Revista Iberoamericana de
Economía Solidaria e
Innovación Socioecológica
RIESISE
Vol. 5 (2022), pp. 203-226 • ISSN: 2659-5311
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
R
¿De qué manera configuran los huertos
urbanos lugares para el empoderamiento
de grupos excluidos? ¿Cómo contribuyen a
que las mujeres de las periferias urbanas se
empoderen de nuevos espacios y roles? Este
estudio analiza el potencial emancipatorio de
la agroecología urbana en el caso de Bogotá
(Colombia) y sus alrededores, la Sabana de Bo-
gotá. El análisis está basado en un proceso de
investigación-acción participativa, realizado
entre 2014 y 2017 con grupos agroecológicos
y circuitos agroalimentarios que conectan el
campo con la ciudad. Partiendo de un marco
teórico de la geografía crítica y ecología po-
lítica feminista, el artículo desarrolla una teo-
ría de empoderamiento espacial y la conecta
con ejemplos empíricos. El estudio destaca el
potencial de la economía solidaria practicada
dentro de la agroecología para desencadenar
procesos de empoderamiento espacial y dis-
cute tanto los factores que contribuyen como
los que frenan dichos procesos.
A
In which way do urban gardens form pla-
ces for empowerment of excluded groups?
Does the organization in agroecological net-
works open up new spaces and roles for wo-
men? This study explores the emancipatory
potential of urban agroecology in the case
of Bogotá (Colombia) and its surrounding re-
gion called Sabana de Bogotá. The analysis
is based on a process of participatory action-
research, conducted between 2014 and 2017
with agroecological groups and networks of
CSA (Community Supported Agriculture) that
link countryside with the city. Combining con-
ceptual perspectives of critical geography and
feminist political ecology, this article develops
a theory of spatial empowerment and con-
nects it with the empirical work. Highlighting
the potential of solidarity economy within the
movement of urban agroecology to unfold
spatial empowerment processes, this study
elaborates the factors which favor and hinder
this kind of processes.
PROCESOS DE EMPODERAMIENTO ESPACIAL DE MUJERES
EN LA AGROECOLOGÍA URBANA EN BOGOTÁ
SPATIAL EMPOWERMENT PROCESSES OF WOMEN IN THE
URBAN AGRICULTURE OF BOGOTÁ
Birgit Hoinle
Universidad de Hohenheim. Alemania
birgit.hoinle@uni-hohenheim.de
P 
Empoderamiento, agroecología, género,
investigación-acción participativa, economía
solidaria.
K
Empowerment, agroecology, gender, par-
ticipatory action-research, solidarity economy.
C JEL
: Q00, Q13.
Fecha de recepción: 02/03/2022
Fecha de aceptación: 10/07/2022
Fecha de publicación: 29/11/2022
205
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
1. INTRODUCCIÓN
La agroecología urbana es cada vez más visible en las ciudades
latinoamericanas. En los patios, espacios baldíos, techos y terrazas, las
personas siembran alimentos para el uso diario. También en Bogotá, la
capital de Colombia, se encuentran cada vez más huertos urbanos donde
crecen, entre otros, tubérculos andinos, cilantro, tomates, acelga y plantas
medicinales, como la ruda. El caso de Bogotá es muy emblemático para la
agroecología urbana. El conflicto armado en Colombia ha causado muchas
formas de violencia, entre ellas el desplazamiento. Alrededor de 7 milliones
de personas han tenido que abandonar sus tierras y muchas de ellas han
llegado a las periferias urbanas de las grandes ciudades del país. Como allí
sus saberes y capacidades no son reconocidos, muchas tratan de sostenerse
con trabajos informales. Para las personas en condición de desplazamiento,
la agricultura urbana es primero, una forma de sobreviviencia y ahorro
para resolver las necesidades básicas. Luego, las huertas comunitarias se
vuelven un punto de encuentro en los barrios y pueden configurar el punto
de partida para la organización comunitaria. En particular, se observa que
las más activas son las mujeres en la agroecología urbana. Muchas de ellas,
asumen nuevos roles, por ejemplo como representantes de su barrio. Por lo
tanto, la pregunta central aquí es: ¿De qué forma contribuye la agroecología
urbana a los procesos de empoderamiento de las mujeres? En este estudio
me enfoco sobre todo, en las dimensiones espaciales de dichos procesos
analizando de qué forma la organización en la agroecología urbana
contribuye a superar exclusiones socioespaciales vividas por las mujeres en
las periferias urbanas.
2. ESPACIO, PODER Y GÉNERO: HACIA UNA TEORÍA DE EMPODERA-
MIENTO ESPACIAL
Para entender las experiencias de las mujeres en los procesos
agroecológicos, es indispensable entender con herramientas conceptuales
que posibiliten un análisis más profundo. Para este fin, voy a introducir
el término empoderamiento y tomar los conceptos de espacio, poder y
género para construir una teoría de empoderamiento espacial.
Empoderamiento es un concepto que surgió en los años ochenta, en
el marco de la corriente Género y Desarrollo. Varias científicas y activistas,
sobre todo del Sur Global, han contribuido a desarrollar el concepto (entre
otras, Batliwala 2014; Sen & Grown 1987). Se entiende el empoderamiento
como un proceso que va desde cambios individuales hacia transformaciones
estructurales en las relaciones de poder. El empoderamiento parte de
206
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
las necesidades prácticas que nacen en lo cotidiano y las transforma
en intereses estratégicos, que buscan un cambio de la posición de las
mujeres en la sociedad (Molyneux 1985). El “potencial transformador
(Young 1993: 157) consiste en politizar las necesidades prácticas y
convertirlas en demandas colectivas, para lograr transformaciones en las
relaciones de género. El punto de partida es el ‚desempoderamiento‘,
lo que significa una situación estructural de no poder tomar decisiones
estratégicas en la vida. La raíz semántica de la palabra ‘empoderamiento’
es el concepto de ‚poder‘. Hannah Arendt destaca el carácter colectivo
y co-productivo de poder como “capacidad de unirse con otros y actuar
en consenso“ (1970: 45). El poder puede tomar las manifestaciones de
poder sobre (dominación), poder del interior (auto-estima), poder con
(actuar en conjunto) y poder para (para alcanzar conjuntamente una meta)
(Rowlands 1997: 13). El empoderamiento es un concepto multidimensional
y contiene varias dimensiones: económicas, personales, sociopolíticas
y espaciales (Hoinle et al. 2013). Recientes estudios del Black Feminism,
destacan sobre todo el significado del “lugar de fala” (Ribeiro 2017): es el
empoderamiento en el sentido de la visibilización y toma de voz por parte
de grupos históricamente excluidos, como mujeres negras (Berth 2019).
Estas consideraciones subrayan la importancia de la dimensión espacial
del empoderamiento. En este apartado me voy a enfocar sobre todo en
esta dimensión. El empoderamiento espacial está configurado por tres
conceptos claves: espacio, poder y género (Hoinle 2020).
En la geografía crítica, el espacio es concebido como “producto
social“ (Lefebvre 1974: 35) – como un reflejo de las relaciones sociales
de poder, lo que se muestra por ejemplo en las estructuras de centro y
periferia en las ciudades. La producción social de espacio es siempre un
proceso disputado que conlleva tanto aspectos materiales, como también
simbólicos. En la época colonial, se utilizaron mapas como herramientas
de apropiación de territorios. Por ejemplo, en el Congreso de Berlín en
1884, los poderes coloniales europeos dividieron el continente africano
entre sí y dibujaron las fronteras en el mapa para demarcar las esferas de
su poder, independiente de las identidades de los grupos étnicos locales.
De este forma, los mapas configuran un reflejo de relaciones de poder en
los diferentes contextos. En la cartografía crítica, se trabaja con mapeos
colectivos para un análisis crítico de desigualdades sociales en el espacio,
y como herramienta de empoderamiento de grupos sociales subalternos
(Crampton & Krygier 2006).
