Reseñas
E, , () . - https://doi.org/10.33776/erebea.v12i2.7785
convento de capuchinas de Barcelona, Santa Margarita la Real. Allí profesó tam-
bién su hija Bárbara. Una vez más el papel de la Corona fue clave en el proceso
legitimador de las órdenes religiosas.
El mundo visionario cobra especial relevancia en la obra a la hora de abordar el
estudio de las emociones de las religiosas. Teresa de Jesús planteaba en su Libro de
la vida la mística femenina. Sin embargo, la postura de la institución eclesiástica
hacia las visiones era de reticencia, Fray Luis de León, por ejemplo, abogaba por
el cultivo del mundo interior. Además, casos como el de sor María de la Visita-
ción de Nuestra Señora, o el de la beata laica Lucrecia de León (que en su día nos
presentó Richard I. Kagan), que ngieron sus visiones, contribuyeron a aumentar
las sospechas de las visiones femeninas del Barroco. Y es que, «el disciplinamiento
tridentino imponía un control sobre las emociones femeninas y la aplicación de
criterios jerárquicos de obediencia severa». Precisamente, esto es lo que propuso,
por ejemplo, el franciscano Gerónimo Planes, que las autoridades eclesiásticas
fueran las encargadas en discernir entre verdad y falsedad, puesto que las frágiles
mujeres, según él, eran proclives a caer en las «cciones del imaginario sensitivo».
En aquel contexto, se promovió la canonización de Teresa de Jesús (1622),
especialmente interesante para la monarquía. Los dominicos, que desde la Inqui-
sición controlaron las obras de la monja abulense, veían en la recién canonizada
el ejemplo de libertad espiritual femenina. Más acorde con sus planteamientos de
santidad era el caso de Rosa de Lima, obediente y sumisa ante el confesor. Que-
daban por tanto perlados dos modelos antagónicos de religiosas ejemplares: la
libertad de Santa Teresa, y la sumisión de Santa Rosa de Lima. Todo ello no era
sino el reejo de las rivalidades entre las distintas órdenes religiosas, la realidad de
la iglesia contrarreformista, y los intereses de la Corona.
Hipólita de Rocabertí también encarnó el ejemplo de obediencia ante sus
confesores. Rosa Mª Alabrús ha demostrado ser una gran conocedora de su gura,
testimonio de ello son los numerosos trabajos que ha dedicado a esta monja de
ascendencia noble. En este caso profundiza en dos aspectos clave de su vida, su
extensa producción escrita y su fallido proceso de canonización.
Tras profesar en el dominico convento de Nuestra Señora de los Ángeles de
Barcelona, que fundó su tía Jerónima, y siguiendo las pautas marcadas por sus
directores espirituales, sor Hipólita acometió la reforma de las agustinas de Santa
María de las Magdalenas de la misma ciudad.
Frente a la fundación de conventos, o reforma exterior, emprendida por otras
religiosas, Hipólita trató de reformar desde sus escritos, propagando así la reforma
la interior.
Comprender la vida y la obra de Rocabertí pasa por tener presente el tiempo
en que vivió. Época de desilusión imperial en lo político, y de grandes cambios
marcados por la Contrarreforma en lo espiritual, lo que contribuyó a impregnar
de pesimismo sus textos.