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La pandemia del coronavirus, el decreto del Estado de Alarma en España y las sucesivas medidas puestas en marcha por el Ejecutivo para mitigar las graves consecuencias económicas y sociales por la crisis del COVID-19 han desatado un escenario de total excepcionalidad que, lógicamente, trasciende de lo nacional y marca un nuevo mapa económico-financiero. Esta situación dibuja singularidades en todos los planos, desde las relaciones entre las personas, absolutamente afectadas por el confinamiento obligado, hasta el comportamiento de los mercados nacional e internacional.

Un escenario que ya está siendo objeto de estudio en las universidades, entre ellas la UHU, y uno de los mayores expertos de la Onubense en la materia, el profesor y catedrático Juan José García Machado, del Departamento de Economía Financiera, Contabilidad y Dirección de Operaciones en la Facultad de Ciencias Empresariales y Turismo, ofrece en una profunda entrevista su visión sobre la crisis que ha desatado el coronavirus y el panorama tanto presente como futuro.

¿Cómo valora el escenario excepcional derivado del Estado de Alarma y la paralización de la economía, con una situación extraordinaria de ERTEs masivos y el resto de medidas aplicadas desde el Gobierno?

España ha tomado medidas draconianas para hacer frente a la pandemia del coronavirus, que dan prioridad y van dirigidas a hacer frente a la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, pero que tienen, y van a tener, un grave impacto en la economía y, especialmente, en el empleo. Desde la aprobación del decreto que prohíbe el despido y la restricción de las actividades económicas, e incluso desde antes (en previsión de ello), ha habido un aumento de ERTEs, EREs, bajas de autónomos, rescisión de contratos, despidos, concursos de acreedores, etc. En la rueda de prensa de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, del pasado 2 de abril, se informó de la existencia de 246.235 ERTEs presentados vía Comunidades Autónomas, más otros 9.670 directamente al Ministerio, que afectaban a 620.000 trabajadores y se estima, según distintas fuentes, que pueden llegar a los 400.000 ERTEs con una cifra total de posibles afectados entre 2,5 y 3 millones de trabajadores (Cinco Días, 03/04/20). Hasta la semana pasada, en Andalucía, y tan sólo en una mutua de accidentes de trabajo, se dieron de baja 10.000 autónomos. Según los datos publicados por el Ministerio de Seguridad Social y el de Trabajo, la Seguridad Social ha perdido en el pasado mes de marzo 834.000 afiliados y el número de parados creció en más de 302.000 personas, siendo el peor registro de toda la historia.

El paro se sitúa ya en 3.548.312 personas, y según los medios de comunicación, el coronavirus ha destruido en 15 días el empleo creado en dos años, y se prevé que en los próximos meses siga aumentando (El Correo, 02/04/20). Según el diario Expansión (31/04/20), expertos auguran que entre este trimestre y el siguiente los concursos se encaminan a crecer más de un 200% y a situarse por encima de los 3.000. Los ERTEs, pasarían a convertirse en EREs y, de ahí al concurso de acreedores hay un estrecho camino. Los ERTEs, pensados inicialmente para combatir los despidos mientras dure la crisis, no surtirán efecto si el parón económico se prolonga por mucho más tiempo. Téngase en cuenta que los gastos de personal son uno de los mayores costes que soportan las empresas en sus cuentas de resultados, o las instituciones públicas y privadas en sus presupuestos, por lo que es lo primero en sufrir los recortes en situaciones de crisis. Sin embargo, a parte del seguro por desempleo, se pueden arbitrar otras medidas como las implementadas en otros países, como la reducción de la jornada laboral, la distribución en turnos, o con el trabajo en otros sectores demandantes mano de obra como el agrícola-ganadero, que complementen proporcionalmente al seguro por desempleo.

¿Qué consecuencias a medio y largo plazo prevé?

