Introducción
La actividad física, como se ha demostrado en numerosas investigaciones, ejerce una
influencia en el bienestar tanto fisiológico como psicológico (Cuberos, Giráldez, Zagalaz,
Sánchez y García, 2016; Chacón, Zurita, Castro, Espejo, Martínez, y Linares, 2016). En esta línea,
se considera actividad física cualquier movimiento corporal producido por los músculos
esqueléticos que exija gasto de energía. La "actividad física" no debe confundirse con el
"ejercicio". La actividad física abarca el ejercicio, pero también otras actividades que entrañan
movimiento corporal y se realizan como parte de los momentos de juego, del trabajo, de
formas de transporte activas, de las tareas domésticas y de actividades recreativas (OMS,
2010).
En relación a la definición anterior, podemos apreciar que la actividad física hace referencia a
las formas de transporte activas. En base a ello, destacamos la presencia del desplazamiento
activo, el cual alude a la acción de dirigirse al centro educativo o al lugar de trabajo por medio
de transportes que conlleven un gasto energético como andar o ir en bicicleta (Chillon et al.,
2011; Ruíz-Ariza, Torre-Cruz, Redecillas-Peiró, y Martínez-López, 2015). Algunos autores
destacan que el desplazamiento activo es una forma práctica de incorporar más actividad
física en la vida diaria (Kassavou, Turner y French, 2013). Estudios previos han relacionado el
desplazamiento activo con numerosos beneficios: contribuyendo a una mejora de la actividad
física (Lubans, Borehams, Kelly, y Foster, 2011), tanto en niños, como en adultos (Martin,
Goryakin, y Suhrcke, 2014), mejorando la salud psicológica (Sánchez-Miguel, Pulido, Sánchez-
Oliva, Amado y Leo, 2018), el bienestar subjetivo (Ruiz-Ariza et al., 2015), las relaciones sociales
y el rendimiento académico (Van Dijk, De Groot, Acker, Savelberg y Kirschner, 2014). Además,
un estudio reciente (Martin, Goryakin, y Suhrcke, 2014) también consideró las variables tiempo,
bienestar, salud, lugar de residencia y lugar de trabajo, el cual concluyó que existían
asociaciones positivas entre el tiempo de desplazamiento activo y el bienestar.
Es importante concebir el desplazamiento activo como un problema global que afecta a un
amplio rango de edades, no solo a los niños, como se ha expuesto anteriormente. En este
sentido, diversos trabajos se han centrado en los desplazamientos activos al lugar de trabajo
(Foley, Panter, Prins, Ogilvie, 2015). Además de su efecto en la salud y el bienestar, también
son destacables sus efectos en la reducción de peligro en las situaciones de tráfico, el bajo
coste económico que suponen estos desplazamientos, y los efectos en los factores sociales
(Aittasalo et al.,2017). Las estrategias para promocionar el desplazamiento activo han sido
diversas en los últimos años. Estudios como el de González, Ruiz y Garzón (2016) han
observado que la calidad de la intervención depende de varios factores, entre los que se