Divulgación, revisión y ensayos
Revista de economía mundial 65, 2023, 171-189
ISSN: 1576-0162
DOI: http://dx.doi.org/10.33776/rem.vi65.8111
el trabajo en un munDo en transición
hacia un nuevo orDen munDial
Work in a World in TransiTion
ToWards a neW World order
Santos M. Ruesga
Universidad Autónoma de Madrid
ruesga@uam.Es
Recibido: noviembre 2023; aceptado: diciembre 2023
resumen
Afirmar que se observan síntomas disruptivos en el actual modelo
socioeconómico no significa que esté acabado. Como señaló hace años
Colin Crouch, la “extraña muerte del neoliberalismo”, sigue obstaculizando
el surgimiento de un nuevo paradigma socioeconómico que refleje cambios
sustanciales en el pensamiento humano.
Desde esta perspectiva, se plantea avanzar en un nuevo paradigma social,
económico y político que ilumine caminos alternativos para la organización
productiva y el modelo de consumo y nos permita mantener un equilibrio
estable con el mundo natural en el que vivimos. Esto pone de relieve la
necesidad de ir más allá de supuestos tradicionales desarrollando formas
innovadoras de entender complejos desafíos, para superar el antropocentrismo
que ha dominado el pensamiento occidental en los últimos siglos.
En este artículo se centran estas reflexiones, en una sociedad en transición,
particularmente en el mundo del trabajo. Para, finalmente, introducir algunas
prospecciones sobre lo que podría esperarse ante un cambio radical de
paradigma socioeconómico, que contemple una paulatina desmercantilización
del trabajo en respuesta a la emergencia planetaria que ya estamos viviendo.
Palabras clave: Paradigmas socioeconómicos, transición socioecológica,
hechos disruptivos, futuro del trabajo, jornada de trabajo.
abstract
Stating that disruptive symptoms are observed in the current socioeconomic
model does not mean it is finished. As Colin Crouch pointed out years ago, the
“strange death of neoliberalism” continues to hinder the emergence of a new
socioeconomic paradigm that reflects substantial changes in human thought.
From this perspective, it is necessary to advance a new social, economic,
and political paradigm that illuminates alternative paths for the productive
organization and the consumption model and allows us to maintain a stable
balance with the natural world in which we live. This highlights the need to go
beyond traditional assumptions by developing innovative ways of understanding
complex challenges to overcome the anthropocentrism that has dominated
Western thought in recent centuries.
This article focuses on these reflections in a society in transition, particularly
in the world of work. Finally, it introduces some prospects about what could
be expected in the face of a radical change in the socioeconomic paradigm,
which contemplates a gradual decommodification of work in response to the
planetary emergency we are already experiencing.
Keywords: Socioeconomic paradigms, socioecologic transition, disruptives
events, future of the work, working day.
JEL Classification/ Clasificación JEL: B41, J81, Z13.
Revista de economía mundial 65, 2023, 171-189
1. visión general
Muchas voces parecen asumir que el mundo se encuentra en un estado
de transición. De todas partes del espectro ideológico, abundantes opiniones
abogan por la necesidad de un cambio profundo en las estructuras e
instituciones sociales y políticas que sustentan nuestras sociedades en la
actualidad.
La pregunta que sigue a tales afirmaciones es, ¿hacia dónde va esta
transición? Las respuestas a esta pregunta varían considerablemente según las
diferentes perspectivas ideológicas que respondan. Los eventos disruptivos que
dan lugar a esta percepción de tránsito pueden ser comúnmente percibidos,
pero su interpretación para el análisis socioeconómico varía sustancialmente.
Basta mirar la prensa para encontrar ejemplos en diferentes direcciones.
Así, podemos leer afirmaciones como esta: “El mundo está en transición, y las
transiciones son aterradoras, desordenadas”, decía hace tiempo Larry Flink,
CEO de Black Rock, e indicaba algunas fallas como el invierno demográfico,
la fragmentación social, la crisis energética, la inflación o el populismo en el
actual modelo sociopolítico y económico que evidencian la necesidad de un
cambio profundo en el mismo (Fernández, 2023).
Y, en sentido contrario y, quizás, con una mirada más a largo plazo, también
se afirma que “estamos entrando (sic) en un punto de inflexión. Muchos
mitos y certezas empiezan a derrumbarse, la gente empieza a desear un
mundo diferente. Reconocer la gravedad de la crisis climática implica aceptar
la necesidad de transformar radicalmente nuestras economías” (Lanzada
2023:5).
Pero, por ahora, el discurso dominante confía en la fortaleza del sistema
para superar esta nueva crisis del capitalismo. En este sentido, conviene
considerar cómo “la extraña no muerte del neoliberalismo” (Colin Crouch,
2011) sigue vigente de forma hegemónica en el discurso de las ciencias sociales
y, por tanto, dificultando una apertura de caminos hacia nuevos paradigmas
en el conocimiento socioeconómico que enfrenten tales quiebras y hechos,
entendiendo que es necesario avanzar en otro (u otros) alternativo(s) al
actualmente vigente. Nuevo paradigma que ilumine la organización productiva
y el modelo de consumo por otros derroteros, que permita mantener
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una relación de equilibrio estable del sistema natural del que somos parte
indisoluble1 (Jimenez Herrero, 2023).