En la geografía feminista, se analiza la manifiestación de las relaciones
de poder de género en el espacio (Autor*innenkollektiv 2021). Nociones
normativas de género determinan los espacios de actuación. Por lo
tanto, en muchas sociedades, el espacio privado es considerado como
femenino, y el espacio público y del trabajo productivo, es asociado con
la masculinidad. Desde un ángulo histórico, Silvia Federici (2004) analiza
como las transformaciones en la época de la industrialización y expansión
del capitalismo, han llevado a cambios estructurales en las relaciones de
género. Al mismo tiempo que los campesinos fueron expropiados de
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
207
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
sus tierras y convertidos en mano de obra disponible para la emergente
industria, el lugar de las mujeres fue reducido a la esfera privada y al rol
de la reproducción de la mano de obra: encargarse de los trabajos del
cuidado en el hogar. Por lo tanto, Federici constata que transformaciones
justas en la sociedad tienen que contener la “recomonalización“ de
los medios y trabajos de reproducción (2011: 7). Natalia Quiroga Díaz y
Verónica Gago, desde la experiencia latinoamericana, resaltan que el
proceso de expropiación no empezó apenas con la industrialización en
Europa: Ya durante la colonización y el comercio transatlántico de esclavas/
os, las poblaciones indígenas y afrodescendientes fueron expropiadas de
sus tierras comunales y de los recursos naturales que hacían parte de su
conviviencia con la naturaleza. La toma de los territorios iba acompañada
con la apropiación de los cuerpos femeninos, saberes ancestrales y lugares
de poder (2014: 2). De esta forma, el cuerpo femenino fue convertido en
lugar para la expresión de las relaciones patriarcales y coloniales del poder
(2014: 9). Desde la perspectiva de la ecología política feminista, varias
autoras analizan las interrelaciones entre el proceso colonial, la apropiación
de la naturaleza y de los cuerpos de las mujeres (Nouzeilles 2002; Ojeda
2011). Helena Nogales (2017) explica que el hecho de concebir las
mujeres y la naturaleza como ‘otro’ – como opuesto al sujeto blanco
masculino – en el pensamiento moderno dio legitimidad a la apropiación
de los recursos naturales y del trabajo del cuidado de las mujeres. Con el
concepto “feminismos territoriales” (2016), Astrid Ulloa hace énfasis en la
capacidad de los activismos por parte de mujeres campesinas, indígenas
y afrodesciendentes, de defender el territorio, la naturaleza, el cuerpo y
la vida en contextos de expropiación y del despojo. Por consiguiente, el
empoderamiento debería incluir una re-apropiación tanto de la naturaleza
y de los territorios, como de la autonomía sobre sus cuerpos por parte de
las mujeres.
Tomando en cuenta estas consideraciones, se puede decir que el
empoderamiento está relacionado con procesos de apropiación de espacios,
tanto en un sentido material como también simbólico. El empoderamiento
espacial se manifiesta en el aumento de voz y visibilidad en el espacio
público de grupos históricamente excluidos. Para analizar las conexiones
entre el activismo en la agroecología urbana y el empoderamiento espacial,
he formulado cuatro hipótesis que guiaron el trabajo empírico:
a) A través de la apropiación de huertas agroecológicas como lugares
materiales en el espacio público, las mujeres logran visibilidad y
reconocimiento por una actividad rural.
b) Mediante el activismo agroecológico, las mujeres llegan a tener
una voz en los medios de comunicación; se apropian del poder
de representar sus perspectivas y saberes en el espacio público
discursivo.
c) El empoderamiento espacial se manifiesta en la creación de esferas
intermedias entre la producción y el cuidado; el espacio público y
el privado. Sobre todo, para las mujeres significa superar barreras
socialmente concebidas.
208
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
d) El empoderamiento espacial incluye la pregunta de quién define
y demarca los territorios. Por medio de mapeos y denominaciones
de sus espacios de actuación, las personas se apropian de estos
lugares.
3. PROCEDIMIENTO METODÓLOGICO
La metodología está basada en la investigación-acción participativa
(IAP). Según Fals-Borda (2000), la IAP es „una investigación que se
funde con la acción para transformar la realidad.” (Fals Borda & Rahman
1992: 207). La IAP es una propuesta para crear procesos horizontales de
investigación en que los grupos locales participan en todo el proceso,
desde la formulación de la pregunta investigativa hasta las decisiones sobre
el uso de los resultados. El punto de partida es una crítica a la colonlialidad
del saber (Lander 2000): la apropiación hegemónica e invisibilización de
los saberes indígenas y afrodescendientes en la época colonial. Por lo tanto,
una condición indispensable en la IAP es el reconocimiento de los saberes
locales en el proceso investigativo. Un camino para posibilitarlo es la idea
de un “diálogo de saberes” (Castro-Gómez 2007) – un diálogo horizontal
entre saberes de distintos orígenes (ej. académicos y populares) para
construir conjuntamente nuevos sentidos y contribuir a transformaciones
sociales decoloniales.
El objetivo de este estudio, es descubrir las conexiones entre el activismo
en la agroecología urbana y el empoderamiento espacial. Para este fin se
realizó un trabajo de campo de 18 meses en Bogotá y la Sabana de Bogotá,
entre 2014 y 2017. En este marco acompañé el proceso de la red por la
soberanía alimentaria Raíces de la Sabana. Esta red comprendía en el tiempo
de estudio 13 grupos agroecológicos y de mujeres y estaba en proceso de
construir un circuito agroalimentario entre productoras/es agroecológicas/
os y consumidoras/es de la ciudad. Durante el tiempo del trabajo de campo
traté de contribuir a este proceso mediante la realización de 13 diagnósticos
participativos sobre el estado a la fecha de los procesos de producción,
comercialización y organización como red. Asimismo, llevé a cabo cinco
talleres sobre economía solidaria en los que apliqué la metodología de
mapeos colectivos (Íconoclasistas 2013). Para complementar este proceso,
realicé 25 entrevistas narrativas sobre sus experiencias biográficas con
mujeres activas en la agroecología urbana en Bogotá y la Sabana y 17
entrevistas con representantes de la academia, administración distrital
y ONGs. Además, apliqué en 57 ocaciones el método de la observación
participante (ej. en mingas en huertas comunitarias). Para abrir el espacio
académico para otros saberes y voces, y para promover un diálogo de
saberes entre la academia y los movimientos sociales, organicé junto con
la Red de Geografías Críticas de Raíz Latinoamericana (GeoRaizAL), las
Jornadas GeoRaizAL 2016-I sobre ‘Agroecologías Urbanas y Economías
Alternas – construyendo Territorios de Paz entre Campo y Ciudad’. Con
la metodología aplicada desde la IAP, mi objetivo fue tanto encontrar
respuestas a la pregunta investigativa, como también contribuir y darles
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
209
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
visibilidad a los procesos emancipatorios de los grupos agroecológicos en
la Sabana de Bogotá.
4. PRÁCTICAS DE ECONOMÍA SOLIDARIA EN LA AGROECOLOGÍA
URBANA EN BOGOTÁ
La agroecología es tanto un concepto científico, una práctica de la
agricultura, como también un movimiento sociopolítico (León-Sicard et
al. 2015: 39). Es un movimiento que busca una alternativa a la ‚revolución
verde‘ – al modelo agroindustrial capitalista. En lugar de monoculturas y
altas cantidades de insumos externos (ej. pesticidas, semillas genéticamente
modificadas,..), el objetivo es poner en práctica una agricultura sustentable
con el medio-ambiente, que promueve la biodiversidad, el (re-)uso
de recursos locales (ej. compostaje para la fertilización) y la soberanía
alimentaria de las comunidades. En la agroecología se aplica también la
idea de un diálogo de saberes, en este caso entre saberes agronómicos de
la ciencia y los saberes locales que nacen de la práctica campesina (Martínez
& Rosset 2014). Por ejemplo, el conocimiento sobre las propiedades de
las semillas nativas y sus formas de uso, es un saber ancestral compartido
dentro de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas.
La economía solidaria hace parte de la agroecología, ya que se trata de
promover circuitos locales de producción y consumo. En Colombia, la
agroecología ha tomado fuerza desde los años 1970 y 1980; hoy en día
está presente como alternativa en casi todas las regiones del país.
Desde los años 2000, la agroecología tiene cada vez más visibilidad en
el espacio urbano, aunque se trata de una práctica que las/os habitantes
en los barrios populares han ejercido ya durante mucho tiempo en sus
patios y terrazas. Durante el gobierno del alcalde Luis Garzón (2004 – 2007)
se promovió la agricultura urbana en el marco del programa „Bogotá sin
Hambre“ como estrategia para fomentar la seguridad alimentaria. El Jardín
Botánico de Bogotá (JBB) ha sido la institución encargada de ofrecer
asistencia técnica y formación en agricultura urbana a todas las localidades
de la ciudad. Además, varias iniciativas locales están activas en promover
prácticas agroecológicas y fortalecer las redes de la agroecología urbana en
Bogotá. Durante mi trabajo de campo pude conocer un panorama diverso de
activismos agroecológicos a varias escalas: desde las huertas comunitarias
en los barrios, hasta redes a nivel de localidades y de la zona metropolitana.
