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Análisis y Modicación de Conducta
2024, Vol. 50, Nº 183, 83-97
ISSN: 0211-7339
Inuencia del abuso sexual infantil en la somatización,
la conducta sociosexual y las relaciones sexuales en la
edad adulta
Inuence of childhood sexual abuse on somatization,
sociosexual behavior and sexual relationships in adulthood
María Quijada
Adelia de Miguel
Universidad de La Laguna
Roberto García
Universidad Europea de Canarias
Resumen
En este estudio se ha medido la somatización, la
conducta sociosexual y las relaciones sexuales en la
vida adulta de víctimas de abuso sexual infantil, ana-
lizando cómo aquellas áreas se relacionan entre sí en
la edad adulta. Participaron 319 personas, entre las
que había 267 mujeres y 52 hombres, y entre ellos,
59 víctimas y 258 no víctimas de abuso sexual infantil
(rango de edad 18-72 años). Todos los participantes
cumplimentaron en línea, voluntariamente, los auto-
informes SCL-90-R, SOI-R, FSFI así como un cuestiona-
rio diseñado para medir las experiencias de abuso. Las
comparaciones bivariadas en función de haber sino
o no víctima de abuso sexual no encontraron ningún
resultado signicativo en las tres áreas psicológicas
evaluadas. En cambio, el análisis especíco entre las
víctimas mostró que sí había diferencias signicati-
vas en el área de la sociosexualidad. Estos resultados
deben analizarse con mucha precaución, no pudien-
do generalizar. Es preciso tener en cuenta el tiempo
transcurrido desde que se sufrió el abuso y tipo de
abuso vivido, así como la coexistencia de otros suce-
sos estresantes, la vivenciación del menor y la asisten-
cia o no a terapia psicológica.
PalabRas clave
Abuso sexual infantil, consecuencias, somatiza-
ción, sexualidad, relaciones afectivas.
abstRact
In this study, somatization, sociosexual behavior
and sexual relationships in the adult life of victims
of childhood sexual abuse have been measured,
analyzing how those areas relate to each other in
adulthood. The sample had 319 participants, inclu-
ding 267 women and 52 men, and among them, 59
victims and 258 non-victims of childhood sexual
abuse (age range 18-72 years). All participants vo-
luntarily completed SCL-90-R, SOI-R and FSFI self-re-
ports online, as well as a questionnaire designed to
measure abuse experiences. Bivariate comparisons
based on whether or not they were victims of sexual
abuse did not nd any signicant results in the three
psychological areas assessed. On the other hand, the
specic analysis between the victims showed that
there were signicant dierences in sociosexuality.
These results must be analyzed with great caution,
and cannot be generalized. It is necessary to take
into account the time elapsed since the abuse was
suered and the type of abuse experienced, as well
as the coexistence of other stressful events, the ex-
perience of the minor and whether or not they at-
tended psychological therapy.
KeywoRds
Child sexual abuse, consequences, somatization,
sexuality, aective relationships.
Correspondencia: : Adelia de Miguel. Universidad de La Laguna. E-mail: admiguel@ull.edu.es
Recibido: 14/05/2024; aceptado: 13/06/2024
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
Introducción
El maltrato infantil es un problema en el que
se ven envueltos millones de niños en todo
el mundo, sin posibilidad de tener datos epi-
demiológicos de incidencia válidos y ables.
Hace referencia a cualquier acción o descuido
que arrebata al niño sus derechos y/o su bien-
estar. Los responsables de este maltrato pue-
den ser otras personas, diferentes instituciones
y la sociedad en general (Horno et al., 2001). El
maltrato infantil se subdivide en maltrato físi-
co, negligencia y abandono físico, maltrato y
abandono emocional y abuso sexual. En este
último se centra esta investigación.
La organización Save The Children (Horno
et al., 2001) adoptó la denición de abuso se-
xual infantil propuesta por el National Center of
Child Abuse and Neglect en 1978: el abuso se-
xual infantil, se dene como:
Contactos e interacciones entre un
niño y un adulto cuando el adulto (agre-
sor) usa al niño para estimularse sexual-
mente él mismo, al niño o a otra perso-
na. El abuso sexual puede ser también
cometido por una persona menor de 18
años cuando es signicativamente mayor
que su víctima o cuando el agresor está
en una posición de poder o control sobre
otro (Martin y Klaus, 1978, pág. 15).
En el abuso sexual se pueden distinguir
cuatro categorías según Horno et al. (2001): el
abuso sexual se reere a cualquier forma de to-
camiento que se puede dar con o sin relación
física realizada sin intimidación y sin acuerdo
previo, que puede ocurrir a través de penetra-
ción vaginal, oral y anal, caricias o proposicio-
nes verbales; la agresión sexual hace referencia
a cualquier forma de contacto físico que se
puede llevar a cabo con o sin relaciones sexua-
les con violencia y sin permiso; el exhibicionis-
mo es un nivel del abuso sexual que se da sin
contacto físico; y la explotación sexual infantil
es el área de abuso sexual infantil en la que el
abusador persigue un rédito económico, inclu-
yendo la prostitución y la pornografía infantil.
En España, este es un problema que abarca
entre el 10 y el 20% de la población, siendo las
mujeres las principales víctimas (Pereda, 2016).
