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Huelva 18 mayo 2020. ‘Infancia confinada’ es el título del proyecto de investigación que han llevado a cabo los sociólogos Marta Martínez Muñoz e Iván Rodríguez Pascual, junto a la abogada Gabriela Velásquez, habiendo sido prologado por Luis Pedernera, presidente del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas. El objetivo del estudio ha sido conocer cómo están viviendo los niños y adolescentes españoles de entre 10 y 14 años el confinamiento decretado a causa de la pandemia de COVID-19. Un trabajo que, tras causar un enorme interés por mostrar de forma inédita la situación de niños y jóvenes en esta crisis, ha querido ser desgranado en el ciclo ‘Diálogos UHU’ por Iván Rodríguez, profesor de la Universidad de Huelva (UHU) especializado en el estudio sociológico de la infancia y las nuevas tecnologías.

Una investigación bastante singular debido a que, según explica este sociólogo de la Onubense, “trata de responder a esta situación excepcional y de emergencia que es el confinamiento. El proyecto en sí mismo es una acción investigadora de urgencia, como nos gusta llamarlo. Porque, cuando todo esto empezó, tanto yo como Marta, que llevamos dos décadas investigando en temas relacionados con la población infantil y la representación social de la infancia, nos dimos cuenta de que el contexto era muy peculiar. Entre otras cuestiones, porque el confinamiento ha sido más duro en los niños y adolescentes al tener más restricciones que las personas adultas”. 

Así surge esta iniciativa que ha tenido el objetivo de conocer cómo ha vivido este tiempo este colectivo particularmente confinado. “Intuíamos, porque es algo típico de la sociedad española, en la que está normalizado el gesto de invisibilizar a niños y niñas, que no iba a ver muchas iniciativas dirigidas en este sentido. Por este motivo, pusimos en marcha este estudio desde nuestro propio confinamiento, porque dos de las investigadoras están en Madrid y yo estoy en Huelva, por lo que sólo tuvimos reuniones virtuales y muchas conversaciones telefónicas”. 

La metodología seguida partió de un cuestionario online que se lanzó por redes sociales el pasado 21 de marzo, -una semana después de que comenzara formalmente el confinamiento-, para conseguir respuestas anónimas de niños de entre 10 y 14 años. Un cuestionario que, como afirma Iván Rodríguez, “era muy abierto. Es decir, los niños podían expresarse con bastante libertad y sin límite de extensión a preguntas muy básicas. Les invitábamos a que nos contaran qué cosas les estaban dando miedo durante el confinamiento, cuáles eran sus fuentes de alegría, con qué soñaban en el futuro, cuando acabara el confinamiento, etcétera”. 

En total, el estudio ha logrado recabar la opinión de 425 niños y niñas en una franja de edad un poco más amplia de lo que estaba previsto en un principio, puesto que han participado chavales de entre 8 y 17 años, aunque el 90% de las respuestas se centra en los situados entre los 10 y los 14 años. Además, se ha logrado cubrir casi todo el territorio nacional, dado que han contestado niños de casi todas las comunidades autónomas, si bien, el 70% procede de Madrid, Andalucía, Comunidad Valencia y Cataluña, que se unen a casos sueltos de lugares como Ceuta o Canarias.

“El estudio tiene un carácter exploratorio, debido a que no se trata de una muestra formal o estadísticamente representativa en el sentido estricto del término. Pero sí es cierto que es el único estudio que se ha interesado por conocer la situación de niños y adolescentes en el confinamiento desde un plano social y cultural. Es el único espacio científico que les ha animado a expresarse, por lo que creo que tiene un gran valor exploratorio que compensa todas estas limitaciones. Hay que tener en cuenta que los investigadores estábamos lejos de nuestros puestos de trabajo, con medios privados y lo hemos llevado a cabo en un tiempo récord, puesto que se ha completado prácticamente en cinco semanas”, concreta Rodríguez. 

Los abuelos, la mayor preocupación de niños y jóvenes

En cuanto a los resultados obtenidos por el estudio, su responsable asegura que “las conclusiones son las que encontramos habitualmente después de dos décadas trabajando con niños y adolescentes. La población adulta tiende a imaginarlos desconectados de la realidad, pero son mucho más conscientes de lo que suponemos. Por ejemplo, más de un 94% de ellos ha declarado la necesidad del confinamiento, por lo que hay un compromiso y un acatamiento muy mayoritario del mismo”. 

