Revista Iberoamericana de
Economía Solidaria e
Innovación Socioecológica
RIESISE
Vol. 4 (2021), pp. 243-266 • ISSN: 2659-5311
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v4i1.5162
P 
Economía Social; Principios y valores éticos;
Gestión de Recursos Humanos; Sostenibilidad.
K
Social Economy; Principles and ethical values;
Human Resource Management; Sustainability.
R
El presente artículo pretende establecer una
relación directa entre las entidades de Economía
Social y su sostenibilidad económica, social y am-
biental. Nos cuestionamos si son los principios y
valores éticos que marcan la creación o fundación
de este tipo de entidades las que las hacen más
sostenibles. El actual sistema económico está de-
mandando empresas y organizaciones más sos-
tenibles, que ofrezcan respuestas a las necesida-
des actuales de la sociedad. Este artículo conside-
ra que las entidades sociales muestran una mayor
orientación hacía un desarrollo sostenible, funda-
mentado básicamente en sus principios y valores
constitutivos. En primer lugar, contextualizamos
el sector social español para posteriormente
abordar el desarrollo sostenible organizacional.
Nuestra investigación estudia las entidades que
conforman el denominado Tercer Sector, aquel
que aglutina todas aquellas entidades cataloga-
das como Economía Social. Realizamos un estu-
dio cualitativo de los valores predominantes en
las entidades de Economía Social. Finalmente,
planteamos como línea futura de investigación,
el posible impacto de la Gestión de los Recursos
Humanos en la sostenibilidad empresarial.
A
This article aims to establish a direct rela-
tionship between Social Economy entities and
their economic, social and environmental sus-
tainability. We question whether it is the ethical
principles and values that mark the creation or
foundation of this type of entities that make
them more sustainable. The current economic
system is demanding more sustainable com-
panies and organizations that offer answers
to the current needs of society. This article
considers that social entities show a greater
orientation towards sustainable development,
basically based on their constituent principles
and values. First, we contextualize the Spanish
social sector and then address organizational
sustainable development. Our research stu-
dies the entities that make up the so-called
Third Sector, which brings together all those
entities classified as Social Economy. We con-
ducted a qualitative study of the predominant
values in Social Economy entities. Finally, we
propose as a future line of research, the possi-
ble impact of Human Resources Management
on business sustainability.
EMPRESAS DE ECONOMÍA SOCIAL: LA RESPUESTA A UNA
MAYOR SOSTENIBILIDAD
SOCIAL ECONOMY ENTERPRISES: THE ANSWER TO
GREATER SUSTAINABILITY
Francisco Rincón Roldán
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
fjrinrol@upo.es
Códigos JEL
: A13, B55, E26.
Fecha de recepción: 29/01/2021 Fecha de aceptación: 11/02/2021
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1. INTRODUCCIÓN
Tras la crisis económica y financiera de 2008, parece que las empresas
están dispuestas a considerar que el modelo económico y social conocido
hasta el momento está abocado al fracaso. La maximización de beneficios
como único objetivo empresarial ha sido cuestionada tanto desde el ámbito
académico como desde las propias empresas. En este debate económico,
político y social comienza a considerarse que los actuales recursos naturales,
sociales y financieros son insuficientes para satisfacer a la población, así
como el intenso estilo de vida de los países industrializados que afecta
considerablemente al agotamiento de dichos recursos (Ehnert, 2009).
El Informe Brundtland (1987), marca como objetivo prioritario crear una
agenda para afrontar el cambio global y reflexionar sobre cómo avanzar
en el desarrollo social y económico sin comprometer el futuro del planeta
para las futuras generaciones. En esta misma línea en el año 2015, la ONU
aprobó la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible, ofreciendo una
importante oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan
un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie
atrás. La Agenda 2030 cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible,
que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta la lucha contra el
cambio climático, pasando por la educación, la igualdad de la mujer, la
defensa del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.
El actual sistema económico es insostenible, debido a que está basado
en la maximización de la producción, el alto consumismo, la explotación
irracional e ilimitada de los recursos naturales y la consideración del
beneficio económico como único criterio de crecimiento (Pinillos &
Fernández Fernández, 2011). Las empresas y organismos públicos deben
reorientar sus prácticas de gestión y políticas hacia un desarrollo realmente
sostenible, que mejore las condiciones de vida y que sea compatible con
la explotación racional de los recursos del planeta, lo que se considera un
desarrollo sostenible (Brundtland, 1987).
En este entorno post-crisis y necesitado de una reorientación hacia
modelos más sostenibles, las empresas de Economía Social se han
mostrado más eficaces (Monzón Campos, 2013). Por ejemplo, durante la
crisis económica en Europa, el número de empresas de Economía Social
que se destruyeron fue sensiblemente inferior al del resto de empresas.
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Del mismo modo, las empresas de Economía Social destruyeron menos
empleo que las empresas del sector capitalista en el periodo de crisis,
basado fundamentalmente en la transformación de empresas mercantiles
en empresas de Economía Social, evitando así su cierre, y salvando a través
de esta transformación o reconversión miles de puestos de trabajo en
Europa (COCETA, 2018).