El Observatorio contra la Violencia Doméstica
y de Género (2020) ha elaborado un estudio
sobre cuestiones relacionadas con los delitos
de seguridad sexual en adultos y menores de
edad, donde se recoge que en 7 de cada 10
casos, el 68,1% las víctimas eran menores de
edad. Los datos recogidos por el Ministerio
de Interior (López et al., 2021) sobre delitos
de índole sexual exponen que, del total de las
víctimas registradas, que en 2021 fue 16.986,
14.068 de ellas (un 82,2%) sufrieron algún
tipo de abuso/agresión sexual, suponiendo
un 44,7% el abuso sexual infantil, con un total
de 6.290 víctimas. Siendo estos datos ociales,
quedan agresiones y abusos sexuales a meno-
res sin recoger por no haber sido denunciados
ante la policía y, por ello, no se registran.
Las publicaciones cientícas informan de
las consecuencias del abuso sexual infantil en
numerosas áreas en la edad adulta. Estos efec-
tos pueden ser evidenciados en los siguientes
ámbitos: (a) somatización, observándose de
forma más frecuente los dolores físicos como
dolores de cabeza, bromialgia y trastornos
gastrointestinales que se presentan sin justi-
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MARÍA QUIJADA · ADELIA DE MIGUEL · ROBERTO GARCÍA
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
cación médica, mayor probabilidad de sufrir
trastornos cardiovasculares en las mujeres y
trastornos ginecológicos (dolores pélvicos
crónicos, alteraciones del ciclo menstrual y la
pronta menopausia) (Pereda, 2010). Bonomi
et al. (2008) en un estudio llevado a cabo con
3.568 mujeres, encontró que aquellas que ha-
bían sufrido abuso sexual o físico antes de los
18 años presentaban una peor salud física. (b)
Problemas en la relación de pareja y problemas
sexuales, que incluyen problemas de insa-
tisfacción sexual, alteración sexual más pre-
valente en mujeres (Berkowitz, 1998) y des-
ajustes en la pareja (Dennerstein et al., 2004),
actitudes negativas hacia la sexualidad como
aversión e insatisfacción sexual (López et al.,
2017), promiscuidad entendida como cam-
bio frecuente de parejas sexuales (Berkowitz,
1998), incremento del matrimonio y primer
embarazo en edades anteriores a los 19 (Mu-
llen et al., 1994). Lalor y McElvaney (2010) co-
rroboran esta idea, encontrando que las víc-
timas de abusos sexuales infantiles presenta-
ban más posibilidades de tener un embarazo
adolescente y sufrir agresiones sexuales en la
edad adulta. (c) Problemas emocionales como
la presencia de trastornos depresivos, uno de
los trastornos más frecuentes (Cortés y Cor-
tés, 2015), trastornos bipolares, trastornos
por estrés postraumático, ansiedad genera-
liza, trastorno límite de la personalidad, con-
ductas autodestructivas y autolesivas, ideas e
intentos de suicido, así como una baja auto-
estima (Pereda, 2010), además de trastornos
alimentarios, principalmente la bulimia ner-
viosa (Berkowitz, 1998). Las víctimas de abu-
so sexual parecen tener más posibilidad de
verse afectadas por estos trastornos en mayor
medida que el resto de la población (Cortés y
Cortés, 2015). Finalmente, (d) problemas inter-
personales como los hallados por Berkowitz,
(1998) y Mullen et al. (1994) al examinar la co-
rrespondencia entre el abuso sexual infantil y
los problemas interpersonales que se pueden
presentar en la edad adulta; los resultados
mostraron que las víctimas tenían una mayor
probabilidad de tomar alcohol hasta alcanzar
niveles que afectaban a su salud, aumentaba
la probabilidad de internamiento en psiquia-
tría junto a un menor nivel social y económico
unido a una menor probabilidad de graduar-
se en educación secundaria obligatoria.
El objetivo de esta investigación fue estu-
diar la presencia de algunas de esas conse-
cuencias en la edad adulta producidas por el
abuso sexual sufrido durante la infancia. Con-
cretamente, se consideró la somatización, el
comportamiento sociosexual y las relaciones
sexuales en una muestra de la población ge-
neral, diferenciando entre quienes informaron
haber sido víctimas de abuso sexual infantil y
quienes dijeron no haber sufrido ningún abu-
so sexual en la infancia.
Las hipótesis planteadas fueron las siguien-
tes. De acuerdo con Pereda (2010), la hipótesis
1 proponía que el abuso sexual sufrido en la
infancia estaría relacionado con problemas fí-
sicos sin razón médica que lo justicase, como
son los dolores de cabeza, gastrointestinales y
bromialgia. Atendiendo a Lalor y McElvaney
(2010), la hipótesis 2 consideraba que el abu-
so sufrido en la infancia presentaría una mayor
relación con la probabilidad de tener más pa-
rejas sexuales. Por último, la hipótesis 3 hacía
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
referencia a las relaciones afectivas no satis-
factorias asociadas al abuso sexual infantil, te-
niendo en cuenta que Dennerstein et al. (2004)
hallaron desajustes en la pareja, Berkowitz
(1998) informó de actitudes negativas hacia la
sexualidad y López et al. (2017) contemplaba
una mayor insatisfacción sexual.
Método
Participantes
La muestra total estaba formada por 319
participantes, 267 (83,7%) mujeres y 52 hom-
bres (16,3%), siendo el rango de edad 18 y 72
años. Los hombres eran signicativamente
mayores que las mujeres (hombres: M= 35,4;
DT= 17,11; mujeres M= 27,78; DT= 11,40; p <
.01).