El texto que presento a continuación es el resultado de lecturas recientes
sobre el tema central de la XXXV Reunión Anual de la Sociedad para el Avance
de la Socioeconomía (SASE), celebrada en Río de Janeiro a finales de 2023, así
como de diferentes conclusiones de mis estudios centrados, particularmente,
en el futuro del trabajo.
2. hechos Disruptivos
Aún con diagnósticos recurrentes similares, en cuanto a los hechos
disruptivos sobre los que se asienta este común denominador de un mundo
en transición, el destino difiere radicalmente.
Para unos, se trataría de buscar soluciones a una de las crisis periódicas del
capitalismo (más o menos intensas), pero que, como en ocasiones anteriores,
mantuviera los parámetros básicos sobre los que se asienta este modelo
socioeconómico (predominio de la competitividad y, sobre todo, continuidad
en el crecimiento económico como elemento inexcusable del modelo). Hemos
venido observando numerosos signos disruptivos del mundo construido en los
últimos siglos al calor de la revolución industrial y revitalizado con sucesivas
oleadas de innovaciones sistémicas, en todos los niveles de la relación
económica y social. En definitiva, desde esta perspectiva, cualquier evento
disruptivo, por intenso que sea, ha encontrado soluciones totales o parciales
en el marco del paradigma actual, anclado en un crecimiento continuo.
Para otros científicos sociales, en las antípodas ideológicas, se trataría de
una transición a un nuevo escenario socioeconómico radicalmente diferente
que rompería con aquellos principios básicos en los que se asienta el modelo
capitalista.
La pregunta es si el mundo está en transición y necesitamos derribar las
viejas líneas de pensamiento para crear paradigmas alternativos que puedan
interpretar con éxito ese paisaje cambiante. ¿O es simplemente una nueva
ola de las tradicionales crisis del capitalismo, que de una forma u otra, por
distintas dinámicas de los ciclos de crecimiento, son superadas en el tiempo?
Antes de adentrarnos en ello, primero veamos muy sucintamente e
identifiquemos aquellas líneas o eventos disruptivos a los que nos referimos.
Porque parece que algunos de los motores que han venido impulsando
la dinámica de crecimiento sostenido del modelo capitalista se están
desmoronando, no sólo en una perspectiva coyuntural, por los episodios
más inmediatos (guerras, pandemias, conciencia planetaria del aumento
del calentamiento global, etc.) sino en una proyección de sostenibilidad del
desarrollo socioeconómico en el largo plazo.
1 Y, en este mismo sentido, Jiménez Herrero (2023:391) afirma: “La economía es un subsistema
global que funciona como un sistema abierto al entorno y con el que intercambia materia, energía
e información”.
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El trabajo En un mundo En transición hacia un nuEvo ordEn mundial
rEvista dE Economía mundial 65, 2023, 171-189
a) En primer lugar, estamos hablando del crecimiento de las desigualdades en
la distribución de la renta y la riqueza, el género, etc., muy bien descrito
por los historiadores socioeconómicos contemporáneos (Galbraith, 2012,
Piketty, 2014, entre otros).
b) En segundo lugar, la innovación tecnológica, la robotización y la IA son
fuertemente disruptivas para los modelos productivos y laborales actuales.
Todo esto pone en entredicho el orden laboral actual, por lo que las
transformaciones venideras deben recrear y construir nuevas formas de
organización política, con nuevos escenarios laborales, que superen los
vaivenes de sistemas democráticos volátiles y geográficamente limitados.
c) En tercer lugar, la disrupción de los sistemas productivos a partir de la
creciente financiarización de las empresas no financieras (Ruesga, 2012).
d) En cuarto lugar, el sueño occidental de la extensión orbit et orbe de sus
viejas fórmulas democráticas de gobernanza económica y política no
parece haber prevalecido. Más bien nos asedia un malestar por el avance
del autoritarismo, incluso en el seno mismo de las democracias más
antiguas. Estos autoritarismos bloquean las oportunidades que ofrece el
progreso tecnológico para un mundo más inclusivo, en todas las esferas de
la vida humana.
e) En quinto lugar, el avance acelerado de las nuevas tecnologías genera, entre
otros efectos, una notable expansión de las grandes empresas tecnológicas
que ha dado lugar a una fuerte concentración de poder en los mercados y,
por extensión, a una inusitada e intensa influencia en instituciones políticas
de todo tipo. (OIT, 2021:75) (ver figura 1).
Figura 1. renta anual estimaDa De las granDes plataFormas y De plataFormas Digitales De trabajo,
2019 (us$ millones)
Fuente: ILO 2021:75.
