El léxico popular y argótico en la novela Don Catrín
de la Fachenda, de José Joaquín Fernández de Lizardi
The popular and argot lexicon in the novel Don Catrín
de la Fachenda, by José Joaquín Fernández de Lizardi
Ivo Buzek
Universidad Masaryk
ibuzek@phil.muni.cz
https://orcid.org/0000-0002-4011-6513
Resumen: El artículo se dedica al léxico diafásica
y diastráticamente marcado presente en novela
Vida y hechos del famoso caballero D. Catrín de la
Fachenda (1832), de José Joaquín Fernández de
Lizardi. El manejo de las obras literarias para la
historia de las hablas populares y marginales es
metodológicamente problemático, pero se puede
solucionar aplicando el aparato de la pragmática
histórica (Oesterreicher 2004), complementa-
do, a su vez, con los criterios tipográcos, como
usos de la letra cursiva para marcar el léxico ar-
gótico, o mediante paráfrasis y explicaciones en
el texto (Buzek, 2017). En esta ocasión vamos a
seguir en la misma línea de investigación apli-
cando los ltros metodológicos con las adapta-
ciones necesarias, si la obra lo requiere. Nuestro
objetivo principal es ir estudiando documentos
pertinentes —literarios y no literarios— para la
historia de las hablas marginales en el español
en América en general y en México en particular
para poder ofrecer una visión de conjunto.
Abstract: The article is dedicated to the diaphasic
and diastratically marked lexicon in the novel
Vida y hechos del famoso caballero D. Catrín de
la Fachenda (1832), by José Joaquín Fernández
de Lizardi. The use of ction for the history of
slang is methodologically problematic, but it can
be solved by applying the apparatus of historical
pragmatics (Oesterreicher 2004), complement-
ed by typographical criteria, such as italics, or by
paraphrases and explanations in the tex (Buzek,
2017). On this occasion we are going to continue
in the same line of research applying the meth-
odological lters with the necessary adaptations,
if required. Our main objective is to go on stud-
ying relevant documents ction and non-c-
tion— for the history of slang in Spanish in
America in general and in Mexico in particular
in order to be able to oer an overview.
Palabras clave: lexicología histórica, pragmática
histórica, argot, español mexicano.
Keywords: historical lexicology, historical prag-
matics, slang, Mexican Spanish.
Del Español. Revista de Lengua, 1, 2023, pp. 337-351
ISSN: 3020-2434 (en línea), 3045-543X (impresa). https://doi.org/10.33776/dlesp.v1.7935
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REVISTA DE LENGUA
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ESPAÑOL
N
Recibido: 26/1/2023
Aceptado: 21/3/2023
Ivo Buzek
Del Español. Revista de Lengua, 1, 2023, pp. 337-351
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1. Introducción y justicación del estudio
Cuando uno está interesado en la historia del léxico marginal de una deter-
minada variedad regional de la lengua española, las posibilidades de estudiar
su evolución se van complicando conforme nos alejamos de la actualidad y
nos vamos adentrando en la historia. Para la historia del léxico cotidiano,
pero también para la mayoría de los léxicos de especialidad, como adminis-
trativo, cientíco-técnico, de artes y ocios, etc., podemos acudir a las fuentes
impresas y manuscritas muy variadas. Es cierto que su estudio también está
lleno de diversos obstáculos, pero en la mayoría de los casos no nos podemos
quejar de que nos falten fuentes.
