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Bartolomé Jiménez Patón (2021). Comentarios de erudición. Libros xvii y xviii. Edi-
ción crítica, estudio y notas de M.a del Carmen Bosch, Jaume Garau, Abraham
Madroñal y Juan Miguel Monterrubio. Iberoamericana/Vervuert, 291pp. ISBN
978-84-9192-221-6 (Iberoamericana), ISBN 978-3-96869-175-6 (Vervuert).
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Université de Caen Normandie, ERLIS/IEHM
La permeabilidad existente entre erudición y oralidad, a la hora de describir
la memoria del pasado o la percepción del presente, es uno de los elementos más
característicos de la oratoria sagrada española durante el Antiguo Régimen, en
cuyo género destacó Bartolomé Jiménez Patón (1569-1640), humanista de Alme-
dina, conocido por su Elocuencia española en arte (1604). Ejemplo de esa relación
simbiótica que estructura la producción literaria del maestro castellano es el libro
que aquí presentamos: una edición crítica del tomo cuarto de los Comentarios
de erudición, en concreto, los volúmenes  y . Se trata del segundo alum-
bramiento editorial de este género por el que se pretende rescatar buena parte
de los libros contenidos en los 8 tomos que el Patón pretendía imprimir, y que
probablemente vieron la luz en torno a 1620.
Si la edición del volumen  se materializó en 2010 en la casa Iberoameri-
cana/Veruert, la de los libros  y  ha aparecido 11 años más tarde en la
misma editorial y a cargo, una vez más, de los mayores conocedores de la vida y
obra del autor: los profesores M.a del Carmen Bosch, Jaume Garau y Juan Mi-
guel Monterrubio, todos ellos miembros del Instituto de Estudios hispánicos en
la Modernidad (IEHM, Universidad de las Islas Baleares), además de Abraham
Madroñal, catedrático de literatura en la Universidad de Ginebra.
A través de este minucioso estudio sobre los Comentarios de erudición en el que
se analizan tanto los temas y referencias bibliográcas como la estructura y usos
lingüísticos, podemos considerar la importancia que tenía la oralidad en la cons-
trucción del discurso sapiencial contrarreformista, teniendo en cuenta que este
último se incardinaba en la enseñanza de la doctrina cristiana. Al mismo tiempo,
la naturaleza dialógico-didáctica de la obra está marcada por el tácito e indirecto
coloquio establecido entre Laminio (el narrador de la obra) y el lector, así como
por las pláticas que mantiene el dicho Laminio con los individuos que encon-
traba en su viaje por Salamanca, Galicia, León y Burgos (Jacinto, Plácido…).
Reseñas
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Estos caminantes son llamados «compañeros de su peregrinación», designación
que nos remite a una referencia neotestamentaria citada asaz por los humanistas:
2 Timoteo 4, 11. El tratamiento del diálogo apela así a una mutación necesaria
de la comunicación sapiencial, concebida desde la preceptiva ciceroniana como
herramienta de difusión de los saberes en el Renacimiento español. Para el autor
de la obra, que se sitúa claramente en las coordenadas culturales del tardohuma-
nismo, este discurso estaba igualmente impregnado de una oralidad dogmática y
aleccionadora, deudora de las Artes Prædicandi, ya que se imponía como modelo
de comunicación kerigmática en el que la erudición solo podía adquirir pleno
signicado apoyándose en la eloquentia.
Laminio, alter ego de Patón, hace de guía privilegiada al narrar lo que observa
en los lugares por los que pasa, práctica recurrente en el Humanismo literario
que se encargó de difundir la nueva sonomía del pensamiento cristiano previo
al Concilio de Trento: poner las letras humanas al servicio de las divinas. Se tra-
taba de potenciar una visión optimista y a la vez íntima de la comunicación con
Dios. Este cristianismo de talante humanista se percibía como un largo sendero
de luz que solo podía frenar la amenaza herética volviendo a los Antiguos (cf. el
desalumbramiento, la oscuridad que el yerro causa, pp. 193 y 194). El protagonis-
ta itinerante que nos presenta aquí Patón se erige como baluarte de esa luz que
alimenta su erudición compartida. El intercalado de textos provenientes de la
Antigüedad grecolatina y su función dialogística con los personajes que deslan
en la obra enriquecen esta visión humanista de los saberes y se conviertene en un
método ecaz para dotar de sentido trascendente a la espiritualidad cristiana. La
traducción al castellano de una carta atribuida a Isócrates y destinada a Demóni-
co (pp. 149-158), soporte de 62 consejos moralizantes, es buena prueba de ello.
A esta pieza documental, se añaden algunos epigramas de Marcial, por quien el
manchego muestra una gran debilidad, poemas de Boecio, citas de Horario, Ovi-
dio, Plauto, Varrón, Virgilio, entre otras muchas autoridades.