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f) Sexto, la demografía no ayuda. Tomamos conciencia de que el modelo de
producción y consumo -que veníamos construyendo, con mayor o menor
éxito, según las zonas geográficas-, con el estabilizador social y político del
Estado del Bienestar, sufre por la quiebra demográfica de este siglo. El
creciente envejecimiento de la población nos impulsa a replantearnos este
modelo basado en una economía en constante crecimiento, en un marco
de elevadas desigualdades económicas.
g) Y, en séptimo lugar, junto a estos desafíos que enfrentamos en diferentes
escenarios, la línea de ruptura más destacada se registra en el campo de la
supervivencia del propio planeta Tierra. Estamos llegando a una emergencia
ecológica planetaria. En particular, se deteriora la función de la energía fósil
que ha permitido el establecimiento del actual modelo de producción y
consumo, lo que amenaza la supervivencia misma del planeta y con ella la
de la humanidad que lo habita.
Todo esto es un efecto ineludible del continuo crecimiento de las economías
del mundo, inherente al modelo económico capitalista. Esto significa que
no hay límites para el deterioro paulatino del entorno natural sobre el que
descansa la existencia humana.
Discursos milenaristas al margen, la transición energética para dejar atrás
el carbono y sus efectos destructivos sobre el entorno que nos acoge, es una
necesidad urgente. Y, con ello, el tejido productivo que se ha construido en
torno al paradigma energético del carbono también muestra síntomas de
estancamiento y deterioro.
Se podrían identificar más eventos disruptivos que interfieren con la
efectividad socioeconómica de la aplicación del paradigma dominante,
pero los enumerados anteriormente son, con mucho, los más singulares y
trascendentes.
Y más allá de la hiperglobalización (Rodrick, 2011 y 2022) -que se ha
construido en las últimas décadas, con crecientes desigualdades económicas
y sociales y con una gestión concentrada en grandes corporaciones y unos
pocos operadores políticos-, un nuevo orden internacional debe responder a
mayores niveles de seguridad e igualdad para ciudadanos y países en múltiples
áreas. Este contexto de paradigmas alternativos también debe comprender
una nueva geografía económica (este-oeste, norte-sur) que está cambiando
el mapa mundial de las relaciones económicas internacionales durante las
últimas décadas.
El complemento en la arena política de tal transformación socioeconómica
habrá que construirlo abriéndose a nuevas formas de gobernanza en las
instituciones, liberándonos del poder omnímodo de las grandes corporaciones.
Los movimientos sociales emergentes reclaman formas de democracia
más participativas que representativas, con una implicación directa en la
gobernanza colectiva de los ciudadanos y sus formas de organización en redes
interconectadas.
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El trabajo En un mundo En transición hacia un nuEvo ordEn mundial
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Cabe reiterar, sin embargo, que si bien existen muchos hechos disruptivos
sobre el paradigma dominante y que van aumentando en intensidad, ello no
significa, como se señaló anteriormente, que haya llegado a su fin.
3. un nuevo paraDigma para las ciencias sociales y la gestión De la socieDaD humana
El mundo está en transición y debemos derribar las viejas líneas de
pensamiento y crear paradigmas alternativos para navegar en el paisaje
cambiante. El tema refleja la necesidad de ir más allá de los límites y suposiciones
tradicionales para desarrollar formas innovadoras de comprender y abordar
estos desafíos complejos. La pregunta es si tales formas habrá que construirlas
en el marco del paradigma dominante (adentro) (Coase dixit) o si requerimos de
otras alternativas (afuera) para dar solución a los problemas socioeconómicos
que conllevan los eventos disruptivos antes relatados. En términos de filosofía
de la ciencia, ¿estamos ante un mero problema metodológico o, más bien, es
ontológico?
Desde esta última perspectiva, es necesario avanzar en un nuevo paradigma
social que ilumine caminos alternativos para la organización productiva y el
modelo de consumo y nos permita mantener un equilibrio estable con el mundo
natural en el que vivimos. Esto pone de relieve la necesidad de ir más allá de
los límites y supuestos tradicionales para desarrollar formas innovadoras de
entender y abordar estos complejos desafíos, superando el antropocentrismo
que ha dominado el pensamiento occidental en los últimos siglos.
Así, en el campo de las alternativas al paradigma dominante, el principal
hecho disruptivo a considerar es el desequilibrio ambiental (cambio climático,
etc.) ligado al crecimiento económico permanente. Y es a este anclaje al que
se enfrentan y tratan de responder ciertas visiones, que consideran que el
capitalismo con su exigencia de expansión perpetua está devastando el
mundo y la única solución que conducirá a un cambio climático significativo es
el decrecimiento (Hickel, 2022).
Adentro. Si optamos por la solución dentro del paradigma actual, quizás
podamos resolver total o parcialmente los primeros cuatro eventos disruptivos
enumerados (y algunos más), pero no sería factible lograr ningún éxito a la
hora de abordar el sexto hecho disruptivo con las herramientas de un modelo
que ineludiblemente requiere un crecimiento permanente.
