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31REVISTA IBEROAMERICANA DE RELACIONES LABORALES
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El caso de Manlio ejemplica la trayectoria de un migrante con una gran capacidad de
aprendizaje. En Guadalajara terminó el bachiller y estudió inglés por su cuenta. Al llegar
a Florida donde vivía su hermano entro rápidamente en grandes compañías de construc-
ción industrial donde se certicó sucesivamente en una serie de tareas de alta especiali-
zación. Sin embargo no era empleado sino que formaba parte de un grupo independiente
que era contratado por proyectos de larga duración por las grandes empresas. Llego a
percibir 32 dólares la hora por los conocimientos requeridos pero por el riesgo que entraña
trabajar a grandes alturas.
Regresó a México convencido por su esposa para invertir en un negocio de venta de
medicamentos “ilegal” pero tolerado por la policía hasta que las autoridades decidieron
intervenir extorsionando a los vendedores. Manlio sufrió todos los avatares de la corrup-
ción incluyendo el secuestro de su padre. Se divorció, perdió su dinero, tuvo problemas
psicológicos y trabajaba de taxista en el momento de ser entrevistado. En Guadalajara
buscó en dos empresas similares a las que conocía en Estados Unidos, pero le dijeron
que estaba sobrecualicado:
“ tu capacidad es mucha para ésta empresa, entonces busquen gente que puedan es-
tar taponeando, le dije, yo no vengo con la intención de ser el super intendente ni nadie,
nada más, pues trabajar y superarme, no?..”
Manlio se expresa con acritud de este tipo de actitudes que lo lleva a pensar que en
México las contrataciones se basan en “palancas” y amistades y no en la preparación de
las personas. En Estados Unidos, es diferente:
“En México, te decepcionas de tantas irregularidades que hay, porque allá (En Estados
Unidos) , te dan el valor de lo que tú sabes hacer, te dan el valor real y te lo pagan, tal
cual; aquí no, aquí te ponen los tapones que existan para que no sobresalgas, allá lo que
puede, en su caso perjudicarte, es estar en un grupo mexicano, porque los mexicanos no
dejamos de ser mexicanos…”
La disciplina como adaptación
La idea de una movilidad basada en méritos en Estados Unidos frente a las rencillas
y las envidias en México la expresa también Sonia que fue a Estados Unidos porque se
casó con un migrante mexicano que toda su vida había vivido en San Francisco. Trabajó
como empacadora de hierbas en una empresa en Estados Unidos y de vuelta a Guadala-
jara era empleada de una empresa de limpieza.
“Pues, el ambiente que convivimos (En Estados Unidos), porque ahí sí era mucha
amistad, ahí sí había amistad y amigos. La verdad, ya ves que aquí no, aquí es mucha
envidia, allá mientras tú le eches ganas…aquí hay envidia. Allá no, allá aunque tú le eches
ganas, y si subes de puesto, al contrario, todos te felicitan y no andan con envidias. Y lue-
go pos allá hacían muchos eventos, por lo que no hay aquí. Allá el patrón nos felicitaba y
nos hacía estas en grande, en grande, no, en su terreno de él”.
Y agrega sobre la disciplina:
“Pues sí fíjate. Sí, más bien, me enseñó a trabajar duro y macizo. Porque en realidad,
aquí no me obligaban a trabajar mis papás, trabajaba si quería, y si no, pos no”.
Con una corta experiencia en Estados Unidos, Esteban, soltero de 24 años, estudió
sin terminar una licenciatura en cultura física. Aunque tiene intenciones de continuar
estudiando trabaja como chofer de taxi y vive con sus padres de 43 y 47 años, ambos de
Guadalajara. Cruzó cuatro veces con visa de turista. En Estados Unidos aprendió “la for-
ma en la que se trabaja allá”, “hay un poco más de entrega allá hacia el trabajo que aquí”.
Hace una diferencia la concepción de trabajo entre EU y México, para él en México hay
mexicanos holgazanes, y en Estados Unidos no, dada el nivel mayor de individualización
y presión laboral. En este caso la diferencia con el estereotipo mencionado al principio es
la diferencia de comportamiento de los trabajadores mexicanos en México y en Estados
Unidos. Desde este punto de vista no habría una esencia inmutable relacionada con el
trabajo sino una capacidad de adaptación a distintos entornos.
La disciplina y la presión en el trabajo son también los aspectos que resalta Leandro,
de 28 años. A los 6 meses de nacido sus padres se lo llevaron a Estados Unidos (EU).
Desde el kindergarten estudio en Los Angeles donde cursó una carrera técnica allá. Es
divorciado con dos hijos, uno de 7 y otro de 8, estadounidenses ambos, así como su pa-
reja, la madre de sus hijos.
A los 13 empieza a trabajar en un restaurant como ayudante de mesero en el que
permanece durante cuatro años. Ganaba aproximadamente unos 13 dólares la hora, al
mismo tiempo estudiaba en la mañana y trabajaba en la tarde. Después trabajó durante
cinco años en una compañía de cable, “Time Warner Cable”, como instalador de cable,
teléfono e internet con un salario de 40 dólares la hora. En esa época se encontraba en
los últimos años de estudiar en el bachillerato (High School).
De sus trabajos en EU siente que utiliza la habilidad que adquirió para el servicio al
cliente. También piensa que aprendió a trabajar bajo presión y mantener el buen trato a
los clientes incluso en situaciones de reclamos a gritos o momentos de tensión similares
Menciona que la cultura estadounidense impone más disciplina que en México. Desde
el trato “en las calles, en respecto a la ley, en la forma a la moral”. También dice que no es
lo mismo dejar de trabajar dos o tres días en EU que en México, “allá tienes que a huevo
estar chambeando porque sí no, no o sea, te mueres de hambre güey, y aquí, no sé, vas
con tú tía o algo, no sobra un taco güey”. Para Luis la gente en EU no es tan social como
aquí, allá andan todos más cuidándose el uno del otro.
