- La percepción subjetiva del juego (Scoppa, 2008).
- La presión que se encuentra por parte del público (Dohmen, 2008).
- El influjo de diferentes estresores relacionados con el juego y, el entorno más
próximo al árbitro (Pettersson-Lidbom y Priks, 2010).
Con el paso del tiempo, diversos árbitros pueden caer en el síndrome de
burnout. Según Freud (1974, citado por López-Elizalde, 2004), se trata de un síndrome
en el que se observó que, al año de trabajar, la mayoría sufría una progresiva pérdida
de energía, hasta llegar al agotamiento, síntomas de ansiedad y de depresión, así
como desmotivación en su trabajo, siendo el género femenino, el grupo más
vulnerable.
Entre los factores considerados como los más generadores de estrés hacia los
árbitros, según Anshel y kaissidis (1997, citado por Guillén y Bara, 2004), están el
miedo al fracaso, el daño físico, el cansancio físico y mental, fallar en momentos
decisivos, conflictos interpersonales, presión debida al tiempo, miedo a los errores,
conflictos con la prensa, espectadores y jugadores.
En general, la actividad de los árbitros en el fútbol está asociada con diferentes
condiciones que generan estrés psicológico, que como se ha hablado anteriormente
pueden ser las críticas por parte de los entrenadores, jugadores, medios de
comunicación y fanáticos, así como la rabia de los entusiastas que comúnmente creen
que ellos tienden a “perseguir” su equipo (Balch y Scott, 2007). Dentro de este
contexto de “hombres”, las mujeres se cruzan con diferentes problemas, ser árbitra y
principalmente, ser mujer, ya que actualmente vemos una gran desigualdad dentro del
deporte. En esta línea, la ansiedad y el estrés puede afectarlas más, puesto que
además de encontrarse con insultos hacia esta profesión, se encuentran con una
violencia machista hacia su persona.
Según algunos autores como De Coubertin (1979), el hecho de que el deporte
fue creado por y para los hombres, ya en el inicio de las Olimpiadas Modernas
manifestaba un rechazo absoluto hacia la participación de la mujer en el deporte,
indicando que las mujeres sólo tenían una función en el deporte, la cual era coronar al
vencedor con las guirnaldas del triunfo. Aunque esto sucedió hace muchos años, la
discriminación que ha sufrido la mujer a lo largo de la historia, sigue hoy día vigente en
determinadas actitudes y estereotipos. En el arbitraje femenino es muy común, puesto
que siempre ha sido para hombres donde ellos representaban la fortaleza, mientras
que la mujer representaba la belleza y la sensualidad, es por esto, el que hace un
tiempo atrás, parecía escandaloso que una mujer fuera juez en un terreno de juego
donde participaban hombres. Según Santillán-Esqueda y Gantús, (2010), las mujeres
se les percibía y se les percibe aún, aunque en menor medida, como transgresoras de
las condiciones y valores sociales que debían definirlas como sujetos: ternura,
pasividad, debilidad y docilidad.
Si bien en las últimas décadas se han alcanzado importantes logros en este
ámbito, no puede ignorarse la tenaz persistencia de enormes desigualdades y
discriminaciones contra ellas. Esto se debe, en parte, a que muchas transformaciones
han sido en realidad cambios que continúan marcados por la predominancia de lo
masculino y en que la categoría universal desde la cual se analiza y decide -bajo una
supuesta neutralidad- sigue siendo el hombre y lo masculino (Mukhopadhyay y Singh,
2008).
Según Fernández (2007) la sociedad y la cultura reproducen patrones
tradicionales de roles de género; éstos están signados por la desigualdad y la