No obstante, la historia del léxico diafásicamente marcado, como colo-
quial, popular o vulgar, o del léxico que combina las restricciones de uso dia-
fásico y diastrático, como sería el argot de la delincuencia u otros sociolectos
marginales, adolece de otros problemas. En primer lugar, se trata de la ca-
rencia de fuentes de estudio, ya que durante la historia de la documentación
escrita del español, pero se puede generalizar para otras lenguas con tradi-
ción escrituraria también— era muy poco habitual que el léxico con este tipo
de restricción apareciera en los documentos de la época, en cualquiera de las
tradiciones discursivas habituales. Tan solo a partir de la época moderna con
la regularización de la administración en los juzgados, sobre todo de las actas
de las declaraciones durante los procesos judiciales, podemos ir documen-
tando léxico de los registros de habla y de los estratos sociales más bajos. Otra
fuente que se puede usar para reconstruir la historia de dichas variedades del
habla y de los sociolectos marginales serían las fuentes literarias, sobre todo
a partir de los Siglos de Oro. Sin embargo, las fuentes literarias son en este
sentido un arma de doble lo, ya que no registran el léxico diafásica y diastrá-
ticamente marcados de forma auténtica, sino más bien en sus representacio-
nes estereotipadas. Su función allí fue ayudar a caracterizar a los personajes,
ubicarlos en su clase social correspondiente para que los reconociera y ubica-
ra allí el público de los lectores o espectadores de aquel entonces. En otras pa-
labras, son imitaciones del habla popular, vulgar o de las clases marginadas,
pero tenían que resultar creíbles para el público y su manera de hablar debía
ser reconocible. Como dice Oesterreicher (2004: 734), «lo especíco del texto
literario consiste exactamente en la posibilidad de ngir […] todas las formas
de este continuo concepcional». Para poder separar el valor documental del
léxico estudiado de la estilización literaria, debemos entonces aplicar los mé-
todos desarrollados por la pragmática histórica (Fitzmaurice, 2010; o Jucker,
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2008). Otros indicios que aportan información muy valiosa sobre la restric-
ción de uso son los comentarios metalingüísticos, como, por ejemplo, «según
dicen los ladrones», «vulgarmente hablando», «esta voz la dicen habitualmen-
te los mendigos», etc. Y, nalmente, podemos aprovechar los procedimientos
tipográcos, como usos de letras cursivas, subrayados o explicaciones entre
paréntesis o directamente en el texto. Entonces, si conjugamos los procedi-
mientos de la pragmática histórica con los comentarios metalingüísticos y
la tipografía en casos de textos impresos— podemos estar relativamen-
te seguros de la autenticidad y del valor real de uso del léxico estudiado.
Ahora bien, desde hace varios años estamos trabajando en la historia de
las hablas marginales del español mexicano. Nos hemos dedicado al léxico
marginal y al argot de la delincuencia mexicanos presentes en los diccio-
narios de mexicanismos desde el punto de vista lexicológico (Buzek, 2021),
pero también desde la óptica de la sociolingüística histórica (Buzek, 2020).
En otras ocasiones hemos estudiado los vocabularios insertados en novelas
costumbristas (Buzek, 2018), igual que el léxico marginal presente en las
novelas mismas (Buzek, 2019), fuera de aquel lón de la lexicografía oculta,
como decía Alvar Ezquerra (2004: 47).
El presente estudio sigue en la misma dirección y se puede entender, asi-
mismo, como una extensión encaminada a conocer mejor el vocabulario dia-
fásica y diastráticamente marcado presente en la producción textual literaria
de un autor determinado, José Joaquín Fernández de Lizardi, llamado por
sus coetáneos también el «Pensador mexicano». En Buzek (2017) hemos es-
tudiado el léxico marginal en su novela El Periquillo Sarniento (2008 [1830-
1831]) y hemos llegado a la conclusión de que la prosa del Pensador mexicano
tiene un gran valor para la historia de este tipo del léxico popular y marginal
en la variedad mexicana de la lengua española, como ya habían sugerido
otros investigadores (Davis, 1956), o los que se dedicaron a la fraseología u
otros aspectos lingüísticos del texto de la novela (López y López, 1931).
En este trabajo utilizaremos el mismo procedimiento metodológico que
hemos adoptado para estudiar el léxico de los marginados retratados en El
Periquillo Sarniento, pero lo aplicaremos a otra novela del mismo autor, Vida
y hechos del famoso caballero D. Catrín de la Fachenda (2011 [1959; 1832])1. Solo
1 Hemos trabajado principalmente con la edición digitalizada que ofrece la Biblioteca Vir-
tual Miguel de Cervantes y que se basa en la edición mexicana de la editorial Porrúa, de 1959.
Asimismo, hemos consultado la versión digitalizada de la primera edición, de 1832, disponible
a través de Google Books.
