La Universidad de Huelva celebra este jueves, 29 de septiembre, el Solemne Acto de Apertura del Curso 2016/17, en el que se incluye, como ya es tradicional en la Onubense, una lección inaugural que corre a cargo de un miembro del profesorado. En esta ocasión dicha lección, titulada Reflexiones sobre la Ciencia y un decálogo para jóvenes investigadores, será pronunciada por Antonio Castro Dorado, catedrático de Petrología y Geoquímica de esta institución académica.
Castro es doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Salamanca desde 1984 y posee una larga experiencia, de más de 30 años, como investigador y docente universitario. Catedrático de la Onubense desde 1998, sus estudios se centran en el origen de las rocas que forman la corteza continental, desarrollando y dirigiendo investigaciones sobre la geología de la Península Ibérica, del continente sudamericano, de la Cordillera de los Zagros en Irán y de China. Ha realizado estancias en diversos centros universitarios en EE.UU., Francia y Gran Bretaña y ha dirigido doce tesis doctorales y numerosos proyectos de investigación en ciencia básica no orientada. Cuenta, además, con cerca de cien artículos científicos publicados en revistas internacionales y varios libros orientados a la docencia de la Petrología en las Ciencias de la Tierra.
El catedrático cuenta que en esta lección inaugural reflexionará sobre la ciencia, comenzando por “su definición” y continuando con un análisis “sobre quién paga la ciencia y sobre cómo se evalúa la misma”. Posteriormente ofrecerá un decálogo de orientación a los jóvenes investigadores que “sigue un poco la línea marcada por Ramón y Cajal hace más de cien años, cuando en 1906 ingresó en la Academia de Ciencias Naturales de Madrid y pronunció un discurso que luego se editó en un libro convertido en ´best seller’ y denominado Tónicos de la voluntad”. El célebre científico español “identificó entonces una serie de enfermedades que él denominaba de la voluntad, de personas que tenían deficiencias para la conducta, e hizo una serie de recomendaciones en tono irónico para paliar esos males”, añade Castro.
La lección inaugural de este nuevo curso surge, según su autor, de una preocupación existente entre un buen número de investigadores. Castro asegura que “es habitual entre los investigadores que hablamos de esto temas y que estamos en continuo debate sobre qué parte de lo que hacemos está bien y qué parte no está bien o sobre qué tipo de investigaciones deben financiarse o no financiarse”. Hay, en este sentido, una preocupación permanente y una continua reflexión que lleva a Antonio Castro a plantear esta temática para la lección inaugural aún siendo consciente, como autor de la misma, de que “muchos de mis compañeros no estarán de acuerdo conmigo y otros sí compartirán mi punto de vista”.
El catedrático de Petrología y Geoquímica de la Universidad de Huelva cree que desde los años ochenta del pasado siglo se ha percibido un notable auge de la investigación en España, gracias en parte a la ley sobre este asunto promulgada en aquella época. Desde entonces “se ha invertido mucho más dinero en la investigación y eso se ha notado con la creación de grupos de investigación, de laboratorios y universidades, que constituyen un motor importante de la ciencia, y todo ello se ha traducido en una producción científica que nos ha colocado en un nivel bastante bueno en el contexto internacional”. Pese a todo, “es cierto, y en eso todos mis compañeros estamos de acuerdo, que España dedica muy poco presupuesto a la investigación y, aún dedicando una cantidad importante, está por debajo de la media europea y no llega ni mucho menos a lo que dedican países como Francia o Gran Bretaña, que están a la cabeza de la tecnología porque han invertido previamente en ciencia”. “Es complicado que la importancia de invertir en ciencia cale en la sociedad”, traduciéndose ello en una ausencia de “conciencia social sobre la importancia de la ciencia”, añade el autor de la lección inaugural.
En este marco, Antonio Castro aportará un decálogo para jóvenes investigadores, pues cree que “hay mucha confusión en los grupos de investigación, siendo en muchos casos intencionada”. Para el profesor de la Onubense, “se confunde muchas veces una tesis doctoral con un trabajo de investigación al servicio de un equipo y de algo que ya está hecho y planificado”. El doctorando, entonces, “realiza un trabajo que le encargan y no desarrolla por sí solo, sustrayéndose al investigador joven esa capacidad que tiene de crear y de innovar y de descubrir por sí solo”.
En este mismo sentido, el catedrático cree que en España, en general, “falta mucho debate sobre qué hacemos y hacia dónde vamos”, algo que, según él, sí es muy habitual “en las universidades norteamericanas o en el mundo anglosajón”. “Somos exportadores de científicos, lo que quiere decir que somos buenos pero no tenemos sitio para trabajar aquí, y eso es algo que hay que corregir”, asegura.
Castro posee en cambio un alto concepto sobre el papel de las universidades en la investigación y en la difusión de la ciencia y la tecnología. En su opinión, las mismas están ofreciendo unos resultados “magníficos” teniendo en cuenta en ello “las limitaciones que hay por el entorno social o por las limitaciones presupuestarias”. Se alcanza un alto nivel, en buena parte, “por el gran voluntarismo que existe no solo en los profesores sino en todo el conjunto de la universidad, observándose una firme tendencia a hacer las cosas bien sin necesidad de que exista una compensación económica satisfactoria”.