Una reciente investigación vincula la financiación del primer viaje realizado por Cristóbal Colón hacia el Nuevo Mundo con el pago de nuevos impuestos en los puertos del río Tinto: Huelva, Palos de la Frontera, Moguer y San Juan del Puerto. El estudio ha sido realizado por David González Cruz -catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Huelva y presidente de la Asociación de Estudios Iberoamericanos y Colombinos Rábida-, quien desde una óptica innovadora y apoyado en fuentes documentales originales procedentes del Archivo General de Indias, archivos nacionales, locales y nobiliarios ha publicado los resultados del estudio en el número 49 de la prestigiosa revista científica Historia (http://revistahistoria.uc.cl/) -acreditada publicación internacional de temática iberoamericana con reconocimiento por el Institute for Scientific Information-En esta investigación, que lleva por título “Contribuciones y estrategia fiscal de los Reyes Católicos en el entorno de los puertos del río Tinto durante el proceso de gestación y de financiación del primer viaje colombino”, se expone la tesis, que hasta ahora no había sido explorada por la historiografía, consistente en que una parte significativa de la financiación de los preparativos del primer viaje colombino que permitió arribar a tierras americanas -superior con creces a los fondos aportados por los prestamistas- podría haber procedido, según se desprende del análisis de la documentación consultada, de contribuciones coetáneas y del crecimiento de la presión fiscal ordenada por los Reyes Católicos sobre los vecinos de las localidades ribereñas del río Tinto en las que tuvo lugar la gestación de esta empresa ultramarina. En este sentido, el estudio desvela la estrategia de la Corona destinada a obtener nuevos ingresos económicos que podrían haber posibilitado a Colón y a la hacienda del reino de Castilla costear una parte de la infraestructura necesaria para la expedición, incluida la compra del puerto de Palos de la Frontera.
El autor del artículo deja constancia de que la imagen creada sobre la reina Isabel la Católica manifestando la voluntad de empeñar sus joyas para costear el viaje de Cristóbal Colón forma parte de la leyenda, a pesar de que la tradición se hubiese encargado de transmitir este pasaje reseñado en el libro de la Historia del Almirante; frente a esta ficción que trataba de ensalzar a la Soberana con la forja de un gesto simbólico de desprendimiento, se atestigua un crecimiento de la presión fiscalizadora por parte de los monarcas en los lugares colombinos de la provincia de Huelva coincidiendo con el periodo final de las negociaciones entre Colón y los Reyes Católicos. Así lo aprecia el profesor David González en Moguer -en la orilla izquierda del río Tinto, patria de la conocida familia de marineros «Niño» y lugar de construcción de la carabela Santa Clara que trajo a Colón de regreso de las Indias-, también se advierte en Huelva y San Juan del Puerto -en la orilla derecha del mencionado río, dos localidades integradas en el condado de Niebla, bajo la jurisdicción del duque de Medina Sidonia, donde residían marineros y pilotos que participaron en los primeros viajes colombinos y donde estaban asentados los cuñados de Colón-, así como en la villa de Palos de la Frontera -localidad de la familia Pinzón y de otros tripulantes de la expedición que fue obligada a armar dos carabelas por orden real-.
Este estudio tiene como una de sus virtudes haber esclarecido los nuevos ingresos económicos obtenidos por la Monarquía en las localidades ribereñas del río Tinto, especialmente en los años 1491 y 1492, precisamente cuando la reina Isabel necesitaba conseguir fondos para financiar el primer viaje a América. A este respecto, el análisis de la secuencia cronológica manifiesta que la firma de documentos que garantizaban el compromiso de la hacienda castellana con el proyecto de Cristóbal Colón coincidía en fechas con otros que suponían la exigencia de contribuciones a los habitantes de estos puertos onubenses y, por ende, mostraban su vinculación.
Por otra parte, la investigación ha prestado atención a una cuestión que habitualmente ha pasado desapercibida; no en vano, demuestra que el coste de los preparativos de la Armada y, por tanto, el montante presupuestario necesario se redujo considerablemente como resultado del control impuesto por la Corona a los precios de los productos de avituallamiento proporcionados a Colón por los particulares residentes en los puertos del Tinto (pan, vino, carne y pescado y de otros bienes y pertrechos necesarios como pólvora, jarcias, madera, entre otros), así como consecuencia de la regulación de los salarios de los hombres de oficios de la zona (carpinteros de ribera y otros maestros de oficios), restringiendo de esta forma la posibilidad de obtener ganancias de sus actividades profesionales y comerciales mediante el procedimiento de intervención de la libre competencia por parte de los Reyes Católicos; de este modo, según se indica en este estudio, se le otorgaba a Colón un trato de favor mercantil dejando sin vigor el funcionamiento habitual de la interrelación entre la oferta y demanda, a la que estaba sujeta la organización de cualquier armada privada.
Por último, este trabajo de investigación prueba que la aportación al descubrimiento de América de los puertos del río Tinto no se redujo al reclutamiento de marinos expertos y a la participación de dos carabelas, sino que además sus habitantes tuvieron un protagonismo sustancial en la financiación del primer viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo a través del aumento de los contribuciones fiscales demandadas por la Corona.