La empresa es, sin
duda, una realidad cada vez más compleja. Por ello, para
estudiar y conocer su funcionamiento necesitamos de una
metodología que nos permita identificar sus elementos y las
interrelaciones entre los mismos.
A este respecto, la
aplicación del enfoque sistémico a la empresa nos aporta una
concepción de la misma como sistema cibernético y abierto, en el
que sus elementos están interrelacionados formando un todo
unitario y desempeñando una serie de funciones orientadas a la
consecución de unos objetivos comunes, todo ello en una
permanente interacción dinámica con el entorno, con flujos
recíprocos de naturaleza física, financiera e informativa. Se
trata, por tanto, de un sistema abierto por su capacidad de
interactuar con el entorno, y cibernético por la
retroalimentación que recibe de él.
En la identificación
de los elementos o partes de la empresa, tanto el criterio
funcional como el de los niveles en la circulación de valores,
nos llevan a la existencia del Subsistema de Dirección, como
fruto de la necesidad de un "pensamiento director" que
proporcione la coherencia interna y externa que requieren
los elementos del sistema para la consecución de sus objetivos.