Observamos numerosos intentos de compatibilizar crecimiento y
sostenibilidad ambiental, llámese capitalismo verde, desarrollo sostenible,
capitalismo ecológico, economía circular (en algunas de sus versiones), u otras
propuestas innovadoras, que hacen referencia a la búsqueda de soluciones
tecnológicas para evitar la disrupción. De hecho, los efectos ambientales
que vivimos intensamente, sin alterar por completo la base fundamental del
paradigma del crecimiento capitalista.
Para comprender esta dicotomía ontológica, es necesario comprender cómo
las ciencias sociales han ignorado durante mucho tiempo el hecho de que las
sociedades humanas dependen del entorno biofísico para su supervivencia. El
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descuido de un tema tan fundamental parece atribuirse principalmente a dos
hechos interrelacionados: primero, las ciencias sociales tienen sus raíces en
el pensamiento occidental antropocéntrico, en el que los humanos son vistos
como separados y “por encima” del resto de la naturaleza; y segundo, estas
disciplinas se desarrollaron durante una era de abundancia anormal cuando
las limitaciones ecológicas no eran importantes. Estos dos hechos históricos
prepararon el escenario para el desarrollo de tradiciones y perspectivas no
ecológicas extremas en las ciencias sociales modernas” (Dunlap, 1989: 5).
En resumen, no se ha considerado que “el capitalismo, con su dependencia
del crecimiento sin fin, su tendencia a concentrar la riqueza y aumentar la
desigualdad cuando no se controla, su tratamiento de los trabajadores
como desechables y el mundo vivo como expandible, y su uso implacable
de la publicidad para hacer buenos ciudadanos como sinónimo de buenos
consumidores, es fundamental para el problema [ecológico]” (Salamon&Gage,
2023:7)
Por estas razones, es importante considerar que “la ontología precede a
la epistemología y la epistemología a la metodología. Es engañoso sugerir
que ahora las divisiones más importantes dentro de las ciencias sociales son
epistemológicas o incluso metodológicas” (Tang, 2011:215), no ontológicas.
Entonces, creo que tenemos que desarrollar un nuevo fundamento ontológico
para la ciencia, particularmente para las ciencias sociales.
Y aun teniendo un fundamento epistemológico alternativo, estaríamos
proponiendo una ciencia social monolítica, pero será necesario mantener una
ciencia social fragmentada porque los científicos sociales centran su atención
en diferentes aspectos de la realidad social, lo que significa que combinan
los aspectos fundamentales de la realidad social. paradigmas alternativos de
forma diferencial y con distintas sensibilidades (Ibidem:216).
Y afuera. Un nuevo orden internacional en política, economía, etc., debe
basarse, a mi juicio, en lo que se ha venido describiendo en las últimas décadas
como un paradigma socioecológico, que incorpore el desarrollo como parte
de sus fundamentos básicos, junto con la equidad social y la sostenibilidad
ambiental. El discurso del decrecimiento, por ejemplo, que se viene gestando
desde hace décadas –aunque principalmente en la economía– aporta muchos
elementos de reflexión sobre el futuro de este nuevo orden. Como señala el
Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC), es necesario priorizar el
bienestar humano y el medio ambiente sobre el crecimiento económico (IPPC;
2022).
Es esencial mantener una mente abierta a los nuevos desarrollos filosóficos
y sus aplicaciones en la ciencia (en particular, las ciencias sociales). Manténgase
alerta a las investigaciones recientes y a las diferentes metodologías de
investigación de carácter multidisciplinar. Esto significa profundizar su
aprendizaje en una expansión multidisciplinar, para romper con las limitaciones
epistemológicas que aún nos inculcan nuestros sistemas educativos. Esta
interdisciplinariedad de métodos nos permitiría aprehender nuestros objetos
de análisis desde una perspectiva menos antropocéntrica en la medida en que
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El trabajo En un mundo En transición hacia un nuEvo ordEn mundial
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representaría un enfoque holístico que incluye la relación del mundo social con
el medio natural que sustenta toda actividad humana.
Como señala Diane Coyle en su último trabajo, “estamos en un período en
el que las visiones del mundo para dar forma a las decisiones políticas no están
claras y hay una mezcla de ideas, tanto mercados estáticos como forzados,
combinados con un profundo descontento de los votantes y pérdida de
confianza” (Coyle 2021:195). En definitiva, estamos inmersos en una sociedad
desorientada, en la que la elección política se vuelve muy difícil y confusa y se
expresa a través de protestas más o menos violentas (Badiou, 2015).
Desde esa perspectiva, el pensador austriaco Fritjof Capra (1997) analiza
cómo empezamos a alejarnos de nuestro paradigma mecanicista habitual,
en el que el conocimiento pertenece a un método científico específico, hacia
un paradigma sistémico, ecológico, que significa investigar ampliamente la
realidad social. En su totalidad, sin concentrarse específicamente en ninguno
de ellos, en las fragmentaciones del mundo científico actual. De esta manera,
podemos ir más allá del individualismo capitalista y el antropocentrismo para
incorporar una perspectiva de interdependencia, complejidad e interrelación
a nuestras investigaciones científicas, promoviendo la cooperación entre
disciplinas y, quizás, introduciendo la opción por el decrecimiento.
