Revista Iberoamericana de
Economía Solidaria e
Innovación Socioecológica
RIESISE
Vol. 5 (2022), pp. 49-71 • ISSN: 2659-5311
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5249
R
La Economía Social y Solidaria juega un rol
fundamental en la recomposición económica
buscando el establecimiento de “otra eco-
nomía”. La pandemia del Covid-19 empeoró
el panorama social, económico y político del
continente, aumentando los desafíos y las si-
tuaciones de emergencia. Este artículo estudia
algunas políticas lanzadas por los gobiernos
para enfrentar esta palpable amenaza y pre-
senta algunos resultados económicos parcia-
les derivados de esta situación. Finalmente
destaca el rol que podría jugar la ESS en este
panorama desolador.
A
The Social and Solidarity Economy plays
a fundamental role in the economic recons-
truction seeking the establishment of “another
economy”. The Covid-19 pandemic worsened
the social, economic, and political landscape
of the continent, increasing the challenges and
emergency situations. This article examines
some of the policies launched by governments
to face this palpable threat and presents some
partial economic results derived from this si-
tuation. Finally, it highlights the role that the
SSE could play in this bleak scenario.
CON Y SIN COVID LA CRISIS ESTÁ PRESENTE. ALGUNAS
CUESTIONES EN TORNO A LA PANDEMIA Y A LA ECONOMÍA
SOCIAL Y SOLIDARIA EN AMÉRICA LATINA
WITH AND WITHOUT COVID THE CRISIS IS PRESENT. SOME
QUESTIONS AROUND THE PANDEMIC AND THE SOCIAL
AND SOLIDARITY ECONOMY IN LATIN AMERICA
Pablo Alberto Baisotti
Universidad de Brasilia
pablo.a.baisotti@hotmail.com
P 
América Latina; Covid-19; Economía So-
cial y Solidaria.
K
Latin America; Covid-19; Social and Soli-
darity Economy.
C JEL
: O10, I 30.
Fecha de recepción: 31/03/2022
Fecha de aceptación: 25/05/2022
Fecha de publicación: 29/11/2022
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1. INTRODUCCIÓN
La Economía Social y Solidaria (ESS) puede ser sucintamente definida
como un modo alternativo de producción, distribución y consumo, con el
objetivo de construir “otra economía” para trascender el mero fin de obtener
ganancias monetarias. Es decir, una economía más inclusiva, solidaria y
“humana”. Sus fines inmediatos son: asegurar la alimentación básica y
erradicar la pobreza, y promover el trabajo decente dando igualdad de
oportunidades (Coraggio 2012; Pizzi y Brunet Icart 2014).
El funcionamiento y adaptación de experiencias de ESS en América
Latina tuvo variable éxito, pero es una valla que se levanta – con aciertos
y errores – frente a los avances del capitalismo en uno de los momentos
más destructivos de su historia reciente con el “desplazamiento de millones
de pobres campesinos y pueblos indígenas […] y la eterna renovación
del colonialismo” (Sousa Santos 2017, 110). Aníbal Quijano sostuvo que
la población se encontraba atrapada en las trampas específicas de la fase
actual del capitalismo, aceptando cualquier forma de explotación para
sobrevivir a través de una “economía informal” (Quijano, 2004, 22, 27). En
un ensayo escrito en 1979 (y actualizado en 1989 y 1991), Pablo González
Casanova señaló la existencia de corrientes de lucha popular por la
democracia, que también eran un modo de enfrentar al capitalismo y entre
ellas las que estaban impulsadas desde el ámbito laboral como también
desde las zonas marginadas. Finalmente, González Casanova añadió la
lucha por el territorio de un pueblo soberano que se traducía (desde hacía
décadas) en el enfrentamiento contra fuerzas de dominación transnacional
(económicas, militares, gubernamentales, culturales, etc.), como puede ser
el neoliberalismo (2015, 198-200).
Las situaciones de desigualdades estructurales se aceleraron y
profundizaron en los actuales tiempos de pandemia (Covid-19, 2020- ¿?).
En América Latina las perspectivas de crecimiento económico (que ya eran
sumamente humildes) se desvanecieron hasta el límite de considerar que
el año en curso la caída del PBI será la más abrupta de los últimos 120
años. Las conclusiones preliminares de la Cepal apuntan a un desplome
económico con un crecimiento negativo y una posible tasa de desempleo
que rondaría el 10 por ciento. Situación que se profundizaría cuanta más
vinculación exista con China: Argentina podría descender un 5 por ciento;
Chile, 3,8 por ciento; Brasil, 2,5 por ciento. Mientras que el derrumbe del
turismo en el Caribe rondaría el 25 por ciento. Las reformas estructurales
en Brasil, los planes de ajuste en Argentina, la prudencia en el gasto en
México, y la ortodoxia financiera en Chile dejaron de ser las prioridades de
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los gobiernos en favor del reforzamiento de los débiles sistemas de salud
y el alivio monetario de los sectores más golpeados de las sociedades
(Malamud y Núñez 2020a; Sánchez 2020).
2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
Este artículo es parte de una investigación mucho más amplia y todavía
con resultados inciertos. Primeramente se enmarca en el VIII Congreso
Internacional de Investigación en Economía Social de CIRIEC a realizarse
en septiembre 2021 en San José, Costa Rica (https://ciriec.uned.ac.cr/
es/congreso-2021). Además se ubica en el proyecto editorial llamado
“Economía Social y Solidaria y Covid-19. Propuestas para una salida global”
que será presentado en varios volúmenes durante el mencionado congreso
y posterior al mismo.
En segundo lugar señalé que son inciertos los resultados porque los
alcances de la pandemia – sobre todo en América Latina – son todavía
ignotos. Sin embargo las primeras conclusiones no son alentadoras. Tanto
la economía como el tejido social están siendo constantemente resentidos
por esta pandemia por ello las conclusiones no son definitivas. No obstante
este trabajo tiene los siguientes objetivos: 1) proveer una visión general
sobre la política, trabajo, pobreza y economía en estos momentos críticos
analizando algunas acciones (de emergencia) contra el Covid-19 en América
Latina; y 2) aventurar algunas recomendaciones sobre estas cuestiones en
especial el rol que podría jugar la ESS en este panorama desolador. De
este modo se plantea la importancia de fortalecer nuevos – y no tanto –
canales para fortalecer soluciones solidarias ante los inciertos desafíos que
el continente se enfrenta actualmente.
