La escritora Lucía Etxebarría visita hoy la Universidad de Huelva, protagonizando una nueva edición del ciclo Presencias Literarias que en esta ocasión se enmarca dentro del programa que se ha configurado para la II Semana de las Letras de la institución académica. La literata valenciana centrará su intervención en la temática de su próximo libro, que se publica dentro de unos días y versa sobre nuevas formas de relación sexual y amorosa.
¿Qué se encontrarán este martes los asistentes a su acto en Huelva?
La conferencia va sobre nuevos modelos de relación sexo afectiva en el siglo XXI. Hablaremos, por ejemplo, de poliamor, pues en pocos días verá la luz mi nuevo libro, Más peligroso es no amar: Poliamor y otras muchas formas de relación sexual y amorosa en el siglo XXI, en el que realizo una investigación en torno a ésta y a otras maneras de relacionarse que probablemente haga que el lector llegue a replantearse muchos de los mitos existentes sobre el amor romántico.
¿Cree que el amor y las relaciones son ahora muy distintas?
La segunda parte de mi libro se centra en todas las formas de amor que están surgiendo como alternativa a la pareja monógama tradicional y que atraen a los que se sienten solos, perdidos y desorientados y a los que sienten que ya no tienen en quién confiar, a los que buscan refugio, apoyo, pertenencia, cuidado… Se puede decir que el fracaso que se produce en las relaciones nos obliga a cuestionar ese ideal romántico basado en la fidelidad sexual aunque, quien más quien menos, todos nos hemos sentido atraídos por vivir el ideal de pareja basada en los diez mitos románticos.
¿En qué consiste, entonces, el poliamor?
Los poliamorosos son personas que viven su relación de forma no posesiva, honesta, responsable y ética, amando a varias personas al mismo tiempo. Sería algo muy diferente a un club de intercambio y no estamos hablando de sexo recreativo o promiscuo. El sustantivo poliamor es un neologismo válido, creado a partir del elemento compositivo griego ‘poli-‘ y el término ‘amor’. A partir de ahí, el sustantivo se refiere al hecho de mantener más de una relación íntima, amorosa, sexual y duradera de manera simultánea con varias personas, con el pleno consentimiento y conocimiento de todos los involucrados.
¿Es posible en una sociedad y una mentalidad como las nuestras?
No es fácil despertarse un día y decir “desde hoy soy un poliamoroso”. Desde la ruptura formal de la monogamia hasta la construcción de relaciones no monógamas y consensuadas se pasa por muchas etapas, con dudas, conversaciones, roces, conflictos, complejo de culpa, chantaje sentimental, miedo, pasitos adelante y saltos atrás. Cambiar de modelo implica empezar a redefinir dónde están nuestros límites, nuestros dolores, nuestros anhelos, nuestros sueños y nuestras fantasías y saber al servicio de quién queremos ponerlas. Hay que hacer camino al andar.
¿No cree que los propios estándares personales de cada uno impiden, en muchos casos, la aceptación individual de algo así para uno mismo?
En el camino de este tipo de relaciones no se debería llevar mochila, pero el caso es que siempre se carga con una al empezarlo. Se trata de una mochila cargada de educación, de religión, de complejo de culpa, de discusiones, de gente que no te entiende, de miedo, de clandestinidad porque escondes parte de tu vida a otros, de aventura, del placer de enseñarles a otros rincones y tesoros escondidos. Pero el camino, como el de Santiago, tiene el poder de transformarte y de transformar a otros.
Deduzco que existen muchos casos en los que, aunque se acepte este tipo de relación, se guarda para uno mismo, manteniéndolo oculto por miedo a las reacciones de la sociedad, de la familia…
Muchas personas poliamorosas se sienten aisladas y algunas ni siquiera saben que lo que hacen o quieren hacer tiene un nombre. También es frecuente sentir vergüenza, culpabilidad o inadecuación por vivir un estilo de vida que la sociedad en conjunto suele considerar inviable, egoísta, cobarde, infantil o emocionalmente trastornado. Las personas que llevan una vida poli, en muchos casos no pueden hablar con sus amistades de los problemas que tengan en sus relaciones porque a los demás les parece que el problema es la relación en sí misma, el hecho de que sea poliamorosa. No lo pueden contar en el trabajo o tampoco a su familia. No conozco a ningún poliamoroso ni a ninguna poliamorosa que haya salido por completo del armario y hable de su vida privada en el trabajo, en la familia y en cenas con desconocidos. Gran parte de la gente poli lo mantiene en secreto y se lo cuenta solo a las personas de más confianza para evitar la discriminación en el trabajo, las discusiones familiares o problemas con la custodia de sus hijos.