Pero, por supuesto, estas no son perspectivas completamente nuevas.
Desde la fundación del paradigma económico (y social) dominante, Descartes
y Spinoza debatieron dos concepciones diferentes de cómo funciona la
sociedad. Su pensamiento da lugar a paradigmas científicos alternativos y, por
extensión, a modelos diferenciados de gobernanza política, económica y social.
No olvidemos que, como señaló Kuhn, los paradigmas científicos dominantes
no son inmunes a las ideologías políticas y también están moldeados por la
competencia por el poder entre diferentes grupos sociales dominantes. De
esta manera, podemos entender cómo “la hegemonía que ha adquirido esta
visión o perspectiva teórica [el Neoclasicismo] en los últimos años se debe
a ese fenómeno de los paradigmas científicos tan bien descrito por Kuhn,
asociado y defendido por comunidades de, en este caso, economistas; y
apoyado por sectores sociales muy interesados en las explicaciones de los
hechos económicos asociados a dicha visión”. (Soto, 2020:16).
Avanzar hacia un paradigma más complejo, que se construya con varios
y diferentes supuestos ontológicos y epistemológicos (Tang, 2011: 241),
eligiendo los prioritarios y evitando ser demasiado dogmáticos en el marco en
el que se asienta dicho paradigma. Lo cual no es un proceso simple y rápido.
Las transiciones en los paradigmas básicos requieren de un largo proceso, no
sólo intelectual sino social, de asunción de los postulados derivados de tales
paradigmas por parte del cuerpo social, en sus creencias y comportamientos,
que interactúan con el medio natural y material. “No es solo nuestra economía
la que necesita cambiar. Necesitamos cambiar la forma en que vemos el
mundo y nuestro lugar en él”, señala Jason Hickel (2022:34), reconfirmando
tal dificultad.
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En este campo, los socioeconomistas han ido configurando un cuerpo
doctrinario orientado a la construcción de un nuevo paradigma que responda a
los desafíos de la realidad, cubriendo las ausencias explicativas del paradigma
aún dominante, en su versión neoclásica. La socioeconomía constituye un
enfoque científico que intenta construir paradigmas alternativos en las
ciencias sociales y se erige en este contexto como un eje dinamizador que
contribuye al establecimiento de un nuevo horizonte teórico y metodológico
en el territorio de las ciencias sociales. En esta perspectiva, SASE proporciona
una plataforma para la investigación empírica y teórica creativa sobre
problemas sociales clave.
Así, el fundador de SASE, Amitai Etzioni (recientemente fallecido), anunció
al inicio de la Revista Socioeconómica (SER) que pretendía “la creación de un
nuevo paradigma científico en el sentido kuhniano del término, y describe los
elementos básicos de cómo se vería este nuevo paradigma (Etzioni, 1988)
A partir de aquí se abre un largo y profundo debate sobre tal paradigma
socioeconómico alternativo.
Fourcade&alter (2023) han sintetizado de manera excelente y muy
profunda este debate, desde la perspectiva de la sociología económica, en el
número extraordinario de la revista SER que celebra su 20 aniversario. Desde
entonces, el debate está abierto en esta plataforma, entre otras.
La socioeconomía, por tanto, constituye un enfoque científico que intenta
construir paradigmas alternativos en las ciencias sociales y se erige en este
contexto en un eje dinámico que contribuye al establecimiento de un nuevo
horizonte teórico y metodológico. En esta perspectiva, el SASE proporciona
una plataforma para la investigación teórica y empírica creativa sobre temas
sociales clave.
En consecuencia, deberíamos estar formando a los estudiantes,
especialmente a nivel de posgrado, en metodologías de diferentes
disciplinas, lo que también ampliaría el campo de definición de sus objetos
de investigación. La enseñanza y la capacitación en una combinación
interdisciplinaria de metodologías pueden permitirnos hacer avanzar la
socioeconomía como un cuerpo amplio y extenso que represente intereses
de investigación compartidos. Además, esta interdisciplinariedad de métodos
nos permitiría aprehender nuestros objetos de análisis desde una perspectiva
menos antropocéntrica en la medida en que representaría un enfoque
holístico que incluye la relación del mundo social con el medio natural que
sustenta toda actividad humana.
En síntesis, la desigualdad social, la democracia y la emergencia ecológica
son situaciones estrechamente interrelacionadas. Si queremos llegar a
una etapa de equilibrio ambiental, de convivencia entre la naturaleza y la
humanidad, tendremos que reducir el poder adquisitivo de los más ricos y
transformar el sistema político anclado en los intereses de estas élites.
En este campo, los socioeconomistas han ido configurando un cuerpo
doctrinario orientado a la construcción de un nuevo paradigma que responda a
los desafíos de la realidad, cubriendo las ausencias explicativas del paradigma
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aún dominante, en su versión neoclásica. La socioeconomía constituye un
enfoque científico que intenta construir paradigmas alternativos en las
ciencias sociales y se erige en este contexto como un eje dinamizador que
contribuye al establecimiento de un nuevo horizonte teórico y metodológico
en el territorio de las ciencias sociales.