En cuanto al relato, se inicia en Salamanca, ciudad en la que reside hasta prin-
cipios de Cuaresma, tiempo fuerte del año litúrgico que, según el maestro Patón,
resultaba idóneo para formular disquisiciones moralizantes sobre las vanidades
del mundo, la lujuria, la avaricia y demás temas entroncados con los siete pecados
capitales que explicaban los predicadores durante el ciclo litúrgico cuaresmal. En
este sentido, la descripción del vejamen universitario aparece como lección ho-
milética del memento mori. A su vez, el uso reiterado de exempla en este tipo de
comentarios no puede desvincularse de su proyección pedagógica, sobre todo al
conceder a una historia la categoría de magistra vitae. Por otra parte, no es casual
que la narración comience en la ciudad del Tormes ya que, como apuntan los
editores, allí se graduó el autor antes de ocupar diversas cátedras en Villanueva
de los Infantes. Por esta razón, en su ejercicio de itinerancia, el propio Patón
muestra un conocimiento exhaustivo de la vida universitaria salmantina, infor-
Reseñas
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mación que resulta de gran valor para los estudiosos del universo académico en la
España del Antiguo Régimen. Igualmente la narración nos invita a adentrarnos
en el ambiente religioso castellano (festividades de beaticación y canonización,
organización eclesial postridentina, pietas academica…).
Tanto los Comentarios del libro  como los del  abordan asuntos de
pensamiento losóco, contenido literario y de derecho canónico, como el de
la licitud de los censos, una referencia que nos lleva a otro texto conocido del
autor: Discurso de la tasa del pan. El libro , más concretamente, da cabida
a numerosas anécdotas que se hacen eco de fenómenos más propios del primer
cuarto del Seiscientos, como por ejemplo, la peregrinatio academica. Asimismo,
cciones, fantasías y mitos se dan cita en esta obra extremando las posibilidades
de la varia lectio como metodología de la erudición. Tampoco desdeña el autor
las posibilidades que brinda la Historia oral a las relaciones de sucesos (individuos
transgéneros, criminalidad rural, violencia doméstica…). Lo que la gente dice,
cree y teme constituye para el erudito Patón un inestimable arsenal informativo
que transciende el terreno del imaginario popular. Hemos de subrayar que el peso
de las supersticiones colectivas no cuestiona en la obra el imperio de la teología
dogmática sino que se asienta en ella para que la eruditio cum pietate encuentre su
horma justa, sobre la base de la piedad popular.
Podemos armar con absoluto convencimiento que el presente libro es un
testimonio de delidad a un ideal de erudición anclado en el modelo humanista.
Con todo, el texto sugiere la vulgarización del conocimiento, adhiriéndose así al
proyecto de ecclesia tridentina, más atenta al desarrollo de la religiosidad colectiva
que al grado de conocimiento que tenían los menos instruidos de los principales
pilares de la doctrina católica. En este terrreno abonado para las disensiones en
el seno de la catolicidad, la polémica sobre la traducción al castellano de textos
religiosos brota con gran vigor en algunas páginas de la obra. El cristiano debe
conocer el sentido de la doctrina para conducir una vida virtuosa. Los temas
didascálicos que aparecen en las 24 notas nales de la edición (pp. 193-255),
presentadas como consideraciones hechas a la sátira de Juvenal, ponen de ma-
niesto el afán del autor por ofrecer la correcta instrucción de los predicadores.
Las notas proponen una «conclusión acristianada» (p. 253) equiparable a la que
introducían los oradores sagrados en sus sermones. Esto nos induce a pensar que
los Comentarios de erudición de Jiménez Patón, concebidos en su conjunto como
un mosaico de piezas desiguales, de diferente factura compositiva y posiblemente
atribuidas a diferentes copistas, daban forma a un discurso liso y homogéneo
sobre la virtud cristiana; un discurso que, sin duda, se mostraba compatible con
las exigencias de una sociedad en la que, incluso en los círculos letrados, primaba
la lectura oral1.
1 Véase Roger Chartier (1992), El mundo como representación, Gedisa, pp. 140-141.
Reseñas
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En suma, los cuatro editores de este libro, fuente inagotable de saberes, han
hecho un esfuerzo encomiable por valorar el trabajo sapiencial de un autor, co-
nocido hoy principalmente por El perfecto predicador (1612) en el contexto de la
Contrarreforma castellana. Las 839 notas a pie de página dan cuenta de la ingente
labor de disección de la obra que se ha hecho desde el IEHM con el n de locali-
zar y explicar las referencias literarias omitidas por el maestro Patón, caracterizar
su personal léxico y sintaxis, así como claricar sucesos, situar lugares o presentar
autoridades que directa o indirectamente concedieron al autor las herramientas
necesarias para cimentar un discurso de sacramentalización de la oratoria sagra-
da. Todos estos elementos namente analizados en esta edición crítica ponen de
relieve el posicionamiento del clero castellano en el proyecto contrarreformista de
la monarquía hispánica y su indiscutible adaptación a los requerimientos de los
decretos tridentinos.