La educación emocional en el animador deportivo
1.- INTRODUCCIÓN
La actividad físico-deportivo-recreativa se presenta en la actualidad como un
fenómeno social sometido a un continuo proceso de cambio. Si tenemos presente los
factores más comunes que llevan a los participantes hacia la práctica físico-deportiva,
debemos abordar la educación emocional en el trabajo diario del Animador Deportivo.
A nuestro juicio el marco deportivo en el que se desarrolla el trabajo del
Animador exige una continua readaptación del rol que desarrolla, pasando de ser en
muchos casos un modelo a seguir, a ser un mediador, provocador de procesos de
práctica físico-deportiva, buscando como fin último el desarrollo humano en su
globalidad.
La práctica físico- deportivo-recreativa debe centrarse en objetivos ligados a la
salud, la educación y la diversión. Como señala Bisquerra (2000), debemos centrar
nuestro trabajo en el bienestar personal y social de los participantes.
2- LA PRÁCTICA DE ACTIVIDAD FÍSICO-DEPORTIVA EN LA
SOCIEDAD ACTUAL
Parece evidente que la actividad físico deportiva ocupa en estos momentos, un
lugar de privilegio en nuestra sociedad. Son muchos los factores que sustentan esta
tesis, aunque los más relevantes a nuestro juicio son el enorme potencial educativo
que atesora y la extraordinaria repercusión que tiene en la mejora de la calidad de vida
de las personas (Sanz y Ponce, 2006 y Valero; Gómez; Gavala; Ruíz; García Montes,
2007).
Nos encontramos con un crecimiento en la práctica física espontánea, vemos
como las encuestas de hábitos deportivos de los españoles, llevadas a cabo por
García Ferrando (2001), nos muestran como cada día hay más ciudadanos que
piensan en la actividad física por el disfrute, lejos de estructuras cerradas,
reglamentos, etc. Este mismo autor relaciona el significado social del deporte con el
rechazo al sedentarismo y a la rutina de la vida cotidiana, la necesidad de pertenencia
a un grupo donde haya una coincidencia de aficiones y gustos, la búsqueda de salud y
esparcimiento, o la identificación con ciertas prácticas socioculturales.
Coincidimos plenamente con Heinemann (1991) en el sentido de que estamos
asistiendo a un proceso de heterogeneización del deporte, pero como apunta este
mismo autor, no se trata solo de unos incrementos exclusivamente cuantitativos en
cuanto al volumen de población practicante, sino también cualitativo en cuanto a las
características de la población que accede a la práctica deportiva y a los objetivos que
persigue cada uno.
En esta misma línea, Ispizúa y Monteagudo (1998:242) señalan que no sólo se
han diversificado las formas y estilos deportivos sino también las necesidades,
expectativas y funciones que las personas vinculadas a sus prácticas deportivas. Por
lo tanto, asistimos a la eclosión de la práctica de una actividad físico – deportivo –
recreativa en continua transformación y readaptación. Nos parecen elocuentes los
datos que aparecen en el estudio “El tiempo libre y el deporte” en el que concluyen
que el 57% de la población está interesada por el deporte en todas sus formas y, por
ejemplo, el 62,8% manifiesta andar o pasear con el propósito de hacer algo de
ejercicio (Consejo Superior de Deportes, 2000).
Número 1, 2013 E-motion. Revista de Educación, Motricidad e Investigación
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