La metodología utilizada está basada, especialmente, en los informes y
documentos provistos por la Cepal que realiza un constante seguimiento
del Covid-19 en el continente, además de algunos materiales publicados
con anterioridad al inicio de la pandemia y artículos publicados durante
el 2020 y 2021. Se realizó un análisis descriptivo y analítico tanto de los
materiales como de los gráficos presentados para extraer información y
que sirvieron para componer iniciales alternativas para contrarrestar este
fenómeno global. Al mismo tiempo se compararon datos cuantitativos
económicos y sociales antes y durante la pandemia para constatar la
creciente degradación de la situación, como también las ineficientes
políticas públicas para detener el avance de la pandemia.
3. ANÁLISIS Y RESULTADOS
3.1. EL JUEGO DE LA POLÍTICA
En enero de 2020 el primer caso de Covid-19 fue detectado en Estados
Unidos. A partir de entonces el número de infectados fueron multiplicándose
en todo el continente, a diversos ritmos, sin todavía conocer cuáles podrían
llegar a ser las consecuencias económicas y sociales. Carlos Malamud y
Rogelio Núñez (2020a) afirmaron que América Latina atravesó tres fases
claramente diferenciadas. En la primera fase (marzo-abril) la mayoría
Con y sin COVID la crisis está presente. Algunas cuestiones en torno a la pandemia y a la...
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de los países del continente – salvo Brasil, Nicaragua y México – fueron
conscientes de la debilidad y falta de preparación de sus sistemas sanitarios
(tomando como ejemplo la situación que entonces atravesaban algunos
países europeos, España e Italia fundamentalmente). Ello provocó que se
tomaran medidas anticipatorias provocando una cierta sensación de éxito.
Argentina, Paraguay, Uruguay, Costa Rica, y Chile fueron considerada un
modelo de ello y sus mandatarios comenzaron a aumentar su porcentaje de
aceptación: Piñera pasó del 5 al 20 por ciento, Vizcarra llegó a gozar del 83
por ciento cuando en enero apenas superaba el 50 por ciento. Fernández
y Duque también crecieron en popularidad. En la segunda fase (abril-
mayo) se extendió inicialmente un sentimiento exitista, aunque hacia mayo
la situación se tornó heterogénea. Algunos países presentaron un bajo
impacto (Uruguay y Paraguay y la mayoría de los países centroamericanos);
otros, de moderada incidencia (Argentina y Colombia, Panamá, República
Dominicana y Chile); y por último, con alto número de contagios (Brasil,
México, Ecuador y Perú). La tercera fase (mayo-junio) se esperaba –
equivocadamente – el pico de la pandemia coincidiendo con las primeras
manifestaciones de la recesión económica. Fue en junio cuando América
Latina pasó a ser el epicentro mundial del Covid-19, en particular en Brasil,
Perú, Chile y México (Malamud, and Núñez 2020a).
En general no hubo una gran satisfacción de las respuestas
gubernamentales frente a la pandemia. Muchas de los malestares
se produjeron luego de un pequeño período de euforia en el cual la
ciudadanía pensaba que lo peor había pasado, esto es entre febrero
y abril. Como se aprecia en el gráfico 1, en América Latina hasta junio el
promedio de satisfacción era de alrededor de 1 persona en 3, mientras
que en el Caribe fue de 2 en 3. Similar a la cifra de América Latina se dio
entre las mujeres y hombres, y más desagregado aún, entre personas de
15 a 29 años, indígenas, jóvenes con discapacidad, grupos LGTBIQ. Los
afrodescendientes se acercaron más a la mitad de satisfacción. Pero en su
mayoría primó la consideración de regular. Evidentemente el descontento
fue generalizado y ello se demuestra por el descontrol de vacunación y
el mal manejo del uso de vacunas (con usos políticos en algunos casos),
hechos que se agudizaron conforme pasaron los meses.
A estas fases deberían agregarse dos más correspondientes al período
julio-agosto y septiembre-noviembre. En julio y agosto creció el desconcierto
de los países latinoamericanos con graves caídas de su economía y recetas
que iban de una cuarentena rígida a la continua negación de los hechos.
Mientras que entre septiembre y noviembre, con cierto aire de resignación,
muchos gobiernos latinoamericanos comenzaron a confiar más en una
apertura gradual y una solución externa, representada por la anhelada
vacuna contra el Covid-19. La primera opción, necesaria ante la palpable
crisis económica, no fue en general gestionada con éxito, mientras que
la segunda, es todavía hoy un deseo más que una realidad. Los casos
continúan creciendo de modo alarmante. Malamud y Núñez en abril
escribieron otro artículo señalando que en el combate contra la pandemia
muchos mandatarios latinoamericanos estaban jugándose una
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Pablo Alberto Baisotti
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Fuente: Cepal. (2021). Panorama Social de América Latina, 2020. Santiago
de Chile: Cepal, 2491.
importante porción de su capital político. De ahí que desde el inicio de
esta crisis global el papel de los presidentes latinoamericanos ganó relieve
y la población, en repetidas ocasiones, confió más en sus opiniones que
en un consenso pluripartidista. Pero el acercamiento regional también fue
dispar. Bolsonaro y López Obradorse volvieron puertas adentro, mientras
que Piñera buscó sostén regional, y hasta otros, como Ortega, operaron
una apertura negativa, es decir, negaron las recomendaciones de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) (Malamud, and Núñez 2020b).
Según el índice de transformación de la Fundación Bertelsmann que
mide tres dimensiones del rendimiento político (democracia, gobernanza
y economía), en la actualidad, en comparación con 2018, la democracia
y la gobernanza retrocedieron afectando particularmente a Guatemala,
Honduras, Venezuela y Nicaragua. En general los tiempos de crisis son
ideales para el resurgimiento de prácticas autoritarias que se amparan bajo
el estado de excepción y emergencia. La pandemia demostró la necesidad
de un Estado presente capaz de promulgar políticas públicas (reales) en
un escenario de depresión económica y aumento de la pobreza (Alcántara
Sáez 2020). La región muestra poca articulación regional, especialmente la
Comunidad Andina de Naciones (CAN), en donde predominó el deseo por
1 Respuesta a la pregunta: “¿Cómo valoras la respuesta a la emergencia por COVID-19
del gobierno de tu país?”. Los países y territorios considerados son: Anguila, Antigua y
Barbuda, Argentina, Aruba, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guadalupe, Guatemala, Guyana,
Haití, Honduras, Islas Vírgenes de los Estados Unidos, Jamaica, Martinica, México, Nicaragua,
Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía,
San Vicente y las Granadinas, Suriname, Trinidad y Tabago, Uruguay y Venezuela.
