Los “copejadores” de la almadraba, 1949 (3 fotos)

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Título de fotografías: Copejo de atunes desde la testa (1 y 2)

Lugar: Real Almadraba de Nueva Umbría (Lepe, Huelva)

Fecha: Año 1949

Autor de la fotografía original: s.d.

Fondo/colección: Archivo Municipal de Lepe.

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Título de fotografía 3: Pesca de atunes rojo

Lugar: Real Almadraba de Nueva Umbría (Lepe, Huelva)

Fecha: s.d.

Autor de la fotografía original: s.d.

Fondo/colección:  Archivo Fotográfico del IES Rafael Reyes, Cartaya (Huelva)

Comentario:

Según “La Almadraba de Nueva Umbría (El Rompido, Huelva)” A. Columé describe que el trabajo en las almadrabas era una labor muy dura y penosa para todos los trabajadores; la hora de comienzo de las faenas era hacía las cuatro de la madrugada y su finalización hacía la puesta del sol, casi sin descanso. A esa hora temprana salían los barcos desde sus amarradillos en El Rompido por la Ría del Piedras para enfilar sus proas hacia la mar hasta llegar hasta el cuadro de la almadraba. Una vez que los atunes que habían entrado a la cámara y al buche habían sido obligados hacia el copo, la Sacada comenzaba la operación de levantar la red del fondo del copo. Los operarios que se situaban en esta embarcación iban recogiendo con enorme esfuerzo dicha red y la iban dejando pasar por debajo de la quilla del barco, de manera que el fondo del copo se iba elevando al tiempo que la Sacada y los barcos auxiliares estrechaban el cerco y se acercaban a la Testa y a los lanchones de fuera y de tierra. Cuando los atunes se quedaban sin agua porque el fondo del copo, al tiempo que se cerraba el cuadro de las barcazas venía hacia la superficie, comenzaban una frenética lucha en la que las aguas que parecían hervir con los coletazos y carreras dislocadas en busca de una inexistente salida.

Comenzaba entonces la espectacular y titánica operación de elevar los atunes a los lanchones de Testa, de Fuera y de Tierra. Los copejadores con sus garfios o bicheros de mano sujetos a las muñecas enganchaban los atunes que se pegaban a los costados de las barcazas y con un esfuerzo físico enorme, sumando la fuerza y el nervio de varios hombres a la vez, los elevaban hasta la borda para posteriormente impulsarlos hasta el fondo de las barcazas, donde se iban amontonando uno tras otro los cuerpos temblorosos de unos peces que en ocasiones llegaban a pesar más de 300 kilos. Una vez sacados todos los que estaban cerca de las barcazas o los que iban quedando varados en las redes laterales y que eran arrimados a los costados mediante bicheros largos de alcance, los últimos atunes que restaban en el copo permanecían en el centro del mismo, la parte más profunda, pues se formaba una bolsa rehundida.

En muchas ocasiones, los copejadores más arrojados, para sacar los últimos atunes que quedaban en el agua saltaban al mar y buceando a metros de profundidad, los arrastraban, sacándolos de su lecho mortal, medio ahogados, hasta el costado de las barcazas. El premio era un sobresueldo además de la posible estima y consideración por su arrojo.


Portfolio: María Luz Acosta Sequedo (Grado en Gestión Cultural. 2016/2017)

Asignatura: Historia del Mundo Contemporáneo. Prof. Dr. Francisco Contreras

Para Visto y No Visto. Canal de Historia y Gestión Cultural desde la imagen:

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