Por ejemplo, desde 2017 se ha formado la Red Agroecológica del Sur de
Bogotá que reune varias iniciativas agroecológicas de las localidades de
Bosa, Kennedy, Ciudad Bolívar y comunidades rurales cercanas a la ciudad.
Su objetivo es luchar contra las injusticias ambientales que afectan a las
comunidades en el sur de Bogotá (ej. los efectos socioambientales del
relleno Doña Juana) y hacer visibles las alternativas que se están creando
desde las periferias urbanas para una ciudad sostenible.
La economía solidaria está presente en varias de las prácticas de las
iniciativas agroecológicas en Bogotá y la Sabana de Bogotá, a través de:
210
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
Trueque: En las huertas agroecológicas, es bastante común la práctica
del trueque. Por ejemplo, en el barrio Diana Turbay, las/os agriculturas/
es urbanas/os ejercen un trueque de semillas, plántulas y recetas entre
sus huertas. Con eso truecan también los saberes, por ejemplo sobre las
propiedades de plantas medicinales o recetas para preparar pomadas
curativas. De mucha importancia es también el trueque de semillas nativas.
Organizaciones como las guardianes de semillas están muy activas en Bogotá
y más regiones donde promueven el trueque de semillas nativas, como en
encuentros de huerteras/os urbanas/os, en ferias agroecológicas o en eventos.
En estas ocasiones, comparten sus conocimientos sobre la reproducción de
las semillas y señalan públicamente la importancia del libre uso de las semillas
frente a las restricciones políticas. En el marco de los Tratados de Libre Comercio
con los Estados Unidos y la Unión Europea en 2012 y 2013, Colombia ha
adaptado su legislación nacional (ej. Ley 1518 de 2012, Resolución 3168 del
2015) a los lineamientos de los convenios internacionales UPOV 78 y UPOV
91 (Vélez 2014; Red de Semillas Libres de Colombia 2015), lo que restringe y
criminaliza el uso de semillas no certificadas, es decir las semillas nativas. Así,
el trabajo de las guardianes de semillas significa una forma de resistencia para
mantener la biodiversidad de semillas nativas y sus correspondientes saberes
mediante la práctica del trueque.
Mingas: La minga (al igual que el trueque) es una práctica de ayuda
mutua que viene de las comunidades indígenas andinas. Con la migración
del campo a la ciudad, este tipo de prácticas ha llegado con las personas
al espacio urbano. En las huertas comunitarias, estas prácticas renacen
nuevamente, por ejemplo, en la hora de reunir personas para crear una
nueva huerta. En el proyecto de la Aula Ambiental Agroecológica, que
se encuentra entre el espacio urbano y rural en Usme al sur de Bogotá,
las personas se reunen una vez la semana para las mingas. Se comparte
el trabajo de cultivar y también la cosecha. Las mingas, como práctica
solidaria, tienen mucha importancia para el fortalecimiento organizativo.
En el caso de la Aula Ambiental Agroecólogica, el objetivo es reunir a las/
os jóvenes de los barrios populares de Usme con los grupos juveniles de
las veredas de Usme y una forma de crear estas conexiones son las mingas
(Diagnóstico N°2).
Ollas comunitarias: En muchos casos, junto con las mingas, se preparan
ollas comunitarias. Son ollas enormes en las que se cocina, por ejemplo, un
sancocho para todas las personas que participan en la minga. La práctica
de las ollas comunitarias también tiene sus origen en lo rural y ha sido una
práctica solidaria de mucha importancia en la época de las urbanizaciones
en Bogotá en los años 1970 y 1980, cuando las/os migrantes del campo
erigían los nuevos barrios informales en las periferias de la ciudad. Se
compartía el trabajo de construcción y también el trabajo de proveer
la comida para la comunidad. Casi siempre, las mujeres se encargan de
este tipo de trabajos de cuidado – la preparación de la comida. Aunque se
podría decir que esto refuerza el papel de las mujeres como encargadas de
trabajos reproductivos, por otro lado demuestra que se toma la alimentación
como una responsabilidad colectiva y compartida por la comunidad. De
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
211
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
esta forma, los alimentos se vuelven ‘un bien común’ a que todos las/os
integrantes de la comunidad tienen acceso (Vivero-Pol et al. 2019).
Ferias agroecológicas: En Bogotá, se ha percibido en los ultimos
años un interés creciente en las ferias agroecológicas. En el espacio del
JBB y en los campus de varias universidades se organizan regularmente
ferias agroecológicas en que productoras/es locales participan. Muchos
productos son hechos de forma artesanal, con recetas tradicionales o
nuevas creaciones a base de variedades andinas (ej. mermeladas de
uchuva, galletas de quinua). Para las/os agricultoras/es urbanas/os y
productoras/es regionales significa una oportunidad de hacer visible el
trabajo agroecológico y generar ingresos.
La municipalidad de Bogotá ha abierto desde 2004 la Plaza Simón Bolívar
en el centro de Bogotá para los Mercados Campesinos. La iniciativa venía
de organizaciones campesinas de Boyacá, Tolima y Meta, que buscaban
formas más directas de comercializar sus productos en la ciudad. En su mejor
época participaban alrededor de 1.500 productoras/es campesinas/os que
vendían regularmente sus productos en 20 plazas de Bogotá (Díaz 2016).
Según Naira Bonilla (2019), los Mercados Campesinos contribuyen además
a fortalecer la posición de las/os campesinas/os como sujetos políticos y a
hacer visible su aporte para la alimentación de la ciudad. Sin embargo, por
causa de cambios en las prioridades políticas de la municipalidad, desde
el 2016 se han reducido bastante los fondos y puntos de venta para los
Mercados Campesinos.
Circuitos agroalimentarios entre el campo y la ciudad: Según el Comité
SALSA, el objetivo de los circuitos agroalimentarios es “promover el
consumo responsable y comercio justo campo-ciudad-campo” (Ponencia
N°2). En vez de que las/os campesinas/os dependan del precio que les
pagaría un intermediario por sus productos para comercializarlos en la
ciudad, se buscan formas directas y solidarias de comercialización en las que
las/os campesinas/os participen en la definición del precio y se empoderen
de la cadena de valor. En Bogotá, hay varias iniciativas que tratan de poner
en práctica la idea de circuitos solidarios entre el campo y la ciudad: por
ejemplo, la Tienda Astu Agroecológica, el Comité SALSA o la Federación
Agrosolidaria. La Agrosolidaria es una red de cooperativas campesinas
e indígenas que se creó en los años 1990 como respuesta a la continua
amenaza y violencia en el campo con el fin de defender los territorios
campesinos. Desde hace alrededor de diez años, se empezó a organizar
un sistema de canastas agroecológicas para proveer a los/as habitantes de
Bogotá con productos del campo. Cada semana se distribuyen alrededor
de 100 canastas a hogares en Bogotá que llevan, por ejemplo, diferentes
variedades de papas, verduras, fresas, yogur de uchuvas de Usme o
preparados de papayuela. El objetivo de La Agrosolidaria es contribuir a
una „justicia económica“ para las personas productoras y transformadoras,
como también a „que el consumidor reciba y se alimente a un precio
también justo“ (Entrevista N°9).
Durante mi trabajo de campo acompañé a la red Red Raíces, quien en
aquél momento estaba en proceso de construir un circuito agroalimentario
212
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
de forma solidaria, inspirado por el modelo de La Agrosolidaria. Uno de
los grupos de esta red es la Asociación Herrera, que fue fundada por las
hijas de las trabajadoras en la floricultura, quienes de niñas tenían que
padecer la ausencia de sus madres por las largas jornadas de trabajo en
los invernaderos. El propósito de esta asociación es concientizar sobre
las problemáticas alrededor de la floricultura en la región de la Sabana
y crear alternativas ecológicas y económicas con las mujeres que buscan
una salida al trabajo en la floricultura. Para este fin, organizan talleres y
seminarios para sensibilizar sobre las relaciones de género y sobre la
economía solidaria.