Gráfico 1 – América Latina y el Caribe (39 países y territorios):
valoración de la respuesta gubernamental a la emergencia por COVID-19,
mayo-junio de 2020ª (En porcentajes)
Con y sin COVID la crisis está presente. Algunas cuestiones en torno a la pandemia y a la...
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volver al dinamismo e intercambio comercial previos a la crisis. Colombia,
Perú, México y Chile mantienen posiciones desprovistas de los compromisos
regionales que se necesitan. Ecuador y Bolivia abandonaron la apuesta
integradora, mientras que el Mercosur se encuentra, como la CAN, en
la búsqueda de una perdida normalidad. El modelo centroamericano
pareciera tener las respuestas más acodes a la situación actual, ya que
los ocho mandatarios en marzo de 2020 impulsaron la declaración
“Centroamérica unida contra el Coronavirus”. Se comprometieron a seguir
un plan de contingencia regional para prevenir, contener y superar, en clave
regional, los efectos de la pandemia. ALBA, UNASUR y CELAC tampoco
ofrecen escenarios viables para enfrentar esta situación. La mayoría de los
países abandonaron estos organismos debilitándolos aún más (Ríos Sierra
2020, 214-217).
3.2. ¿TRABAJO, O FALTA DEL MISMO?
Casi el 99 por ciento de las empresas de América Latina son micro,
pequeñas o medianas (mipyme) y el impacto social será muy alto puesto
que representan alrededor del 61 por ciento de los trabajadores (Cepal 3
de abril de 2020, 12). Por ello muchos gobiernos consideraron una prioridad
contener los efectos económicos de la pandemia, apoyando en particular
a las mipymes. En Brasil se aplazó por seis meses el pago de los impuestos
federales de las microempresas y las pequeñas empresas incluidas en
el catastro del sistema de tributación simple nacional y se postergó el
pago del Fondo de Garantía de Tiempo de Servicio (FGTS) por parte de
las compañías entre los meses de marzo y mayo, con el compromiso de
pagar los respectivos valores en seis cuotas, sin interés o multa. También se
implementó el Programa de Emergencia de Apoyo al Empleo y los Ingresos,
que cuenta con una línea de financiamiento de emergencia para el pago
de salarios de empleados de pymes, con un alcance de 1,4 millones de
empresas y 12 millones de trabajadores, complementado con la ampliación
del crédito para microempresas y pequeñas y medianas empresas, por 5.000
millones de reales. Asimismo se incluyó la reducción de la jornada laboral
con preservación del salario mediante acuerdo (individual o colectivo), de
modo que el empleador puede reducir la jornada laboral y los salarios de
los empleados de forma proporcional por un máximo de 90 días durante el
estado de calamidad pública.
En el mismo programa se contempló la suspensión del contrato de trabajo
con pago de seguro de desempleo, se creó el banco de horas, modalidad
en que el empleado y el empleador pueden suspender las actividades y
constituir un régimen especial de compensaciones que se realizarán en un
período de 18 meses, a partir de la finalización del estado de calamidad
pública. El 76 por ciento de las empresas industriales redujeron o paralizaron
su producción y el 55 por ciento tuvieron dificultades para acceder al
crédito (CNI, 2020). Se observan fórmulas similares de complementación de
políticas de incentivos a las empresas para su reactivación y mantenimiento
de los ingresos y del vínculo laboral en Chile, El Salvador, Paraguay y Perú.
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De manera similar, en Chile se pospuso el pago de los impuestos a la
renta y al valor agregado por tres meses, además de ofrecerse la posibilidad
de adelantar la devolución de algunos impuestos. Los trabajadores que
ganaban el salario mínimo (301.000 pesos chilenos: USD 410) en febrero
de 2020, comenzaron a recibir una suma adicional de 59.200 pesos
(USD 80) y esta medida se extendió de manera decreciente a quienes
ganan hasta 384.363 pesos. En este país la Ley 21227 facultó el acceso a
prestaciones del Seguro de Desempleo de la Ley 19728, en circunstancias
excepcionales y aplicable a los casos de cierre temporal de empresas por
orden de la autoridad, acuerdos de suspensión del contrato de trabajo y
pactos de reducción temporal de jornada. Prevé además que el trabajador
percibiese ingresos provenientes del seguro de cesantía, mientras que
el empleador continúa obligado a pagar las cotizaciones previsionales y
de salud del trabajador. El 37,5 por ciento de las empresas redujeron su
personal entre abril y mayo, y el 44 por ciento de las mismas se encontraba
en un estado financiero malo o crítico, cifra que aumenta al 51 por ciento
entre las microempresas. En Perú, se creó el Fondo de Apoyo Empresarial
a la MYPE (FAE-MYPE) con el objetivo de garantizar los créditos a las micro
y pequeñas empresas, así como reestructurar y refinanciar sus deudas
prohibiendo el reparto de utilidades de las empresas beneficiadas. Por otra
parte, se amplió el plazo para el pago de obligaciones tributarias a personas
jurídicas (situación replicada en la República Dominicana y El Salvador).
Se aprobó un decreto de urgencia que faculta pagar a cada empleador
un subsidio no superior al 35 por ciento de la suma correspondiente a las
remuneraciones brutas mensuales de sus trabajadores que ganen hasta
1.500 soles (436 dólares).
El primer cuatrimestre de 2020 comparado con el del mismo período de
2019 la producción industrial se redujo un 21,4 por ciento y la fabricación
de bienes de capital disminuyó un 47,9 por ciento. En Colombia, a través
del Decreto 558, se dispuso la disminución temporal de la cotización al
Sistema General de Pensiones. En este país el 96 por ciento de las empresas
tuvieron una caída en sus ventas y en la mayoría de los casos superior al 50
por ciento. El primer cuatrimestre de 2020 comparado con el del mismo
período de 2019 la caída fue de un 7,7 por ciento para el total de la industria,
cuero y calzado (-37,8 por ciento) y autos y autopartes (-36,9 por ciento). En
Costa Rica la Ley de Alivio Fiscal ante el Covid-19 contempló la eliminación
de los pagos parciales del impuesto sobre las utilidades y la exoneración
del IVA a los arrendamientos comerciales. Se aprobó una ley que autorizó
la reducción temporal de las jornadas de trabajo permitiendo proteger los
puestos de los trabajadores y mediante el Decreto Legislativo de Protección
a las Personas Trabajadoras durante la pandemia se estableció un subsidio
para el desempleo, suspensión temporal de contrato o reducción de
jornadas laborales derivadas de la emergencia.