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a primera vista, si comparamos la extensión de ambas obras, es bastante
evidente que la riqueza lingüística y documental que hemos encontrado en
El Periquillo Sarniento no la vamos a encontrar en las páginas del D. Catrín
de la Fachenda. No solo porque es una obra de mucho menor extensión, sino
también porque la estructura y la forma de la novela son distintas. En nues-
tro estudio de El Periquillo Sarniento la mayor riqueza léxica la aportaban los
diálogos entre los personajes, pero aquí prevalece la narración cronológica de
la vida del protagonista y la presencia de los diálogos es mucho menor. Por
tanto, sería excesivamente optimista esperar un abundante caudal de voces
populares o argóticas no documentadas en obras estudiadas en otras ocasio-
nes. No obstante, en el proceso del estudio de la diacronía del léxico diafásica
y diastráticamente marcado cada palabra cuenta y no creemos que nos poda-
mos permitir obviar una fuente como esta si, además, es de fácil alcance. Por
tanto, como ya hemos dicho, no esperamos resultados abundantes desde el
punto de vista cuantitativo, pero sí tenemos la esperanza de encontrar por lo
menos un par de voces o unidades fraseológicas que faltaban en El Periquillo
Sarniento o en otras obras literarias a cuyo valor lingüístico nos hemos dedi-
cado hasta el momento. Ambas novelas se desarrollan en ambientes urbanos
muy variados, desde las clases medias relativamente acomodadas, pasando
por el ámbito estudiantil y militar, hasta los garitos de juego, las tascas ocu-
padas por el proletariado urbano marginal o la cárcel. La ambientación, por
tanto, promete, a primera vista, unos resultados interesantes.
Aunque la gura y la obra del Pensador mexicano son notoriamente co-
nocidas, creemos conveniente añadir en el siguiente apartado un breve resu-
men de esta, prestando atención sobre todo a su valor lingüístico y documen-
tal para estudiar el español mexicano popular y argótico de su época.
2. La obra del Pensador mexicano
como fuente de estudio del español mexicano
del primer tercio del siglo xix
Como decíamos en nuestro estudio sobre el léxico marginal en El Peri-
quillo Sarniento (Buzek, 2017), es sumamente sorprendente que una novela
tan importante para la historia de la literatura mexicana e hispanoamericana
y cuyo valor lingüístico —sobre todo en lo que se reere a la lengua popu-
lar— es ampliamente reconocido y repetido, haya contado con tan pocos es-
tudios lingüísticos. Esta falta de conocimiento se puede extrapolar al estudio
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de la historia del léxico popular y de la marginalidad mexicanos como tal. En
Buzek (2017) nos dedicamos con más atención a esta sorprendente laguna
de conocimiento y remitimos allí para más detalles, pero no podemos seguir
sin referirnos aquí por lo menos a algunos estudios más generales sobre el
léxico popular y marginal usado por Fernández de Lizardi en sus obras, como
sería el de López y López (1931), ya citado, que se dedicó a la fraseología, o el
de Donnel (1950), que se centró en el lenguaje del autor en un sentido más
amplio. No obstante, para nuestros intereses el estudio más importante es
la tesis doctoral de Davis (1956) sobre el léxico diafásica y diastráticamente
marcado en El Periquillo Sarniento. El estudio de Davis no tiene, por supues-
to, ninguna proyección pragmática o sociolingüística, pero es importante
que el investigador haya intentado superar la carencia bibliográca —sobre
todo lexicográca— sobre el tema y que haya ensayado varias deniciones
propias dirigidas hacia voces sin ningún registro lexicográco, entre ellas
varios términos del ámbito de la marginalidad y del juego de las cartas.
Desde entonces no ha salido ningún otro estudio sobre el léxico popular
y argótico presente en la producción literaria del Pensador mexicano hasta
2014, cuando Frago publicó unas pinceladas centradas, en su mayoría, en los
aspectos de la representación fonética, dejando su valor lexicológico en un
segundo plano. Con nuestro estudio sobre el argot en El Periquillo Sarniento
y ahora en el Don Catrín de la Fachenda pretendemos pues ir llenando dicha
laguna de conocimiento que yace en la historia del léxico popular y marginal
en las variedades latinoamericanas del español, en este caso mexicana, e ir
contribuyendo a su mejor conocimiento.
