar, nos centraremos en la sostenibilidad y, finalmente,
1 Guzmán, et al., (2015), desarrollan en su trabajo un modelo teórico que explique el
comportamiento de este tipo de organización empresarial y, más concretamente, cómo ese
comportamiento puede contribuir al desarrollo económico de los territorios.
Sostenibilidad, desarrollo endógeno y economía social
21RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35
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analizaremos por qué la ES ha adquirido tanta importancia en estos dos
ámbitos. La metodología usada será el uso de fuentes secundarias.
2. EL CAMBIO AL MODELO DE DESARROLLO SOSTENIBLE
Mozas y Bernal (2006) indican que la búsqueda del progreso de los
territorios más deprimidos, sobre todo en el ámbito agrario, ha llevado a
sus habitantes a realizar grandes cambios que han provocado alteraciones
socio-económicas, lo que ha permitido modificar la percepción sobre
la forma de concebir el desarrollo económico en estos espacios. Los
problemas a los que se enfrentan las áreas rurales vienen derivados, en
general, de la propia crisis del sistema productivo agrario, que ha dejado
de servir de apoyo central a los procesos de desarrollo industrial y urbano,
ya que la economía rural ha ido abandonando su carácter monosectorial,
basado en la agricultura y la artesanía, para diversificarse cada vez más, lo
que provoca que los procesos de globalización económica le afecten de
forma significativa, sometiéndola a profundos y, cada vez más, acelerados
procesos de cambio (Mozas y Rodríguez, 2000).
El desarrollo rural ha sido el centro de atención de numerosas
corrientes ideológicas, que se han dirigido a paliar los niveles de pobreza
a los que se han visto abocadas las regiones agrarias (Delgado, 1994).
Entre estas ideologías destaca el Enfoque de Modernización, con foco
en dar respuesta a los problemas rurales a través de la tecnología (Kay,
2007). En este sentido, Perkins y Witt (1961) ya denotaban por ejemplo la
importancia de una agricultura vinculada al aspecto comercial y asociada
a las innovaciones tecnológicas (Castro y Rajadel, 2015), indispensable
para el sector agrario y como factor determinante de competitividad
(Cáceres, 2002). Asimismo, también se asocia a la productividad, como
un determinante crítico para la prosperidad y el enriquecimiento de la
población rural, especialmente para aquélla de exiguos ingresos (Shejtman
y Berdegué, 2004). Según Castro y Rajadel (2015), la tecnología y la
innovación apoyan, dirigen y estimulan el desarrollo local, favoreciendo
la productividad empresarial, la competitividad y el desarrollo social,
económico e intelectual.
En este sentido, las TIC se han consolidado como necesarias para lograr
el desarrollo, tanto que la Unión Europea indica que el desarrollo de las TIC
es vital para la competitividad de Europa en la economía mundial cada vez
más digitalizada. Durante el período de financiación 2014-2020, el Fondo
Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) destinó más de 20.000 millones
de euros a inversiones en TIC y la Comisión Europea estableció el programa
Europa Digital (2021-2027), cuyo objetivo es apoyar la transformación
digital de la economía europea y, por tanto, aportar sus beneficios a los
ciudadanos y empresas europeas.
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22RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35 ISSN: 2659-5311
Por otro lado, numerosas teorías ligadas al desarrollo territorial en
general, no exclusivamente el agrario, vieron la luz a finales del siglo XX.
También centran su atención en la importancia de las relaciones sociales
y el aprendizaje colectivo, como son las propuestas derivadas de la
denominada Economía del Conocimiento (Méndez, 2002). En esta línea, y
de acuerdo con Shejtman y Berdegué (2004), el ‘territorio’, como elemento
de desarrollo económico local, no debe ser solamente interpretado como
un espacio físico, sino como una construcción social, es decir, un sistema
de relaciones sociales que representan una identidad y un sentido de
propósito, compartido por los agentes que lo integran. Es precisamente
ese capital social que deriva en conductas de reciprocidad y cooperación,
en gran medida intangible, un indudable elemento de desarrollo rural
(Durston, 2002).
