Tamara González López
E, , () . - : 0214-0691
de ella [casa de su padre] y tenídole el mesmo fuera a sus órdenes por espacio de
varios días haciéndole promesas halagüeñas», para después abandonarla7.
La segunda causa más frecuente es la fragilidad humana (35,2 %), aunque en la
mitad de los casos se alude al mismo tiempo a otros motivos como la solicitud con-
tinuada del hombre, el haber recibido también palabra de matrimonio (12,4 %)
o, incluso, como Josefa Lorenzo a su poco conocimiento8. Ahora bien, ellas mis-
mas explican haber accedido por la «debilidad de su sexo» o movidas por «las per-
suasiones y los halagos», incluso con desconocidos, como Dominga López, quien
armó haber tenido relaciones con un «sujeto que no conoció»9. Más detalles
aportó María Dourín quien declaró que, al volver de una feria, se encontró «un
mozo que no conoció más que estaba soltero y que iba solo también y la persua-
dió a que hubiese cópula carnal»10. Este tipo de declaraciones, en las que se mues-
tra tan abiertamente una sexualidad escasamente condicionada por la noción de
castidad, chocan con lo explicado anteriormente sobre el intento de proteger la
honra. De modo que conviene subrayar que no todas las mujeres tenían la misma
necesidad de hacerlo; desde luego todas tratarían de evitar que recayese sobre
ellas la reputación de mujer pública, pero solo aquellas que aspiraban a contraer
matrimonio buscarían proteger por todos los medios su honra. En un contexto
de coyuntura económica y demográca que restringía todavía más el acceso al
mercado matrimonial, aumentaban las que sabían que no podrían acceder a él,
pues no se debe olvidar que el celibato denitivo era una estrategia de control
del patrimonio recurrente en la diócesis de Lugo (Sobrado Correa, 2001). A ello
se suma la difícil recepción y aplicación de los modelos de moral femeninos que
enarbolaban los discursos eclesiásticos (Rey Castelao, 2014).
El 25,7 % de las espontaneadas alegan que fueron solicitadas. Álvarez Urcelay
(2010) lo dene como «el conjunto de atenciones que un hombre puede tener
con una mujer, con el objeto halagarla o de ganarse su voluntad», lo que abarca
desde la aceptación total y puntual de la mujer hasta el acoso constante. Incluso,
ciertos casos (2,9 %) rozan la violación en tanto no hay alusión a un empleo
de la fuerza, pero, por el contexto, se puede apuntar a que son coaccionadas y
aceptan por miedo. Es el caso, por ejemplo, de Antonia Méndez que, en 1795,
acude a espontanearse, porque yendo de «anochecido para la casa de su padre y
encontrado con un hombre que no conoció la solicitó a que con el tuviese acto
torpe».
En el 8,6 % de las espontáneas no se deja dudas de que se relata una violación.
La mayoría apunta a desconocidos con los que se encontraron de noche o en luga-
7 AHPLu, Protocolos Notariales, José Benito Fernandez, 1810, 04318-02, f. 109.
8 AHPLu, Protocolos Notariales, Ramon Lorenzana y Lemos, 1831, 04285-02, f. 4.
9 AHPLu, Protocolos Notariales, Jose Ramón Vázquez, 1818, 02950-03, 1818, f. 3.
10 AHPLu, Protocolos Notariales, Andrés Armesto y Valcarcel, 1709, 04447-7, f. 6.