A nivel medioambiental, también parece que las empresas de Economía
Social, al estar más vinculadas al territorio, presentan unas estrategias
y resultados más sostenibles. Sin embargo, a pesar de las múltiples
evidencias en este sentido, todavía no está clara cuales son las causas
de dicho rendimiento. Parece evidente que la propia naturaleza de estas
empresas, condicionadas por los principios y valores que las rigen y por la
filosofía social que las anima, se transforma en estrategias empresariales
y mecanismos de gestión específicos y exitosos. Pero ¿cuáles son esas
estrategias y cómo pueden ser las mismas para entidades que abarcan un
espectro de actividad tan diverso? (Graeber, 2014).
La necesidad de profundizar en la gestión de las entidades sociales para
explicar su exitoso comportamiento sostenible obliga a desarrollar un modelo
teórico que explique de qué manera contribuyen estas organizaciones a
la sostenibilidad. Por tanto, el objetivo de esta investigación es presentar
un modelo teórico que explique los mecanismos de funcionamiento de
las entidades de Economía Social. Este modelo teórico trata de vincular
los principios que fundamentan las entidades sociales con determinados
valores éticos que están incorporados a los valores corporativos.
Consideraremos como proposición de partida que las entidades sociales
son un modelo sostenible, donde sus principios y valores éticos van a incidir
en dicha sostenibilidad (Smith et al., 2013). La configuración de una entidad
social tiene como punto de inicio la redacción de unos principios que vienen
regulados por la normativa aplicable, estos principios persiguen un claro
interés general tanto económico como social e intentan aunar progreso
social y eficiencia empresarial. Pero son sus valores los que dotan a la entidad
de una personalidad distintiva, valores con una clara orientación hacía la
ética empresarial y a la responsabilidad social. La propuesta del presente
trabajo se basa en el hecho de que el modelo de empresa de Economía
Social está asentado en principios y valores éticos (Sunley & Pinch, 2012)
que están alineados con el concepto de sostenibilidad (económica, social y
medioambiental). Estos valores orientan a las empresas de Economía Social
hacia la consecución de los objetivos de la Agenda 2030, especialmente
cuando se trata de alcanzar el pleno empleo o asegurar el trabajo decente
para todas las personas con el fin de generar un crecimiento sostenido,
inclusivo y sostenible (Steiner, 2018).
Empresas de Economía Social: la respuesta a una mayor sostenibilidad
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Planteamos que el fuerte componente ético de las entidades sociales,
observable en sus valores con una clara orientación hacia la ética y la
responsabilidad social, van a incidir en el diseño de sus políticas de
Recursos Humanos y consecuentemente en su orientación hacia un modelo
más sostenible y solidario (Cano Guillén & Céspedes Lorente, 2003).
El artículo está estructurado del siguiente modo, tras esta introducción se
plantea la necesidad de buscar un nuevo modelo económico fuertemente
orientado hacia la sostenibilidad. El apartado tres aborda los principios y
valores que rigen el funcionamiento de las entidades de Economía Social,
planteando además la proposición principal del modelo de investigación.
Finalmente en las conclusiones mostramos los resultados de un estudio
descriptivo llevado a cabo y las implicaciones para la investigación que
tiene el modelo planteado, las limitaciones del trabajo y las futuras líneas
de investigación que se pueden desprender de este estudio.
2. NECESIDAD DE UN NUEVO MODELO ECONÓMICO SOSTENIBLE
El desafío que supone un desarrollo sostenible, tal como parece
demandar la sociedad, pone a las empresas y a la sociedad en su conjunto
ante una nueva posición, abriéndole nuevas oportunidades y planteando
nuevos retos (Greening & Turban, 2000). En este contexto donde la
actual sociedad se enfrenta a desafíos tales como el cambio climático, la
erradicación de la pobreza y la constante búsqueda del equilibrio entre
progreso económico y social, las empresas deben estar comprometidas
con la sostenibilidad a través de una adecuada gestión de los recursos y
relación con los stakeholders (Mariappanadar, 2014). Partiendo de que
la sostenibilidad es un proceso y no un estado (Jackson, 2012), se hace
necesario conceptualizar y delimitar dicho término. La sostenibilidad es
considerada como el proceso que busca el equilibrio entre el consumo
y la regeneración de recursos (Ehnert, 2009), donde las organizaciones
se comprometen a regenerar y desarrollar los recursos que ellos mismos
consumen hoy y necesitarán en el futuro.
El concepto de sostenibilidad permite establecer las bases para
superar con éxito los actuales desafíos de la sociedad, ubicando en el
centro de la cultura empresarial los términos de sostenibilidad individual,
organizacional y social, niveles íntimamente relacionados (Docherty et
al., 2002). Tras la publicación del Informe Brundtland a través de la World
Comimission on Environment and Devolpment de la ONU (Brundtland,
1987), la sostenibilidad se ha convertido en un tema de creciente interés en
el ámbito de la economía y la empresa. El principal objetivo de este informe
es crear una agenda para afrontar el cambio global de nuestra sociedad
y reflexionar acerca de cómo avanzar en el desarrollo social y económico
sin comprometer los recursos del plantea para las futuras generaciones. En
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este sentido la Comisión concreta que el desarrollo sostenible contempla
tres dimensiones: económica, social y ambiental (Tabla 1).
Tabla 1. Dimensiones de Sostenibilidad.
Dimensión Concepto
Económica
Las organizaciones deben prestar atención a las necesidades
económicas básicas (rentabilidad, liquidez, etc.) y asegurar
su viabilidad a través del tiempo, manteniendo su competiti-
vidad en entornos dinámicos (Dyllick & Hockerts, 2002).