Según Vázquez Barquero (1999), el desarrollo local se puede definir
como un proceso de crecimiento y cambio estructural que se produce
como consecuencia de la transferencia de recursos –mano de obra, capital,
conocimiento, etc., de las actividades tradicionales a las modernas, de
la utilización de economías externas –el aprovechamiento de recursos
ajenos a la empresa, como la existencia de mano de obra especializada
en una localidad, buenas infraestructuras o centros de investigación y
de la introducción de innovaciones, todo lo cual genera un aumento del
bienestar de la población de una ciudad o una región.
Por tanto, la política de desarrollo llamada centralizada o de arriba-
abajo, se basaba en la política de desarrollo tradicional en la que la oferta
se basaba en el modelo de crecimiento concentrado, y se proponía
favorecer la distribución espacial de la actividad productiva incentivando a
las empresas a localizarse en áreas objeto de ayuda (Vázquez, 2005).
Sin embargo, la incorporación de la innovación, la tecnología y el
trasvase de recursos humanos, conocimiento y capital marcan la diferencia
de la antigua a la nueva política de desarrollo (abajo–arriba), además de
conducir la política desde el territorio. Así, la nueva política de desarrollo
llamada de desarrollo endógeno nace a principios de los ochenta (Vázquez,
2018) y es una interpretación que analiza cómo las fuerzas del desarrollo
generan progreso económico y social (Vázquez, 2002). En este sentido, el
mismo autor continúa indicando que “los factores económicos y productivos
condicionan los procesos de acumulación de capital, pero no lo hacen
de manera aislada, sino que es la interacción entre ellos lo que impulsa
el aumento de la productividad y el crecimiento. Es decir, el desarrollo
depende de los efectos que produce la coordinación entre las fuerzas del
desarrollo. De acuerdo con lo anterior, los procesos de crecimiento y cambio
estructural de los territorios se dinamizan cuando actúan conjuntamente las
fuerzas que activan los procesos de desarrollo, creando sinergias entre ellas
Sostenibilidad, desarrollo endógeno y economía social
23RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35
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y reforzando su efecto sobre los rendimientos del capital y del trabajo. Se
puede decir entonces, que los factores de desarrollo endógeno actúan en
red, lo que permite aumentar el efecto de cada uno de ellos en los procesos
de desarrollo” (Vázquez, 2018).
En la tabla 1, Rodríguez (2003) recoge las diferencias entre el modelo de
desarrollo de arriba hacia abajo, así como el endógeno de abajo hacia arriba.
Como puede advertirse, las diferencias entre los modelos de desarrollo
son manifiestas y opuestas, pero fundamentalmente, lo que los diferencia es
desde donde se inicia y se controla el proceso. Cada territorio es diferente y
genuino y cuenta con recursos, personas y conocimiento específico difíciles
de reproducir por otros territorios y, por tanto, obliga a que las actividades y
la forma de provocar el desarrollo sean diferentes. Lo endógeno marcará la
diferencia de un territorio a otro, así como su modelo de desarrollo.
3. SOSTENIBILIDAD Y OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE
El Informe Brundtland (1987) definió por primera vez el término de
desarrollo sostenible como aquel que “satisface las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro
Tabla 1. Modelos de Desarrollo
Fuente: Tomado de Rodríguez (2003).