Si entre las medidas para combatir la crisis del COVID-19, a las empresas no se les permite retornar a su actividad, esto es, si no pueden producir ni vender sus productos y/o servicios, o si los autónomos no vuelven a retomar su trabajo, se verán abocadas/os a echar el cierre, o a darse de baja, respectivamente. Dependerá de la liquidez que tengan para resistir este primer embate de la crisis. El turismo y la construcción, dos sectores clave de la economía española generadores de empleo, han sido parados ‘en seco’, así como gran parte de la industria, particularmente, la automotriz y textil, además, el retorno a la actividad se prevé lento y paulatino. A la crisis sanitaria le seguirá, seguramente, una severa crisis económica a medio plazo, y a ésta, con toda probabilidad, una crisis de deuda a largo plazo que afectará a los países más vulnerables (tanto económicamente como por la pandemia). Previsiblemente, ésta se resolverá con un rescate por parte de la UE con la consecuente imposición de restricciones futuras.

La caída del IBEX-35 ha sido la más acusada de su historia. ¿Qué análisis puede hacerse del comportamiento bursátil en el actual escenario?

Si tomamos como período de tiempo lo que llevamos de 2020, podemos comprobar como los mercados bursátiles han tenido bruscas caídas, pero también fuertes subidas. A las variaciones de precios le denominamos “volatilidad”, la cual viene provocada por la inestabilidad y la incertidumbre. Los mercados financieros ‘reaccionan’ a cada nueva información que les va llegando (sean noticias buenas y malas) y se mueven según las expectativas que tengan los inversores. Por eso, cuando hablamos de la Bolsa, decimos que son un barómetro de la economía, ya que ‘descuentan’ o anticipan lo que se espera que ocurra en la economía real. En un solo día, el 16 de marzo, los principales índices estadounidenses cayeron drásticamente: el S&P500, cayó un  -11,98%, el Dow Jones un -12,93% y el NASDAQ un -12,32%, pero también hubo fuertes subidas en un solo día, como la del 24 de marzo, cuando el S&P500 subió un 9,38%, el Dow Jones se disparó un 11,4% (y ganó de golpe más de 2.000 puntos, la mayor alza desde 1933), y el NASDAQ recuperó un 8,1% de su valor. Sin embargo, la tendencia general desde final de año hasta ahora, ha sido de un escenario bajista, el S&P500 ha caído un -26,10%, el Dow Jones un -26,23% y el NASDAQ un -17,82%. En Europa ha ocurrido exactamente lo mismo, desde el 31 de diciembre hasta el pasado viernes 3 de abril, el Euro Stoxx 50 se había dejado un -28,89%, el DAX alemán un -28,84% y el IBEX español un -31,08% (habiendo perdido en la segunda semana de marzo un 21% de su valor), también con días de bruscas caídas y fuertes subidas. Podemos afirmar que, efectivamente, los mercados han descontado ya la crisis del coronavirus y, en este sentido, empiezan a aparecer noticias como la de los analistas de Morgan Stanley que “creen que las Bolsas han hecho suelo” (Bolsamanía, 06/04/20).

¿Hay razones para el optimismo o la perspectiva no es favorable desde su punto de vista?

Es difícil saberlo (ojalá tuviera una bola de cristal para ver el futuro), depende de cómo evolucione la enfermedad. Cuanto menos dure la crisis sanitaria, menor será su impacto en la economía y antes empezaremos a retomar la actividad, y a tomar medidas paliativas sobre los efectos negativos producidos por la pandemia. Si se pregunta por los mercados financieros, la opinión con la que más me identifico es que ya han tocado fondo y empezarán a rebotar, aunque no creo que sea en línea recta, sino en una pendiente positiva con altibajos.

Se habla de los paralelismos con la crisis financiera de 2008. ¿Es acertada esta comparación?