Social
Las organizaciones tienen el reto de crear lugares de trabajo
“sostenibles” con condiciones de empleo equitativas (Do-
cherty et al., 2009), para fomentar la integración social y re-
ducir la desigualdad y la discriminación(Gladwin, Kennelly,
& Krause, 1995, donde todos los miembros de la sociedad
tengan igual acceso a los recursos y oportunidades (Bansal,
2005).
Ambiental
Las organizaciones empresariales contribuyen a la integri-
dad ambiental mediante la reducción de las emisiones (hue-
lla ecológica) o mediante la producción de bienes y servicios
ecológicos (Hart & Milstein, 2003).
Fuente: Elaboración propia
La mayoría de las organizaciones asocian la noción de sostenibilidad
con la dimensión económica, formada a su vez por la fortaleza financiera, la
productividad o el beneficio económico (Steurer et al., 2005). Probablemente
ello se deba a que las organizaciones más prósperas y financieramente más
fuertes busquen mantener su ventaja competitiva de una forma sostenible
en el tiempo. Pero actualmente esta noción ha cambiado, ya que podemos
considerar que la sostenibilidad económica está relacionada con el
bienestar económico y la calidad de vida: pérdida de empleo, inseguridad
financiera, pérdida de ingresos (Choi & Ng, 2011). Ello nos hace ver que
el concepto de sostenibilidad económica se ha ampliado desde una
perspectiva más empresarial o externa hacia otra más personal o interna,
es decir contemplando tanto a la organización como al empleado (Florea
et al., 2013).
La segunda dimensión considera que la sostenibilidad social genera
procesos de bienestar social, relacionados con la salud, la seguridad, la
calidad de vida de los miembros que componen una organización (Janker
& Mann, 2020). Para poder garantizar el bienestar de los empleados, el
principal desafío de las organizaciones es buscar el equilibrio entre las
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necesidades personales y las organizacionales, desafío que se ha vuelvo
sumamente complicado debido a las implicaciones éticas que tienen las
decisiones de las organizaciones, donde prima el interés de la organización
sobre el interés individual (Choi & Ng, 2011). Consideramos por tanto que
la sostenibilidad social hace especial hincapié en la importancia de las
inversiones y los esfuerzos que realizan las organizaciones para conseguir
una ventaja competitiva integrando entre sus intereses los propios intereses
de sus empleados (Florea et al., 2013).
La tercera y última dimensión está relacionada con la protección del
medio ambiente, en la cual subyace la implicación moral de salvaguardar
los recursos naturales para las generaciones venideras. Tradicionalmente
esta dimensión ha estado formada a su vez por la explotación de los
recursos, las emisiones y los daños al medio ambiente (Steurer et al., 2005).
Pfeffer (2010) enfatizó la importancia del recurso humano en la gestión de
los recursos de las organizaciones, evitando el desperdicio de materias
primas o en el aumentando la productividad. Algunos autores proponen
que la forma más efectiva de abordar la sostenibilidad ambiental en las
organizaciones es a través de los valores organizacionales, definidos como
patrones de comportamiento compartidos por los miembros de una
organización. Sobre ellos los miembros de la organización pueden adoptar
acciones encaminadas a racionalizar los recursos, reducir las emisiones
y proteger el medio ambiente (Florea et al., 2013), reduciendo la huella
ambiental de su organización (Ehnert et al., 2014).
La incorporación en las organizaciones de estas tres dimensiones
se ha llevado a cabo a través de la “Triple Bottom Line” modificando la
contabilidad tradicional de las empresas para incorporar nuevos criterios
de rentabilidad (Garriga & Melé, 2013).
El término Triple Bottom Line surge a mediado de los años 90, como
fruto de las investigaciones de expertos en contabilidad. Su consolidación
a nivel organizacional se produjo en 1997 con la publicación del libro
de John Elkington “Cannibals with forks: the triple bottom line of 21st
century business”. A través del cual Elkington diseña un sistema para
evaluar la sostenibilidad de las organizaciones, ofreciendo un nuevo
marco contable que va más allá del tradicional análisis de los beneficios
y rendimiento de la inversión, incluyendo dos importantes dimensiones
como la social y ambiental (Elkington, 1997). La propuesta del autor
tiene como objetivo principal simplificar la medición del desarrollo
sostenible de las organizaciones, creando un equilibrio entre los beneficios
económicos, sociales y ambientales, aspectos fundamentales para alcanzar
la sostenibilidad (Savitz & Weber, 2014).
La Triple Bottom Line sugiere que el éxito de una empresa no sólo se
mide por sus resultados financieros, también se consideran sus gestiones
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sociales y ambientales, aunque es cierto que las empresas deben ser
rentables para garantizar su supervivencia, Elkington sugiere que la
rentabilidad de una organización no puede estar por encima de otros
intereses como los sociales y ambientales (Figura 1). La implantación de
esta medición ha sufrido un gran desarrollo a lo largo del tiempo, siendo un
sistema ampliamente empleado por organizaciones y entidades públicas
que desean medir, auditar o realizar una memoria de sus impactos,
económicos, sociales y ambientales.
Figura 1. Principios, valores y sostenibilidad.