México no es país para emprendedores
Arturo es un migrante de 59 años que vivió en Estados Unidos desde los 13 hasta tres
años antes de la entrevista. Su periplo migratorio en Estados Unidos le llevó a trabajar en la
construcción y posteriormente fundó varias empresas relacionadas con la jardinería, corte de
hierba etc. En una trayectoria personal y laboral accidentada, sin embargo llegó a ganar 50
dólares por hora. Su visión del mercado laboral en los Estados Unidos le lleva a describirlo
como un sistema que le permitió ir ascendiendo dentro de un ocio a medida que se capacita-
ba y adquiría experiencia laboral. Incluso puede llegar a cargos de jefatura con personal bajo
su jurisdicción. Considera asimismo que el mercado laboral de los Estados Unidos le brindó
la oportunidad de crear sus propias empresas de manera legal y fácil aunque reere que
sus propios trabajadores le robaban a sus clientes en una especie de competencia desleal.
Una vez deportado, se emplea de manera muy precaria en la ciudad de Tijuana en traba-
jos relacionados con la mecánica, pero señala que las personas se aprovechan de su trabajo
y le pagan mucho menos que un salario justo.
En relación con lo anterior dice que en los Estados Unidos hay un sistema que apoya a las
personas adultas para que trabajen porque el gobierno no quiere que las personas adultas
sean una carga. En cambio en México no hay mecanismos para que trabajen y pueden con-
vertirse en una carga o quedar en un estado de suma precariedad. Propone que el gobierno
mexicano debería utilizar las cualicaciones de los adultos mayores para que trabajen en
jardinería u otras áreas gubernamentales.
También se reere a las diferencias en la protección social entre ambos países El seguro
social (ligado al trabajo) de los Estados Unidos le permite acumular dinero que después podrá
retirar, a diferencia del Seguro Popular que le brindaría servicio médico únicamente.
Así pues el testimonio anterior se reere a las normas y regulaciones de ambos mer-
cados en cuatro aspectos:
- Las posibilidades de progresar como asalariado mediante canales de ascenso don-
de la capacitación juega un papel importante en Estados Unidos.
- Las regulaciones que facilitan en Estados Unidos la creación de empresas.
- Los estímulos de protección al empleo en Estados unidos para los trabajadores adultos.
- La mejor protección social en lo que se reere a los sistemas de ahorro para el retiro.
El tatuador satisfecho
Una visión más equilibrada de las ventajas y desventajas de ambos países la propor-
ciona Carlos, un tatuador de 40 años que regresó de Estados Unidos tras haber vivido
prácticamente toda su vida en Los Angeles, California. Con grado escolar de preparatoria
aprendió el ocio trabajando con otros tatuadores experimentados. Llegó a ser empleado
por empresas de Hollywood (Warner Brothers, Paramount) pero fue deportado por una
serie de delitos encadenados: posesión de arma cuando era joven, incumplimiento de
informes a la policía por medio de un sistema automático, entrada ilegal y una infracción
de tráco. A pesar de haber vivido prácticamente toda su vida en Estados Unidos nunca
arregló sus papeles. Tanto en Estados Unidos como en Tijuana ha tenido su propio nego-
cio de tatuajes pero al igual que Arturo encuentra muy burocrático y complicado abrir un
negocio. Sin embargo en el plano de las relaciones sociales resalta la dicultad de lograr
ayuda en Estados Unidos frente a los apoyos que tuvo en Tijuana para encontrar trabajo
y alojamiento tras ser deportado. Después de cinco años en esta ciudad se siente muy
satisfecho en la ciudad (“me encanta Tijuana”) ha viajado por todo México y Sudamérica
y ha recibido premios por sus tatuajes.
Los ojos son los gringos
Finalmente Leonardo que abrió después de ser deportado una tienda de “segunda”
(en este caso venta de ropa usada traída de Estados Unidos) coincide en las dicultades
para abrir negocios por trámites burocráticos. De su experiencia en Estados Unidos re-
toma en su establecimiento de Tijuana, los sistemas de devolución al cliente en caso de
que no esté satisfecho, y lo que denomina un esquema de “clonación” de trabajadores,
es decir la adquisición por parte de éstos de hábitos de conducta similares a los suyos
previa inducción y capacitación. Este tipo de organización de la empresa da cuenta del
aprendizaje adquirido en Estados Unidos y aplicado en su nuevo entorno laboral y remite
a una cultura laboral donde es importante la colaboración y el consenso entre los trabaja-
dores y el patrón. Sin embargo, una percepción que rompe con los estereotipos es la que
concierte a los trabajadores de Estados Unidos pues considera que son ojos y siempre
hay que estar “arriándoles”.
El retorno como trauma
En las entrevistas relatadas el punto en común es la dicultad de crear empresas en
México, por problemas burocráticos o trabajar en condiciones de legalidad cuando una
parte importante de la sociedad mexicana está inmersa en la violencia y en la corrupción.
Los engaños, de todo tipo, atraviesan las experiencias de algunos de estos deportados,
pero, en algunos casos, la solidaridad al sur de la frontera contrasta con el individualismo
de Estados Unidos. Lo que no aparece con tanta frecuencia es el estereotipo del mexica-
no indolente acuñado por pensadores citados al principio.
En Guadalajara, una de las ciudades con un mayor número de retornados, se entrevistó
a un conjunto de personas que habían regresado de Estados Unidos como deportados (ver
ejemplo anterior) y otros como retornados “voluntarios”. Entre los retornados (no deporta-
dos) a Guadalajara también se encuentran referencias similares a los temas enunciados.
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