4. el Futuro Del trabajo
4.1. cambios y tenDencias recientes en las relaciones laborales
Los cambios recientes en el mundo de las relaciones laborales son parte de
un proceso que desde hace algunas décadas intenta flexibilizar/desregularizar
las relaciones laborales y el empleo, apoyándose en el enfoque neoclásico
que emergió como dominante en el mundo desarrollado. -y por extensión/
imposición en los países emergentes- en los años 80 del siglo pasado.
Tales nuevas formas de organización de la apropiación del trabajo en el
sistema capitalista responden a necesidades que se presentan en el proceso
de acumulación de capital/crecimiento económico en un momento histórico
dado, recurriendo a la reducción del costo laboral (unidad) con formas flexibles
de organización del trabajo. En esta transición está la enorme contribución de
los nuevos medios digitales, tecnologías organizacionales y productivas –TICs,
robotización, IA, etc.– que son, sin duda, actores centrales en este salto hacia
la flexibilidad que estamos viviendo en el mundo. de trabajo. Así se desarrollan
fenómenos como el teletrabajo, la expansión del autoempleo en los servicios,
las economías de plataforma, etc.
Bajo estas premisas, la incidencia de la pandemia del COVID-19 en la
gobernanza de las relaciones laborales en el mundo no ha sido tan significativa
como han venido señalando algunos autores (Tysen&Lund, 2021). La pandemia
pudo haber impulsado algunas de estas nuevas formas de relaciones laborales,
pero, en general, ya estaban en marcha antes del advenimiento de este evento
nefasto para la salud humana y el bienestar de la humanidad. Así, por ejemplo,
aunque hubo un aumento puntual del llamado “teletrabajo” -adaptación de
las relaciones laborales a las condiciones del confinamiento decretado en los
primeros meses de propagación de la pandemia-, posteriormente, en la fase
de recuperación esta aceleración comenzó a invertirse. Lo mismo podría haber
ocurrido con el trabajo de plataforma, que ya mantenía un importante ritmo
de crecimiento previo a este episodio.
Estos cambios en el mundo de las relaciones laborales ya venían ocurriendo
antes de la pandemia y son parte de un proceso de flexibilización/desregulación
de las relaciones laborales respecto al marco creado tras la Segunda Guerra
Mundial en la mayoría de los países desarrollados. Todo ello fue interpretado
y auspiciado por el paradigma del crecimiento económico, en su versión del
enfoque neoclásico, que ganó terreno en las políticas nacionales y organismos
internacionales a partir de los años ochenta. Estas formas de organización
para la apropiación del trabajo, en un determinado momento histórico, para
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recomponer la tasa de ganancia sobre el capital a partir de la reducción del
costo laboral (unitario) con el enorme aporte de los nuevos medios digitales.
tecnologías –TICs, robotización, IA, etc.– que sin duda son piezas clave en este
salto hacia la flexibilidad que estamos viviendo en el mundo laboral.
Sin embargo, además de acelerarse algunos procesos que ya estaban
en marcha antes de la pandemia, podrían haber surgido algunos fenómenos
poco conocidos o analizados, como la Gran Renuncia (el crecimiento del
absentismo a través de las bajas laborales), que podrían estar relacionados
con la percepción de los trabajadores sobre las condiciones de trabajo y el
bienestar en el mismo. Pero todavía hemos tenido muy poco tiempo para
ganar perspectiva y medir los efectos causados o acentuados por la pandemia.
Las investigaciones que exploren el futuro del trabajo posterior a la
COVID-19 deberán adaptar su enfoque a este contexto singular que hemos
padecido y vivido. Equilibrar varios factores diacrónicos puede proporcionar
una comprensión holística de las fuerzas que dan forma al futuro del trabajo.
Sintéticamente tenemos que hablar de:
1. Cómo evolucionará el trabajo mercantilizado del futuro. Contamos con
lineamientos que apuntan a cambios importantes en la composición
cualitativa de la demanda, basados en el crecimiento de los empleos
intensivos en conocimiento. Los trabajos estarán más concentrados en
trabajos de alta calificación, mientras que los trabajos de cualificación media
y baja disminuirán (Mc Kinsey, 2023) (ver figura 2). Esto requerirá cambios
importantes en la composición de la oferta laboral por cualificaciones y
habilidades profesionales. Y requerirá una importante reorientación de los
objetivos, métodos e instrumentos de formación con los que cuentan los
distintos países.
Todo ello parece tender a una fuerte dualización del mercado laboral -una
brecha de talento-, acentuando, si no existen políticas compensatorias, las
desigualdades en términos de ingresos en las sociedades futuras.
2. La evolución cuantitativa del empleo. Existe consenso en que esta nueva ola
de innovación tecnológica destruirá puestos de trabajo y simultáneamente
creará otros nuevos, reemplazándolos unos por otros. Pero al respecto
no hay acuerdo entre los investigadores sobre el balance final de este
proceso de sustitución laboral. La historia de las revoluciones tecnológicas
anteriores nos dice que el resultado de este tipo de procesos, en el marco
de las economías capitalistas desarrolladas, no tiene por qué reflejarse en
altas tasas de desempleo, incluso podría ocurrir que fuera al contrario.