Estos ejemplos demuestran que la economía solidaria se manifiesta
de diferentes formas en la agroecología urbana en Bogotá. Las diversas
facetas de las economía solidaria tienen su origen en la ruralidad y son
reinterpretadas en el espacio urbano o son conectadas con puentes
solidarios entre el campo y la ciudad. También se puede observar que estas
iniciativas tienen potencialidades para fortalecer la posición económica y
política de grupos subalternos, como las/os campesinas/os.
5. PROCESOS DE EMPODERAMIENTO ESPACIAL EN LA AGROECOLOGÍA
URBANA
¿De qué forma contribuyen las iniciativas agroecológicas urbanas
a procesos de empoderamiento espacial de mujeres? Para encontrar
respuestas a esta pregunta, hay que dar primero un paso atrás para analizar
el contexto, la situación estructural en que se encuentran las mujeres en las
periferias urbanas de Bogotá. Después retomaré los cuatro hipótesis como
guías para analizar de qué manera aparecen formas de empoderamiento
espacial en este contexto y cuáles factores son favorables y desfavorables
para que este tipo de procesos puedan desencadenarse.
Desempoderamiento espacial:
El contexto de las periferias urbanas de la zona metropolitana de Bogotá
está marcado por desigualdades socioecológicas y socioeconómicas que
están conectadas con procesos a diferentes escalas (global, local, hogar
y del cuerpo). La Sabana de Bogotá está caracterizada por procesos de
„acumulación por desposesión“ (Harvey 2005). Donde antes se cultivaba
habas, trigo, maíz y papas, hoy en día se expanden los invernaderos de
flores, zonas francas y nuevas urbanizaciones, como los condominios
campestres en el norte de la Sabana (Corporación Cactus 2014). Estos
procesos de desposesión son acelerados por la firma de los Tratados de
Libre Comercio a nivel global que se manifiestan territorialmente en la
Sabana, por ejemplo, con la expansion del aeropuerto El Dorado II con
1982 hectáreas entre Madrid y Facatativá – los dos sitios principales de la
floricultura (Guarín et al. 2019). La expansión territorial de la floricultura
causa conflictos socioecológicos, ya que el modo de producción en
monocultura requiere altas cantidades de agua y de insumos agroquímicos,
lo que contamina los suelos y afecta el acceso al agua para la población
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
213
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
en los municipios sabaneros. Una muestra de eso es el facto de que 80 de
las 86 fuentes hídricas en el municipio de Madrid son destinadas para la
floricultura (Ponencia N°3). También tiene efectos en los cuerpos de las/
os trabajadoras/os: Por el constante contacto con los pesticidas y el ritmo
laboral monótono en la floricultura, muchas/os padecen de enfermedades
respiratorias, cáncer de pulmón o dolores dorsales. Además, se nota una
creciente desregulación y precarización de las condiciones laborales, lo
que se manifiesta en un aumento de trabajadoras/es contratadas/os de
forma flexible y horas extra no renumeradas. Sobre todo antes de los días
de San Valentín o el día de las Madres, la/os trabajadoras/es tienen que
trabajar hasta 20 y 22 horas (González 2014: 44). En la floricultura, alrededor
del 66 por ciento del equipo laboral son mujeres. Un gran porcentaje de
ellas son madres cabeza de hogar, desplazadas o mujeres que migraban
del campo a la ciudad y no tienen una formación escolar suficiente para
trabajar en otras áreas, lo que las hace ser muy dependientes de este
ingreso. Para ellas significa un desafío enorme conciliar el trabajo en la
floricultura con la crianza de las/os hijas/os. Por las jornadas exhaustivas
de trabajo, su círculo de movimiento se reduce a los caminos cotidianos
entre los invernaderos y el hogar, los trabajos productivos y del cuidado.
En las periferias urbanas de Bogotá y en los municipios de la Sabana se
notan las huellas de la historia del conflicto armado de Colombia: Por la
llegada de la influencia de los grupos armados en las periferias urbanas,
como el paramilitarismo en los barrios informales en el sur de Bogotá
desde los años 1990 (Berneth Peña 2014), las/os habitantes tienen que
vivir con amenazas continuas, lo que se agrava por la falta de perspectivas
económicas para las/os jóvenes. Además, muchas mujeres son afectadas
por formas de violencia en el hogar. Una mujer activa en la Casa de
Igualdad en Kennedy relata de casos de feminicidios, violaciones y de
un caso en que un hombre arrojó ácido en el rostro de la esposa para
impedirle salir de la casa (Entrevista N°11). Por lo tanto, se puede deducir
que la violencia de género contribuye a limitar los radíos de movimiento
de las mujeres y a refortalecer la posición sumisa en la división sexual del
trabajo: como encargadas de trabajos reproductivos en la casa.
Sumando todo, desde una perspectiva interseccional (Winker & Degele
2011), se puede concluir que las mujeres en las periferias urbanas y la
Sabana viven desigualdades por causa de factores de género (violencia
en casa), clase (condiciones laborales en la floricultura) y por su origen
rural o estado de desplazamiento (discriminación en el mercado laboral).
Estos factores están conectados, se potencian mutuamente y pueden
llevar a sensaciones de depedencia e impotencia para las mujeres. En
muchos casos, su espacio de actuación está reducido a la esfera privada
y a cumplir su rol como encargadas de trabajos del cuidado. Por lo tanto,
defino el desempoderamiento espacial como la falta de autonomía de las
mujeres para decidir sobre sus movimientos y tiempos en la cotidianidad
por el cercamiento a roles y espacios socialmente concebidos.
214
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
Empoderamiento espacial:
El empoderamiento espacial es la expansión del poder de actuación
y representación a nuevos roles y espacios de los cuales las mujeres han
sido excluidas anteriormente. Se trata de un proceso colectivo de superar
barreras socioespaciales para apoderarse de nuevos espacios, en un
sentido tanto material como simbólico, lo que resulta en un aumento de
visibilidad y voz en el espacio público (Hoinle 2020: 383). En este apartado
retomaré las cuatro hipótesis anteriormente introducidas para analizar de
qué forma puede contribuir la organización en la agroecología urbana a
procesos de empoderamiento espacial.
a. A través de la apropiación de huertas agroecológicas como
lugares materiales en el espacio público, las mujeres logran visibilidad
y reconocimiento por una actividad rural.
Durante mi trabajo de campo, varias mujeres comentaron que son
objetos de prejuicios por cultivar la tierra en la ciudad, ya que en sus familias
es visto como una práctica atrasada y desfasada del campo (Entrevista N°4).
Esto refleja imaginarios neocoloniales sobre la ciudad moderna vista como
separada de la naturaleza y de lo rural. Como relata una agricultora urbana
de Bosa, ella tenía que discutir y enfrentarse con su esposo para poder
utilizar un espacio en la casa para la siembra (Entrevista N°12). También
a nivel de los barrios, se percibe este tipo de apropiaciones espaciales.
En Bogotá hay muchos casos en que la gente se organiza en mingas para
convertir un espacio baldío en una huerta comunitaria. El trabajo conjunto
en la minga es una forma de apropiarse de un espacio de forma directa, con
las manos: sacar desechos, remover la tierra, integrar compost y sembrar
nuevas plántulas. Una vez limpiado el terreno, resulta necesario entrar en
negociaciones con la alcaldía local para asegurar el espacio para el cultivo
de alimentos. Varias iniciativas tienen dificultades para poder permanecer
en su huerta ya que a veces solo reciben un permiso temporal para el
terreno y se encuentran en constante riesgo de perder el terreno por otros
intereses, como la comercialización del espacio urbano una vez que está
embellecido (Entrevista N°1).