Por otra parte, los participantes en el cuestionario también son conscientes de la gravedad de la crisis actual, puesto que “muchos temen que sus padres pierdan el empleo en unos meses, les preocupa que en la familia no haya suficiente dinero y, sobre todo, son chavales que han estado muy empáticamente conectados con las personas que han dejado de ver. En concreto, resaltaría el caso de los abuelos y las abuelas. Hay una preocupación constante en los niños sobre qué va a pasar con mis abuelos. Por supuesto, piensan en el virus, la muerte, etcétera, pero su principal inquietud se refiere a sus abuelos, si están sintiendo soledad por no poder estar con ellos y el resto de su familia”, aclara este investigador de la UHU, que recuerda que, “en la sociedad española, los abuelos y abuelas son muchas veces padres vicarios, es decir, que están asumiendo la carga de trabajo de la crianza de sus nietos. Y, de repente, el confinamiento ha venido a cercenar esa relación que era tan intensa. Probablemente, creo que la gente no imagina cuánto han echado de menos estos niños y adolescentes a estos familiares”. 

Al mismo tiempo, en el estudio se detalla que la familia, en general, es también la principal fuente de alegría de los chavales. Según apunta Iván Rodríguez, “cuando les preguntas en qué se apoyan esos días en los que se sienten un poco peor por estar encerrados, muchos nos responden que en la relación con sus padres, su familia, la convivencia con sus hermanos y, algunos, incluso, nos dicen que la mascota. De alguna manera, la familia, aunque es la frontera de la cual no se puede salir, también es el lugar interior en el que encontramos esa fuente de satisfacción”. 

Otro de los datos de interés detectado es que “los niños son seres bastante resilientes, puesto que la mayor parte de ellos dicen que han estado tranquilos durante el confinamiento, pues entienden esta situación. Sí es verdad que hemos detectado cómo los sentimientos de preocupación y tristeza han aparecido con relativa frecuencia en sus vidas. Alguno lo expresó muy bien. Un chico nos escribió de forma literal: “A veces, por la noche, me siento triste y no sé muy bien porqué”. Por tanto, hemos visto ese ánimo un poco depresivo o triste que genera el confinamiento”. Entre los sentimientos negativos resaltados en estos días también se encuentra el aburrimiento, que ha aparecido de forma frecuente en este sector de la población.

Especialmente preocupante resulta un pequeño grupo por necesitar una particular atención, debido a que su satisfacción con la vida ha decrecido durante este tiempo. Son niños y niñas con una peor relación con sus padres, que discuten con cierta frecuencia con ellos, que se encuentran en familias con una mayor preocupación económica por tener un estatus socioeconómico más modesto. Son niños que durante el confinamiento han hecho menos deporte y se han comunicado menos con otros miembros de la familia, con lo que están más aislados y sufriendo más las consecuencias de este estado.

En cualquier caso, dada la expectación que ha generado este estudio, sus conclusiones pueden consultarse de forma más amplia en la página web del proyecto ‘Infancia Confinada’ (infanciaconfinada.com), donde se pueden encontrar una gran cantidad de datos detallados, muchas veces desagregados por edad o por sexo, y donde se pueden ver conclusiones más vivas y ricas. 

Niños y jóvenes, muy críticos con el exceso de tareas escolares

Por todo ello, este sociólogo considera que este trabajo nos debe servir para “aprender que hay que escuchar a niños y niñas. Ellos lo han expresado claramente en el cuestionario. Porque tenían una parte en el que podían hacer propuestas y han sido bastante reivindicativos en este sentido. Nos han dicho que los escuchemos, que la próxima vez que haya que hacer un confinamiento, no supongan simplemente que van a estar encerrados y ya está. En concreto, la cuestión en la que han sido más críticos ha sido en las  tareas escolares. Es abrumador el volumen de niños y niñas que dicen que las tareas escolares son demasiadas, que están exhaustos, que muchas veces no consiguen acabarlas y que esto de que los colegios de repente se esfumen y las casas se conviertan en aulas, no funciona. Esto hay que repensarlo”. Por tanto, es necesario escuchar a este sector de la población, cuya opinión es igual de empática y útil que la del adulto. 