Fuente: Elaboración propia
3. LA ECONOMÍA SOCIAL
Para contextualizar la Economía Social es necesario aclarar sus inicios
y su presencia en el modelo económico actual. La acepción del término
Economía Social que hoy conocemos tiene su origen en el movimiento
obrero que surge en pleno siglo XIX en países como Inglaterra, Italia o
Francia, como respuesta a la precaria situación de los obreros de la época,
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con precarias condiciones de vida y un alto grado de explotación, todo
ello provocado por la Revolución Industrial de mediados del siglo XVIII. A
raíz de la cual los obreros comienzan a organizarse y surgen las primeras
cooperativas y mutualidades, con el fin principal de conseguir mejores
condiciones laborales y derechos.
En este sentido, la Economía Social española está muy influenciada
por la Economía Social Europea, la cual ha ido ganando en relevancia
con el paso de los años, ello se evidencia en como desde el año 2000 las
instituciones de la Unión Europea han desarrollado más de 200 documentos
oficiales, abordando temas tan importantes como la creación de empleo
sostenible, los servicios sociales, la innovación social, la cohesión social,
el emprendimiento, entre otros. Así pues, en noviembre del año 2000 se
creó la Social Economy Europe (anteriormente denominada Conferencia
Permanente Europea de las Cooperativas, Mutuas, Asociaciones y
Fundaciones, CEP-CMAF), cuyo fin principal fue promover el diálogo
permanente con las distintas instituciones europeas en materia de Economía
Social. Su misión se centró fundamentalmente en promover los intereses
económicos y sociales de las empresas y organizaciones de la Economía
Social, promover el rol y los valores de las empresas y organizaciones de
la Economía Social, y finalmente reforzar el reconocimiento institucional,
político, social y jurídico de las empresas y organizaciones del sector social
(Social Economy Europe, 2008).
La Social Economy Europe publicó en 2008 el Libro Blanco de la
Economía Social, en el que se plasmaron los principios rectores de las
entidades de Economía Social que operan en el marco de la Unión Europa.
A través del Libro Blanco las empresas y entidades de la Economía Social
proponen un conjunto de acciones para consolidar el sector social así como
maximizar su contribución al desarrollo económico y social sostenible. Las
distintas instituciones europeas tienen claro que el desarrollo económico
de la región debe ir de la mano del desarrollo social, ya que a través del
mismo se consigue una mayor cohesión social y las entidades de Economía
Social son el mejor instrumento para aunar ambos desarrollos, pues actúan
en ámbitos como la acción social, la sanidad, la inserción socio-laboral,
entre otros.
Los principios rectores recogidos en el Libro Blanco de la Economía
Social son los siguientes:
1. Primacía de la persona y del objeto social sobre el capital.
2. Adhesión voluntaria y abierta.
3. Control democrático por sus miembros.
4. Conjunción de los intereses de los miembros usuarios y del interés
general.
Francisco Rincón Roldán
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5. Defensa y aplicación de los principios de solidaridad y
responsabilidad.
6. Autonomía de gestión e independencia respecto de los poderes
públicos.
7. Destino de la mayoría de los excedentes a la consecución de
objetivos a favor del desarrollo sostenible, del interés de los servicios
a los mismos y del interés general.
Estos principios marcan la cultura y los valores de las entidades sociales,
ofreciendo otra forma de producir, emprender, gestionar y consumir,
en definitiva otra forma de entender la economía y la empresa. Lo que
también podemos denominar como economía diversa, con un mejor
funcionamiento del mercado tanto interno como externo, un nuevo modelo
empresarial, más transparente, más social, más responsable y en definitiva
más sostenible.
Atendiendo al ámbito nacional, en España la Economía Social viene
regulada por la Ley 5/2011, de 29 de marzo de Economía Social, cuyo
objetivo básico es configurar un marco jurídico complementario, que
supone un reconocimiento a las entidades del sector social y otorgándoles
una mayor visibilidad y seguridad jurídica. En esta norma en su artículo
4 se presentan los cuatro principios orientadores y comunes a todas las
entidades españolas de Economía Social, los cuales están incluidos en
los anteriormente establecidos por la Carta de principios de la Economía
Social redactada en 2002 por la Confederación Europea de Cooperativas,
Mutualidades, Asociaciones y Fundaciones (CEP-CEMAF):
a. Primacía de las personas y del fin social sobre el capital, que se
concreta en gestión autónoma y transparente, democrática y
participativa, que lleva a priorizar la toma de decisiones más en
función de las personas y sus aportaciones de trabajo y servicios
prestados a la entidad o en función del fin social, que en relación a
sus aportaciones al capital social.
b. Aplicación de los resultados obtenidos de la actividad económica
principalmente en función del trabajo aportado y servicio o actividad
realizada por las socias y socios o por sus miembros y en su caso al
fin social objeto de la entidad.
c. Promoción de la solidaridad interna y con la sociedad que favorezca
el compromiso con el desarrollo local, la igualdad de oportunidades
entre hombres y mujeres, la cohesión social, la inserción de personas
en riesgo de exclusión social, la generación de empleo estable y
de calidad, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y
finalmente la sostenibilidad.
Empresas de Economía Social: la respuesta a una mayor sostenibilidad
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d. Independencia respecto a los poderes públicos.
Resulta significativo que el tercer principio de los antes citados vincule
la actividad de las entidades de Economía Social con la promoción de la
sostenibilidad. Como se mencionó anteriormente, el presente estudio trata
de analizar cómo se articula esa relación existente entre Economía Social y
sostenibilidad.