3. El léxico popular y argótico
presente en la novela
Como ya hemos adelantado más arriba, con este trabajo pretendemos, so-
bre todo, aportar más conocimiento acerca del léxico vulgar, popular y argó-
tico documentado en la obra novelística de Fernández de Lizardi para poder
ir completado así el panorama del léxico de las clases populares y marginales
urbanas del México de la primera mitad del siglo xix. No esperamos grandes
cantidades de voces nuevas ausentes en El Periquillo Sarniento, pero, como ya
hemos comentado, cada palabra cuenta. Basándonos en nuestras experien-
cias anteriores, esperamos encontrar más bien léxico patrimonial en vez de
indigenismos léxicos porque el argot urbano siempre ha sido más bien de
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origen patrimonial y la presencia de los indigenismos suele ser mínima allí.
Para identicar los términos en cuestión, hemos acudido a los dicciona-
rios de mexicanismos del siglo xix, el de Ramos i Duarte (FRD, 1895) y el
de García Icazbalceta (JGI, 1899), igual que a varios del siglo xx y xxi, como
el de Santamaría (1983 [1959]) y el de la Academia mexicana de la lengua
(Company 2010). También hemos acudido al Diccionario del español de Mé-
xico (DEM; Lara 2010) y a los diccionarios de americanismos de Santamaría
(1942) y de la ASALE (DA, 2010) y al Diccionario académico (DLE, 2014).
Con todo ello, esperamos haber minimizado los posibles errores de inter-
pretación.
Como era de esperar, los resultados en cuanto a la cantidad de las voces
identicadas son bastante modestos. Son dieciocho unidades léxicas en total,
entre ellas trece son simples y cinco son plurilexemáticas. No es fácil clasi-
car temáticamente un corpus tan pequeño, pero incluso en un grupo de
voces tan reducido podemos notar algunas áreas temáticas comunes, como
serían las voces referentes a los vagabundos y a la indigencia en general, los
términos del juego y, nalmente, un grupo de palabras heterogéneas que no
caben dentro de un campo temático común. Son muy variadas, pero les une
el ámbito marginal, borrachera o el tema de la muerte, y suelen ser a la vez
muy expresivas. En los siguientes apartados las presentamos en su contexto
y aportamos la documentación lexicográca que nos haya ayudado a ubicar-
las en su ámbito.
3.1. Los vagabundos e indigentes
Son seis los términos que hacen referencia a los vagabundos, sus actitudes
o modos de comportamiento. Por supuesto, sus características denicio-
nes lexicográcas y tal como se describen dentro del texto de la novela— es-
tán formuladas desde un punto de vista de las clases acomodadas, las que
ostentaban el poder, prestigio e inuencia en la sociedad mayoritaria de la
época (Langer y Nesse, 2014), pero con mucha probabilidad son voces usa-
das, propias y probablemente también salidas de los ámbitos de la margina-
lidad. Son las siguientes: amanezquero ‘persona sin ocio ni benecio’, catrín
‘persona vagabunda que aparenta proceder de las clases acomodadas’, catri-
neríaconjunto de catrines’ y ‘actitud propia de los catrines’, cuzca ‘prostituta
o mujer coqueta, fachenda ‘persona presumida y vanidosa’, y roto ‘persona de
clases bajas que aparenta proceder de la clase media.
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1. Algunos dias la pasé bien á favor de Birján y de sus libros , pues
como me veian decente, pensaban que tenia mucho que perder, y
por esta honestísima razon me daban el mejor lugar en cualquiera
mesa; pero yo no pasaba de lo que llaman amanesquero: apenas
aanzaba dos ó tres pesos, los rehundia , sacaba mi puro, y me lo
iba á chupar á la calle. (83, cap. 7)2
[JGI: amanezquero. m. fam. El que no tiene ocio ni benecio, y
saca del juego ó de otro mal arbitrio lo necesario para pasar cada
día. Desusado hoy.; Santamaría: amanezquero, ra. m. y f. fam. El
que no tiene ocio ni benecio, y saca por malos arbitrios lo nece-
sario para pasar el día.]