Instrumentos
Se emplearon cuatro autoinformes para
medir la somatización, la conducta socio-
sexual, las relaciones sexuales de los sujetos,
así como el tipo de abuso, frecuencia del mis-
mo y características del agresor.
Escala SCL-90-R (Symptom Checklist-90-Revi-
sed,Derogatis, 1994) que evalua nuevas áreas
relacionadas con síntomas clínicos experimen-
tados en las últimas semanas. De la adaptación
al español (González de Rivera et al, 2002) se
seleccionaron solo los 12 items que miden so-
matización, utilizando una escala de respues-
ta del 0 al 4 (0 = no he tenido esa molestia en
absoluto, 4 = he tenido esa molestia mucho).
La consistencia interna de este factor en este
trabajo fue de 0.85.
Cuestionario de sociosexualidad (Socio-
sexual Orientation Inventoy, SOI-R, Penke y
Asendorpf, 2008) que evalúa tres factores del
rasgo general evolucionista de sociosexuali-
dad, cuyos polos son sociosexualidad limita-
da y no-limitada. El factor de conducta socio-
sexual incluye 3 items que preguntan por las
parejas sexuales diferentes que la persona ha
tenido en los últimos 12 meses sin ningún tipo
de compromiso afectivo; a los ítems se respon-
de con escalas de intervalo desde 0 a 9, donde
“20 o más parejas representa el 9. El segundo
factor mide la actitud sociosexual, también
evaluada con 3 ítems, preguntando por el gra-
do de acuerdo en cuanto a tener relaciones
sexuales sin amor, sentimiento de comodidad
con dichas relaciones y la percepción de disfru-
te con el sexo ocasional con diferentes parejas
y sin compromiso. En este caso se empleó una
escala tipo Likert de 10 puntos (0 = totalmente
en desacuerdo, 9 = totalmente de acuerdo). En
el tercer factor, deseo sociosexual, sus 3 items
miden la frecuencia de las fantasías sexuales
en cuanto a disfrutar del sexo sin compromiso,
la excitación y las fantasías sexuales con alguien
que se acaba de conocer. La escala de respuesta
tipo Likert va desde 1 (nunca) a 9 (al menos una
vez al día). La consistencia interna encontrada
en esta investigación fue .85 para la conducta,
.79 para la actitud y .87 para el deseo.
Para evaluar el funcionamiento sexual, se
partió del Female Sexual Function Index (FSFI,
Rosen et al., 2000), un instrumento que eva-
lúa expresamente la función sexual femenina.
Esta escala está compuesta por 19 ítems a los
que se responde en una escala Likert con 5
opciones de respuesta que miden cinco domi-
nios diferentes de la función sexual femenina:
deseo sexual, excitación, lubricación, satisfac-
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MARÍA QUIJADA · ADELIA DE MIGUEL · ROBERTO GARCÍA
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
ción y dolor. Se utilizó la versión en español
de Blümel et al, (2004). Cuando eran hombres
quienes respondían, los ítems referidos a lubri-
cación se cambiaron por erección. La consis-
tencia interna para las cinco áreas varíaba de
.89 a .97 (Rosen et al., 2000) y .71 a .88 (Blümel
et al., 2004).
Finalmente, se elaboró el cuestionario so-
bre abuso sexual a menores a partir de la Ta-
bla 2 del trabajo de Cortés et al. (2011), pues
no se consiguió contactar con los autores. El
instrumento está compuesto por 5 ítems que
miden cómo fueron los abusos (no hubo con-
tacto físico, hubo tocamientos, sexo oral o pe-
netración), la cantidad de veces que ocurrió
(un único incidente, 2 o 3 incidentes o abusos
continuados), la frecuencia (anual, mensual o
semanalmente), sexo del abusador (hombre,
mujer o ambos) y parentesco con el abusador
(padre/madre, tío/tía, otro familiar, amigo de
la familia, amigo de la víctima o desconocido).
Además, se preguntaba por tres momentos
de la vida en los que se habían podido sufrir
abusos (antes de los 6 años, entre los 6 y los 12
años, después de los 12 años).
Procedimiento
Los participantes colaboraron con carácter
voluntario en la investigación, cumplimentan-
do un formulario Google en línea que se com-
partió por varias redes sociales (Twitter, Insta-
gram y difusión por los grupos de WhatsApp)
durante 3 semanas en febrero de 2023. El ano-
nimato estaba garantizado no dejando rastro
alguno la IP y en el propio formulario estaba
incluido el consentimiento informado.
Resultados
Como los participantes debían informar de
haber sido o no víctimas de abuso sexual in-
fantil (ASI), se dividió a la muestra en dos sub-
grupos, cuyas características se presentan en
la tabla 1. El ANOVA para edad en función del
sexo y ASI solo halló efecto principal del sexo
pero no de ser víctima, siendo los hombres
mayores que las mujeres.