ARRIBA-ABAJO
Política tradicional y centralizada
ABAJO-ARRIBA
Política de desarrollo endógeno
Desarrollo basado en la concentración de
grandes industrias en grandes ciudades
Desarrollo basado en los sistemas
de pequeñas empresas en cualquier
localidad
Enfoque sectorial nacional Enfoque territorial y empresarial
Políticas válidas para cualquier
territorio Políticas específicas para cada territorio
Crecimiento cuantitativo Crecimiento cualitativo: innovación,
calidad
Gestión centralizada Gestión local
Administración pública de la
financiación al desarrollo
Utilización de agencias intermedias de
desarrollo
Propuestas desde los ámbitos estatales Propuestas desde los ámbitos
territoriales
A. Mozas-Moral · D. Fernández Uclés · E. Bernal-Jurado · M. J. Medina Viruel
24RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35 ISSN: 2659-5311
para atender sus propias necesidades” y fue el origen de la definición de
los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De hecho, en la propia resolución
aprobada por la Asamblea General del 25 de septiembre de 2015 y a la
que llamaron concretamente “Transformar nuestro mundo: la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible” (Naciones Unidas, 2015b), ya se
reflejaba que, una vez entrara en vigor dicha resolución el 1 de enero de
2016, cada país debería hacerse cargo de los desafíos específicos en la
búsqueda del desarrollo sostenible en sus propios territorios, de los que
eran responsables. A su vez, reconocía que los países más vulnerables, en
especial: los africanos, países menos desarrollados, los países en desarrollo
sin litoral, y los pequeños estados insulares en desarrollo, al igual que los
países en situaciones de conflicto, merecían una atención especial.
Así, desde 2015, los países firmantes de la Agenda 2030, han contraído
un compromiso moral con su propia ciudadanía, aunque hay que recordar
que los ODS no son jurídicamente obligatorios para los firmantes. Mozas
(2019) indicaba que los gobiernos se comprometieron a adoptar los
ODS, que debían establecer estrategias marco específicas, que dotasen a
éstas de una inversión anual y, por último, se debían medir los progresos
conseguidos con los indicadores acordados y especificados por todos ante
la ONU. Incluso la medición de resultados, podían realizarse en regiones o
en comunidades, lo que otorgaba más importancia al territorio.
Sin embargo, la voluntariedad de los diferentes gobiernos en sus
compromisos con la Agenda 2030, no se consideraba suficiente. El esfuerzo
debía ser compartido entre las empresas, la sociedad civil y los gobiernos.
A diferencia de sus predecesores (ODM), los ODS piden explícitamente a
todas las empresas que apliquen su creatividad e innovación para resolver
los desafíos del desarrollo sostenible. Los ODS han sido acordados por
todos los gobiernos, pero su éxito depende en gran medida de la acción y
la colaboración de todos los actores de cambio (SDG Compass, 2019).
En este proceso de satisfacción de las necesidades, las empresas u
organizaciones juegan un papel clave y, por ello, cada día se está dando
más importancia a las actuaciones éticas y responsables por parte de las
mismas (Mozas, 2019). Así, desde la aparición de la Agenda 2030, muchas
empresas y organizaciones se han pronunciado seguidoras de los ODS y
han establecido medidas en sus estructuras en apoyo a las directrices de
dicha Agenda (Fuster et al., 2020).
Mozas (2019) recoge muchos de los informes que están relacionados
con el mundo empresarial y que han ido aparecido en los últimos años
vinculando el sector industrial con los ODS. Entre ellos destacamos los
siguientes: PwC (2015); Accenture (2016); Foretica (2016); Measure What
Matters (2016); MSCI (2016); SDG Compass (2019).
Sostenibilidad, desarrollo endógeno y economía social
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Uno de los informes elaborado por PwC (2015), resulta revelador. En
él, su Director Malcolm Preston defendía que la ratificación de los ODS es
una oportunidad que cambiará la forma en la que se hacen los negocios
y que habrá un cambio en la demanda por parte de los consumidores
haciendo un llamamiento a la responsabilidad de las empresas y su
compromiso con los ODS. Entre los resultados del estudio se indica que
el 49% de las empresas encuestadas consideraban que el gobierno tenía
la responsabilidad primordial de lograr los ODS. Sin embargo, no hay que
obviar que, una vez ratificados los ODS por los gobiernos, éstos formularán
nuevas regulaciones, incentivos y estrategias para lograrlos que afectarían
directamente en la gestión empresarial (Mozas, 2019).