Podemos comprobar que la Ley de Economía Social española no incluye
dos principios fundamentales como son la adhesión voluntaria y abierta, así
como el control democrático por sus miembros, aun no estando estos dos
principios tipificados en la normativa bien es cierto que en la lectura de su
preámbulo se intuyen de forma que ambos marcan la idiosincrasia de las
entidades sociales españolas.
La Economía Social busca una economía más sostenible, donde conciliar
el desarrollo económico, social y ambiental en una economía cada vez más
competitiva. Fomentando además el empleo de calidad, la cohesión social,
la igualdad de oportunidades y garantizando el respeto al medio ambiente,
sin comprometer las necesidades de las generaciones presentes y futuras.
3.1. PRINCIPIOS QUE GENERAN VALORES ÉTICOS
En este punto abordaremos como los principios de las entidades de
Economía Social generan unos determinados valores éticos que inciden
en la sostenibilidad de las entidades sociales en sus tres dimensiones:
económica, social y medioambiental.
A lo largo de todo el Siglo XX el sector social ha emergido de forma
considerable como un nuevo modelo económico diferenciado del modelo
tradicional, que incorpora una nueva perspectiva con el objeto de dar
respuesta a los problemas y necesidades de la sociedad actual, a través de
un funcionamiento establecido en torno a una serie de principios y valores
(Diaz-Foncea et al., 2016).
Como hemos mencionado anteriormente, son cuatro los principios
que rigen el funcionamiento de las entidades sociales españolas, estos
principios determinan la cultura de la organización, y por ende la generación
de determinados valores éticos en las entidades sociales.
El principio de primacía de las personas sobre el capital, fomenta el
compromiso de las entidades de Economía Social hacía el bienestar de
las personas, abarcando tanto su dimensión económica como aspectos de
integridad de la persona, fomento de la participación y el desarrollo personal
y laboral. En las entidades sociales se desarrolla una especial empatía hacia
miembros de la entidad y al conjunto de la sociedad. La persona ocupa
una posición relevante dentro de la organización, donde se gestiona como
un recurso a optimizar, en este sentido podemos destacar como la gestión
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de la relación laboral dentro de las entidades sociales está fuertemente
sustentada en la confianza. Relación que promueve la seguridad de los
miembros así como su dignidad como trabajador y persona (Jané et al.,
2012).
El principio de aplicación de los resultados obtenidos al fin social
objeto de la entidad, donde las entidades sociales reinvierten su beneficio,
pone en un segundo plano la maximización del beneficio económico
de la entidad. En este sentido las entidades sociales operan con un alto
grado de coherencia y responsabilidad, invirtiendo constantemente en
su mejora tanto técnica como humana. Inversiones periódicas en nuevos
procesos productivos, en innovación, nuevos perfiles profesionales, hacen
que la competitividad de las entidades sociales sea una constante. Además
fomentan la redistribución de la riqueza así como la transparencia en la
gestión e información, aumentando con ello la cohesión social del entorno
donde operan (Longinos et al., 2012).
El tercer principio, la promoción de la solidaridad interna y con la sociedad,
se postula como uno de los principios vertebradores de las entidades de
Economía Social, donde la defensa de los Derechos Humanos, la preservación
del medioambiente y el desarrollo sostenible son pilares fundamentales. La
entidades sociales se basan en el trabajo como elemento transformador de
la sociedad, donde un empleo de calidad desempeña un importante papel
en la sociedad (Miguélez, 2006). Asumiendo de esta forma un importante
compromiso con los elementos que nos rodean, las entidades sociales
consideran que operan en un entorno de bien generalizado o también
denominado del bien común. Podemos concluir por tanto que el modelo
de negocio de las empresas sociales cuentan con principios democráticos y
participativos que se orientan hacia objetivos sociales (Monzón Campos, 2013).
La normativa contempla un cuarto principio rector de las entidades de
Economía Social, concretamente la independencia respecto a los poderes
públicos. Consideramos que este principio es transversal, afectando por
tanto a la iniciativa sostenible de las entidades sociales que conforman
la Economía Social, que se definen y diferencian del modelo empresarial
tradicional a través de un sistema de trabajo y gestión democrática,
primando la independencia hacia otros organismos públicos o privados
(Monzón Campos, 2006).
Entendemos que la Economía Social posee unos principios y valores
que les otorgan un valor añadido, como puede ser la creación de puestos
de trabajo de mayor estabilidad, calidad y flexibilidad interna para el
mantenimiento de los mismos (Carreras, 2008), la solidaridad y la vinculación
con el entorno, fomentando el desarrollo local y la no deslocalización
(Herrero-Blasco, 2014) y finalmente la inclusión sociolaboral de personas
con discapacidad y/o en riesgo de exclusión social (Algora Jiménez, 2011).
Empresas de Economía Social: la respuesta a una mayor sostenibilidad
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3.2. VALORES ÉTICOS Y SOSTENIBILIDAD
Tal y como afirma Belk (2014) estamos presenciando un cambio de
valores con respecto al estatus social, a la propiedad y al propio consumo.
El deterioro constante que está sufriendo el sector económico financiero
es una realidad, debido a que las organizaciones basan su éxito sólo
y exclusivamente en el rendimiento financiero, obviando una parte
importante como es la cohesión social y la sostenibilidad de nuestros
recursos. Es aquí donde aparece la necesidad de producir, gestionar y
organizar de una forma más sostenible, introduciendo la conciencia ética
en las organizaciones, a través de valores éticos que generen una ética
empresarial, disciplina que estudia los comportamientos éticos y no éticos
de los individuos en las organizaciones, analizando la conducta humana en
el ámbito organizacional (Benavides et al., 2012).
