Balance de las intervenciones

¿Arqueología urbana o arqueología en medio urbano?

El balance de la actividad arqueológica en Huelva, desde los inicios de las primeras intervenciones en 1966 hasta hoy, ofrece luces y sombras, pudiendo destacar las siguientes cuestiones:

Desde el punto de vista de la metodología aplicada, la primera cuestión a señalar es el hecho de que el conjunto de las intervenciones no ha estado presidido nunca por un verdadero proyecto de Arqueología Urbana, limitándose al concepto de intervenciones en medio urbano que difiere notablemente de aquél. La ausencia de un Proyecto de Ciudad ha impedido, hasta el momento, una síntesis del conjunto del poblamiento y su evolución desde los inicios de la ocupación del espacio desde la prehistoria hasta la actualidad. Por otro lado, han sido muy diferentes los métodos de excavación puestos en práctica y los planteamientos científicos para la interpretación del registro arqueológico, no habiéndose tenido en cuenta, por ejemplo, que desde la ocupación más antigua a la más actual no ha debido estimarse a Huelva como una formación tipo tell, donde en todas las estratigrafías que se realicen aparecerán superpuestos debidamente los restos dejados en cada uno de los períodos históricos. Por el contrario, es muy usual que el registro arqueológico esté conformado por escasas formaciones positivas in situ y formaciones negativas desaparecidas en acciones posteriores, todo ello en una matriz heterogénea donde estarán incluidos artefactos de diferente origen deposicional/post-deposicional y por ello de cronología anterior y sincrónica al resto. Esta circunstancia es especialmente significativa en los principales ejes de desagüe de los cabezos, el lugar por donde siempre, incluso en los siglos XIX y XX, se canalizaba la pluviometría invernal, cuya principal evidencia serán estratos heterogéneos, de amplia cronología. Por último, y referido a los tiempos presentes, hay que señalar que el hecho de que las actuaciones sean realizadas por diferentes equipos de arqueología, tal vez con métodos parecidos pero que en conjunto puedan incluir ciertas diferencias técnicas o metodológicas, dado que su fin principal no es la investigación arqueológica de la ciudad desde su definición como yacimiento único, se puede estar poniendo en peligro la incorporación de los datos a un proyecto general de investigación, basado en el concepto de Arqueología Urbana o, al menos, la fluidez de los mismos al banco de datos ya existente en la Carta de Riesgo, que debería estar siempre actualizado, si se quiere disponer de una herramienta útil tanto para la gestión del patrimonio arqueológico de la ciudad, como para su investigación histórico-arqueológica.

En cuanto a la orientación de las intervenciones, como ya se ha puesto de manifiesto, salvo el caso de las realizadas por el Museo Provincial a principios de los años 70, el interés de la investigación se centró casi con exclusividad en el mundo tartésico. Esta tendencia ha cambiado notablemente en la etapa que comenzó a fines de los años 90 dándose una mayor importancia a otros periodos históricos que ha contribuido a enriquecer de manera muy notable el conocimiento histórico de la Huelva prehistórica, romana, medieval y moderna.

En relación con lo anterior, el rendimiento científico ha estado muy determinado por esa orientación de forma que el nivel de publicaciones referidas a la etapa protohistórica es abrumadoramente mayor que el de otros periodos históricos. Sólo en los últimos años se ha avanzado en el conocimiento de otras manifestaciones históricas, especialmente el mundo romano y el prehistórico. En cualquier caso, el nivel global de interpretación elaborado no se corresponde con el volumen de datos disponibles, según hemos justificado en La Carta de Riesgo de Huelva (CAMPOS, GÓMEZ y LÓPEZ, 2000) y en la, hasta ahora, única síntesis histórico-arqueológica que realiza la puesta al día del conjunto de datos conocidos (GÓMEZ y CAMPOS, 2001).

Pero sin duda, el cambio más significativo se ha producido en la gestión de las intervenciones urbanas. Ya se señaló como la aplicación del modificado del artículo 104 del Plan General de Ordenación Urbana de 1980 permitió que los técnicos del Servicio de Arqueología de la Excma. Diputación controlasen los restos que aparecían en las obras de nueva planta. Sin embargo, las restricciones temporales en los plazos de actuación y la delimitación que en aquel momento se realizó del yacimiento arqueológico dejaron sin posibilidad de intervención amplias zonas, no sólo del extrarradio sino también del casco urbano, que hoy se muestran con un alto contenido en restos arqueológicos.

A partir de 1999 cambia radicalmente el panorama anteriormente descrito. La redacción de la Carta de Riesgo de la Ciudad de Huelva permitió la elaboración del expediente de incoación de la Zona Arqueológica de Huelva, cuyos límites aparecen en la Orden de14 de mayo de 2001 (BOJA 75 de 3 de Julio de 2001), por la que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, ampliada posteriormente, en el sector B-3, por la Orden de 29 de marzo de 2007 (BOJA 83 de 27 de Abril de 2007). Esta nueva delimitación perfila una zona arqueológica mucho más amplia y compleja que la contemplada en el PGOU de 1980, estableciendo ámbitos precisos de protección  teniendo en cuenta el diagnóstico previo establecido en la Carta de Riesgo del Casco Antiguo de la Ciudad de Huelva y las nuevas experiencias adquiridas en los últimos años.

Los proyectos urbanísticos de cualquier alcance, tanto en el ámbito de la renovación de los espacios públicos como en la de edificios o parcelas de propiedad privada, quedan sujetos a la intervención normativa de la Gerencia Municipal de Urbanismo y la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, que es quién determina y autoriza en cada caso, la realización de la Actividad Arqueológica de Urgencia.

Una de las novedades más importantes de este nuevo procedimiento es que a la financiación pública, tanto municipal como autonómica, de las diferentes actuaciones arqueológicas, se incorporan los promotores privados que han de sufragar los costes de las intervenciones arqueológicas en las obras que promueven. Justo es señalar que si en un principio esta medida generó ciertos problemas, actualmente el coste que la arqueología genera está siendo asumido con absoluta normalidad por parte de la iniciativa privada que en ocasiones trasciende incluso a cubrir parte o todo el coste para la integración posterior de los restos.

Siguiendo este procedimiento, desde noviembre de 1999 se han realizado unas 230 excavaciones y seguimientos arqueológicos de diverso alcance que han permitido establecer diferentes acciones encaminadas a la protección, conservación, revalorización y difusión del patrimonio histórico-arqueológico de la ciudad de Huelva.

Finalmente, y relacionado con lo anterior, en lo que a la conservación de restos se refiere, la referida Declaración también establece un punto de inflexión en este aspecto, pues salvo los restos del conocido Muro de San Pedro, conservado por iniciativa privada, nada se había conservado en la ciudad hasta ese momento, lo que ha supuesto la destrucción de una muestra significativa de restos para comprender la evolución histórica de la ciudad. Todo ello a pesar de que en otras ciudades españolas y andaluzas ya se estaban desarrollando otras políticas de conservación acordes con la importancia que por esos momentos adquiría el Patrimonio Arqueológico. En los últimos años han sido varias las iniciativas orientadas hacia la conservación y difusión de restos, como son los casos de la calle Arquitecto Pérez Carasa, Plaza de San Pedro, Antiguo Colegio Francés, Villa de La Almagra y Parque Moret. A pesar de ello, creemos que es todavía una asignatura pendiente que la ciudad en su conjunto debe superar con una apuesta más decidida a la hora de tomar decisiones sobre la integración de restos.