En Argentina, en el marco del Programa de Asistencia de Emergencia
al Trabajo y la Producción, se redujeron hasta en un 95 por ciento las
contribuciones patronales al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA)
y se simplificó la reducción de los aportes patronales. Adicionalmente se
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destinaron 1.000 millones de pesos (alrededor de USD 12 millones) a líneas
de capital de trabajo para mipymes, a tasa fija y con un plazo de hasta 12
meses. Se lanzaron créditos a tasa fija dirigidos a las pymes para el pago
de sueldos y se destinaron 30.000 millones de pesos al Fondo de Garantías
Argentino (FOGAR) para el otorgamiento de garantías de respaldo. El
Programa de Recuperación Productiva (REPRO) comenzó a entregar una
suma fija mensual de hasta un monto equivalente al salario mínimo durante
un plazo de hasta 12 meses que se destinó a completar el sueldo de los
trabajadores de empresas cuyos ingresos por ventas disminuyeron a causa
de la emergencia. El 44 por ciento de las empresas industriales no tuvo
liquidez para pagar el 50 por ciento de los salarios de abril (un 12,3 por
ciento no pudo pagar la nómina); el 38 por ciento no pudo pagar servicios
públicos; el 48 por ciento no pudo pagar a sus proveedores, y el 57 por
ciento no pudo cubrir los impuestos. En Uruguay se aprobó la exoneración a
las cooperativas en un 40 por ciento de los aportes personales y patronales
comprendidos en el régimen de industria y comercio, y se introdujo un
subsidio especial por desempleo parcial para mantener el vínculo laboral.
El 59,4 por ciento de los empleados de empresas de comercio y servicios
empezaron a percibir el seguro de desempleo. En Paraguay se estableció
una prórroga a la presentación de declaraciones juradas y pagos totales
o parciales de impuestos y el diferimiento del pago de cotizaciones a la
seguridad social por cuatro meses, mientras que en México se pusieron
a disposición 3 millones de créditos de 1.000 dólares cada uno para
empresas formales e informales que no hubieran despedido a trabajadores
ni hubieran bajado los sueldos hasta mediados de abril. En este país se
decidió mantener el pago completo de los salarios de actividades no
esenciales.
En Centroamérica, el 50 por ciento de las empresas necesitarían entre
cuatro y nueve meses para recuperar el nivel de facturación previo a la
crisis. Esta situación se agravó entre las microempresas que necesitarían un
período de entre siete y doce meses para lograr este objetivo. La República
Dominicana creó un Fondo de Asistencia Solidaria al Empleado dirigido a
trabajadores formales cuyos contratos de trabajo sean suspendidos en virtud
de lo establecido en el Código de Trabajo por un período de hasta 90 días.
Los trabajadores con salario superior a 5.000 pesos dominicanos mensuales
(USD 86) se los compensó con un pago mensual cubierto por el gobierno
con un aporte del empleador. En Panamá, los sectores que registraron las
mayores caídas de sus ingresos fueron los de hoteles (-99,4 por ciento),
construcción (86,4 por ciento), restaurantes (-85,0 por ciento), comercio al
por menor (-83,8 por ciento) y servicios turísticos (-78,7 por ciento) (Cepal 12
de mayo de 2020, 12, 13; Cepal/OIT 2020, 37-40; Cepal 2 de julio de 2020, 5,
6). En cuando al ámbito rural, la situación no se presenta nada fácil tampoco
en el continente. Se deben tomar medidas (incluidas las economía de
agricultura familiar) como el refinanciamiento de las empresas; la adopción
de nuevos protocolos con medidas de bioseguridad; la capacitación de
la fuerza de trabajo; el ajuste del nivel de funcionamiento en las plantas
agroindustriales; la reprogramación de siembras y cambios en la elección
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de los cultivos anuales, la articulación de los actores en redes (por cadenas
y territorios) y el fomento del comercio digital y otras opciones de circuitos
cortos (Cepal/Fao 16 de junio de 2020, 25).
Una de consecuencias inmediatas es el crecimiento de las tasas de
informalidad, aumento del trabajo por cuenta propia y brechas en el acceso
a la protección social contributiva. Para 2019 solamente en Argentina,
Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Uruguay los trabajadores del sector
formal tenían seguro de desempleo (Cepal 3 de abril de 2020, 12). Debe
recordarse que la ESS se compuso prevalentemente por desempleados
y trabajadores informales, que impulsaron y formaron emprendimientos
colectivos organizados sobre la base de principios cooperativos, solidarios
y éticos, mediante la participación democrática en las relaciones de
producción y organización del trabajo en múltiples formas (Ruggeri 2009,
221). Existen actualmente tres grupos económicos afectados en diverso
grado por la pandemia: i) Los menos afectados: agricultura, ganadería,
caza, silvicultura y pesca; ii) Los medianamente afectados: explotación de
minas y canteras, industrias manufactureras, suministro de electricidad, gas
y agua, construcción, intermediación financiera, inmobiliarias, servicios
empresariales y de alquiler, administración pública, servicios sociales y
personales; iii) Los más afectados: comercio al por mayor y al por menor,
reparación de bienes, hoteles y restaurantes, transporte, almacenamiento y
comunicaciones, servicios en general (Fao 2020, 22, 23, 25).
Con distinto ímpetu se distinguen países como Costa Rica, Uruguay,
Honduras, Bolivia y República Dominicana que decididamente lograrán
una sustancial recomposición laboral; mientras que Argentina, Brasil, Chile,
Ecuador y México presentarán ritmos más moderados. Por último se ven las
tendencias de Colombia y Nicaragua que son casi insignificantes y, en el
caso de Perú, el panorama continúa ensombreciéndose.
3.3. POBREZA
Los efectos del covid-19 en América Latina podrían llevar a la pérdida
de ingresos del 5 por ciento de la población económicamente activa y
consecuentemente la pobreza se incrementaría en un 3,5 por ciento, y
la pobreza extrema un 2,3 por ciento alcanzando al 13,5 por ciento de la
población de la región. Ello implica que 15,9 millones de personas más
podrían caer en la pobreza extrema, con lo que afectaría a 83,4 millones de
personas en 2020. La pobreza y la pobreza extrema son más elevadas en
las zonas rurales, pero también la informalidad del empleo y el bajo acceso
a redes de protección social.
En parte se debe a la existencia de un gran contingente de pequeños
productores agrícolas de baja productividad, con poca tierra y de baja
calidad, y un acceso limitado a bienes públicos. Aunque no existen cifras
actualizadas, se estima que este sector se compone de cerca de 16 millones
de explotaciones, a las que hay que agregar alrededor de 2 millones de
pescadores artesanales. La agricultura familiar representa, por lo general,
más del 90 por ciento de las explotaciones agropecuarias de la región, pero
solo el 23 por ciento de los trabajadores poseen tierras. En Centroamérica y
Con y sin COVID la crisis está presente. Algunas cuestiones en torno a la pandemia y a la...