La introducción de valores éticos en las organizaciones trae consigo
una serie de beneficios, como puede ser el desarrollo de una estrategia de
Responsabilidad Social Corporativa e incluso la creación de una Reputación
Corporativa (Orlitzky et al., 2003).
Las entidades de economía social poseen unos principios y valores
característicos, que las convierten en un modelo económico singular
que busca conseguir una sociedad más justa y sostenible. Valores como
la participación, el compromiso, la transparencia y la sostenibilidad entre
otros, les confieren un marcado carácter solidario, en la búsqueda de un
beneficio común, y una constante mejora de la sociedad.
En el contexto organizacional, podemos considerar como valor
aquellos estándares evaluativos que definen fines deseables y la forma de
alcanzarlos (Argudo Périz, 2011). Encontramos en las entidades sociales la
determinación de valores éticos, entendidos estos como aquellos aspectos
del comportamiento que contribuyen al bien de las personas (Guillén,
2006).
Consideramos por tanto, valores éticos en la Economía Social al conjunto
de elementos propios de este tipo de entidades que definen su estructura,
su línea de acción así como sus principios y cultura organizacional. Estos
valores inciden en el rendimiento y beneficio económico de las entidades
(Monzón & Chaves, 2012).
Esta investigación pretende relacionar la constitución de las entidades
sociales con su sostenibilidad, fundamentada en su gestión más social y
solidaria, con unos valores éticos que junto a su misión y visión generan
una filosofía empresarial característica, que incide en su gestión, diseño
de estructura, estrategia empresarial y modo de organización (Melé,
2012). Podemos considerar que los valores de una organización su misión
y visión determinan y condicionan el comportamiento de los individuos
que la forman. Para Kaptein & Wempe (2002), los valores fundamentales
Francisco Rincón Roldán
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desarrollan la misión y la visión, describiendo patrones específicos para su
logro. Son estándares de comportamiento empresarial para los individuos
de una organización.
Entre los valores éticos más presentes en las entidades sociales destacan
la solidaridad, la democracia, la igualdad, el respeto, el compromiso y la
sostenibilidad, los cuales se reflejan en sus principios más significativos
como son la primacía de la persona, interés general, equilibrio económico
y social y finalmente la gestión democrática (Liger et. al, 2016). Autores
como Defourny y Nyssens (2012) sostienen que los valores que contienen
las entidades sociales marcan sus objetivos de marcado carácter social, es
decir la actividad empresarial empleada es un mero medio para desarrollar
una labor social que va más allá del puro mercantilismo. En la presente
investigación consideramos que estos valores éticos suponen el ADN de
las entidades sociales, la identificación de las entidades sociales con ciertos
valores las diferencian de las empresas del sector tradicional, incluso la
identificación de estos valores condicionan la posición de la entidad ante
el reto de la sostenibilidad, en sus tres dimensiones económica, social y
medioambiental.
Como indica Melé (2012) incluir la ética en los valores corporativos, la
misión y la visión es un paso importante para que la ética esté presente
en las organizaciones. De la revisión de la literatura se desprende el alto
componente ético de los valores de las entidades sociales, apoyados en
la necesidad de las empresas de mejorar su comportamiento ético y el de
sus empleados, a través de la promoción de valores éticos que guían sus
acciones.
La ética en las entidades de Economía Social es una constante, generada
desde la concepción inicial del movimiento social-económico. No se
contempla dicho movimiento sin un respeto absoluto a todos los actores
implicados en las relaciones que se generan entre empresa y sociedad.
Es por ello que la Economía Social incorpora la ética en sus decisiones,
consciente del importante efecto transformador que ello genera tanto en la
sociedad actual como la que está por venir.
En conclusión, la presente investigación presenta como proposición
de partida que las entidades de Economía Social cuentan con un conjunto
de principios y valores éticos desde su constitución que favorecen y
facilitan la sostenibilidad económica, social y medioambiental. Por tanto,
como primera proposición, planteamos la relación directa existente entre
entidades de Economía Social y la sostenibilidad. Existe cierto soporte
teórico para argumentar que las entidades de economía social muestran una
mayor predisposición hacia la sostenibilidad, basada fundamentalmente
en su conceptualización. Ya que proporcionan soluciones innovadoras
a los desafíos económicos, sociales y medioambientales, además de
Empresas de Economía Social: la respuesta a una mayor sostenibilidad
257RIESISE, 4 (2021) pp. 243-266
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v4i1.5162
introducir en la economía capitalista valores como la solidaridad, equidad y
gobernanza democrática (Algora Jiménez, 2011; Carreras, 2008; Dacheux
& Goujon, 2011).
La figura 2 muestra la relación directa planteada en el modelo de
investigación.
4. DISCUSIÓN Y ANÁLISIS DE DATOS
El presente trabajo plantea un modelo de investigación teórico que se
presta a ser testado a través del estudio de las diferentes entidades que
conforman el sector social español. En este sentido, destacamos como
ha supuesto la base y marco teórico para un futuro trabajo que pretende
estudiar como el conjunto de valores predominantes de las empresas
sociales españolas, concretamente las empresas cooperativas impactan
sobre la sostenibilidad organizacional en sus tres dimensiones económica,
social y ambiental.