En el espacio periurbano, al borde de la ciudad, hay varios conflictos
de intereses por el uso de espacio, por ejemplo para megaproyectos de
urbanización. Para las iniciativas agroecológicas es una lucha continua por
defender sus tierras para el cultivo de alimentos. Un ejemplo es el grupo de
mujeres de las Sembradoras de Identidad en Usme: Ellas están activas en
la preservación de semillas y recetas nativas usmeñas y venden productos
agroecológicos. Además, se comprometen en la Mesa del Borde Urbano
Rural para participar en las negociaciones sobre la definición de la frontera
hasta la cual se permiten las urbanizaciones (Ponencia N°4). Para ellas
son claves estrategias de visibilidad para demostrar que sus territorios no
quedan baldíos sino que están en plena producción agroecológica, como
lo resalta una campesina usmeña:
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
215
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
„Muchas de las cosas que la gente hizo desde un escritorio, fue
dibujar ahí una línea y decir ‚aquí no se cultiva‘ porque esos son los
argumentos que nos dan: Que estas tierras que supuestamente van
a urbanizar no son productivas (..). Nosotros lo que hacemos en estas
discusiones es eso, enfatizar ‚Cómo Usted va a decir que no hay un
cultivo de papa, un cultivo de arveja, el señor es campesino, el sí
vive de eso (..)‘, ¡Lo que nosotros hacemos es no dejar de producir!“
(Entrevisa N°3)
La cita demuestra que es esencial visibilizar la producción agroecológica
como estrategia material para defender los territorios campesinos.
En este contexto, es importante contar con redes, como los circuitos
agroalimentarios, para conectarse con personas solidarias en la ciudad y
hacer más públicas las demandas de los grupos agroecológicos desde
la periferia. Para este fin, varios grupos agroecológicos usan estrategias
de apropiación temporal de espacios públicos, lo que se puede anotar
también como forma de empoderamiento espacial. Por ejemplo, en el mes
de febrero, la Red de Mujeres Populares de la Sabana celebra en vez de
San Valentín, el Día de las y los Trabajadores de Flores. Toman la plazoleta
Alfonso Lopez de Madrid con música, mesas de información y afiches para
concientizar públicamente sobre la situación de las mujeres en la floricultura
y reivindicar sus derechos laborales.
El empoderamiento espacial está relacionado con la identificación
territorial. Sobre todo en el caso de personas desplazadas que han perdido
su territorio en el campo, la agroecología urbana puede contribuir a crear
un sentimiento de pertenencia con el nuevo lugar:
„Al trabajar la tierra y cuidarla es sentirla como propia, la gente
comienza a preocuparse de cómo cuidarla. La gente se identifica y
se compromete con el lugar donde vive – cómo mejorar las cosas
dentro del territorio.“ (Entrevisa N°1)
La cita demuestra que la apropiación del territorio puede ser el punto de
partida para procesos de organización comunitaria de personas excluidas
y para luchas por el mejoramiento de las condiciones de vida en su nuevo
territorio. Con todo, se puede concluir que la apropiación de espacios
materiales en la ciudad (ej. las huertas comunitarias) y la defensa de los
territorios periurbanos para la produccion agroecológica, son componentes
esenciales del empoderamiento espacial. Para alcanzar estos logros, son
importantes formas de trabajos colaborativos como las mingas (poder con)
y la visibilización de las demandas de grupos agroecológicos desde la
periferia en el espacio público (poder para).
b. Mediante el activismo agroecológico, las mujeres llegan a tener
una voz en los medios de comunicación; se apropian del poder
de representar sus perspectivas y saberes en el espacio público
discursivo.
216
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
El empoderamiento espacial se demuestra en la participación de
mujeres en el espacio mediático. Sobre todo en el caso de mujeres de las
periferias urbanas, que no tenían acceso a una formación universitaria y a
una participación activa en los medios de comunicación, significa un gran
paso tomar voz y visibilidad en el espacio público discursivo. Por ejemplo,
una agricultora urbana del barrio La Perseverancia en Bogotá cuenta de sí
misma:
Yo me he transformado mucho, soy otra persona. Antes yo estaba
muy penosa de hablar en público. Ahora soy más abierta. Ahora ya
empiezan a reconocerme como investigadora en agricultura urbana
y me invitan a universidades.“ (Entrevista N°2)
Hoy en día, esta mujer ofrece talleres sobre agricultura urbana y la invitan
a ponencias en universidades – un lugar que antes le parecía impensable
para entrar.
Es de anotar que varios proyectos agroecológicos, sobre todo en el
centro de Bogotá, reciben bastante atención mediática, también por los
grandes medios de comunicación. Por otra parte, proyectos agroecológicos
en las periferias tienen menos posibilidades de recibir esta visibilidad. Estos
son más activos en los medios alternativos o redes sociales. Por ejemplo, la
Red Raíces participa en el programa de radio Voces de la Sabana, en el
que relatan sobre las problemáticas socioecológicas de la región y sobre
los esfuerzos de crear alternativas agroecológicas. Las jóvenes del grupo
Herrera han empoderado a las mujeres ex-trabajadoras de la floricultura
para que escriban en las revistas Muisca y La Sureña. Para las mujeres que
no estaban acostumbradas a la escritura ha sido un logro el de apropiarse
de un nuevo medio para relatar públicamente sus experiencias. Aunque
a partir de estas observaciones se podría decir que el poder de auto-
representación está distribuida de forma desigual dentro del movimiento
agroecológico en Bogotá, no obstante son conquistas logradas de forma
conjunta (poder con) de apoderarse de nuevos espacios por parte de
grupos excluidos para hacer visible sus perspectivas y demandas (poder
para) con su propia voz.
Para que se puedan desencadenar procesos de empoderamiento
espacial es esencial que las mujeres tomen antes conciencia sobre sus
propias capacidades y saberes. Resultó que son sobre todo los espacios en
la agroecología urbana donde se crea un diálogo de saberes de distintos
origenes – entre el campo y la ciudad, los saberes populares y la ciencia, y
entre diferentes generaciones. Por ejemplo, en las mingas y encuentros de
la Red Raíces, las mujeres nacidas del campo comparten sus conocimientos
de la práctica campesina con las/os jóvenes que les colaboran con la
visibilización en las redes sociales. Con el tema de las semillas se hizo más
evidente cómo la concientización sobre los saberes locales puede contribuir
a procesos de empoderamiento espacial. Una mujer activa en la red de
guardianes de semillas quien es originalmente de un pueblo campesino
en el Cauca, en el sur de Colombia, aprendió de la práctica de sus padres
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
217
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
sobre el uso de semillas nativas (Entrevista N°4). Hoy en día, ella es invitada a
varios encuentros de agroecología en Bogotá (ej. el Carnaval de Maíz) para
compartir sus conocimientos. También las mujeres del grupo de la Herrera
llegaron a trabajar como promotoras agroecológicas y ofrecieron cursos,
entre otros, para profesoras/es de la Universidad Javeriana (Entrevista N°7).
Estos ejemplos demuestran que através de la agroecología las mujeres
de origen rural y de las periferias urbanas se apropian de nuevos roles
(como educadoras) y de nuevos lugares (ej. universidades) para transmitir
sus saberes. Estos procesos tienen una conotación decolonial, ya que
se visibilizan los conocimientos de origen rural y campesino que por lo
general no se valoran en la academia marcada por la colonialidad del
saber (Lander 2000). Se podría denominar estos procesos también como
„empoderamiento epistémico“ (Hoinle 2020: 390), ya que se trata de
transformaciones en las relaciones de poder epistémicas establecidas
desde el colonialismo. De esta forma, son pasos importantes hacia que
grupos históricamente excluidos tomen su “lugar de fala” (Ribeiro 2019). Un
requerimiento importante para lograr el empoderamiento espacial en este
sentido es la concientización sobre los propios saberes (poder del interior).
c. El empoderamiento espacial se manifiesta en la creación de
esferas intermedias entre la producción y el cuidado; el espacio
público y el privado. Sobre todo, para las mujeres significa superar
barreras socialmente concebidas.
Muchas mujeres empiezan con la agroecología urbana por razones muy
prácticas, como para proveer la familia con comida fresca. Al compartir
estos trabajos en la huerta, se pueden generar espacios de diálogo y de
apoyo mutuo, como indica la observación de una capacitadora del JBB:
“Por el estar en la huerta y el compartir con otras mujeres, ya
se genera un diálogo, no solamente alrededor de la huerta, sino
alrededor de sus vidas, de cómo mejorar sus vidas, su vida familiar,
su vida de pareja. Entonces hay mujeres que están ahí por el tema de
la salud, pero también por distracción, por hacer otras cosas, por no
quedarse en la casa, por generar, por articularse con otros grupos de
mujeres que les ayudan a salir adelante y no quedarse solo en la casa
cocinando, esperando al esposo. Y eso les ha fortalecido mucho.
