Pandemia y derechos humanos: asegurando la igualdad en el Orden Internacional
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RIESISE, 6 (2023) pp. 13-32
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v6.5628
atiende a dos vertientes distintas pero complementarias: Por una parte, la
situación de vulnerabilidad en la que se encuentran determinados países y
que debe recibir un tratamiento particular; y, por otra parte, el contexto de
vulnerabilidad en el que están las personas que, por supuesto, requiere la
aprobación de medidas concretas destinadas a combatir cualquier efecto
de la pandemia sobre los grupos y personas que estén en esta situación.
Porque, en el fondo, es verdad que “el virus no discrimina, pero sus efectos
sí lo hacen, poniendo de manifiesto profundas debilidades en la prestación
de los servicios públicos y desigualdades estructurales que impiden
el acceso a los mismos” (ONU, 2020a: 22). Y, sobre todo, el contexto de
desigualdad se produce en relación con todas aquellas personas que están
en situaciones de desigualdad.
Uno de los principales efectos que ha tenido, y está teniendo, la actual
pandemia en la óptica de los derechos humanos es que se han revelado
las profundas desigualdades que existen en el planeta, en los países y en
cada una de las sociedades. Si bien estas desigualdades, acompañadas
por componentes de discriminación, estaban presentes en la sociedad
internacional actual, la irrupción de la Covid-19 ha mostrado con toda
crudeza los perniciosos efectos que puede producir en los grupos
vulnerables y cómo no se habían resuelto con anterioridad los graves
problemas que tienen su origen en las situaciones de vulnerabilidad. Para
Naciones Unidas se han puesto de relieve desde que comenzó la pandemia
de la Covid-19 “las fragilidades del mundo” de tal manera que “al afectar de
manera desproporcionada a comunidades y países que ya se encuentran
en circunstancias precarias, ha(n) puesto de manifiesto las profundas
desigualdades de las sociedades y economías con las consiguientes
deficiencias en los sistemas de protección social” (ONU, 2020: 35). Por
ello, la situación actual enseña, por lo menos, dos aspectos de interés en
el análisis para que superen los inconvenientes a los que se enfrentan los
grupos vulnerables: Por un lado, se observan a las claras las lacerantes
desigualdades que existen en la comunidad internacional y, en concreto,
entre las personas y que, en función del contexto de la pandemia, serán
mucho más difícil de ocultar. Por esto, se ha llegado a decir que “la pandemia
no es la causa sino sólo el detonante en unos casos, y el acelerador en
otros, de procesos en marcha que muchos no han querido ver” (Benach,
2021: 7). Pero, por otro lado, se abre la puerta para que los Estados, las
Organizaciones internacionales y el resto de los actores que participan
en la comunidad internacional adopten medidas pertinentes que estén
orientadas a combatir los efectos de la pandemia y que, al mismo tiempo,
reduzcan y erradiquen las consecuencias sobre las personas en situación de
vulnerabilidad, de tal manera que éstas queden suficientemente protegidas
no solo contra el coronavirus sino también con carácter general.
Los instrumentos internacionales han identificado algunos de los grupos
o personas en situación de vulnerabilidad e, incluso, se han realizado análisis
específicos y propuestas concretas respeto a las respuestas que se deben
proporcionar en cada uno de los casos. Así, por ejemplo, en un ámbito
específico, la Declaración Conjunta: Personas con Discapacidad y COVID-19,