2. Así lo hizo el tonto de Simplicio; pero apénas conoció Sagaz á Lau-
ra, cuando le dijo: hombre tonto, salvage, majadero; ¿de qué te sir-
ve ser catrin, ó marcial, tuno, corriente y veterano? Esta es una
cuzquilla conocida y comun, hija del difunto maestro Simon, que
tenia su barberia ó raspaduria en la plaza del Volador. (76, cap. 6)
[FRD: (Guan. i Quer.) sm. Petimetre vagabundo || (D. F.), adj. Ele-
gante, pulido.; Santamaría: m. y f. Petimetre, lechuguino, elegante.
Esta palabra se va anticuando, y sólo se conserva entre la gente del
pueblo, como apodo injurioso y despectivo que aplica a la que no
usa el traje de ella, motejándola de ociosa e inservible, cuando no
de mal entretenida. Y aun para esto usan más de la palabra roto.
El Pensador Mexicano dió a una de sus novelas el título de “Don
Catrín de la Fachenda,» donde, como es natural, se repite mucho la
palabra.; DA: Mx, Gu, Ho, ES, Ni; CR, OBol. Referido a persona, que
muestra elegancia en el vestir y esmero en el cuidado de su perso-
na.; DLE: C. Rica, El Salv., Guat., Hond., Méx. y Nic. Bien vestido,
engalanado. U. t. c. s.]
3. Ya se ve. tú eres un pobre aprendiz de la verdadera catrinería, y por
eso te escandalizas de cualquier cosa: […] (99, cap. 9)
[Santamaría: f. Calidad de catrín, y el conjunto de ellos. 2. Los catri-
nes colectivamente; la clase de los catrines.]
4. Yo desperté en el hospital, y supe que quien me habia hecho tan
buena obra era no menos que marido de la cuzca que llevó mi ami-
go: […] (108-109, cap. 10)
[FRD: cusca (Méj.), adj. Corredora, chismosa.; Santamaría: cusca.
2 En todas las muestras mantenemos la ortografía original.
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f. Puta disimulada, pelanduzca, piruja.; Santamaría (*): cusco, ca.
Dícese de la persona que sirve a otro en trabajos muy ínmos. En-
redadora, chismosa, tratándose de mujer. También cuzco. Ú.t.c.s. 2.
Enamoradizo, y también provocativo, lascivo. Dícese especialmen-
te de la mujer. 3. Laminero, goloso; que gulusmea. 4. Entrometido,
amigo de averiguarlo todo.; Santamaría: cuzca. f. Ramera desco-
cada y provocadora.; DEM: cusca. s y adj f (También cuzca) Mujer
coqueta, que busca sexualmente a los hombres: «A los diecinueve
años, en riña, mató a un rival en amoríos por culpa de una cusca»;
DA: cuzco, -a. Mx, Gu. Referido a persona, coqueta.; DA: cusco, -a.
Gu, Ar:NO; Mx, desp. Referido a persona, coqueta, presumida.; Vo-
cabulario de El Periquillo Sarniento: cuzca o cusca ‘ramera’]
5. Hablando de esto, dijo el capellán, hay una clase de catrines, quiero
decir, jóvenes, tal vez bien nacidos y decentes en ropa; pero ociosos,
ignorantes, inmorales y fachendas, llenos de vicios, que no conten-
tos con ser picaros, quisieran que todos fueran como ellos. (104,
cap. 9)
[FRD: (Yuc.), adj. Orgullosa, vanidosa. «Esta criada es fachenda,»
por decir atrevida.; DLE: coloq. Vanidad, jactancia. 2. coloq. Hom-
bre que tiene fachenda.]3
6. Mozos hay currísimos ó pegadísimos á la moda del dia, y no por
eso son catrines; y otros hay que llama el vulgo rotos, ó modistas
pobretes y sin blanca, que son legítimos catrines. (91, cap. 8)
[FRD: (D. F. i Coa.), Petimetre del pueblo, indio ó mestizo vestido
á la europea.; Santamaría/Americanismos: En México, tenemos las
palabras: […] roto, que dice especialmente la plebe, todas usadas
para designar al petimetre, pisaverde, almidonado, etc. (176); San-
tamaría: roto, ta. m. y f. Petimetre, pisaverde: individuo sin queha-
cer y sin dinero que viste bien a fuerza de trampas y picardías. La
mujer del pueblo llama rota a la señorita de la clase media que vive
a lo rico.; DLE: 7. m. coloq. Chile y Méx. Persona maleducada, de
modales groseros. 8. m. Méx. Petimetre del pueblo.; DA: Pe, Ch.