(Entrevista N°6)
Como demuestra esta cita, la agroecología urbana tiene el “potencial
transformador” (Young 1993) de politizar las necesidades básicas. Las
mujeres vienen para resolver necesidades que se deducen de su rol como
encargadas de trabajos de cuidado pero encuentran en las huertas un
espacio seguro para el intercambio de sus experiencias, donde pueden
llegar a concientizarse sobre su situación y se motivan a buscar cambios
en sus vidas y en los roles de género en la casa. De este modo, las huertas
pueden conformar lugares transformativos para procesos emancipatorios
218
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
que cuestionan y cambian relaciones de poder. El caso demuestra también
que la organización en la agroecología urbana contribuye a que las mujeres
tengan motivos para salir de la casa y aumentar su movilidad. Sobre todo
las mujeres activas en redes agroecológicas salen de sus barrios y van a
encuentros en otras partes de la ciudad, lo que significa una apropiación
espacial importante para mujeres que viven en las periferias urbanas.
En los casos de los circuitos agroalimentarios se pudo observar que las
prácticas de la economía solidaria aportan a procesos de empoderamiento,
tanto económico como espacial. La organización en autogestión – como
principio básico de la economía solidaria – contribuye a aumentar la
autonomía de las mujeres para decidir sobre sus espacios y tiempos de
trabajo, ya que ellas toman las decisiones sobre las condiciones laborales
de forma colectiva. Sobre todo para las mujeres que trabajaban antes en un
ritmo laboral monótono en la floricultura, significa un cambio: „Ahora tengo
mi espacio y defino mi tiempo“ (Entrevista N°8). Para las mujeres se abren
más espacios de actuación que les permite vincular el trabajo productivo
con el trabajo del ciudado:
„La ventaja para mí fue que con la agricultura urbana podía
estar siempre con mi hijo. Fue una posibilidad de criar a mi hijo y
sostenerme.“ (Entrevista N°10)
De esta forma, pueden generarse espacios intermedios entre lo
productivo y lo reproductivo, que facilitan la organización cotidiana para
las mujeres. Sin embargo, los cambios no deberían resultar en una doble
o triple jornada de trabajo. Para que realmente se puedan desencadenar
procesos emancipatorios, es clave acompañar los proyectos agroecológicos
con procesos de formación y concientización sobre las relaciones de
género, lo que es parte del trabajo de la asociación Herrera. Para una mujer
asociaciada significó un logro enorme cuando no tuvo que preguntar más
a su esposo para salir de la casa para ir a un encuentro:
Ahora digo ‘Me voy’. Ya no pido más permiso. Una vez hizo la mayor
pataleta cuando quería ir. Ahí le respondí: ‘Es que no le estoy pidiendo
permiso, solo estoy comunicando que me voy.’” (Entrevista N°7)
En esta cita ya se nota un proceso de cambio en la auto-percepción de
las mujeres sobre su rol como encargadas de la esfera privada al tomarse
la autonomía de salir a la esfera pública. También las ferias agroecológicas
contribuyen a un cambio en los roles de las mujeres. Por ejemplo, la Red
de Mujeres Productoras de Fontíbon organiza frecuentemente ferias en una
plaza de la localidad. En estas ocasiones, las mujeres se presentan con sus
propios productos en el espacio público. Este ejemplo demuestra que un
trabajo del cuidado (elaboración de alimentos) recibe más reconocimiento
cuando es visibilizado en el espacio público. Las mujeres se apropian
de nuevos roles (como productoras) en dicho espacio, lo que se puede
constatar como una manifestación del empoderamiento espacial.
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
219
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
d. El empoderamiento espacial incluye la pregunta de quién define
y demarca los territorios. Por medio de mapeos y denominaciones de
sus espacios de actuación, los actores se apropian de estos lugares.
Una faceta del empoderamiento espacial es la apropiación del territorio
por medio de mapeos o denominaciones de espacios. Esto se refleja en
los nombres que las/os agriculturas/es urbanas/os les dan a sus huertas.
Por ejemplo, la iniciativa Techotiba de la localidad de Kennedy, se tituló
con este nombre para hacer referencia al nombre que tenía la localidad
antes de la visita del anterior presidente de los Estados Unidos en los años
60. El nombre Kennedy quedó desde entonces reflejado en los mapas
oficiales de Bogotá. En el lenguaje del grupo étnico Chibcha, Techotiba
significa ‚guardian de aguas‘, lo que alude al paisaje de humedales que
marcaba el espacio antiguamente. Para la iniciativa, utilizar el anterior
nombre es una forma de „reivindicación territorial“ (Entrevista N°5), de
visibilizar el pasado indígena y ambiental del espacio y de hacer resistencia
a las producciones neocoloniales del espacio urbano. Otro ejemplo es
la asociación Herrera. Su nombre alude al grupo étnico que vivía en la
Sabana antes de las/os Muisca y que empezó a asentarse por medio de la
agricultura. Con esta nominación para su proyecto agroecológico, el grupo
Herrera quiere reivindicar el tránsito a la agricultura y hacer visible la historia
de la Sabana de Bogotá como región de producción agrícola (Ponencia
N°3). Así, el nombre es una forma de resistencia frente a los procesos de
desposesión por parte de la floricultura y otros megaproyectos. El grupo
ve en la agroecología una forma de re-apropiarse del territorio por medio
de huertas comunitarias y de re-apropiarse también de sus cuerpos. Dado
que trabajan en gran medida con mujeres que venían de un modo de
producción neocolonial en la floricultura, destacan que la apropiación
territorial tiene que ir de la mano con la re-apropiación de la autonomía de
los cuerpos: es decir, que las mujeres puedan decidir cómo trabajar con
sus cuerpos de una forma saludable. Por lo tanto, el nombre Herrera indica,
por un lado, una resistencia decolonial para apoderarse de los medios de
reproducción (territorio, comida) y organizarlos como un buen común y, por
otro lado, significa un empoderamiento de las mujeres al concientizarse y
ganar la autonomía sobre sus cuerpos mediante formas cooperativas de
trabajo. Este tipo de activismos puede ser interpretado como una forma de
feminismos territoriales (Ulloa 2016), en este caso en un contexto urbano.
Los mapeos colectivos desarrollados durante el trabajo de campo son
también una forma de visibilizar y reflexionar sobre conflictos territoriales y
alternativas agroecológicas. Con la Red Raíces realicé cinco talleres sobre
economía solidaria con la aplicación de esta metodología (Íconoclasistas
2013). Los mapas elaborados durante procesos colectivos se convierten
en plataformas de intercambio de saberes locales, por ejemplo sobre los
conflictos socioecológicos en la región: „¿Por qué hay tantos proyectos de
minería en los páramos?“ (Taller N°1). Además, los mapeos contribuyeron
a visibilizar los activismos agroecológicos ya existientes en la región
de la Sabana. De esta manera se podía conectar los grupos que tenían
220
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
necesidades con los que contaban con estas capacidades (ej. reservorio
de semillas nativas). Se utilizaron los mapeos para visibilizar los puntos de
producción agroecológica y los caminos posibles de comercialización,
para fortalecer la creación de un circuito agroalimentario de la Red Raíces.
Los mapeos sirvieron además como herramienta para reflexionar sobre el
proceso de la auto-organización comunitaria de la red. Las/os participantes
discutieron sobre cómo integrar mejor grupos que quedaban aislados y
también se crearon grupos de trabajo para fortalecer su organización como
red. De esta forma, la metodología en sí se convirtió en una „herramienta
para el empoderamiento“ (Herlihy & Knapp 2003: 306).
Factores favorables y amenazas para el empoderamiento espacial:
El empoderamiento espacial no es un mecanismo automático. En el análisis
de los resultados extrajé factores que favorecen procesos emancipatorios
de apropiación espacial y factores que pueden obstaculizarlos:
La tabla demuestra que las prácticas de la economía solidaria en
la agroecología conforman un factor clave para activar procesos de
empoderamiento espacial. Por un lado, la forma de organizar los
medios de reproducción como bienes comunes, y de tomar decisiones
colectivamente contribuye a que se abran espacios de autonomía para las
mujeres. Ellas se apropian de nuevos espacios y roles (ej. productoras), lo
que promueve transformaciones en las relaciones de género. Por otro lado,
en este estudio se evidenciaron varios factores que amenazan los procesos
emancipatorios, por ejemplo, cuando los bienes comunes apropiados (ej.
huertas comunitarias) corren un riesgo continuo de evicción por intereses
inmobiliarios. Para defender los territorios para la producción agroecológica
de alimentos son claves estrategias de visibilidad, apropiaciones del
Factores favorables Amenazas
Fortalecimiento organizativo, activi-
dades para la cohesión grupal (ej.
mingas)
Conflictos internos sin espacios de
reflexión
Procesos colectivos de formación y
concientización
Dependencia de instituciones o ac-
tores externos (asistencialismo)
Bienes comunes: espacios y medios
de producción autogestionados (ej.
huertas, semillas,..)
