Miguel Palomo
E, , () . - : 0214-0691
sarrollar la ética de la solidaridad y la ética de la comprensión, y
enseñar la ética del género humano (Rodríguez, 2017, p. 427).
Una reconstrucción de esta tríada antropoética debería comenzarse, por tanto,
a través de la reconstrucción de la educación pública en base a la combinación de
las nociones de individuo, sociedad y especie. Esta reconstrucción no tendría que
estar posicionada en contra de la cultura digital, sino que, contrariamente, debería
abarcarla, haciéndola suya para alcanzar los benecios que se pueden conseguir.
El desarrollo de una gratuidad de adquisición de conocimientos, de adqui-
sición de literatura, de música, la posibilidad de difundir gratuitamente el saber
y el arte en todo el planeta, en curso de realización, por una parte nos abre una
posibilidad muy amplia de democratización cultural y, por otra, nos obliga a
repensar todo el sistema de enseñanza. A pesar de todas las comunicaciones por
videos, Skype y otros, en Internet falta la presencia física, camal, psíquica, activa,
reactiva y retroactiva del educador, no como auxiliar sino como director de or-
questa que permita considerar, criticar, organizar los conocimientos de Internet.
Depende de nosotros civilizar esta revolución introduciendo en ella el Eros del
director de orquesta, maestro o profesor, que puede y debe guiar la revolución
pedagógica del conocimiento y del pensamiento. ¿Quién más que ese director de
orquesta podría enseñar concretamente las trampas del error, de la ilusión, del
conocimiento reductor o mutilado en un diálogo permanente con el alumno?
(Morin, 2015, pp. 135-136).
En palabras de Morin, por tanto, habría que civilizar el entorno digital, de
modo que consigamos adquirir y utilizar para nuestro benecio todas las ventajas
de la comunicación digital. Esto es especialmente importante en el caso de los
procesos de aprendizaje, donde el entorno digital posee una incidencia directa
sobre los discentes, en tanto que han y están creciendo y desarrollándose como
seres humanos en el mundo digital, en el que herramientas como redes sociales o
comunidades virtuales son el pan de cada día. Es por ello que, en lugar de recha-
zar el cambio, tenemos que aceptarlo y utilizarlo adecuadamente.
Por otra parte, necesitamos comprender la magnitud de un conjunto de cam-
bios fundamentales que han tenido lugar en la ciencia, los conocimientos, las tec-
nologías, el planeta y la vida de las personas. Ellos incluyen la revolución cientíca
y tecnológica, la subversión material y espiritual de la vida cotidiana, la creación
de instrumentos de trabajo de nuevo tipo, el cambio tecnológico, la emergencia
de nuevos saberes, el replanteamiento del problema de los conocimientos y la
reconsideración del problema ambiental (Morin, 2014, p. 17).
Por tanto, el camino a recorrer para solucionar los problemas derivados de los
fenómenos de la posverdad y la desinformación pasa por la reconstrucción del
proyecto antropoético, incidiendo en las tres realidades de individuo-sociedad-
especie. Esto debe comenzar desde la base educativa, de modo que podamos pre-