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México coexisten países de ingresos medianos (Belice, Costa Rica, México y
Panamá) y países de altos niveles de pobreza y subalimentación (El Salvador,
Guatemala, Honduras y Nicaragua). En esos cuatro países y México, la
reducción de remesas provenientes de los Estados Unidos podría exacerbar
los problemas de pobreza y hambre entre las poblaciones, especialmente
en las zonas rurales. En los países andinos (Bolivia, Ecuador y Perú) existe
una marcada dualidad de sistemas agrícolas, con una gran
Fuente: Cepal/OIT. (2020). La dinámica laboral en una crisis de características
inéditas: desafíos de política”, Coyuntura Laboral en América Latina y el
Caribe 23. Santiago de Chile: Cepal, 102.
Presencia de agricultura familiar campesina e indígena, también
afectados por la situación del Covid 19, lo que se traduce en un palpable
aumento de la pobreza. Si bien estos países avanzaron de manera
significativa en la reducción de la pobreza y la subalimentación, el actual
panorama amenaza con revertir esta situación dependiendo de la duración
y la profundidad de la pandemia. En Venezuela existe una grave situación
de inseguridad alimentaria, que también enfrenta la población venezolana
2 Datos preliminares. Los datos se refieren a los siguientes países:
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México,
Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
Gráfico 2 – América Latina y el Caribe (33 países): intensidad de
los impactos esperados de la pandemia según sectores de actividad
económica, 2020
Fuente: Cepal (2021). Construir un futuro mejor: acciones para fortalecer la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Santiago de Chile: Cepal, 68.
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migrante en los países vecinos, especialmente en Colombia y el Ecuador
(Cepal/Fao 16 de junio de 2020, 22, 23, 25).
En el siguiente gráfico se aprecia la evolución (¿o involución?) de la
pobreza y la pobreza extrema en el continente. En el caso de la pobreza
existe un marcado descenso desde inicios del siglo XXI que se sostiene
en parte por boom de las exportaciones de materias primas. Se pasó de
229 millones en 2002 a 221 dos años más tarde, y 210 en 2005, para caer
en 2006 a 190 hasta tocar un mínimo de 162 en 2014. Lamentablemente,
la pandemia opera como un hecho global, multidimensional y expansivo
afectando, nuevamente, a una gran parte de la población latinoamericana.
Un peligroso ascenso a 209 durante 2020 puede presagiar un nuevo récord
durante los años por venir. En cuanto a la pobreza extrema, en cambio,
asistimos a un pico producto de la crisis pandémica a niveles pocas veces
vistos, pero que venía consolidando su ascenso desde 2014. El salto de 8
millones de personas de 2019 a 2020 (de 70 a 78) es realmente preocupante
afectando a todos los grupos etarios y en mayor o menor medida a todas
las regiones latinoamericanas. Dependerá del estímulo interno a través de
la reactivación de las políticas económicas y ayuda de los gobiernos para
volver a un ritmo descendente. Sin embargo las estimaciones prevén un
aumento para los siguientes años.
Fuente: Filgueira, F., Galindo, L. M., Giambruno, C., y Blofield, M. (2020).
América Latina ante la crisis del COVID-19: vulnerabilidad socioeconómica
y respuesta social. Serie Políticas Sociales 238. Santiago de Chile: Cepal, 25.
Gráfico 3 – América Latina (16 países): tasas de desempleo abierto
2019 y proyecciones 2020 – 2021
Con y sin COVID la crisis está presente. Algunas cuestiones en torno a la pandemia y a la...
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3.4. ECONOMÍA EN CRISIS
3.4.1. PBI en declive
Si se analiza el período entre 2010 y 2019, el PIB regional disminuyó del
6 por ciento al 0,1 por ciento, producto del bajo crecimiento experimentado
desde fines de la década de 1970. El bajo desempeño de 2019 fue
generalizado con respecto de 2018: las economías desarrolladas de la
región crecieron un 1,7 por ciento en lugar del 2,3 por ciento de 2018 y las
emergentes crecieron un 3,9 por ciento frente al 4,5 por ciento de 2018.
El decreciente dinamismo de la demanda interna fue acompañado por el
agregado de una baja demanda externa, sumándose a la fragilidad de los
mercados financieros internacionales. A este escenario se adicionaron las
crecientes demandas de la población, las cuales bregaban por reducir la
desigualdad social aumentando la inclusión a todo nivel, y que provocó
conflictos con una inusual intensidad en algunos países de la región. Antes
de la pandemia se esperaba que la tasa de crecimiento de América Latina
en 2020 fuera de apenas un 1,3 por ciento en un contexto de casi nulo
crecimiento del PIB per cápita en los últimos siete años. Al 18 de marzo
de 2020, la Cepal reestimó esa tasa con una caída de al menos un 1,8 por
ciento, y en términos per cápita, el PBI de la región caería más del 3 por
ciento, la peor contracción que la región ha sufrido desde que se inician
los registros en 1900. Algunos países de la región se ven muy afectados
por la disminución de la actividad con China, un importante mercado para
sus exportaciones de bienes. Es el caso, por ejemplo, de Brasil, Chile, Perú y
Uruguay, que destinan a China más del 20 por ciento de sus exportaciones
(más del 30 por ciento en el caso de Chile).
Con la extraña situación de Guyana, que se prevé un crecimiento
gigantesco de su PBI de más del 30 por ciento, los restantes países
presentan caídas que van desde lo discreto, como en Paraguay y Guatemala
Gráfico 4 – América Latina y el Caribe (12 países): variación interanual
del número de personas en la fuerza de trabajo, de los ocupados y
de los desocupados, por sexo, segundo trimestre de 2020 (promedio
ponderado, en porcentajes)
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Pablo Alberto Baisotti
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a otras que superan las dos cifras, como Argentina, Panamá, Perú, Suriname,
Granada, Bahamas y especialmente Venezuela país que está sufriendo una
terrible crisis social y política desde hace años. En medio, encontramos
países que tendrán descensos en su PBI de entre 3 y 9 por ciento, números
importantes, aunque no comparables con los mencionados. El promedio
de América del Sur se sitúa en torno a un 7 por ciento (7,3), América Central
y México un 8,5, mientras que toda América Latina y el Caribe la cifra es
del 7,7 por ciento. El gran problema es la persistencia de estas cifras tan
negativas extendidas por todo el continente y sin una clara perspectiva de
recuperación a corto plazo. Esto, como se verá, redundará en un aumento
de pobreza y pobreza extrema volviendo todavía más desigual la región.