Procesos de desposesión (ej. del
acceso a tierras urbanas y periurba-
nas)
Estrategias para la visibilidad
Creación de redes solidarias a di-
versas escalas
Tabla 1: Factores favorables y amenazas para el empoderamiento
espacial
Fuente: Elaboración propia.
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
221
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
espacio público para colocar demandas colectivas y redes solidarias como
los circuitos agroalimentarios entre el campo y la ciudad.
6. CONCLUSIÓN
El empoderamiento espacial es la apropiación de nuevos roles
y espacios de los cuales las mujeres han sido excluidas por razones
estructurales e históricas (factores de clase, género, origen rural). Como
se pudo mostrar con las iniciativas de Bogotá, la agroecología brinda
potenciales para activar dichos procesos. Por medio de la participación en
ferias agroecológicas, las mujeres alcanzan visibilidad y reconocimiento
por su trabajo en el espacio público. En los espacios de diálogo de saberes
en las huertas, transmiten sus conocimientos y se apropian de nuevos
roles como productoras y educadoras. De esta forma, superan barreras
socialmente concebidas entre las esferas privadas y públicas y también
entre lo reproductivo y lo productivo, lo que genera transformaciones
en las relaciones de poder de género. Se evidenció que los procesos de
visibilización y denominación de lugares por medio de mapeos colectivos
son una forma de fomentar los procesos de identificación territorial y puede
incluir también re-apropiaciaciones decoloniales del espacio urbano, lo
que demostró el ejemplo de Techotiba. Para hacer los resultados accesibles
para la práctica de grupos agroecológicos, destaqué los factores que
favorecen y frenan procesos de empoderamiento espacial. Por ejemplo,
para que se pueden generar procesos emancipatorios en la agroecología,
es clave acompañar los proyectos con espacios de formación y reflexión
sobre el proceso grupal y sobre las relaciones de género. En el caso de las
mujeres ex-trabajadoras de la floricultura, se demostró que las prácticas de
la economía solidaria y la autogestión de los bienes comunes es un factor
muy favorable para desencadenar procesos de empoderamiento espacial.
La forma cooperativa de trabajo abre posibilidades a que las mujeres antes
acostumbradas a condiciones laborales de explotación en la floricultura
decidan ahora colectivamente sobre sus sus espacios y tiempos laborales
y también sobre formas de trabajo saludables con el medio ambiente y
sus propios cuerpos. Este caso demostró además que los procesos de re-
apropiación de los territorios, mediante proyectos agroecológicos, tienen
que incluir formas de re-apropiación de la autonomía sobre sus cuerpos
para las mujeres, sobre todo en contextos marcados por la explotación
laboral y la violencia de género.
Este estudio se limitó al contexto de la agroecología urbana en
Bogotá y la Sabana. Sería necesario realizar más estudios para aplicar el
concepto del empoderamiento espacial a otros casos, por ejemplo en
contextos rurales afectados por el extractivismo de recursos naturales o en
el trabajo con otros grupos excluidos (ej. imigrantes ilegales en el norte
global). Eso contribuiría a seguir desarrollando la teoría a base de más
experiencias empíricas. Además, valdría la pena profundizar la idea de un
empoderamiento epistémico en contextos marcados por la colonialidad
del saber. Un estudio pionero en que se vincula el concepto del diálogo de
saberes con la teoría del empoderamiento es el trabajo de Chávez Plazas
222
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
et al. (2020) con mujeres rurales de Cundinamarca (Colombia) en que ellas
hacen visibles sus saberes locales sobre la agrobiodiversidad y el uso de
plantas aromáticas.
En el contexto de Colombia, que se encuentra frente a los desafíos de
un complejo proceso de paz después de más que 50 años de guerra civil,
la agroecología urbana abre potencialidades para crear nuevos espacios
de convivencia. Las huertas comunitarias pueden convertirse en lugares de
encuentro para grupos de diferentes contextos, etnias y generaciones, en
que se valoran los saberes que las personas han llevado consigo del campo
a la ciudad. De esta forma, en los barrios de las periferias urbanas pueden
abrirse „territorios de paz entre el campo y la ciudad“ (Hoinle et al. 2019). La
alimentación juega un papel fundamental en este contexto, ya que conecta
las personas por medio de prácticas colectivas y el intercambio de saberes,
como lo demuestran las ollas comunitarias. Por lo tanto, la agroecología
urbana abre caminos hacia un empoderamiento de personas históricamente
excluidas en las periferias urbanas de las ciudades latinoamericanas.
7. FUENTES EMPÍRICAS (REFERENCIADAS EN EL TEXTO)
Entrevista N°1, 08/07/2014, en Bogotá (Kennedy), ONG Yanapaqui.
Entrevista N°2, 21/01/2015, en Bogotá (Santa Fé), Huerta Santaelena.
Entrevista N°3, 22/01/2015, en Bogotá (Usme), agricultora, vereda
Chiguaza.
Entrevista N°4, 16/02/2015, en Bogotá (Engativá), Guardian de Semillas.
Entrevista N°5, 23/04/2015, en Bogotá (Kennedy), grupo Techotiba.
Entrevista N°6, 27/04/2015, en Bogotá (Engativá), Jardín Botánico de
Bogotá.
Entrevista N°7, 20/05/2015, en Madrid (vereda Los Árboles), Asociación
Asoquimad.
Entrevista N°8, 24/06/2015, en Madrid, Asociación Herrera.
Entrevista N°9, 30/06/2015, en Bogotá (Puente Aranda), Federación
Agrosolidaria.
Entrevista N°10, 04/07/2015, en Madrid (vereda Los Árboles), Asociación
Herrera.
Entrevista N°11, 19/02/2016, en Bogotá (Kennedy), Casa de Igualdad de
Kennedy.
Entrevista N°12, 15/03/2016, en Bogotá (Bosa), Casa de Igualdad de
Bosa.
Taller N°1, 25/04/2015, en Zipaquirá, con grupos del nodo Norte de la
Red Raíces.
Diagnóstico Participativo, N°1, 09/03/2015, en Madrid, Asociación
Asoquimad.
Diagnóstico Participativo N°2, 07/05/2015, en Bogotá, grupo Aula
Ambiental Agroecológica.
Ponencia N°1, 21/04/2016, Universidad Externado, iniciadora del
Mercado de los Pueblos en III Jornada GeoRaizAL sobre ‚Circuitos
Agroalimentarios – construyendo Puentes Solidarios entre Campo y Ciudad‘.
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
223
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
Ponencia N°2, 21/04/2016, Universidad Externado, integrantes del
Comité SALSA, en III Jornada GeoRaizAL.
Ponencia N°3, 07/05/2016, Universidad Externado, Asociación Herrera,
IV Jornada GeoRaizAL sobre ‚Economías Feministas en Propuestas
Agroecológicas‘.
Ponencia N°4, 12/05/2016, Universidad Externado, grupo Sembradoras
de Identidad, V. Jornada GeoRaizAL: ‚Debate final: Territorios de Paz entre
Campo y Ciudad – Potencialidades y Desafíos‘.
8. BIBLIOGRAFÍA
Arendt, H. (1970). Macht und Gewalt. München: Pieper.
Autor*innenkollektiv Geographie und Geschlecht (2021). Handbuch
Feministische Geographien. Arbeitsweisen und Konzepte. Opladen:
Barbara Budrich.
Batliwala, S. (2014). Engaging with Empowerment: An Intellectual and
Experiential Journey. London: Women Unlimited.
Berneth Peña, L. (2014). Acciones colectivas contenciosas, proceso político y
seguridad urbana. Construyendo geografías de la esperanza. Territorios,
31: 57-83.
Berth, J. (2019). Empoderamento. São Paulo: Sueli Carneiro/Pólen.
Bonilla, N. (2019). Soberanía alimentaria, identidad y autonomía territorial
campesina: Propuestas para reconfiguracines rurales-urbanas en
Colombia. In B. Hoinle, F.B. Rodríguez, C. Leal & M. Pérez (Eds.).