A nivel educativo predomina en todos los
grupos un mayor porcentaje en los universita-
rios, más de la mitad de la muestra entre hom-
bres y mujeres era universitarios, pero no hubo
diferencias entre los grupos. En cuanto al esta-
do civil, hay un mayor porcentaje de hombres
casados en comparación con las mujeres. En el
caso de las víctimas observamos que la mayo-
ría de las mujeres tenían pareja, en cambio, la
mayoría de los hombres víctimas de abuso no
tenían pareja. La mitad de población eran es-
tudiantes, seguida por otro gran grupo de tra-
bajo por cuenta ajena o funcionarios. El 54%
de hombres no victimas trabajaban. En cuanto
a las relaciones de pareja se observa que las
mujeres víctimas tenían un porcentaje mayor
en haber tenido más de 3 relaciones de pareja
que las no víctimas. Esto en el caso de los hom-
bres ocurría al revés, los hombres no víctimas
tuvieron un porcentaje mayor en cuanto a ha-
ber tenido más de 3 relaciones sexuales que los
hombres víctima de ASI. Por último, en cuanto
a orientación sexual, hubo más mujeres vícti-
mas heterosexuales respecto a los hombres, y
un mayor porcentaje de hombres homosexua-
les y bisexuales que las mujeres. En cambio, si
vamos a la columna de las no víctimas, vemos
que hubo más hombres heterosexuales que
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
Víctimas, n (%) No víctimas, n (%)
Mujer Hombre Mujer Hombre
Edad (años) Media (DT)
27,65 (11,85)
Media (DT)
34,6 (17,67)
Media (DT)
28,81 (11,32)
Media (DT)
35,6 (17,18)
F = 9,35 **
Nivel educativo
Primaria 0 (0,0) 1 (2,0) 3 (1,4) 0 (0,0)
ESO 3 (6,1) 1 (10,0) 3 (1,4) 0 (0,0)
Bachillerato/FP 11 (22,4) 3 (30,0) 44 (20,2) 12 (28,6)
Universidad 27 (55,1) 6 (60,0) 140 (64,2) 21 (50,0)
Máster/tesis 7 (14,3) 0 (0,0) 28 (12,8) 9 (21,4)
Χ2 = ,72 Χ2 = ,26
Estado civil
No tengo pareja 13 (26,5) 7 (70,0) 76 (34,9) 13 (31,0)
Con pareja, pero sin convivir 19 (38,8) 1 (10,0) 77 (35,3) 9 (21,4)
Con pareja, pero conviviendo 12 (24,5) 0 (0,0) 45 (20,6) 9 (21,4)
Casado 4 (8,2) 2 (20,0) 20 (9,2) 11 (26,2)
Viudo 1 (2,0) 0 (0,0) 0 (0,0) 0 (0,0)
Χ2 = ,03 Χ2 = ,01
Actividad laboral
Estudiante 29 (59,2) 4 (40,0) 128 (58,7) 14 (33,3)
Situación de desempleo 3 (6,1) 1 (10,0) 7 (3,2) 2 (4,8)
Trabajo por cuenta ajena/funcionario 12 (24,5) 3 (30,0) 73 (33,5) 23 (54,8)
Autónomo 3 (6,1) 1 (10,0) 7 (3,2) 0 (0,0)
Cuidado de la familia 2 (4,1) 0 (0,0) 1 (0,5) 0 (0,0)
Jubilado 0 (0,0) 1 (10,0) 2 (0,9) 3 (7,1)
Χ2 = ,27 Χ2 = ,00
Relaciones de pareja que ha tenido
0 3 (6,1) 1 (10,0) 18 (8,3) 3 (7,1)
1 12 (24,5) 3 (30,0) 62 (28,4) 10 (23,8)
2 16 (32,7) 1 (10,0) 79 (36,2) 7 (16,7)
3 5 (10,2) 3 (30,0) 31 (14,2) 9 (21,4)
Más de 3 13 (26,5) 2 (20,0) 28 (12,8) 13 (31,1)
Χ2 = ,36 Χ2 = ,01
Orientación sexual
Homosexual 2 (4,1) 2 (20,0) 16 (7,5) 7 (16,7)
Bisexual 16 (32,7) 4 (40,0) 61 (28,5) 4 (9,5)
Heterosexual 31 (63,3) 4 (40,0) 137 (64,0) 31 (73,8)
Χ2 = ,13 Χ2 = ,01
Tabla 1
Características de la muestra total (n= 319) divididas por sexo, mujer (n=267), hombre (n=52) y según si han sufrido
abuso sexual (n=59) o no (n=260)
** p <.01
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
las mujeres, siendo ellas mayoría en cuanto a
la bisexualidad.
Características de los abusos sexuales
A partir del cuestionario elaborado para
estudiar los abusos sexuales, los participantes
que informaron de abusos sexuales tenían las
siguientes características (véase tabla 2).
En relación con la naturaleza del abuso,
se puede ver que el porcentaje mayor de ca-
sos fue registrado en mujeres de entre 6 y 12
años mediante tocamientos. El abuso median-
te sexo oral o penetración ocupa el segundo
lugar, que se dio en mujeres de 13 a 17 años,
representando un 50%, al que le siguen los to-
camientos con un 46% de los casos en ese gru-
po de edad. En cuanto a los hombres se puede
ver que el mayor porcentaje de abusos se dio
en el rango de los 13 a los 17 a través de sexo
oral o penetración.
Respecto a la continuidad del abuso, se
puede ver que el grupo más afectado fue el de
los hombres, sobresaliendo el rango de edad
de los 6 a los 12 años, sufriendo abusos de for-
ma continuada. Asimismo, los hombres fueron
el grupo mayoritario en incidentes aislados,
con dos o tres incidentes antes de los 6 años.
Sobre la frecuencia de los abusos, fueron las
mujeres menores de 6 años las que sufrieron en
su mayoría abusos de forma semanal. En cam-
bio, los hombres vivieron en mayor parte abu-
sos de forma anual y semanal. En el periodo de
los 6 a los 12 años, los hombres son los que su-
fren más abuso de forma mensual, aunque en
las mujeres esto se distribuyó de forma similar.