3. El lugar de trabajo del futuro. Una combinación de ubicación física y reglas
organizativas y formas de trabajar conforman el lugar de trabajo. Y si bien
en el pasado las empresas trajeron personas para trabajar en grandes
fábricas o centros industriales, los avances tecnológicos de las últimas
décadas pueden estar influyendo en un cambio que lleve el trabajo de
las personas, por ejemplo, a entornos remotos o híbridos a largo plazo
mucho más flexibles ( McKinsey, 2023). Lo que, respecto al punto
anterior, la brecha de talento también se verá reflejada en la ubicación
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del trabajo, presencial o virtual, dualizándose también las características
de los empleos
4. Políticas y normas laborales. El equilibrio de fuerzas entre los actores
sociales en la relación laboral se mueve desde hace décadas hacia formas
de trabajo más flexibles, adaptadas a la creciente volatilidad de la demanda
agregada y reduciendo los niveles de seguridad laboral del trabajador.
Cargando así, la creciente inestabilidad y consecuente incertidumbre de
los mercados, a las rentas salariales, más que a las rentas del capital. Y lo
que se apunta hacia el futuro es una profundización de esta tendencia. Este
proceso ha traído consigo un profundo cambio en las instituciones que
regulan los mercados laborales en todas partes del mundo.
Figura 2. es posible que más personas necesiten hacer la transición a nuevos trabajos en el
escenario posterior al coviD-19. porcentaje De Fuerza laboral que pueDe necesitar hacer la
transición a trabajos en la nueva ocupación para 20301, %.
Nota: las cifras pueden no sumar el total debido al redondeo.
1 Una transición ocupacional se define como un trabajo que ha sido desplazado y no regresa con el
crecimiento de la demanda laboral en general.
2 El escenario pre-Covid incluye el efecto de ocho tendencias: automatización, aumento de los
ingresos, envejecimiento de la población, mayor uso de tecnología, cambio climático, inversión en
infraestructura, aumento de los niveles educativos y mercantilización del trabajo no remunerado.
El escenario posterior a Covid incluye todas las tendencias previas a la pandemia, así como la
automatización acelerada, el comercio electrónico acelerado, el aumento del trabajo remoto y la
reducción de los viajes de negocios.
3 Las transiciones laborales en la India se mantienen planas en ambos escenarios debido a que hay
menos trabajos de servicios (debido a la automatización acelerada) para que los trabajadores de la
construcción poco calificados hagan la transición. Excluye transiciones de granjas; Si se incluyeran
los trabajos agrícolas, las transiciones caerían antes de la pandemia en comparación con después
porque habría menos transiciones a los sectores secundario y terciario.
Fuente: Lund&alter, 2021.
184 Santos M. Ruesga
5. Y, por último, conviene considerar los cambios que se pueden estar
produciendo en la naturaleza del trabajo. Esto se refiere a la evolución relativa
entre el trabajo comercial y no comercial. Es decir, cómo cubrimos nuestras
necesidades de dinero y cómo dedicamos otras partes de la aplicación de
nuestra fuerza productiva a tareas no pecuniarias. En suma cómo avanzaría
la metamorfosis del trabajo -concepto de André Gorz (2004)-.
4.2. la reDucción De la jornaDa laboral
Una cuestión importante que afecta a la relación laboral se refiere a la
duración de la jornada laboral, que ha variado constantemente a lo largo de
la historia. Este es un tema relevante para el futuro, que está en el centro
del debate sobre cómo abordar los efectos sobre el empleo -cuantitativos y
cualitativos- de la ola de innovación tecnológica que estamos viviendo en las
últimas décadas
Contradictoriamente, la llegada del capitalismo industrial significó un
aumento sustancial de las horas trabajadas (para obtener el sustento básico)
por parte del ser humano. En las economías estacionarias de la Edad Media,
poco más de cien días de trabajo al año eran suficientes para sobrevivir en las
condiciones históricas de entonces. A partir del siglo XVIII, los países europeos
experimentaron un aumento muy sustancial de las horas anuales trabajadas
a pesar del espectacular crecimiento de la productividad laboral derivado de
la innovación tecnológica ligada a la Revolución Industrial. No será hasta el
siglo XX que la jornada laboral en los países desarrollados experimente una
paulatina y significativa reducción (ver figura 3).
Desde esta perspectiva, podemos interpretar cómo la intensificación
de la reducción de la jornada laboral puede convertirse en una herramienta
muy útil para hacer frente a la hipotética reducción de la demanda de trabajo
que derivaría del actual ciclo de innovación tecnológica. Los mecanismos que
implementan la creación de empleo a partir de una reducción de jornada
se basan en dos premisas: reordenar los tiempos de trabajo y/o compensar
esta disminución mediante la disminución del coste laboral unitario (no
necesariamente del salario percibido). Partiendo de esta idea, las diferentes
políticas de empleo que actúan reduciendo el tiempo de trabajo se pueden
dividir en aquellas que inciden directamente en la duración de la jornada
laboral y aquellas otras dirigidas a fomentar la utilización del trabajo a tiempo
parcial o las políticas dirigidas a la distribución del empleo existente entre más
empleados.