Persona maleducada y de modales groseros. pop + cult espon. //
3 Véanse también los derivados presentes en las fuentes de consulta, aunque no documen-
tados en el texto de la novela: DA: fachento, ta. Adj. Ho, ES, Ni, CR obsol. Referido a persona,
engreída, jactanciosa.; JGI: fachosear. n. vulg. Fachendear: hacer ostentación de riquezas, habi-
lidades &c. || fachoso, sa. adj. vulg. Fachendoso, que se da importancia.; Santamaría: fachendo,
da. adj. Fachendoso, que casi nadie usa.
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Mx. Referido a persona, que viste y tiene maneras de una clase su-
perior a la que pertenece.; DEM: (Popular y Ofensivo) Persona que
viste y tiene maneras de clase media: «Es una rotita presumida”».
Como se puede ver, tanto el contexto de los fragmentos de la novela como la
documentación lexicográca conrman dicha área de uso. En cinco de seis casos
se documentan en el diccionario de mexicanismos de Santamaría, que resulta
ser la fuente de consulta con mayor representación para estas voces. En el caso
de amanezquero, la misma cita que traemos nosotros aparece también en el Vo-
cabulario de mexicanismos, de García Icazbalceta (1899). Las voces fachenda y roto
debían de ser muy marcadas y expresivas en el español mexicano del siglo xix,
puesto que las cursivas en los ejemplos no son nuestras, sino del autor.
3.2. El juego
Las voces del ámbito del juego de naipes también forman un grupo redu-
cido pero compacto. Es preciso reconocer que aquí no todas las voces son
nuevas para nosotros, ya que varias de ellas se documentan también en El Pe-
riquillo Sarniento y nos hemos ocupado de ellas en otra ocasión. No obstante,
no queríamos dejarlas sin mencionar porque somos conscientes de su valor
para la historia de los argots de la delincuencia del México del siglo xix. Son
las voces: blanca ‘moneda’, gurupié ‘tipo de jugador profesional’, ingeniarse
conseguir dinero en el juego sin mucho riesgo, montero ‘tipo de jugador
profesional’, trepar ‘presentarse, aparecer’; más la unidad fraseológica dar el
codazoavisar.
7. Desde esta época comenzaron mis trabajos, porque ni él ni yo te-
níamos blanca. (57, cap. 5)
[FRD: (l.c.) sf. Plata; DLE: 22. f. Moneda de vellón, que según los
tiempos tuvo diferentes valores // 25. f. desus. Moneda de plata]
8. Salí por n, y tuve la dicha de encontrar un amigo á quien había yo
servido en sus amores, y al verme en tal estado, se compadeció de
mí, y me proporcionó que fuera yo su gurupié ganando dos pesos
diarios. (84, cap. 7)
[FRD: gurrupié (Méj.), sm. Gurupié.; JGI: gurupié. m. El que en el
juego del monte reproduce en otro lugar de la mesa, con cartas des-
puntadas, el albur que saca el tallador, para que le vean los apuntes
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distantes y hagan allí sus apuestas; paga las que gana y y recoge las
que pierden, y á veces suple al tallador. […].; Santamaría: ídem. […]
2. Por analogía, se llama en sentido gurado así a la persona que
acompaña a otra, sirviéndole de cómplice encubridor, o le ayuda
en malas artes por algún vil estipendio.; DA: RD. En un casino,
asistente del banquero.]