En cuanto al sexo del abusador, en su ma-
yoría, se observa que el abuso fue perpetrado
por hombres. No obstante, resulta llamativo
que en cada rango de edad haya una mujer
que fue abusada por personas de ambos se-
xos, también se observa un hombre en el gru-
po de edad de 13 a 17 años que sufrió abuso
por parte de ambos sexos.
Por último, si observamos la relación de las
víctimas con los abusadores, se percibe que,
en el grupo que fue abusado antes de los 6
años, la mayoría de los casos de abuso fueron
perpetrados por otro familiar de las víctimas,
seguido por un amigo de la familia en el caso
de las mujeres y por un desconocido en el caso
de los hombres. En el grupo de personas que
sufrieron abuso antes de los 12 años, se puede
ver que, tanto en mujeres como en hombres, el
responsable principal fue otro familiar, segui-
do por un amigo de la familia y un descono-
cido en hombres y mujeres respectivamente.
En el último grupo de edad, en el caso de las
mujeres, la mayoría de los abusos fueron co-
metidos por un amigo, seguido por descono-
cidos. En cambio, en el caso de los hombres,
los abusos fueron perpetrados principalmente
por otro familiar o amigo de la familia, obte-
niendo el mismo porcentaje.
Diferencias en las variables psicológicas
de víctimas y no víctimas por sexo (h1-h3)
En la tabla 3 podemos observar las diferen-
cias en las variables psicológicas de víctimas
y no víctimas haciendo un análisis por sexo,
víctimas/no víctimas y sexo por víctimas. En
cuanto a la somatización observamos un efec-
to principal del sexo. Las mujeres somatizaban
de forma signicativa más que los hombres,
independientemente de si habían sido o no
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
Antes de los 6 años Entre los 6 y los 12 años Entre los 13 y los 17 años
Mujer
(n=14)
n (%)
Hombre
(n=2)
n (%)
Mujer
(n=27)
n (%)
Hombre
(n=5)
n (%)
Mujer
(n=16)
n (%)
Hombre
(n=5)
n (%)
Naturaleza del abuso
No hubo contacto físico 0 (0) 1(50,0) 0 (0) 2 (40,0) 1 (3,8) 0 (0,0)
Tocamientos 10 (71,4) 0 (0) 16 (59,3) 1 (20,0) 12 (46,2) 0 (0,0)
Sexo oral o penetración 4 (28,6) 1 (50,0) 11 (40,7) 2 (40,0) 13 (50,0) 5 (100,0)
Continuidad
Un único incidente 3 (21,4) 1 (50,0) 7 (25,9) 1 (20,0) 10 (3,8) 1 (20,0)
Dos o tres incidentes 3 (21,4) 1 (50,0) 8 (29,6) 0 (0,0) 9 (34,6) 2 (40,0)
Abusos continuados 8 (57,1) 0 (0,0) 12 (44,4) 4 (80,0) 7 (26,9) 2 (40,0)
Frecuencia
Anualmente 2 (14,3) 1 (50,0) 10 (37,0) 1 (20,0) 13 (65,0) 3 (60,0)
Mensualmente 5 (35,7) 1 (50,0) 10 (37,0) 3 (60,0) 7 (35,0) 2 (40,0)
Semanalmente 7 (50,0) 0 (0,0) 7 (25,9) 1 (20,0) 0 (0,0) 0 (0,0)
Sexo abusador
Hombre 13 (92,9) 2 (100,0) 26 (93,3) 5 (100,0) 25 (96,2) 4 (80,0)
Mujer 0 (0,0) 0 (0,0) 0 (0,0) 0 (0,0) 0 (0,0) 0 (0,0)
Ambos 1 (7,1) 0 (0,0) 1 (3,7) 0 (0,0) 1 (3,8) 1 (20,0)
Parentesco
Padre / madre 1 (7,1) 0 (0,0) 4 (14,8) 0 (0,0) 3 (11,5) 0 (0,0)
Tío / tía 0 (0,0) 0 (0,0) 1 (3,7) 0 (0,0) 1 (3,8) 0 (0,0)
Otro familiar 8 (57,1) 1 (50,0) 13 (48,1) 2 (40,0) 3 (11,5) 2 (40,0)
Amigo de la familia 3 (21,4) 0 (0,0) 6 (22,2) 1 (20,0) 1 (3,8) 2 (40,0)
Amigo mío 1 (7,1) 0 (0,0) 0 (0,0) 0 (0,0) 12 (46,12) 0 (0,0)
Desconocido 1 (7,1) 1 (50,0) 3 (11,1) 2 (40,0) 6 (23,1) 1 (20,0)
Tabla 2
Características de las víctimas de abuso (n= 59) divididas por la edad en la que han sufrido el abu-
so y en función del sexo.
Sexo Víctimas / no víctimas Sexo x víctimas
SCL - somatización 22.56*** 0.31 1.94
SOI – conductas sociosexual 1,45 2,35 0,01
SOI - deseo 0,37 0,26 1,33
SOI - Actitud 0,26 0,34 0,01
SOI total 0.93 0.45 0.25
Función sexual
FSH deseo 3,02 0,35 0,02
FSH excitación
FSH lubricación
FSH satisfacción
FSH dolor
1,98 0,28 1,38
1,56 0,48 1,37
0,23 0,09 0,60
0,19 3,10 1,97
Tabla 3
ANOVA de dos factores (sexo X víctima de abuso) para las variables psicológicas (valor de F en la tabla)
NOTA: En el factor de somatización, Mmujeres =1.32 (DT= .74), Mhombres = .79 (DT = .50)
*** p < .001
91
MARÍA QUIJADA · ADELIA DE MIGUEL · ROBERTO GARCÍA
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
víctimas. En el resto de las variables no se ob-
servaron diferencias.
