
Raúl Díaz Rosales
Del Español. Revista de Lengua, 1, 2023, pp. 391-398
ISSN: 3020-2434 (en línea), 3045-543X (impresa). https://doi.org/10.33776/dlesp.v1.7938
letras, más allá de la modificación de
algunos de los lemas (se recupera, por
ejemplo, el grupo latino -bs-, que había
sido suprimido anteriormente). El aná-
lisis de la macroestructura revela mo-
dificaciones también en el orden, para
solventar problemas en el orden alfabé-
tico. También, sorprendentemente, se
observan modificaciones que mejoran
la edición de 1780 y que, sin embar-
go, no llegaron a la siguiente edición
(1783) del diccionario académico. Otra
modificación en la macroestructura,
de menos frecuencia que la anterior,
es la alteración ortográfica de algunos
lemas: como absorver y su familia léxi-
ca, que en esta nueva edición modifica
la -v- por -b-, aunque rectifique en la
edición de 1783. Otras modificaciones
tipográficas solventaron errores en la
consideración de entradas (en mayús-
cula) y subentradas (en versalita), que
se habían malinterpretado en algunas
ocasiones merced a una incorrecta elec-
ción del carácter (aunque también se
provocaron errores con esta operación).
Así, por ejemplo, vuelven a ser entra-
das independientes las acepciones «re-
cíporovocas» de algunos verbos que an-
teriormente se presentaban como una
sola entrada. Sin embargo, se fusionan
en una sola entrada, modificando el
criterio anteriormente aplicado, sus-
tantivos y participios (andado y arado).
Se corrige, por último, la lematización
errónea de altamar, entre altabaquillo
y altamente en A, que pasa a recoger-
se como subentrada de alta en B. El
análisis de la microestructura, parcial-
mente tratado en páginas anteriores
del libro al abordar las modificaciones
ortográficas, se centra ahora en lemas,
correspondencias latinas, definiciones
y el propio orden de la microestructu-
ra. Así, en los lemas, se cita un cambio
regresivo como el de mantener la grafía
-r- en lugar de la doble grafía -rr- para la
vibrante múltiples: así, boquirasgado o
boquirubio vuelven a escribirse en B con
una sola r asumiendo las indicaciones
de la Ortografía de 1779. Las marcas,
por su parte, pueden verse alteradas
en B, respecto al texto de A, por la adi-
ción de marcas gramaticales, el cambio
de orden o incluso la supresión. Las
modificaciones en las equivalencias
latinas presentan un catálogo variado:
adición de coma, adición de correspon-
dencia latina o supresión de la misma.
Las modificaciones en las definiciones
proporcionaron una mayor coherencia
en el discurso lexicográfico, sin alterar
esencialmente la información propor-
cionada en A, cuestiones como la divi-
sión entre primer y segundo enuncia-
do, que introduce B y que no en todos
los casos mantuvo la edición de 1783,
como ocurre con otros delos adelantos
consignados. Se eliminaron, además,
la expresiones de equivalencia semán-
tica («que vale», «se toma por»). Otras
cuestiones señaladas, ejemplo de la mi-
nuciosidad de la lectura realizada, es la
de cursivas, versalitas. De mayor calado
serían las alteraciones en el orden mi-
croestructural de algunos artículos: se
cita el ejemplo de agua, cuyos conteni-
dos se ordenan en B alfabéticamente,
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