9. […] puso todo el dinero que tenia, y todo el que le prestaron, y le lle-
al pobre montero como doscientos pesos: me dio con disimulo
seis; me ingenié con ellos, y tuve la felicidad de juntarme esa tarde
con sesenta pesos. (81, cap. 7)
[DEM: Hallar la manera de hacer o conseguir algo: ingeniarse un
método de enseñanza, «Si quieren adoptarla tendrán que ingeniarse
un modo de mantenerla»; Cf.: El Periquillo Sarniento: «Ingeniarse,
me contestó Januario, es hacerse de dinero sin arriesgar un ochavo
en el juego.» (t. II, cap. III, p. 339)]
10. […] puso todo el dinero que tenia, y todo el que le prestaron, y le lle-
al pobre montero como doscientos pesos: me dio con disimulo
seis; me ingenié con ellos, y tuve la felicidad de juntarme esa tarde
con sesenta pesos. (81, cap. 7)
[sin documentación lexicográca]
11. Si alguna peseta dada trepa, bueno; y si no, se atiene á su honestísi-
mo trabajo para pasar el dia siguiente. (93, cap. 8)
[Davis (1956): g. jueg. Evidentemente: presentarse, aparecer.]
12. Entonces avisé ó di codazo á uno que estaba cerca de mí: […] (81,
cap. 7)
[Santamaría: codazo. Dar codazo, dar cañutazo, comunicar oportu-
na y reservadamente a una persona algo que le puede ser útil. Se
asemeja a la frase fam. Dar de o del codo, que trae el Diccionario;
pero esta implica siempre una acción material y la otra no: el codazo
puede darse por palabra, por escrito, o por medio de otra persona.]
Documentar un argot marginal y a la vez tan especializado como es el de
los jugadores de cartas no es fácil. Y como hemos visto en nuestro estudio
sobre el argot en El Periquillo Sarniento (Buzek 2017), Fernández de Lizardi
hasta cierto punto censuraba estas voces por motivos pedagógicos, para el
bien de sus lectores, según él pensaba:
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Bien pudo Periquillo haber explicado aquí el mecanismo de estas
fullerías; pero, sin duda, las calló con estudio deseando prevenir a los
lectores incautos en los peligros del juego sin enseñarlos a maliciosos.
Es bueno saber que hay drogas, pero no saber hacerlas (2008: 344).
El aprovechamiento documental de los diccionarios es menor en este caso,
pero a veces son las citas textuales de El Periquillo Sarniento o el estudio de
Davis (1956) los que nos ayudan a formular las deniciones. Tampoco debe-
ría pasar desapercibida la marca l.c. ‘Lenguaje de cárcel’ que acompañaba la
voz blancadinero’ en el FRD (Buzek y Gazdíková 2017). Todas ellas habrán
sido voces muy marcadas y expresivas, ya que tres de ellas vienen con cursiva
del autor.
3.3. Otros
Y, nalmente, tenemos un grupo de palabras heterogéneas que no caben
dentro de un campo temático común. Son muy variadas, pero las une el ám-
bito marginal, de la borrachera o de la muerte, conllevan, a su vez, un alto
índice de expresividad. Son las siguientes: chispa borracho’, chocho ‘[persona]
decrépita, estar [alguien] a media bolina estar achispado, dejar [a alguien] en
el puesto ‘matar [a alguien]’, ser [algo] tercios de paja ser [algo] insignicante,
mesón de la pita ‘¿apuro, problema grave?’.
13. Así que se me quitaba la chispa, (1) me hacia cuatro cariños y que-
dábamos tan amigos como siempre. (135, cap. 12)
[(1) Ponerse la chispa es una de las muchas frases con que aqui
se dice: embriagarse, y quitarse la chispa es decir que se alivió.;
Santamaría: 3. Borrachera, que también se dice chispera.; DLE: 6.
f. coloq. borrachera (|| efecto de emborracharse); Cf. FRD: chispar
(Yuc.), inf. Achispar, alegrar, aturdir á uno con bebida. || chispar-
se (Yuc.), inf. Achisparse, emborracharse. || chapeado (D. F.), adj.
Chispo, alegre por el licor, calamoco, crapuloso.]
14. […] y era muy regular que se espantara al ver que quien no habia
temido á Tremendo con su espada, temiera á un viejo chocho des-
preciable. (63, cap. 5)
[DEM: adj y s (Popular) Que tiene disminuidas las capacidades
mentales por ser de edad avanzada; que está decrépito: «La pobre
no se acuerda de nada, ya está muy chochita», «No le hagas caso, ya
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está chocho», «Ese viejo chocho ya no entiende razones»; DA: Referi-
do a persona, decrépita, acabada, desgastada.]