Análisis especíco de las víctimas
Teniendo en cuenta que no aparecieron
diferencias signicativas en función de haber
sido o no víctimade abuso sexual, se hizo un
análisis de las características demográcas y
psicológicas de la muestra que había sufrido
abuso sexual continuado. Esta muestra se com-
pone de 4 mujeres (véanse tabla 4 y gura 1).
La mujer 1 tiene 21 años, ha logrado los
estudios universitarios y está soltera, además,
actualmente es estudiante. Ha tenido 3 rela-
ciones de pareja y se identica como bisexual.
En somatización puntúa con un 1, en SOI con-
ductas, deseo, actitud y total su puntuación es
de 10, 14, 25 y 49 respectivamente. En función
sexual presenta unas puntuaciones de 3 en ex-
citación, 9 en lubricación, 5.67 en satisfacción
y 9 en deseo. La puntuación 9 equivale a no he
tenido relaciones sexuales. En el análisis sobre
el abuso sexual infantil, lo sufrió de forma se-
manal durante toda su infancia menos durante
los 6-12 que fue anualmente. El sexo del abu-
sador en todo el rango de edad fue masculino,
y en los primeros años lo sufrió por parte de un
familiar, y entre los 13-17 por un amigo.
La mujer 2 tiene 43 años, su nivel de estu-
dios es la ESO y está soltera. Se dedica al cuida-
do de la familia y ha tenido más de 3 relaciones
de pareja. Se identica como heterosexual y su
puntuación en somatización es de 3,08. Sus
puntuaciones en SOI conductas, deseo, acti-
tud y total son de 16, 14, 27 y 57. En cuanto a
deseo en la función sexual puntúa un 3, 9 en
excitación y lubricación, 5 en satisfacción y 9
en dolor. De nuevo, la puntuación 9 hace re-
ferencia a no he tenido relaciones sexuales.
En cuanto a la frecuencia del abuso, de menor
Figura 1. Perl psicológico de cada mujer con abuso continuado y muestras (víctima de abuso
y no-abuso)
92 INFLUENCIA DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL EN LA SOMATIZACIÓN, LA CONDUCTA SOCIOSEXUAL ...
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
a mayor edad fue sufrido semanal, mensual y
anualmente. En abusador fue un hombre y al
igual que en la mujer uno en los primeros años
fue otro familiar y en la adolescencia un amigo.
La mujer 3 tiene 46 años, ha cursado estu-
dios universitarios, está casada y actualmente
está desempleada. Ha tenido más de 3 rela-
ciones de pareja y se identica como hete-
rosexual. Su puntuación en somatización ha
sido de 2,58. En SOI conductas puntúa con un
5, deseo un 3, actitud un 25 y total un 33. En
función sexual en cuanto a deseo, excitación,
lubricación, satisfacción y dolor las puntuacio-
nes son de 0, 9, 9, 3.67 y 9 respectivamente. La
puntuación de 9 hace referencia a no he teni-
do relaciones sexuales. Antes de los 6 años la
frecuencia de los abusos fue mensualmente, y
semanalmente entre los 6 y los 12. No contesta
para en rango de 13-17. El autor de estos abu-
sos fue un hombre, que en la primera infancia
era otro familiar y de ahí hasta los 18 años fue
su padre.
Por último, la mujer 4 tiene 56 años, estu-
dió bachillerato/FP y trabaja por cuenta ajena
y como funcionaria. Ha tenido más de 3 rela-
ciones de pareja y también se identica como
Mujer 1 Mujer 2 Mujer 3 Mujer 4
Edad 21 43 48 56
Nivel educativo Universidad ESO Universidad Bachilleraro / FP
Estado civil Soltera Soltera Casada Casada
Actividad laboral Estudiante Cuidado de la familia Desempleo Trabajo por cuenta
ajena / funcionario
Relaciones de pareja
que ha tenido 3 Más de 3 Más de 3 Más de 3
Orientación sexual Bisexual Heterosexual Heterosexual Heterosexual
SCL - somatización 1 3,08 2,58 1,5
SOI – conductas 10 16 5 2
SOI - deseo 14 14 3 4
SOI - Actitud 25 27 25 15
SOI total 49 57 33 21
Función sexual
FSH deseo 3 3 0 0
FSH excitación 9 9 9 9
FSH lubricación 9 9 9 9
FSH satisfacción 5,67 5 3,67 4,33
FSH dolor 9 9 9 9
Abuso sexual infantil Antes 6 / 6 – 12 /
13- 17
Antes 6 / 6 – 12 /
13- 17
Antes 6 / 6 – 12 /
13- 17
Antes 6 / 6 – 12 /
13- 17
Frecuencia Semanal / anual /
semanal
Semanal / mensual
/ anual
Mensual / Semanal /
no contesta
Semanal / semanal /
no contesta
Sexo abusador Hombre / hombre /
hombre
Hombre / hombre /
hombre
Hombre / hombre /
hombre
Hombre / hombre /
hombre
Parentesco Otro familiar / otro
familiar / amigo
Otro familiar / otro
familiar / amigo
Otro familiar / padre
/padre
Padre / padre / des-
conocido
Tabla 4
Características demográcas y psicológicas de la muestra con abuso sexual continuado
93
MARÍA QUIJADA · ADELIA DE MIGUEL · ROBERTO GARCÍA
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
heterosexual. Su puntuación en somatización
fue de 1,5. En SOI conductas, deseo, actitud
y total puntuó 2, 4, 25 y 21 respectivamente.