Los resultados del estudio que abarcaba a las principales empresas globales
son significativos y nos proporcionan información sobre la concienciación de
las empresas hacia la consecución de ODS. En la tabla 2, podemos apreciar
que solo el 1% de las empresas encuestadas planeaban evaluar su impacto en
los 17 ODS (PwC, 2015). El 34% dijo que estaba planeando evaluar algunos
ODS que son relevantes para su negocio y el 44% de las empresas dijeron que
planean evaluar todos o algunos de los ODS que son relevantes para ellos
(PwC, 2015). La conclusión del estudio es clara: el espíritu de los ODS no ha
calado aún entre las grandes compañías (Mozas, 2019).
Por otra parte, el sector de actividad es clave para advertir tanto el impacto
como las oportunidades de cada empresa. Así, Mozas (2019) recoge los
Tabla 2. ¿Cómo están planificando las empresas la evaluación
del impacto de los ODS en sus negocios?
Fuente: Tomado de Mozas (2019) y elaborado a partir de PwC (2015).
RESPUESTAS PORCENTAJE
No tenemos intención de evaluar nuestro impacto en los ODs 9%
Planeamos evaluar nuestro impacto en los ODS, pero no hemos
pensado en cómo 33%
Planeamos evaluar nuestro impacto en algunos de los ODS e
indicadores relevantes para nuestro negocio 34%
Planeamos evaluar nuestro impacto en todos los ODS e
indicadores relevantes para nuestro negocio 11%
Planeamos evaluar nuestro impacto en los 17 ODS e indicadores 1%
No sabemos 12%
Total 100%
A. Mozas-Moral · D. Fernández Uclés · E. Bernal-Jurado · M. J. Medina Viruel
26RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35 ISSN: 2659-5311
cuatro ODS que a juicio de las empresas globales les reportará sin duda
mayores oportunidades y/o impactos según PwC (2015) y son los siguientes:
Trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8);
Industria, innovación e infraestructuras (ODS 9);
Producción y Consumo responsables (ODS 12) y
Acción por el clima (ODS 13).
Sin embargo, los ciudadanos pueden influir en la vinculación de los
objetivos empresariales con los ODS, puesto que el 90% de ellos creen
que es importante que las empresas firmen los ODS y el 78% también
indican que ellos estarán más dispuestos a comprar productos de aquellas
compañías que firmen los ODS frente a los que no los tengan firmados (PwC,
2015). Además, el mismo informe revela que los ODS más reconocidos por
los ciudadanos son:
Fin de la pobreza (ODS 1);
Hambre cero (ODS 2);
Educación de calidad (ODS 4);
Agua limpia y saneamiento (ODS 6); y
Acción por el clima (ODS 13).
Se observa, comparando los objetivos elegidos tanto por las empresas,
como por los ciudadanos, la falta de coincidencia entre unos y otros salvo
por el ODS 13, Acción por el clima. Sin embargo, si los ciudadanos son los
que, a través de sus compras, mantienen a las empresas en el mercado, éstas
deberían acercarse más al posicionamiento de la ciudadanía e interiorizar
sus peticiones (Mozas, 2019). De hecho, en las campañas de comunicación
de las grandes empresas a día de hoy, se visibiliza la sostenibilidad y la
preocupación por el medio ambiente como argumentos de venta que los
acerque a las inclinaciones de su clientela.
4. LA ECONOMÍA SOCIAL COMO HERRAMIENTA
DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
La contribución de las entidades de ES a los objetivos de desarrollo
sostenible no ha pasado inadvertida ni para Naciones Unidas, ni paras las
organizaciones representativas de la ES y otras instituciones relevantes
(Mozas, 2019). El grupo de Trabajo Interinstitucional de las Naciones
Unidas sobre ESS (Task Force On Social And Solidarity Economy), advirtió
la importancia de la ESS indicando que podía desempeñar un papel clave
en la consecución de la Agenda 2030 y los ODS mediante la promoción
de un desarrollo inclusivo y sostenible a través de innovaciones y prácticas
sociales, institucionales y tecnológicas específicas. Además, señalaba los
vínculos entre la ES y los 17 ODS que, ponían de relieve su potencial como
modelo alternativo de desarrollo para abordar las bases estructurales sobre
Sostenibilidad, desarrollo endógeno y economía social
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http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v3i0.4980
las que se asienta el desarrollo excluyente e insostenible (Inter-Agency Task
Force On Social And Solidarity Economy, 2015).