Los valores más destacados dentro de las entidades de Economía
Social fueron seleccionados por medio de una revisión de la literatura y
el estudio de la información recogida en las páginas webs de una muestra
de 598 cooperativas españolas extraídas del informe “Empresas relevantes
de la Economía Social 2017-2018” publicado a principios de 2019 por la
Confederación Empresarial Española de Economía Social (CEPES). Los
datos obtenidos fueron analizados con la técnica cualitativa NVivo 11 para
Windows.
De entre las diferentes herramientas que ofrece el software NVivo 11, se
empleó la consulta de frecuencia de palabras, a través de la cual el software
permite enumerar las palabras que se presentan con más frecuencia tanto
en recursos, nodos, anotaciones y conjuntos seleccionados. Para trabajar los
datos obtenidos, previamente, fue necesario definir los nodos de referencia,
considerando como nodo una colección de referencias acerca de un tema,
Figura 2. Modelo de investigación.
PROPOSICIÓN 1: Los principios y valores de las entidades de
Economía Social muestran una clara tendencia hacia la gestión sostenible,
económica, social y ambiental.
Francisco Rincón Roldán
258RIESISE, 4 (2021) pp. 243-266 ISSN: 2659-5311
lugar, persona o cualquier otra área de interés en especial. Las referencias
se recopilan leyendo los recursos, como entrevistas y grupos de datos
específicos, y posteriormente clasificando la información por categoría en
los nodos relevantes, en nuestro caso cada valor ha sido considerado como
un nodo y por tanto definido para que el software reconozca en el conjunto
de datos la palabra o su definición. Como resultado final el software NVivo
11 ofreció de forma ordenada y jerarquizada en función a su número
de repeticiones, los valores más representativos de las organizaciones
estudiadas fueron Apoyo Percibido, Respeto y Responsabilidad que
ocuparon las tres primeras posiciones. Como puede verse en la Tabla 2,
otros valores que ocuparon posiciones relevantes fueron los de Calidad,
Solidaridad, Confianza y Honestidad, aunque todos ellos tuvieron
puntuaciones por debajo de 100 repeticiones. Destacar que los valores
más relevantes para la futura investigación serán aquellos que tuvieron una
frecuencia igual o superior a 100 repeticiones, debido a que es en este
número donde se produce la mayor diferencia entre todas las puntuaciones
obtenidas.
Respecto a los datos descriptivos de las empresas contenidas en el
informe elaborado por CEPES debemos destacar que el mayor número
de entidades que lo componen son empresas cooperativas. Ello nos hace
pensar en la importancia de este tipo de organización empresarial de
Tabla 2. Valores más representativos de la Economía Social.
Fuente: NVivo 11 para Windows
Empresas de Economía Social: la respuesta a una mayor sostenibilidad
259RIESISE, 4 (2021) pp. 243-266
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v4i1.5162
Economía Social. Según el informe publicado por Cooperatives Europe
titulado “The power of Cooperation - Cooperatives Europe Key Figures
2015”, el movimiento cooperativo en Europa suma más de 140 millones de
ciudadanos que forman parte de alguna cooperativa Europea, con cerca
de 180 mil empresas cooperativas que generan más de 4,7 millones de
empleos (Quintana, 2016). Además, los datos estadísticos ofrecidos por la
Secretaría de Estado de Empleo y Economía Social del Gobierno de España
en 2019 existían más de 20.800 organizaciones cooperativas que emplean a
más de 300.000 trabajadores en España. Destacando significativamente su
capacidad para crear y mantener empleo, el cual se ha visto incrementado
en el último trimestre del año 2019 en más de un 10%.
La Tabla 3 muestra algunos datos descriptivos de la población objeto
de estudio. Destacamos como el sector predominante dentro de las
cooperativas es el de la Agricultura con más de un 32%. Hecho que evidencia
la importancia de este sector dentro de la economía de nuestro país. Además,
destacamos como el tipo de cooperativa predominante son las de Trabajo
Asociado (26,92%) de primer grado (62,71%). Consideradas como empresas
de autoempleo colectivo, que desarrolla su actividad en cualquier ámbito de
la economía. Caracterizada porque sus socios y socias son al mismo tiempo
sus trabajadores y trabajadoras, tanto en la toma de decisiones como en el
desarrollo del trabajo. Se trata por tanto, de un prototipo de empresa con
un fuerte carácter social y solidario, que ponen los recursos al servicio de las
personas que la componen y con las que interactúan.
Tabla 3. Características de las Cooperativas.
Sector % Sobre Total
Agricultura 192 32,11%
Servicios 97 16,22%
Actividades sanitarias 80 13,38%
Educación 78 13,04%
Industria y Energía 58 9,70%
Construcción 47 7,86%
Otro 46 7,69%
Cooperativa de % Sobre Total
Primer Grado 375 62,71%
Segundo Grado 155 25,92%
Mixta 64 10,70%
Otro 4 0,67%
Tipo de Cooperativa % Sobre Total
Trabajo Asociado 161 26,92%
Agraria 101 16,89%
Explotación Comunitaria 81 13,55%
Francisco Rincón Roldán
260RIESISE, 4 (2021) pp. 243-266 ISSN: 2659-5311
Servicios 70 11,71%
Enseñanza 51 8,53%
Consumidores 50 8,36%
Vivienda 44 7,36%
Mar 19 3,18%
Transporte 10 1,67%
Sanitaria 9 1,51%
Otro 2 0,33%
Fuente: Elaboración propia
5. CONCLUSIONES Y FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN
Como conclusión, del estudio cualitativo anteriormente realizado,
destacar la variedad de valores organizativos que aparecen en las webs
corporativas de las diferentes entidades de Economía Social estudiadas.