En cuanto a función sexual sus puntuaciones
fueron de 0, 9, 9, 4.33 y 9 en deseo, excitación,
lubricación, satisfacción y dolor respectiva-
mente. Fue abusada antes de los 6 y hasta los
12 años de forma semanal. Entre los 13 y 17 no
contesta. En todos los casos fue un hombre, y
hasta los 13 años fue su padre, de los 13 a 17
fue un desconocido.
Análisis del perl psicológico de la mues-
tra abusada con la que no ha sufrido abusos.
En la tabla 5 se observa un análisis del perl
psicológico del abuso sexual infantil continua-
do comparado con las víctimas y no víctimas.
Las 4 mujeres puntúan de forma superior
que los grupos, pero no se pueden sacar con-
clusiones signicativas. En la mujer 1 y 4 no se
observan diferencias, pero si en las mujeres 2
y 3. La mujer 2 presenta una puntuación ma-
yor en somatización que el grupo de víctimas
(z=2.24) y no víctimas (2.61). También se obser-
va una puntuación mayor en SOI conducta en
cuanto a no víctimas (z=2.39), esto puede indi-
car una tendencia a una mayor libertad sexual
que las no víctimas. Por último, la puntuación
también en superior en cuanto al total de la
sociosexualidad en ambos grupos; en compa-
ración con las víctimas (z=1.95) y no víctimas
(2.30). En la mujer 3 sólo se observa una pun-
tuación superior en cuanto a la somatización
en comparación con las no víctimas (z=1.92).
Véase en la gráca 1 la presentación de las cla-
ras diferencias.
En ella, podemos observar cómo las muje-
res 2, 3 y 4 presentan puntuaciones superiores
en somatización respecto al grupo de víctimas
y de no víctimas. En SOI conducta también se
observan puntuaciones más altas en tres de las
cuatro mujeres, al igual que en SOI deseo, dón-
de las mujeres 1 y 2 puntúan superior que el
grupo víctimas y no víctimas. Tanto en SOI acti-
Víctimas No víctimas Mujer 1 Mujer 2 Mujer 3 Mujer 4
Somatización 1.40 (0.75) 1.2 (0.72) 1
3.08
zabuso= 2.24**
zno abuso= 2.61**
2.58
zNoAbuso= 1.92
1.5
SOI conducta 6.47 (5.56) 4.9 (4.64) 10
16
zno abuso= 2.39** 5 2
SOI deseo 5.84 (5.17) 5.59 (5.10) 14 14 3 4
SOI actitud 18.54 (6.27) 17.83 (5.10) 25 27 25 15
SOI total 30.86 (13.37) 28.37 (12.44) 49
57
zabuso= 1.96*
zno abuso= 2.30** 33 21
Ítem 1 FSFI 2.35 (1.2) 2.37 (1.1) 4 3 0 0
Ítem 2 FSFI 2.11 (1.20) 2.20 (1.02) 2 3 0 0
* p < .05; ** p < .01
Tabla 5
Perl psicológico de abuso continuado comparado con las muestras de abuso y no abuso
94 INFLUENCIA DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL EN LA SOMATIZACIÓN, LA CONDUCTA SOCIOSEXUAL ...
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
tud como en SOI total las mujeres 1, 2 y 3 pun-
túan más alto que las víctimas y no víctimas.
Por último, en el ítem 1 que hace referencia a
1. En las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuen-
cia usted sintió deseo o interés sexual?” sólo las
mujeres 1 y 2 puntuaron por encima del resto
de grupos. Y, en el ítem 2. En las últimas 4 se-
manas, ¿cómo calica su nivel (intensidad) de
deseo o interés sexual?” únicamente la mujer 2
puntúo de forma superior con los dos grupos y
el resto de las mujeres.
Discusión
El abuso sexual infantil provoca efectos
diversos y duraderos en sus víctimas (Pereda
y Gallardo, 2010), situando su incidencia en
un 18% en menores de edad (Pereda y Forns,
2007). Por ello, el objetivo de esta investiga-
ción ha sido constatar los efectos en la edad
adulta de víctimas de abuso sexual infantil.
Por ese motivo, hemos analizado las conse-
cuencias en la somatización, el comporta-
miento sociosexual y las relaciones sexuales
de las víctimas y no víctimas. Es importante
destacar que no todas las personas sufren
estos efectos a largo plazo, ya que se ha asu-
mido que existen características que pueden
ser propias de la víctima, de su entorno o del
incidente de abuso que pueden inuir en el
área psicosocial y psicológica, aumentando
o incidiendo en el nivel de repercusión de la
persona en esta experiencia de abuso (Pereda
y Sicilia, 2017). Además, no existe evidencia
de un conjunto de síntomas especícos tras
haber sufrido abuso sexual infantil (ASI), y no
todas las víctimas indican un daño posterior
(Rind et al., 1998).
Respecto a la hipótesis 1 (relación entre abu-
so sexual infantil y problemas físicos sin motivo
médico que los justique), hay gran demanda
de atención médica primaria de pacientes
que muestran síntomas sin razón médica. En
este sentido, dentro de los diferentes tipos de
trastornos somáticos, en el caso de los abusos
sexuales hay elevados índices de síntomas gi-
necológicos, obstétricos y gastrointestinales
(Guzmán, 2011).