Tomando como ejemplo la situación de distintos países europeos —en los
que se han adoptado diferentes formas de reducción del tiempo de trabajo,
como la acción directa por ley, o la prórroga del contrato a tiempo parcial—, es
posible analizar la bondad y eficacia de estas medidas en cuanto a su objetivo
de generar o mantener niveles de empleo.
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El trabajo En un mundo En transición hacia un nuEvo ordEn mundial
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La disminución de las horas de trabajo puede ir en paralelo con la nueva
gestión laboral. Y permite un mejor aprovechamiento de la capacidad productiva
(del stock de capital), gracias a una mayor utilización de los equipos de producción.
Así, puede decirse que la reducción de la jornada laboral, en sus distintas
modalidades, permite ajustar mejor, al flexibilizar el uso del trabajo, la
maquinaria productiva a las necesidades de la oferta productiva (y, por tanto,
de la demanda de trabajo) en el horizonte de globalización y robotización al
que ya nos enfrentamos. Bajo esta premisa, los gobiernos pueden promover
esta medida de ajuste permanente de la oferta laboral al empleo disponible,
con, entre otros instrumentos, políticas activas del mercado laboral.
De esta forma, considerando las variables en juego (valor añadido generado
por hora trabajada y su distribución entre salarios, beneficios y reducción
de jornada) se pueden desarrollar diferentes actuaciones que promuevan
cambios en la organización del trabajo y, en definitiva, la reducción directa de
la jornada laboral a través de la normativa laboral, reduciendo la vida laboral,
modificando los parámetros de entrada y salida a la misma, o prorrogando la
vigencia de los contratos a tiempo parcial (ver gráficos 4 y 5).
No es baladí traer aquí a colación la predicción de Keynes en 1930 que,
al dirigirse a los nietos de su generación, hablaba de la posibilidad de que,
bajo una serie de hipótesis sobre la evolución de la productividad del trabajo
y su distribución, en un horizonte de 100 años, es decir, en el año 2030,
las sociedades de los países avanzados serían capaces de producir todas
sus necesidades materiales, con una jornada laboral máxima de tres horas
diarias.
Figura 3. Días trabajaDos por año para un hombre aDulto en el reino uniDo
* Cinco días a la semana.
** Seis días a la semana.
Fuente: Tomado de Ruesga, 2019:254.
186 Santos M. Ruesga
4.3. hacia un nuevo paraDigma laboral relacionaDo con la transición
socioecológica
Algunas de las tendencias mencionadas anteriormente podrían ir en
la dirección de redefinir el espacio para un nuevo paradigma de trabajo,
particularmente el posible avance en materia de reducción del tiempo de
trabajo, como resultado de la compensación del aumento de productividad
derivado de la aplicación de la denominada cuarta (o quinta, según algunos
autores, en referencia a la IA) revolución tecnológica (Baldwin, 2019).
Sin duda, esto requiere un gran esfuerzo intelectual así como una profunda
transformación del pensamiento social sobre el trabajo, para concordar en este
terreno con un nuevo paradigma socioecológico. Esto conducirá a diseñar una
transición que traslade parte de los aumentos de la productividad laboral más
Figura 5. relación entre proDuctiviDaD laboral y jornaDa laboral anual, con Datos acumulaDos
para ocho países De la ocDe (evolución 1970-2018)
Fuente: Tomado de Ruesga, 2019:261.
Figura 4. relación entre la tasa De empleo y la jornaDa anual De trabajo, con Datos acumulaDos
para ocho países De la ocDe. (evolución 1970-2018)
Fuente: Tomado de Ruesga, 2019:261.
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El trabajo En un mundo En transición hacia un nuEvo ordEn mundial
rEvista dE Economía mundial 65, 2023, 171-189
a reducir paulatinamente la jornada de trabajo que a aumentar la acumulación
de capital o las rentas destinadas a alimentar la bomba del consumo.
En este sentido, desde hace algún tiempo, son muchos los trabajos que
abogan por una combinación de disminución de la producción con una notable
reducción del tiempo de trabajo, con ejemplos de las posibilidades de llevar
a cabo este objetivo para alcanzar un estado de equilibrio ambiental (Gortz,
2013).
Avanzar hacia un paradigma alternativo al basado en el crecimiento
continuo significa cuestionar la “centralidad del trabajo” en las organizaciones
socioeconómicas y políticas de la sociedad actual. O lo que es lo mismo,
iniciar la deconstrucción del trabajo como mercancía, al amparo de las nuevas
tecnologías sustitutivas a gran escala del mismo.
Como hiciera Joseph A. Schumpeter (1976) hace casi un siglo, en 1943,
nos seguimos preguntando: ¿puede sobrevivir el capitalismo? Sabemos que su
respuesta a la fecha no se cumple, pero aún estamos a tiempo.
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