Ambas crisis son distintas en sus orígenes y en el momento del ciclo económico en que se han producido. Lo que quizás puedan tener en común sean sus devastadores efectos. Esto ya fue advertido por el FMI, en cuanto a que la recesión podría ser peor que la de 2008, así como que la recuperación se esperaría, en principio, para 2021, dependiendo de la repuesta que den los diferentes países (Reuters, 24/03/20). Esta crisis económica es consecuencia de la crisis sanitaria producida por la pandemia del coronavirus, no por una ‘congelación’ de los mercados financieros, por las restricciones de créditos, o por la ‘burbuja inmobiliaria’. Además, aún no estábamos en la cima o auge del ciclo económico. Aunque los indicadores fundamentales de algunos países mostraban ya una sobrevaloración (Estados Unidos, Japón y, en menor medida, Francia y Alemania), en mi opinión aún nos quedaban uno o dos años de recuperación/expansión. Por otra parte, tenemos experiencia de la anterior crisis, ya que existen mecanismos que antes no había y los bancos centrales y los gobiernos ya los conocen al haberse implementado con anterioridad. Si bien hay opiniones para todos los gustos, desde previsiones de grandes contracciones de la economía hasta rápidas recuperaciones, lo cierto es que va a haber una contracción importante de la que deberemos recuperarnos en el menor espacio de tiempo posible. Si la recuperación va a ser en forma de V, U, W o L (lo que significa, en este último caso, no recuperación o economía de guerra), ya lo veremos, dependerá mucho de la capacidad de respuesta que tengamos como país y de las medidas que se adopten desde el Gobierno y desde la UE.  Cuanto mayor sea el porcentaje de caída del PIB, mayor será el impacto sobre las empresas, instituciones, familias y desempleo. La anterior crisis de 2008 tuvo una duración de cinco años, el paro alcanzó el 27,16% (EPA, 1ºTrim. 2013) y la recuperación fue en W.

Con lo expuesto, no comparte que nos encontremos en una ‘economía de guerra’.

No, y esperemos que no. Eso significaría una recuperación en forma de ‘L’, o sea no recuperación. Lo que ha habido ha sido un colapso en los hospitales por falta de camas, equipamiento y material, dada la enorme cantidad de contagios, ingresos de gravedad y fallecimientos. Al caos inicial, y no olvidemos además que las competencias sanitarias estaban transferidas a la Comunidades Autónomas, y que las reasumió el Gobierno central en aplicación del Estado de Alarma, se le ha unido la desorganización, improvisación y la falta de planificación previa. No obstante, la situación se ha ido reconduciendo gracias a la dedicación, profesionalidad y colaboración de todos.

A nivel local, ¿qué sectores cree usted que deben liderar la recuperación tras la crisis del coronavirus?

En cuanto finalice el confinamiento, que será a todas luces progresivo, lo primero en recuperarse será la alimentación, enseñanza, distribución, y parte sector servicios (oficinas, tiendas, restaurantes y cafeterías, ocio y cultura). Le seguirá la agricultura, ganadería y pesca, el comercio al por mayor, logística y transporte. En cuanto a la industria química y metalúrgica, dependerá del tiempo que hayan permanecido en stand by, y hoteles y viajes empezarán con el turismo nacional un poco más tarde. La construcción, probablemente, tardará algo más.       

¿Y qué sectores piensa que saldrán beneficiados?

Yo creo que ya lo estamos viendo como consecuencia del confinamiento: alimentación, electricidad, informática, telecomunicaciones y servicios online. Nos hemos adaptado ‘a marchas forzadas’ al teletrabajo, a hacer compras por Internet y a contratar servicios telemáticos, por tanto el sector de las TICs y de venta online son, en mi opinión, los grandes beneficiados de esta crisis.

¿Está siendo en estos momentos la crisis del coronavirus objeto de estudio en la Facultad de Ciencias Empresariales? Es de suponer que va a dar lugar a múltiples estudios e investigaciones.

Ciertamente. Me consta que algunos compañeros estamos siguiendo esta crisis desde nuestros ámbitos o áreas de investigación con gran interés, desde el análisis del comportamiento de los Mercados Financieros, hasta el uso del Teletrabajo o el Marketing-mix por Internet. Probablemente, desde el ámbito de los Métodos Cuantitativos y la Estadística, se disponga ahora de una cantidad ingente de datos para analizarlos con técnicas de Big Data.