Asimismo, la caída en la demanda de Estados Unidos genera importantes
consecuencias. Por ejemplo, el 80 por ciento del PIB de México está
vinculado a la actividad estadounidense. América del Sur está afectada por
la disminución de los precios de los productos básicos. A ello se suma que
la mayoría de los países latinoamericanos son importantes exportadores
de materias primas. El colapso en los mercados de productos, sobre
todo en el precio del petróleo, pone en serias dificultades a Venezuela,
Ecuador, México, Colombia, Brasil y Argentina. Para Venezuela o Colombia
el petróleo supone el 90 por ciento y el 40 por ciento de las exportaciones
respectivamente. La fuerte caída en el precio de otros productos afecta a
otros países de la región: el cobre en Chile o Perú, por ejemplo. La pandemia
afecta las cadenas de valor que se ven interrumpidas, repercutiendo con
mayor fuerza en las economías brasileña (-5,2 por ciento) y mexicana (-6,5
por ciento), cuyos sectores manufactureros son los mayores de la región.
Las economías de Centroamérica caerían un 2,3 por ciento sobre todo por
el desplome del turismo. A todo esto, se suma el desincentivo a la inversión,
una menor demanda de activos financieros de los países de la región y
fuertes depreciaciones de sus monedas (Cepal 2020, 26, 27; Cepal 26 de
marzo de 2020, 10, 14; Aracil 2020).
3.4.2. América Central y México
Costa Rica está en negociaciones con el FMI para recibir USD 1.75
billonesen Servicio Ampliado del Fondo (SAF). El Banco Central de Costa
Rica (BCCR) pronosticó a fines de julio una contracción de la economía del
5 por ciento, su mayor caída en cuatro décadas, por su parte el BM auguró
una caída del 3,3 por ciento. Cuba posee datos sobre su crecimiento
económico contradictorios: el ministro de Economía y Planificación estimó
que la economía crecería un 1 por ciento, mientras que otros expertos
proyectan una contracción de hasta un 10 por ciento. En El Salvador
la caída del PBI según el BM rondaría un 5,4 por ciento. Para paliar la
situación la Asamblea Nacional aprobó un plan de USD 1000 millones
para estimular la recuperación económica, comprendiendo préstamos
para pequeñas empresas y financiamiento para dueños de negocios en el
sector informal.En abril el FMI había otorgado un préstamo de asistencia
de emergencia de USD 389 millones. En el caso de Guatemala el BM
pronosticó unacontracción del PIB del 3 por ciento. El FMI para compensar
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Fuente: Cepal. (2021). Panorama Social de América Latina, 2020. Santiago
de Chile: Cepal, 153.
este brusco descenso otorgó una asistencia de emergencia deUSD 594
millones. Las cifras de julio del Banco Central de Honduras rebelaron que
la contracción de Honduras rondaría un 8 por ciento. Organizaciones
multilaterales otorgaron un préstamo en julio demás de USD 109 millones,
el Banco Centroamericano de Integración Económica había aprobado
créditos por USD 200 millones para el Banco Central de Honduras y el BM
asimismo confirmó un crédito deUSD 119 millones.
La recuperación en México se prevé lenta con una caída estimada en
un 10 por ciento, en parte debido a la falta de iniciativas del gobierno a
fomentar medidas económicas. La Cepal estimó una contracción del PIB del
9 por ciento y afirmó que la recuperación, a niveles previos a la pandemia,
podría darse recién en 2025. El Banco de Méxicosugirió que se podrían
perder hasta 1.4 millones de puestos de trabajo con una contracción
del 8,8 por ciento (González et. al 2020; Olmo 2020). Para Nicaragua el
3 Promedio ponderado de los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Los valores de 2020 corresponden a
proyecciones que tienen en cuenta el efecto de los programas de transferencias de emergencia.
Gráfico 5 – América Latina (18 países): personas en situación de
pobreza y pobreza extrema, 1990-2020 (en porcentajes y millones de
personas)
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BM proyectó una contracción del 6,3 por ciento. El Banco Central de
Nicaraguainstituyó cuatro medidas monetariasen junio, e inyectó USD 116
millones en la economía del país. Hasta mayo Nicaragua había recibido
al menos USD 15.3 millones de dólaresen ayuda económica para mitigar
los efectos de la pandemia del Banco Centroamericano de Integración
Económica, el gobierno de Taiwán y la Organización Panamericana de
la Salud. Según el FMI, el PBI de Panamá descenderá un 9 por ciento. En
mayo el gobierno anunció que habíareestructurado USD 2000 millones
de su presupuesto para la lucha contra la pandemia. Por su parte, el
gobierno panameño afirmó la aceptación de USD 1300 millones en líneas
de créditode organizaciones multilaterales, más USD 500 millones del FMI
y una cantidad igual de la Agencia de Garantía de Inversión Multilateral
del BM parainvertir en empleo, salud y seguridad, y USD 300 millones del
Banco Interamericano de Desarrollo para empresas medianas y pequeñas,
así como para el sector agrícola.
En Puerto Rico se aprobaron paquetes de medidas económicas para
mitigar las consecuencias económicas relacionadas con la pandemia. La
nueva leyextiende automáticamente las licencias y permisos comercialespor
seis meses. El Banco Central Dominicano anunció en noviembre que la
economía del país se contrajo un 8.1 por cientoen los primeros nueve
meses del año. Las proyecciones del BM pronosticaron una caída del 0.8
por ciento.En abril el gobierno, a través de su Fondo Especial para Fondo
Agropecuario,aprobó USD 1.8 millones de dólaresen ayuda para el sector
Fuente: Cepal. (2021). Construir un futuro mejor: acciones para fortalecer la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Santiago de Chile: Cepal, 53.
Gráfico 6 – América Latina y el Caribe (33 países): proyección de la tasa
de variación del PIB, 2020 (en porcentajes)
Con y sin COVID la crisis está presente. Algunas cuestiones en torno a la pandemia y a la...
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agrario, más una serie de medidas monetarias, incluida la reducción de
tres tipos de tasas de interés y la institución de medidas de liquidez para la
moneda nacional. Ese mes el FMI aprobóUSD 650 millones de dólares en
asistencia de emergencia (González et. al 2020).
