Son organismos de cuerpo blando, que no tienen columna vertebral, con simetría radial y/o bilateral, con el cuerpo formado por verdaderos tejidos (a excepción de los Poríferos) y con frecuencia protegido externamente por un esqueleto (exoesqueleto).

Se pueden conservar como cuerpos fósiles o fósiles corporales, que son los tipos de fósiles más frecuentes, y que conservan total o parcialmente mineralizadas sus partes esqueléticas, una vez han sufrido un proceso de fosilización, conservándose normalmente enterrados en los estratos.

Sin embargo, existe otra tipología de fósiles, también muy frecuente, que son los moldes. Éstos se originan cuando las partes huecas del esqueleto (una concha por ejemplo) se rellenan y consolidan con la posterior disolución de dicho esqueleto. Se obtiene así el molde interno. Cuando lo que se conserva es la impronta de dicho esqueleto en la matriz rocosa, tenemos el molde externo.