Este mismo grupo de trabajo ya hizo un estudio en 2014, en el que se
opinaba que la ESS, representaba una promesa poderosa para llegar a
alcanzar los objetivos económicos, sociales y medioambientales así como
los enfoques integrados inherentes al concepto de desarrollo sostenible
y justificaban el documento como la ilustración del potencial de la ES en
la consecución de la Agenda 2030 que estaba en redacción (Inter-Agency
Task Force On Social And Solidarity Economy, 2014).
Utting (2018), elaboró un proyecto de investigación que tenía como
objetivo evaluar la contribución de la ESS como medio de implementación
de la Agenda 2030. Uno de los resultados fue una publicación donde en
dos partes diferenciadas pone de relieve, en primer lugar, cómo influyen
en la ESS, la acción de los estados y sus políticas y cómo la ESS se adecúa
y se acomoda a las instituciones con las que interactúan, lo que puede
desnaturalizarlas (lo que supone a la vez limitaciones y oportunidades) y, en
la segunda parte, se analiza la efectividad de las políticas que promueve la
ESS en relación con los ODS, (Utting, 2018).
El Presidente del Grupo de Actividades Diversas del CESE, en la
presentación del libro “Evolución reciente de la economía social en la Unión
Europea, indicaba en 2016 que la ES era tanto una oportunidad como un
vehículo para la participación ciudadana, la responsabilidad y propiedad
del futuro sostenible y que, además, constituía un ambicioso instrumento
para que la UE pudiera acercarse a sus compromisos en el marco de la
Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (Comité
Económico y Social Europeo, 2016). Luego la ES no sólo es capaz de actuar
a través de sus empresas y entidades, sino que, la sociedad civil que se
involucra en estas empresas y entidades puede colaborar para conseguir
esos objetivos. Un ejemplo sería la actividad de los miles de voluntarios, en
las miles de asociaciones repartidas en todo el mundo (Mozas, 2019).
En la introducción ya advertíamos de las diferentes familias de la ES,
su diferente funcionamiento y características. Sin embargo, Mozas, (2019)
indica que en su origen, todas están ligadas a la intercooperación de cada
uno de los socios o miembros; incluso en su nacimiento están involucradas
con problemas sociales, económicos y/o medioambientales; que sus
prioridades se acercan más a los primeros ODS que han sido priorizados
por Naciones Unidas (los verdaderos problemas de la humanidad) y que,
en su ADN, llevan ya principios y valores que se vinculan directamente
con los ODS, por lo que han contribuido a erradicarlos, desde antes de la
aprobación en 2015 de los ODS.
Un ejemplo que corrobora lo anterior, lo situamos en 1844 cuando según
la Alianza Cooperativa Internacional (2017) se fundó la primera cooperativa
A. Mozas-Moral · D. Fernández Uclés · E. Bernal-Jurado · M. J. Medina Viruel
28RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35 ISSN: 2659-5311
en Inglaterra, siendo su objetivo conseguir comida de calidad de manera
asequible y reinvertir todo el excedente repartible entre la comunidad. La
situación de pobreza que se vivió tras la revolución industrial en Inglaterra,
acompañada de la inexistencia de leyes gubernamentales laborales que
protegieran a los trabajadores y a sus familias, provocaron abusos por
parte de los dirigentes empresariales de la época, que fueron calificados
como de situaciones de esclavitud por Engels (1845). Ésta no era más que
una respuesta de la Economía Social ante los primeros ODS “erradicación
de la pobreza, “hambre cero” y “salud y bienestar”2. Por tanto, la ES nace
para cubrir necesidades o resolver problemas de la sociedad, esto es “la
Comunidad al servicio de la Sociedad” (Mozas, 2019).