3.4.3. América del Sur
Con una de las cuarentenas más largas y estrictas de la región, Argentina
es uno de los países con mayores problemas económicos. El BM estimó
una caída del PBI de 12,3 por ciento duplicando la cantidad de ciudadanos
bajo la línea de pobreza. El Banco Central de Argentina proyectó un11.8
por ciento de contraccióndel PIB y la Cepal un 10.5 por ciento. En octubre
el Banco Central anunció préstamos por USD39 millones en préstamosa
pequeñas y medianas empresas relacionadas al turismo. El BM anunció
que haría un préstamo a Argentina de USD300 millones en fondos de
emergencia, totalizando un monto de USD 165 millones en 2020 y USD
135 millones en 2021 (González et. al 2020; Olmo 2020). En Bolivia el BM
proyectó que la economía descendería un 3,4 por ciento.
En Brasil la Cepal proyectó una caída de la economía en torno al9.2 por
ciento, mientras que el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística informó
unacontracción del PIB de 9.7por ciento en el segundo trimestre de 2020,
en comparación con una contracción de 5.9 por ciento en el primer trimestre.
El país perdió 1.2 millones de empleos formalesen los primeros seis meses
del año, según cifras del Ministerio de Economía. En Chile, en septiembre,
el Banco Central sostuvo que el país vivirá una contracción del PIB de entre
el4.5 y 5.5 por ciento. El BM había proyectado que el PBI descendería un4.3
por cientoy el FMI un 4.5 por ciento. Para Colombia, el BM pronosticó una
caída del PBI de 4.9 por ciento. En mayo el FMI aprobó una renovación
para una línea de crédito flexible de dos años por un total de USD 10.800
millones. El gobierno además solicitóUSD 14000 millones en préstamos de
prestamistas internacionales, incluidos USD 3000 millones al Banco Mundial,
el Banco Interamericano de Desarrollo y la CAF-Banco de Desarrollo de
América Latina. En junio el Banco Central de Ecuador proyectó que la
economía caería entre el 7.3 y 9.6 por ciento, mientras que el BM proyectó
un 7.4. Anteriormente, en mayo, el gobierno había anunciado que recibiría
USD 2400 millones en crédito de China, además de los USD 643 millones
de financiamiento por parte del FMI y en marzo anunció la llegada de USD
2000 millones en fondos de emergencia de tres agencias internacionales.
De acuerdo con la Cepal, el PBI de Paraguay se contraeríaun 2.3 por ciento
mientras que el Banco Central de Paraguay proyectó un descenso del 3.5 por
ciento.El gobierno anunció medidas para ayudar a la poblaciónque incluían
la distribución de USD 100 millones a 1.2 millones de trabajadores informales,
USD 100 millones para ayudar a financiar los subsidios privados de salud,
USD 20 millones para atender a los ancianos y USD 10 millones para ayuda
económica a 160.000 familias de bajos ingresos, entre otros desembolsos. El
Banco Mundial, en junio, afirmó quela economía del Perú se contrajo en un
12 por ciento, contra las previsiones del Banco del Perú que había previsto un
descenso del 4,7 por ciento.
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En el caso de Uruguay, la Cepal estimó una contracción del PBI del 5
por ciento, mientras que el BM proyectó un 3,7. En noviembre el gobierno
anuncióUSD 7.7 millones en subsidios y previamente había lanzado unplan
de estímulo a la inversión y líneas de crédito de alrededor de USD 50
millones de dólares para las empresas, mientras trabaja con organizaciones
multilaterales para aumentar esta suma hasta USD 125 millones de dólares.
En cuanto a Venezuela, el FMI estimó un descenso del PBI del 25 por ciento,
agregado al período de gobierno de Maduro sumaría una feroz caída del 70
por ciento. Se prevé también que las remesas venezolanas en el exteriorse
reducirán un 56 por ciento. Más del95 por ciento de las exportaciones
venezolanas provienen de la producción de petróleo, reducido en un75
por ciento desde su punto máximoa principios de siglo XXI (González et.
al 2020).
4. ¿QUÉ PODEMOS HACER? REFLEXIONES FINALES
Sabemos que las distintas formas de ESS se reinventan constantemente,
multiplicándose e intercambiando aprendizajes. Se postuló repetidas veces
que el surgimiento de estas iniciativas solidarias tiene como fundamento
la ineficacia del Estado para desempeñar activamente las funciones que le
corresponden, como la capacidad de distribuir equitativamente los recursos
financieros, o la capacidad institucional para garantizar la consecución de
acciones en favor de la sociedad civil. Vivimos en una sociedad plagada de
nuevos movimientos sociales (ecológicos, de derechos humanos, pacifistas,
feministas) postburguesa y antimaterialista por lo cual realizar una nueva
batalla debería ser librada contra la pandemia (de Sousa Santos 1998).
Teniendo en cuenta las lecciones aprendidas, la ESS está (quizás más que
cualquier otra iniciativa) en la primera línea para rehacer los nuevos canales
sociales y económicos maltrechos por el neoliberalismo y la pandemia.
Theotonio Dos Santos afirmó que a partir de la década de 1980 y 1990
cobraron especial fuerza los movimientos de los barrios antes llamados
“marginales” y hoy “excluidos” aunque sin lograr paliar sus necesidades
básicas. Sin embargo, fueron cada vez más influenciados por fuerzas
sociales emergentes como los movimientos de género, de indígenas, de
negros, de defensa del medio ambiente y otros que impusieron nuevos
temas en la agenda de las luchas sociales (Dos Santos 2004).
Fernando Calderón mencionó que uno de los cambios más importantes
en América Latina fue la descentralización del Estado, dando una creciente
importancia al desarrollo local, a los actores sociales y políticos como núcleos
de gestión de las crisis. Afirmó que era un mecanismo novedoso para
impulsar y potenciar una relación virtuosa entre modernización y Estado,
siempre y cuando la descentralización sea capaz de “integrar procesos de
racionalización y eficiencia de la gestión local con una legítima participación
ciudadana, para de esta manera enfrentar los problemas y desafíos de forma
democrática. Así, las políticas de descentralización brindan mecanismos
locales de “eficacia y racionalización de la gestión, y de participación y
representación en el sistema de toma de decisiones”, para crear condiciones
propicias de desarrollo en las sociedades locales, y que puedan insertarse
Con y sin COVID la crisis está presente. Algunas cuestiones en torno a la pandemia y a la...
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con una lógica distinta en el espacio económico global (otra economía),
actualmente dominado por el salvajismo neoliberal (Calderón 2017, 520,
521). El Covid 19 y el interés del Estado por recuperar protagonismo llevó
a una actual concentración del poder que limitan las iniciativas de la ESS.
