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Para manipular las egagrópilas es recomendable el uso de guantes, máscaras y observar unas medidas adecuadas de seguridad e higiene. Incluso se pueden esterilizar las egagrópilas antes de su uso en un horno de microondas. Aunque poco probables, al menos han ocurrido dos brotes de Salmonella typhimurium en escuelas públicas de Estados Unidos donde se estaba usando el análisis de egagrópilas con fines educativos (Smith et al. 2005).
El objetivo de la disección de la egagrópila suele ser extraer de ellas las estructuras no digeridas que puedan ser reconocidas y con ello identificar las presas. Para ello nos fijaremos en los huesos, dientes, uñas, escamas, las piezas del exoesqueleto de los invertebrados, el pelo y las plumas que encontremos en el análisis de la egagrópila.
Para iniciar la disección de las egagrópilas lo primero que hay que hacer es abrirlas, fragmentarlas un poco para que afloren de entre el pelo el resto de elementos no digeridos. Las egagrópilas pueden abrirse sumergiéndolas en agua o directamente en seco (Yalden & Morris 2003). Abrirlas bajo el agua tiene la ventaja de que no se liberan partículas sólidas al aire y con ello que éstas puedan ser inhaladas. Además el agua reblandece las egagrópilas y facilita su fragmentación. En cambio, abrirlas bajo el agua tiene la desventaja de que los restos se humedecen y, si se quieren almacenar, hay que secarlos otra vez. Al abrir las egagrópilas en seco, se liberan muchas partículas sólidas y es recomendable el uso de mascarillas de protección respiratoria. Una tercera posibilidad es disolver las egagrópilas en una solución caliente de sosa caústica o hidróxido de sodio (NaOH) al 3% en peso. El pelo y otros desechos se disuelven en la solución y luego por decantación se separa el material restante para su identificación.
Dentro de las egagrópilas algunos huesos como las mandíbulas y los huesos de las extremidades pueden aparecer intactos, sin fragmentar. El cráneo, en cambio, suele aparecer roto por su base ya que las rapaces matan a sus presas picándoles con fuerza en la nuca, pero la parte proximal del cráneo, la parte que contiene los maxilares y los dientes, aparece habitualmente intacta.
Todos estos restos óseos son los que se usan para identificar las presas. Extraer cada hueso de la maraña de pelo y pluma es una tarea sencilla pero que debe hacerse con cierta calma y mimo para no que no se rompan las piezas óseas que estamos extrayendo. Para ello es útil contar con pinzas finas de laboratorio, lancetas y un cepillo con los que limpiar bien de los huesos los restos que aparezcan adheridos a ellos.
Una vez los restos óseos han sido extraídos hay que identificar de qué presas son. En este trabajo encontrarás un clave para identificar todas las especies de micromamíferos andaluces utilizando distintas estructuras del el cráneo y/o las mandíbulas que se hallen en las egagrópilas. Las piezas extraídas se manejan con pinzas de laboratorio y para poder seguir los pasos de la guía es necesario el uso de una regla, o mejor un calibre, y una lupa.
Por último los restos debidamente identificados pueden almacenarse para su uso posterior en otros estudios o para su uso como colección de referencia. Es importante almacenar los restos bien secos para que no crezcan hongos sobre ellos que deterioren el material. Lo más común es almacenarlos en sobres de papel y estos en bolsas herméticas con algún absorbente de agua como el gel de sílice.
Referencias
Smith, K. E., F. Anderson, C. Medus, F. Leano, and J. Adams. 2005. Outbreaks of salmonellosis at elementary schools associated with dissection of owl pellets. Vector-Borne & Zoonotic Diseases 5:133-136.
Yalden, D. W., and P. A. Morris 2003. The analysis of owl pellets. Mammal Society London, London.
Idea y contenidos:
Javier Calzada y Jacinto Román
Clave y fotografías:
Jacinto Román