En un momento como el actual en el que estamos viviendo los efectos del cambio climático en diferentes aspectos, conocer algunos aspectos básicos de dendrocronología, ciencia que nos permite realizar reconstrucciones climáticas, ayuda a comprender el comportamiento del clima en el pasado y entender las reacciones de los árboles a esos cambios, lo que puede orientar a la hora de planificar y desarrollar estrategias para la conservación de nuestros bosques y de los beneficios que ellos aportan a nuestra sociedad.
Gracias a esta ciencia se puede descubrir la edad de los árboles a partir de sus anillos de crecimiento, pero no solo su edad sino su historia. Se puede obtener información acerca de cómo han ido creciendo a lo largo del tiempo, obteniendo lo que se denominan cronologías, en las que aparecen los años difíciles, los años de gran crecimiento, las grandes sequías, etc. Teniendo en cuenta que hay árboles de más de mil años en Andalucía (los más viejos del mundo tienen más de 4000 años y viven en las montañas de California y Nevada), ese crecimiento nos da una información muy importante sobre su historia y la historia del clima.
Estos aspectos son los que han podido conocer hoy los estudiantes de Secundaria que han asistido al taller “Historias que los árboles nos cuentan”, en el marco de la Semana de la Ciencia que durante estos días se celebra en la UHU. Este taller, organizado por los profesores del Departamento de Ciencias Agroforestales Reyes Alejano, Javier Vázquez y Fabio Natalini, “contribuirá a la educación del público y a su concienciación e implicación en las temáticas de conservación del medio ambiente y de la salud pública en el actual contexto de cambio global”.
A lo largo de la jornada de hoy también se han desarrollado talleres sobre la comunicación a través del lenguaje de signos, taller de RCP básica y primeros auxilios, arqueología o determinación de olores.
Finalmente, a última hora de la mañana, ha tenido lugar la conferencia “El Gran Hermano acecha con fuerza”, a cargo del profesor Francisco Córdoba, del Departamento de Ciencias Integradas. Córdoba ha comentado que “la ciencia siempre tiene dos caras, la positiva porque conduce a una mejora de nuestra calidad de vida, y la negativa por cuanto puede ser usada como mecanismo de control o presión”. Este tema ha sido objeto constante del llamado género distópico tanto en literatura como en cinematografía. Por ello, “las consecuencias de la actividad científica no son asépticas: todo avance científico conlleva implicaciones éticas que afectan tanto a los individuos, como seres singulares, como a la sociedad”, ha manifestado el profesor.
Tomando como ejemplo el desarrollo vertiginoso de la genética y de la biología celular y molecular, a lo largo de la intervención se han analizado sus posibilidades como medio predictivo y curativo de enfermedades hasta hoy incurables. En otro sentido, se ha promovido una reflexión sobre sus consecuencias como posibles elementos de discriminación o de manipulación. Para ello, Córdoba ha informado de resoluciones del ámbito de la bioética y de la legislación vigente sobre la investigación biomédica.