Construyendo territorios de paz entre el campo y la ciudad. Agroecologías
urbanas y circuitos agroalimentarios para la paz. Bogotá: Editorial
Universidad Externado, pp. 123-142.
Castro-Gómez, S. (2007). Decolonizar la universidad. La hybris del punto
cero y el diálogo de saberes. In S. Castro-Gómez & R. Grosfoguel (Eds.).
El giro decolonial: Reflexiones para una diversidad epistémica más allá
del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, pp. 79-92.
Chávez Plazas, Y.A.; Camacho Kurmen, J. E.; Ramírez Mahecha, M.L. (2020).
Diálogo de saberes como dispositivo de empoderamiento en mujeres
rurales. Una experiencia de cultivo, producción y comercialización de
plantas arómticas. Tabula Rasa, No. 37: 303-321.
Corporación Cactus (2014). Más Cemento, Menos Alimento. II Informe sobre
el derecho a la alimentación en la Sabana. Bogotá: Corporación Cactus.
Crampton, J. & Krygier, J. (2006). An Introduction to Critical Cartography.
ACME: An International E-Journal for Critical Geographies, 4(1): 11-33.
Díaz, I. (2016). Bauernmärkte bringen frische Lebensmittel in Kolumbiens
Hauptstadt. In Inkota, Misereor, Oxfam, Fian, Brot für die Welt, Rosa-
Luxemburg-Stiftung, & Forum Umwelt und Entwicklung (Eds.). Besser
anders - anders besser. Mit Agrarökologie die Ernährungswende
gestalten. Aachen/ Berlin: Misereor/ Oxfam/ Inkota, pp. 22-23.
224
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
Fals-Borda, O. (2000). Acción y espacio. Autonomías en la nueva Républica.
Bogotá: Tercer Mundo.
Fals-Borda, O. & Rahman, A. (1992). La situación actual y las perspectivas
de la IAP en el mundo. In: Salazar, M.C. (Ed.). La investigación-acción
participativa: inicios y desarrollos. Madrid: Editorial Popular, pp. 205-230.
Federici, S. (2004). Caliban and the Witch: Women, the Body and Primitive
Accumulation. New York: Autonomedia.
Federici, S. (2011). Feminism and the Politics of the Commons. Online:
http://www.sduk.us/silvia_george_david/federici_feminism_politics_
commons.pdf (acceso: 30/12/2020).
Fritz, T. (2018). Fünf Jahre EU-Freihandelsabkommen mit Kolumbien und
Peru. Europäische Werte auf dem Prüfstand. Berlin: FDCL-Verlag.
González, E. (2014). Las mujeres en la industria colombiana de las flores.
Madrid (Cundinamarca): Asociación Paz con Dignidad.
Guarín, S.; Hoinle, B. & Veloza, P. (2019). Aeropuerto El Dorado II. Procesos
neoimperiales y resistencias decoloniales. Universidad Nacional de
Colombia, Seminario Internacional ‚Procesos Urbanos Informales‘,
ponencia el 04/09/2019.
Harvey, D. (2005). The New Imperialism. New York/ Oxford: Oxford University
Press.
Herlihy, P. & Knapp, G. (2003). Maps of, by and for the People of Latin
America. Human Organization, 62(4): 303-314.
Hoinle, B., Rothfuß, R. & Gotto, D. (2013). Empoderamiento espacial
de mujeres marginalizadas a través de la Economía Solidaria.
Revista Cuadernos de Desarrollo Rural/ International Journal of Rural
Development, 10(71): 117-139.
Hoinle B., Rodríguez, F.B., Leal, C. & M. Pérez (2019). Construyendo territorios
de paz entre el campo y la ciudad. Agroecologías urbanas y circuitos
agroalimentarios para la paz. Bogotá: Editorial Universidad Externado.
Hoinle, B. (2020). Räume für Empowerment. Urbane und solidarische
Landwirtschaft in Bogotá. München: Oekom.
Íconoclasistas (2013). Manual del mapeo colectivo: recursos cartográficos
críticos para procesos territoriales de creación colaborativa. Buenos
Aires: Tinta Limón.
Lander, E. (2000). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias
sociales. Perspectivas latinoamericanas. Clacso: Buenos Aires.
Lefebvre, H. (1974). La production de l‘espace. Paris: Gallimard.
León-Sicard, T., Sánchez de Prager, M., Rojas, L., Ortiz, J. C. & Bermúdez, J. A.
(2015). Hacia una historia de la agroecología en Colombia. Agroecología,
10(2): 39-53.
Procesos de empoderamiento espacial de mujeres en la agroecología urbana en Bogotá
225
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5207
Martínez Torres, M. E. & Rosset, P. (2014). Diálogo de saberes in La Vía
Campesina: food sovereignty and agroecology. Journal of Peasant
Studies, 41(6): 979-997.
Nouzeilles, G. (2002). La naturaleza en disputa. Rétoricas del cuerpo y el
paisaje en América latina. Buenos Aires/ Barcelona: Paidós.
Ojeda, D. (2011). Género, naturaleza y política: Los estudios sobre género y
medio ambiente. HALAC. Belo Horizonte, 1(1): 55-73.
Polanyi, K. (1971). The Great Transformation. The political and economic
origins of our time. Boston: Beacon.
Quiroga Díaz, N. & Gago, V. (2014). Los comunes en lo Femenino. Cuerpo
y poder ante la expropiación de las economías para la vida. Economía y
Sociedad, 19(45): 1-18.
Red de Semillas Libres de Colombia (2015). La resolución 3168 del ICA de
2015 sobre semillas reemplaza la resolución 970. http://www.semillas.
org.co/es/la-resoluci (acceso: 31/12/2020).
Ribeiro, D. (2017). O que é lugar de fala?. Belo Horizonte: Letramento
Rowlands, J. (1997). Questioning empowerment. Working with women in
Honduras. Oxford: Oxfam.
Sen, G. & Grown, K. (1987). Development, crisis and alternative visions: Third
World Women’s Perspectives. New York: Monthly Review Press.
Ulloa, A. (2016a). Feminismos territoriales en América Latina: defensa a la
vida frente a los extractivismos. Nómadas, N°45: 123-139.
Vélez, G. (2014). Las leyes de semillas en Colombia contra la soberanía y
autonomía alimentaria de las comunidades rurales. in: Toro Pérez, C.;
Bravo, E.; Vélez, G. (Eds.). La Ecología Política de la Bioseguridad en
América Latina, Bogotá: Editorial Universidad Nacional de Colombia,
pp. 153-171.
Vivero-Pol, J.L.; Ferrando, T.; De Schutter, O. & U. Mattei (2019). Routledge
Handbook of Food as a Commons. New York: Routledge.
Winker, G. & Degele, N. (2011). Intersectionality as multi-level analisis:
Dealing with social inequality. European Journal of Women’s Studies,
18(1): 51-66.
Young, K. (1993). Planning development with women. Making a world of
difference. London: MacMillian.
CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORES
Todos los pasos de la investigación y elaboración del artículo fueron
realizados por Birgit Hoinle.
FINANCIACIÓN Y AGRADECIMIENTOS
El artículo no ha recibido ningun tipo de financiación externa. La estadía
de trabajo de campo en Colombia fue promovido por una beca para
estudiantes de doctorado por parte de la fundación Heinrich-Böll.
226
Birgit Hoinle
RIESISE, 5 (2022) pp. 203-226 ISSN: 2659-5311
Quiero agradecerles a los editores de este volumen por la invitación
y a las/os evaluadoras/es por su valioso feedback. Además, agradezco a
Rocío Rueda y Margarita Ocampo por su apoyo en la revisión del estilo
y lenguaje del artículo. Mi agradecimiento es también para la Red de
Geografías Críticas de Raíz Latinoamericana (GeoRaizAL) y el programa de
geografía de la Universidad Externado por la cooperación y el intercambio
que ha sido muy enriquecedor para mi investigación. Especialmente quiero
agradecer a las iniciativas agroecológicas en Bogotá y a las personas que
se tomaron el tiempo de compartir sus experiencias comigo durante las
entrevistas, mingas y los talleres en Bogotá. De forma muy inspiradora, su
trabajo ha nutrido tanto mi investigación como los procesos sociales en
Colombia.