15. Cuando está, como dicen UU., á media bolina ó medio borracho,
entonces es cuando hacen reir ó incomodar sus necedades. (141-
142, cap. 13)
[DA: Gu, ES. Borrachera. pop + cult espon.]
16. […] éste se enfureció mas de lo que estaba, y me tiró un tajo con
tanto acierto y ganas, que por poco no me deja en el puesto, esto
es, difunto; (108, cap. 10)
[sin documentación lexicográca]
17. Sin embargo, diez y nueve ó veinte mil no son tercios de paja; y así
tírale seguido, y no seas bobo. (58, cap. 5)
[sin documentación lexicográca; cf.: DA: paja. f. Mx, Gu, Ho, ES,
Ni, CR, Pa, Cu, Ve, Ec, Bo. Cosas insignicantes, sin importancia,
o tonterías.]
18. Salí por fortuna del meson de la pita; (110, cap. 10)
[sin documentación lexicográca; cf.: Santamaría: [pita] –Enredar
la pita. expr. g. fam. Embrollar, meter discordia. || –Reventar la
pita. expr. g. fam. Resolverse una situación forzada o inaguanta-
ble; producirse el escándalo en lo que permanecía en secreto.]
Las voces de este apartado tienen una menor representación lexicográca,
lo que quiere decir que son muy marcadas, tanto diafásica como diastráti-
camente, obviadas por descuido o intencionadamente por los lexicógrafos,
aunque según Pena (1994-1995: 169), no es necesario buscar allí una in-
tención de censura; simplemente «el lexicógrafo no ha pasado por allí». Son
casos de las unidades plurilexemáticas ser [algo] tercios de paja, donde el signi-
cado de pajacosa insignicante, recogido en el DA, apunta a su marcación
diafásica, igual que sucede con los fraseologismos con pita, incluidos en el
diccionario de Santamaría. No obstante, en tres casos es el propio autor el
que nos explica el signicado de la unidad léxica en cuestión, como sucede
en los casos de chispaen cursiva del autor y con la explicación en una nota
a pie de página que recogemos aquí también—, estar [alguien] a media bolina,
y dejar [a alguien] en el puesto. Son datos de primera mano y tienen un gran
valor para la diacronía.
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El léxico popular y argótico en la novela Don Catrín de la Fachenda...
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4. Conclusión
El objetivo de este texto ha sido averiguar el valor de la novela Don Catrín
de la Fachenda para la historia del léxico popular y marginal de la variedad
mexicana del español del siglo xix. Al mismo tiempo pretendía completar los
datos sobre este tipo del léxico que ya hemos estudiado en el caso de la novela
El Periquillo Sarniento, aportando más información sobre los usos del léxico
diafásica y disatráticamente marcado en la producción novelística del Pensa-
dor mexicano. Como ya hemos presupuesto desde el comienzo, la aportación
no ha sido cuantitativa, sino más bien cualitativa. Son 18 unidades léxicas en
total —simples y plurilexemáticas—, algunas de ellas ya documentadas en El
Periquillo Sarniento, sobre todo los términos del juego de las cartas. En cuan-
to a otras voces documentadas, es muy llamativo el léxico de los vagabundos
e indigentes urbanos y la información sobre la expresividad y del nivel de uso
que se ofrece a través de los procedimientos tipográcos (usos de cursivas
de parte del autor). No obstante, la información más interesante es la que
ofrecen los casos sueltos reunidos bajo el epígrafe de ‘Otros’. Son pocos en
número y cuentan con poca representación lexicográca, pero en su caso es
de gran ayuda la información que ofreció sobre ellas el autor en sus propias
notas a pie de página o a continuación en el texto mismo de la novela. Son
datos de primera mano y tienen mucha importancia para la historia de este
tipo del léxico, porque como ya hemos armado varias veces, cada palabra
cuenta y ayuda a reconstruir la historia del léxico diafásica y diastráticamente
marcado durante la evolución del español en México.
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