Ya en 1986, en la Conferencia Europea sobre «La economía cooperativa,
mutualista, y asociativa. Contribución a la construcción de Europa», celebrada
en Bruselas, Willi Croll (1987), antiguo Presidente del Comité General de
las Cooperativas Agrarias (COGECA) indicaba que las cooperativas eran
consideradas históricamente como “hijas de la necesidad”. Se observaba,
ya entonces, cómo el desarrollo de determinadas políticas comunitarias,
pasaban por el empleo de fórmulas que supusieran un mayor grado de
compromiso y protagonismo social que sólo las cooperativas y las otras
figuras asociativas podían garantizar (Juliá y Meliá, 2004).
Mozas y Bernal (2009), destacaban cualidades del cooperativismo
agrario que las vinculaban con los ODS actuales. Así, subrayaban que eran
muchas las virtudes que se asocian a este conjunto de empresas, entre ellas
enfatizaban las siguientes:
Las sociedades cooperativas agrarias, sin lugar a dudas, actúan como
agentes del desarrollo rural. La cooperativa es una empresa ligada
incondicionalmente y de forma estable al medio rural, al agricultor y
al ganadero, por lo que ejerce el liderazgo en la economía local y en
la fijación de la población al territorio, contribuyendo así al equilibrio
y ordenación del mismo;
Las sociedades cooperativas han sido las garantes de la vertebración
de la agricultura en el medio rural en muchos países, en especial
España, por lo que constituye la principal red estructurada,
organizada, profesionalizada y estable implantada en todo el
territorio, en contacto con el medio rural, con capacidad de
comunicación e influencia sobre los agricultores y ganaderos, por
lo cual puede jugar un papel fundamental para la consecución de
los objetivos;
2 Bretos y Marcuello (2020), desarrollan un interesante estudio de las cooperativas de
iniciativa social.
Sostenibilidad, desarrollo endógeno y economía social
29RIESISE, 3 (2020) pp. 17-35
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Las sociedades cooperativas ejercen una función social: debido a la
condición de sus socios y a su naturaleza jurídica, las decisiones de
las cooperativas promueven la participación democrática y tienen
en cuenta consideraciones que no se derivan sólo de argumentos
empresariales, sino también sociales o culturales. Además,
proporcionan directa o indirectamente mucho empleo agrícola y,
finalmente,
Las sociedades cooperativas mantienen un poder latente en el
mercado de origen al ocupar una posición estratégica dentro de la
cadena agroalimentaria, actuando como puente entre la producción,
la industria y el comercio, que permite que el agricultor y/o ganadero
participen en las fases de transformación y comercialización. Ello
conlleva el que estén bien posicionados para realizar un seguimiento
total a los productos y cumplir con las exigencias de trazabilidad y
de seguridad alimentaria (Mozas y Bernal 2006).
En esta misma línea, Mozas y Puentes (2010), consideran que las
sociedades cooperativas por naturaleza desarrollan su actividad bajo unos
principios y valores cooperativos que las hacen exponentes de empresas
socialmente responsables y, por ende, claves para el desarrollo sostenible3.
La referencia a las sociedades cooperativas como máximos exponentes de
la ES son habituales, aunque es la ES en su conjunto, la que puede provocar
desarrollo. La clave, como indicaba Vázquez (2002) está en cómo se usan
las fuerzas que provocan el desarrollo y la necesaria coordinación entre
ellas para actuar en red (Vázquez, 2018).
En la figura 1, aparece señalada en rojo la forma en que se caracteriza
la ES cuando genera desarrollo. En la misma se representa que la
situación objetivo a alcanzar en cualquier territorio es la maximización de
la productividad, la competitividad y el dinamismo social, que a su vez se
vincula con la generación de empleo e integración social. El problema
es cómo llegar de una situación de desagrarización, despoblación,
desindustrialización y degradación a la situación ideal. En la figura se
representan dos fórmulas: una que representa un cambio radical, donde
aparece una fuerte inversión externa que genera el paso de una situación
a otra en poco tiempo. El ejemplo con el que podríamos ilustrar esta vía
de desarrollo es la implantación de una gran empresa en una zona poco
desarrollada que, en poco tiempo provocaría dicho cambio, no sólo por
la actividad económica y los empleos directos que generase, sino por
los indirectos y la actividad económica circundante que podría provocar.