Destacando como el Apoyo Percibido por parte de los empleados de su
entidad es el más representativo. Ello tiene coherencia con la literatura
existente donde el empleado se posiciona en el centro de las prácticas y
políticas de este tipo de entidades (Herrero-Blasco, 2014). Este valor está
seguido por el importante respeto que muestran las entidades sociales hacía
sus empleados y el elevado grado de responsabilidad que las entidades de
Economía Social muestran hacía su recurso humano y hacía los grupos de
interés con los que se relaciona (Vicente, Parra, & Flores, 2017).
El presente artículo ofrece una línea futura de investigación como sería
el planteamiento de una variable mediadora, como son las Relaciones de
Empleo Equilibradas. Consideramos que estas pueden incidir positiva y
significativamente en la consecución de la sostenibilidad en las empresas de
Economía Social. Nos planteamos si las relaciones de empleo condicionan el
diseño e implantación de un determinado Sistema de Gestión de Recursos
Humanos, es decir, ¿Existen dentro de las entidades de Economía Social
diversidad de prácticas de Gestión de Recursos Humanos?, las cuales a su vez
tienen un especial impacto sobre la sostenibilidad de la entidad. La figura 3
muestra el modelo de investigación integrando el papel mediador que pueden
ejercer las relaciones de empleo dentro de las entidades de Economía Social.
Figura 3. Línea futura de investigación.
PROPOSICIÓN 2: La Sostenibilidad de las entidades de Economía
Social estará mediada por las Relaciones de Empleo Equilibradas.
Empresas de Economía Social: la respuesta a una mayor sostenibilidad
261RIESISE, 4 (2021) pp. 243-266
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v4i1.5162
Abordaremos el estudio de las Relaciones de Empleo en las entidades
de Economía Social, entendiendo como relación de empleo el intercambio
donde el empleador contrata fuerza de trabajo con la finalidad de producir
bienes o servicios, para obtener un beneficio propio. Y donde el empleado
presta sus servicios a cambio de una contraprestación, la cual puede o no
ser solamente económica (Shore & Coyle-Shapiro, 2003).
Para la presente investigación emplearemos el modelo de Relaciones
de Empleo formulado por los autores Tsui y Wu (2005), quienes presentan
cuatro posibles tipos de relaciones de empleo en equilibrio, tal y como se
puede ver en la figura 4:
Así pues, podemos encontraros con cuatro tipos de relaciones de
empleo, divididas en dos grupos, por un lado las equilibradas o y por otro
las relaciones de empleo desequilibradas. Ambos autores consideran como
relación equilibrada entre el empleador y empleado, aquella en la que
existe un perfecto equilibrio entre la oferta y la demanda de la organización,
es decir ambos actores están de acuerdo tanto en la prestación de servicios
como en la compensación ofrecidas y recibidas. Sin embargo en este
tipo de relación podemos encontrarnos con dos alternativas, una primera
denominada “Mutual Investment”. En este escenario el empleador considera
a sus empleados como una clara Ventaja Competitiva y les ofrece altos
salarios e incentivos, seguridad en el empleo, beneficios sociales atractivos,
etc. y el empleado a cambio ofrece un mayor rendimiento y compromiso
con la organización. La segunda alternativa que encontramos en esta
relación equilibrada sería la denominada por los autores como “Quasi-spot
Contract” donde el empleado no es considerado un recurso a maximizar
sino más bien un recurso necesario para el desarrollo de la actividad
empresarial pero que no juega un importante papel en la organización, esta
relación tiene una clara orientación al corto plazo, con sistemas retributivos
poco interesantes para el empleado, poca seguridad y escasos beneficios
Figura 4. Modelo de Relaciones de Empleo.
Fuente: Tsui & Wu (2005)
Francisco Rincón Roldán
262RIESISE, 4 (2021) pp. 243-266 ISSN: 2659-5311
sociales. En ella el empleado espera poco de la organización y a cambio
ofrece un rendimiento mínimo, caracterizado además por una escasa
vinculación y un bajo compromiso.
Un segundo escenario planteado por los autores es aquel donde las
relaciones de la organización se muestran desequilibradas, no existiendo
equilibrio entre la oferta de incentivos y las contribuciones de los
empleados. La primera alternativa de esta relación sería la denominada
como “Overinvestment” producida cuando la organización ofrece a sus
empleados incentivos superiores a las contribuciones que estos realizan,
básicamente debido a que las expectativas de la empresa son mayores
que el rendimiento real de sus empleados. La segunda alternativa sería
la denominada como “Underinvestment” donde el empleado recibe a
cambio de un alto rendimiento una escasa contraprestación por parte de
la organización, situación que se produce con frecuencia en momentos de
crisis económicas y financieras, donde la organización encuentra una clara
justificación para exigir a sus empleados el máximo y ofrecer a cambio la
mínima contraprestación.
Finalmente, se plantea la posibilidad de que la fortaleza del sistema de
gestión de recursos humanos de las entidades de economía social está
fuertemente influenciado por el conjunto de valores que rigen la entidad y
por el tipo de relación de empleo predominante que en ella se establece.
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