¡Y hay tantas historias que contar, demasiadas, tal exceso de vidas acontecimientos milagros lugares rumores entrelazados, una mescolanza tan densa de lo improbable y lo mundano! He sido un devorador de vidas y, para conocerme, solo para conocer la mía, tendréis que devorar también todo el resto.
(S. Rushdie, Hijos de la media noche)