Es primordial que se vuelva a rehacer (al menos al nivel pre-pandemia)
los lazos entre los gobernantes y los grupos solidarios porque el trabajo
mancomunado es la solución para recrear los circuitos económicos que
son capaces de reducir la galopante pobreza latinoamericana. Fernando
Calderón (2012) subrayó que se vivía en una época de transición de
sociedades industriales a sociedades en red de economías del capital
físico a economías del conocimiento y de información, de sociedades de la
producción y el trabajo a sociedades de la comunicación y el consumo “del
modelo del Estado-Nación al modelo global interdependiente” (Calderón
2017, 254, 263). ¿Cómo lograrlo en 2020? ¿Se retrocedió, se perdieron los
logros alcanzados por la ESS? Evidentemente hubo una pérdida de alcance
de las redes sociales “desde abajo” impuestas por el imperio de la necesidad,
pero el rol del Estado será fundamental para recuperar y fomentar las redes
de la ESS que a grandes rasgos se encuentran limitadas. Boris Marañón
Pimentel planteó la categoría de solidaridad económica incluyendo todas
las prácticas inspiradas liberadoras, y solidarias “más allá de la adscripción
que puedan tener a determinadas corrientes éticas, políticas y culturales o
a específicas formas institucionales”. La meta – afirmó – es la reciprocidad, la
lucha contra la desidia capitalista y la búsqueda de la liberación, entendida
como el deseo de vivir dignamente (Marañón Pimentel 2019, 24). América
Latina y el Caribe, por lo tanto, se enfrenta al COVID-19 en una situación
desventajosa, ya que su crecimiento económico, como su lucha con la
pobreza y la extrema pobreza, es insuficiente. De hecho se prevé que la
pandemia aumente en manera alarmante la pobreza y la pobreza extrema
en todos los escenarios posibles, en particular en México, Nicaragua y el
Ecuador, Argentina, México, el Ecuador y el Brasil. En gran parte se deberá a
la fuerte caída del PBI, los ingresos, las remesas, y al aumento de los precios
de los alimentos.
Esta pandemia puede ser una oportunidad para la reconfiguración
de poder internacional mediante un profundo replanteamiento de la
globalización beneficiando el multilateralismo y la solidaridad a través de
acciones concretas para avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo
sostenible e inclusivo (Cepal 2020, 54). Para América Latina y el Caribe,
la magnitud del impacto y la capacidad de reacción dependerán en gran
medida de la estructura productiva de cada economía, de la participación
de sus empresas en las cadenas de valor y de las capacidades productivas
existentes. Asimismo, será fundamental para los países del continente
apuntar a una creciente relación económica regional, más que permanecer
estrechamente ligados a las economías de estadounidenses, europeas o
asiáticas (Cepal 26 de marzo de 2020, 32).
La ESS jugará un rol fundamental y podrá actuar como intermediario
entre los gobiernos y organismo supranacionales. El Estado al no tener la
capacidad (como demostrado) de gestionar la pandemia podrá valerse
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de las redes solidarias para contener la crisis. Por ejemplo, CEPAL y
FAO propusieron medidas urgentes para impedir una crisis sanitaria y
subsecuentemente una crisis alimentaria. La primera apunta a conceder un
bono contra el hambre en apoyo a la población en situación de extrema
pobreza a través de 1) nuevas transferencias monetarias, modalidad
realizada por 23 países de la región. Bolivia creó el Bono Familia; Argentina
lanzó el Ingreso Familiar de Emergencia; Brasil aprobó un bono de
emergencia para trabajadores independientes o informales. 2) Aumento
del monto de las transferencias monetarias existentes, como en Argentina,
Colombia, Paraguay, Uruguay y Ciudad de México. 3) Anticipo de la entrega
de transferencias existentes. 4) Aumento de la cobertura poblacional de las
transferencias existentes (Cepal 12 de mayo de 2020, 9, 10). La segunda
busca sostener financieramente a productores agrícolas (líneas de créditos
blandos y bono de inversión productiva) para que en los países no falten
los alimentos suficientes y a precios razonables. Esos recursos podrían ser
movilizados mediante el aporte de los organismos financieros multilaterales,
la banca de desarrollo y otros actores (Cepal 26 de marzo de 2020, 13).
Las cooperativas, las iglesias, las organizaciones de las comunidades
indígenas, los sindicatos, los bancos de alimentos, las empresas familiares,
las organizaciones no gubernamentales y otras de carácter social podría
vehicular rápidamente estas ayudas internacionales. El Estado no debería
ser el único actor que lleve todo el peso de una futura y muy necesaria
reconstrucción (económica y social sobre todo) por la celeridad que debe
ser aplicada y por el conocimiento de las redes de ESS. Debe saberse
que en el continente existen desde hace décadas variadas alternativas
solidarias como: cooperativas rurales y urbanas constituidas por familias
o por grupos indígenas que trabajan solidariamente (México, Ecuador,
Brasil); agencias de finanzas y microcrédito solidarios (Bolivia, México, Perú,
Brasil); mercados de trueques solidarios (de trueque directo o usando
moneda comunitaria: Argentina, Colombia, México, Brasil); cooperativas de
ecoconsumo (Uruguay, Argentina, México, Brasil); ecovillas que adoptan la
autogestión solidaria como base de la actividad socioeconómica (Brasil);
redes de comercio justo (en todo el continente); educación cooperativa
(Venezuela, Colombia, Argentina, Brasil); y agencias y políticas públicas
dedicadas a la promoción de la Economía Solidaria (Colombia, Ecuador,
Brasil, México, Argentina) (Arruda, 2004). Todas estas organizaciones
deben llevar adelante, junto al Estado, la recuperación económico-social
del continente.
Sin dudas estos programas de emergencia se incrementarán, pero no
serán suficientes para América Latina y el Caribe sin una concientización de
unidad nacional y regional que ayuden a reconstruir canales económicos y
paralelamente recomponer el tejido social. La ESS encuentra en esta terrible
pandemia una oportunidad única para desplegar todo su potencial. En
definitiva, las personas (en todas sus dimensiones) son las reales prioridades
de la ESS frente la economía capitalista y a la pandemia del COVID-19, que
continúan demostrándose salvajes. La búsqueda de una alternativa para
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hacer frente a estas amenazas debe centrarse en la solidaridad como un
bastión de recuperación.
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CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORES
El autor ha elaborado, y es responsable, de todo el artículo.
FINANCIACIÓN Y AGRADECIMIENTOS
Este artículo no ha contado con financiación alguna.