La combinación de fuerzas que caracterizan a este tipo de desarrollo
3 Es interesante revisar el trabajo de Pérez et al. (2019), donde se analiza practicas de RSC
en sociedades cooperativas.
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son la utilización de capital externo al territorio, innovación, tecnología
y conocimiento externo y, también, capital humano externo formado
fundamentalmente. Estos modelos pueden aparecer, pero también pueden
desaparecer tan rápido que, en un tiempo récord, dejaría ese territorio en
una situación igual o peor que cuando se instaló la empresa. Desde luego
éste no es el modelo de desarrollo que caracteriza a la ES.
Muy al contrario, la ES se caracteriza por usar los recursos a los que
tiene acceso: el capital de los socios fundadores y los escasos recursos
económicos que pueden conseguir. Por otra parte, al proyecto se vincula la
población del territorio con su conocimiento y su esfuerzo.
La acción conjunta y el apoyo mutuo son los principales motores
del desarrollo de que dispone la ES. Con frecuencia, esto hace que
el crecimiento sea lento, pero continuado y consolidado. Con el
tiempo, la ES crece, se profesionaliza, incorpora innovaciones y capital
externo, pero se mantiene ligada al territorio, no existe problemas de
deslocalización y pueden llegar a ser grandes corporaciones como es el
caso de Mondragón.
El paso a la política de desarrollo endógeno es a juicio de Mozas y Bernal
(2006), lo que ha resultado trascendental para las entidades de ES, ya que
Figura 1. El modelo de desarrollo protagonizado por la economía social
Fuente: Adaptado por Mozas, Bernal y Cohard (2004), de Vázquez Barquero (1999).
Productividad, competitividad, dinamismo social
Empleo e integración social
Sostenibilidad, desarrollo endógeno y economía social
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las empresas que se pretenden apoyar con la nueva política de desarrollo
endógeno coinciden con el perfil de las entidades de ES.
Por tanto, el nuevo enfoque de desarrollo endógeno entiende que
el crecimiento no debe ser polarizado en las grandes ciudades, ya
que puede surgir de manera difusa en los territorios si se utilizan los
recursos endógenos y la atracción de inversiones externas (Vázquez,
2005).
En el caso de la ES, sin duda, el motor que mueve el desarrollo es la
voluntad de un grupo de promotores, el esfuerzo, la ayuda mutua y el
trabajo en red puesto que los capitales externos llegan cuando la idea se
consolida. La grandeza de la ES está en sus valores y en el compromiso de
las gentes que son capaces de llevar a cabo sus proyectos: esos son sus
principales motores de desarrollo, a nuestro juicio, los que son más difíciles
de encontrar en el resto de proyectos.
Con esto no queremos decir que la ES no necesite innovación, capital,
tecnología, conocimiento, etc., y más aún en los tiempos de cambio en
los que vivimos. Sólo defendemos que la ES es un modelo de empresa
que favorece otra forma de hacer empresa, empoderando a las personas
y defendiendo la sostenibilidad, algo que ya en 1989, Peters y Waterman
advirtieron, en un estudio donde analizaban las características de las
empresas mejor gestionadas de los Estados Unidos. Ellos indicaron lo
siguiente: “Hay que tratar a las personas como adultos, como socios;
con dignidad; con respeto. Tratarlas a ellas -no a la inversión ni a la
automatización- como fuente principal del aumento de la productividad.
Éstas son las lecciones fundamentales que se derivan de nuestra
investigación sobre las empresas sobresalientes” (Peters y Waterman,
1989, p. 271). Sin embargo, esta lección la aprendió la ES desde su
creación, ahora falta visibilizar el poder de la ES y, sobretodo, hacer que los
protagonistas de la ES se lo crean. Nuestra labor como investigadores no
es otra que poner de manifiesto los resultados de nuestras investigaciones
y las evidencias.
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