Del mismo modo, Iván Rodríguez expone en este ciclo de ‘Diálogos UHU’ que “debemos estar orgullosos de cómo queda retratada la población infantil y adolescente en este estudio, pues es más resiliente de lo que muchos adultos suponen y ha sabido sobrellevar muy bien este confinamiento. Eso sí, en el interior de esa población hay chicos y chicas que son mucho más vulnerables a esta situación. Por ello, cuando acabe esta crisis, es cuando comenzará el problema. ¿Qué va a pasar con estos chavales que han perdido el curso? ¿Qué va a pasar con los que ya acumulaban cierta desventaja educativa, quizás porque proceden de familias en las que sus padres no les pueden ayudar o no hay un capital cultural grande? Es a partir de ahora cuando tenemos que empezar a pensar. ¿Qué va a pasar con los chavales cuya salud mental se haya visto deteriorada? ¿Y los que hayan podido quedar encerrados en familias donde la calidad de las relaciones familiares no es buena? O, incluso, donde existan casos de maltrato. Hay que empezar a prever los dispositivos y recursos que deben detectar y atender a esas personas”. 

Preocupante también resulta el sistema educativo, puesto que “lo único que sabemos es que parece que el curso no va a comenzar con normalidad. Y yo me hago la misma pregunta que el resto de los padres de España: si el curso no se inicia como es habitual, pero yo tengo que trabajar, ¿cómo se las arregla uno para conseguir encajar una conciliación familiar? Porque, si no se puede estar con ellos, al final se empobrece su entorno, se empobrece la calidad de su relación con padres, con profesores, etcétera. En fin, se trata de una serie de preguntas que deberíamos empezar a hacernos desde ahora”, puntualiza este profesor de la UHU, que añade que “el confinamiento ha sido excepcional, pero es ahora cuando empieza el trabajo necesario”.

Diseñar una Huelva más habitable tras el Covid-19

El informe elaborado a raíz del estudio llevado a cabo nos permite también comprobar cómo de todos los momentos se pueden sacar lecciones y nuevas oportunidades. En este aspecto, este sociólogo de la Onubense afirma que “he estado siguiendo con atención iniciativas de algunos alcaldes que, inteligentemente, están aprovechando el contexto actual para construir ciudades más habitables para las personas que las conforman, más peatonales, sobre todo, desde la visión de niños y niñas. Y que Huelva, por su tamaño, podría estar situada en un punto de partida buenísimo. La capital onubense forma parte de la Red de Ciudades Amiga de la Infancia, de UNICEF, por lo que podría plantearse desde su Plan de Infancia acentuar medidas que hagan la ciudad más amigable para niños y niñas, facilitando, al mismo tiempo, las condiciones de seguridad que, por desgracia, nos piden estos tiempos”.

A nivel general, este docente considera que “es necesario aprovechar nuestro contexto de oportunidad y construir una ciudad más peatonal, más de bicicleta. Por ejemplo, podría recuperarse el tema del carril bici, que parece que se quedó a medio ampliar. Igual sería el momento de revisar todo eso y plantear zonas verdes más seguras para niños y niñas. Y, sobre todo, creo que desde el ámbito municipal se pueden hacer muchas cosas para ayudar a la conciliación familiar. Se pueden pensar en servicios que faciliten la conciliación tras el verano, dado que parece que el inicio de curso no se realizará con normalidad”.

En definitiva, para finalizar, el profesor Iván Rodríguez plantea la necesidad de “reinventarnos como ciudad. Lejos de ser una consecuencia negativa de la pandemia, podríamos verlo como un contexto de oportunidad muy positivo. Huelva ya había dado buenos pasos en ese sentido, pero nos habíamos quedado como estancados. Y ahora es el momento de volver a impulsarlo. Quizás podríamos comenzar con una pequeña comisión en la que integrar a expertos de diferentes ámbitos que estudiaran qué posibles medidas se pueden poner en marcha. El Plan de Infancia de Huelva puede ser un buen punto de partida, al que sumar recomendaciones de otros expertos que no tienen por qué referirse necesariamente a la población infantil”. 

El informe completo del estudio está disponible también en el repositorio Arias Montano de la UHU: Martínez Muñoz, M.; Rodríguez Pascual, I.; Velásquez Crespo, G. (2020). Infancia Confinada. ¿Cómo viven la situación de confinamiento niñas, niños y adolescentes? Madrid. Infancia Confinada y Enclave de Evaluación. http://hdl.handle.net/10272/17913