En relación con la hipótesis 2 (haber sufrido
abuso sexual en la infancia presenta una mayor
relación con la posibilidad de tener un mayor
número de parejas sexuales), Finkelhor y Brown
(1985) exponen que los menores víctimas de
abuso tiene un concepto equivocado de la
sexualidad, destacando que la dinámica que
llevan a cabo a la hora de mantener relaciones
sexuales depende de cómo se haya llevado a
cabo con el agresor, sexualizando así sus acti-
tudes debido a este suceso. En una investiga-
ción llevada a cabo por Monayo y Sierra (2014)
se encontró que los hombres que padecieron
más abusos durante su infancia (sin penetra-
ción) y adolescencia presentan un menor de-
seo sexual en la edad adulta, sin embargo, en
el caso de las mujeres sucede lo contrario, ya
que presentan mayor deseo y excitación.
Por último, haciendo referencia a la hipóte-
sis 3 (el abuso sexual infantil provoca desajustes
en la pareja en la edad adulta, así como insatis-
facción sexual y actitudes negativas hacia esta),
Echeburúa y Corral (2006) coinciden en que los
problemas más usuales se dan en la esfera se-
xual, además de un mal control de la violencia,
canalizándola de forma exterior y con acciones
dañinas para la persona en el caso de hombres
95
MARÍA QUIJADA · ADELIA DE MIGUEL · ROBERTO GARCÍA
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
y mujeres respectivamente. Entre estos pro-
blemas también destacan la oposición hacia
sexualidad, problemas para alcanzar el orgas-
mo y actitudes poco favorables hacia sus cuer-
pos (Finkelhor y Brown, 1985). En adición, pue-
den darse desajustes en cuanto a su identidad
sexual, en el caso de los niños pueden plan-
tearse su orientación sexual en términos de
homosexualidad y las niñas se preocupan por
si su atractivo sexual puede verse perjudicado
y, si en sus futuras relaciones de pareja se per-
catarán de ello (Finkelhor y Brown, 1985). En
un estudio de López y colaboradores (2017) se
encontró que las mujeres que sufrieron abuso
por parte de un conocido presentan una satis-
facción sexual menor (48,9%) en comparación
con aquellas que lo habían sufrido por parte
de un desconocido (59,4%).
Tras el análisis de las 4 mujeres víctimas que
vivieron abusos de forma similar durante toda
su infancia, es posible explicar la variabilidad
de los resultados por diferentes aspectos, de
los cuales uno de ellos es la existencia de una
relación entre gravedad, persistencia e impre-
sión del maltrato (Kendall-Tackett, et al., 1993),
pudiendo establecer así que el tiempo que
ha transcurrido desde que ocurrió el suceso
traumático, es la variable más relevante y la
que puede hacer que aparezca con mayor re-
gularidad y gravedad el estrés postraumático
(Echeburúa et al., 2002). Además, en algunos
casos, a largo plazo la marca del abuso puede
ser mínima, excepto los incidentes de abuso
con penetración (Echeburúa y Corral, 2006),
donde estas víctimas presentan actitudes más
extremas respecto al deseo sexual (López et al.,
2017). También es importante tener en cuenta
si la víctima experimentó otros percances gra-
ves, como problemas familiares, separación
de los padres, entre otros (Echeburúa y Corral,
2006).
Otro aspecto que se podría dar en niños que
no presentan síntomas es que hayan sufrido
un tipo de abuso más leve, o bien tengan más
medios sociales y psicológicos para afrontar
el daño sufrido. (Kendall-Tackett, et al., 1993).
Uno de los modelos que puede explicar esta
diversidad es el de “las dinámicas traumato-
génicas” (Finkelhor y Brown, 1985), que hacen
referencia a cuatro factores traumatizantes:
sexualización traumática, traición, impotencia
y estigmatización. La unión de estas cuatro en
un global de circunstancias individuales es lo
que convierte el trauma del abuso en una ex-
periencia única. Las dinámicas cambian la per-
cepción cognitivo y emocional que tienen los
niños del mundo.
Como conclusión podemos armar que el
abuso sexual infantil tiene una mayor tasa de
incidencia de la esperada. Este suceso provoca
efectos negativos en sus víctimas, dolores de
cabeza, problemas gastrointestinales y cardio-
vasculares, así como dolores pélvicos crónicos,
alteración de la regla y una pronta menopausia.
También encontramos insatisfacción sexual,
aversión al sexo y una mayor promiscuidad,
problemas para alcanzar el orgasmo y riesgo
de embarazo adolescente. Con los resultados
obtenidos en nuestra investigación, queremos
añadir que también es importante estudiar el
entorno y el tipo de abuso que se da, las es-
trategias de afrontamiento, así como otro tipo
de problemas personales o familiares. Estos
factores correlacionan en forma y gravedad
96 INFLUENCIA DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL EN LA SOMATIZACIÓN, LA CONDUCTA SOCIOSEXUAL ...
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 183
en la que se den las consecuencias. Por ello,
resulta crucial seguir investigando y desarro-
llar programas educativos para niños y familia-
res, que les permita conocer cómo prevenir el
ASI y reconocerlo tempranamente en el caso
de que ocurra. Como limitaciones en este es-
tudio, encontramos una muestra pequeña de
víctimas, y queremos resaltar que hubiese sido
interesante estudiar las estrategias de apego
desarrolladas, la victimización y las creencias y
vivencias personales de las víctimas.
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